EL AMOR DE DIOS NOS DA CONFIANZA PARA DECIR SÍ Lc 1, 26-38 Domingo Cuarto de Adviento (B)
EL AMOR DE DIOS NOS DA CONFIANZA PARA DECIR SÍ
Lc 1, 26-38
Domingo Cuarto de Adviento (B)
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo PUJ |
Un factor clave en nuestra experiencia de vida que implica todos los aspectos que nos relacionan, la podemos definir como la grandeza de saber confiar. Para algunos la confianza es algo que ganamos poco a poco, pero lamentablemente podemos destruir en un segundo de la vida. El valor de la confianza es algo demasiado frágil, pero si optamos por construir y mantenerla constantemente, estamos logrando fortalecer buenas y saludables relaciones; asimismo crecer, avanzar alcanzando grandes bendiciones que nos facilitará manifestar compromisos de un modo libre y feliz. A la Luz de la Palabra de Dios María como joven elegida por Dios es invitada a confiar, no tanto por su fuerza y juventud, sino por el Espíritu que la acompaña en la encarnación del Verbo y, a quien ella responde con generosidad y disposición para participar en el plan sublime del Señor. Veamos:
1. Nos podríamos preguntar, si como personas es posible vivir en armonía si nos llegará a faltar el valor de la confianza, tal vez y lo más seguro es encontrarnos con la respuesta negativa, pues la confianza nos acerca con seguridad firme a las personas, pero también nos permite saber confiar a sí mismos y también en la acción del buen Dios. Cuando confiamos es porque tenemos la seguridad que las palabras, que las acciones que desarrolla una persona son auténticas, no tiene doble intención ni sentido, jamás hará señalamientos a la ligera sobre las actitudes y acciones de las demás personas, como tampoco descuidará ningún detalle cuando se le ha encomendado o confiado algún compromiso o responsabilidad. Dios toma la iniciativa de elegir, de confiar a una virgen, a una mujer llamada María la misión de concebir, de dar a luz un hijo varón, quien llevará el nombre de Jesús (vv. 31). En el plan de Dios es fundamental la mujer acompañada por el Espíritu para que no primen los intereses ni las manipulaciones personales (cf. 2Samuel 7, 1-5.8b-11.16), los cuales muchas veces creen ser los salvadores de la vida, pero realmente usurpan o se ponen al frente de las acciones divinas.
2. El ángel que había anunciado a Zacarías en el templo la buena noticia del nacimiento de Juan el Bautista (cf. Lc 1, 9ss), ahora cambia de lugar, voló hacia el norte, hacia Galilea, hacia una aldea de Nazaret mostrando que ya no hablará más en el templo, se irá a los pueblos y hablará a los sencillos como a María de Nazaret. Entonces, pasamos de lo sagrado a lo profano, de lo solemne a lo cotidiano, en la realidad y la situación de una persona. Esta joven sencilla recibe la palabra de Dios permitiendo entrar al Dios humanado en nuestra historia. El protagonismo de esta anunciación es María quien se deja habitar por el Espíritu Santo para cooperar en el proyecto de Dios. Lo interesante es que María, su misión y vocación se apoya en la acción de Dios. Un modo también de saber que las decisiones que tomemos con toda libertad, ante el proyecto de Dios están respaldas por su misma acción divina: No temas, María...(vv. 30) y, por consiguiente, es posible confiar para decidir y avanzar (...el Señor está contigo...).
3. En estas acciones de vida y de relación, podemos confundir la confianza con una actitud de presunción o de tener un alto ego, como una forma de hacernos notar, de generar superioridad o exclusividad; sin embargo, responder a la confianza de Dios, es declararnos servidores de su plan, de su proyecto, de un modo incondicional, caracterizado de generosidad y disponibilidad a quien siempre es posible confiar, el Espíritu: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (vv. 35). Fruto de esta relación y de este amor que nos da confianza es la Alegría: Alégrate, llena de gracia...(vv. 28). Es decir, dar espacio a la dicha, a la felicidad porque con frecuencia nos dejamos contagiar de la amargura, de la tristeza. El anuncio es un motivo de inmensa alegría, es la fiesta en Dios y que María Magnificará más adelante con gozo como seguidores de su hijo. La alegría caracteriza una auténtica vida y servicio porque nos damos cuenta de las bendiciones de Dios, evitando que perdamos la frescura, la amistad y el amor que nos aviva para seguir hacia adelante. Nos urge despertar la alegría para recuperar la paz que el Espíritu nos da.
4. Otra palabra de este amor que nos da confianza es... llena de gracia (kejaritomene), llena de Dios dejando a Dios ser Dios. Esto es, todo el amor está en la persona de María, es perfectamente amada. Llena de gracia es un poder que resuena para sorprender y hacer conocer cómo Dios pone sus ojos en ella y en nosotros. Por eso, cuando no actuamos con justicia o llegamos a abusar del conocimiento es fácil perder la confianza y el amor, provocando rupturas que pocas veces o nunca podemos llegar a restaurar. Es importante, mantener la disponibilidad en el plan de Dios: hágase en mí según tu palabra...(vv. 38) para que en la medida que mejore nuestro servicio y nuestra actitud frente a la vida, mejore también todo lo que nos rodea porque todo el amor de Dios está en nosotros. Somos perfectamente amados, desde siempre y para siempre como Dios lo ha hecho con María. Este amor irradia e impacta como belleza, obrando como hijos del Padre en este mundo (cf. Rm 16, 25-27). La fuerza del amor de Dios es lo que nos da confianza, es el fundamento de nuestra vida para actuar con responsabilidad y asertividad en nuestra existencia. Ser llena de gracia no ha sido por efecto al sí de María, sino porque Dios tomando la iniciativa ha dicho sí a esta mujer joven llamada María. Un sí fuerte, asombroso y sin condiciones, siempre fiel y transparente. Un sí que ha sido dado antes que nosotros podamos responder. Que seamos amados no depende solamente de nosotros, depende también de Dios.
5. Llena de gracia es el nombre de la vocación de María porque es amada para siempre. Todos nosotros somos amados para siempre, llenos de cielo y de vida. En este amor confiado surge una nueva expresión: el Señor está contigo (vv. 28c). Es el respaldo de Dios, de manera concreta para llevar a cabo la misión. La alegría es consecuencia de la confianza en Dios porque nos damos cuenta que no estamos solos en las luchas y en las decisiones que tomamos. Dios interviene con sus acciones y bendiciones en nuestra vida y en nuestra historia (cf. Salmo 88, 2-5.27-29), él nos acompaña y nos defiende, buscando siempre nuestro bien. Un acto maravilloso del amor de Dios, pero que a la vez nos facilita crecer y avanzar con confianza dando lo mejor de nosotros, no sólo con criterios meramente humanos, sociales y económicos, también con el poder del amor, el poder y la gracia del Espíritu Santo que acompaña y que guía. Crecer en la disponibilidad de Dios nos permite avanzar con confianza en sí mismos, ayudando en los demás y aportando en el desarrollo del proyecto divino llevado hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1, 8).
6. Todos como personas con talentos, carismas y habilidades estamos en la capacidad de generar confianza en los demás, de un modo constructivo facilitando el crecimiento y la perseverancia para ser un canal de vida y para contribuir a que otros también logren tomar mejores decisiones que les ayude a ser mejores de lo que ya son como personas. De esta manera, el respaldo de Dios está con ...el Espíritu Santo, quien vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (vv. 35). No hay por qué temer: No temas... (vv. 30). Dios hace capaz a María para colocarse al servicio de Jesús. Esto nos hace confiar para vivir plenamente porque una vida que viene de Dios, se realiza en Dios. Habrán muchos miedos que nos paralizan impidiendo caminar con esperanza y confianza; sin embargo, la tarea de nosotros es construir espacios de confianza. Por eso, este valor de vida como expresión dada en la confianza en Dios y en sí mismo es importante por algunas razones. En primer lugar porque tener confianza en sí mismo es creer en nosotros mismos, pero también en las capacidades que Dios nos da para desarrollar con habilidad y destreza, tomando buenas decisiones que nos faciliten contribuir al crecimiento personal, pero asimismo en el crecimiento de otras personas, fortaleciendo buenas relaciones y haciéndolo con humildad.
7. Por otra parte, tener una confianza viva en Dios y en sí mismo es creer que todo es posible, que las tareas o los objetivos propuestos que parecen insuperables son posibles cuando dejamos que la acción de Dios actúe convirtiendo lo imposible en su trabajo cotidiano a favor de cada uno, logrando ver y llegar a sorprendentes metas que nos maravillan y nos asombran (vv. 36-37). Dios le anuncia a María: vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrá por nombre, Jesús (vv. 31). Este hijo es hijo de María, pero también hijo del Altísimo (vv. 32). La respuesta de María no es inmediata, pues quiere entender, quiere comprender: Cómo será esto (vv. 34). Preguntar viene de crecer en la conciencia de lo que creemos, superando el inmediatismo que muchas veces nos deja en la oscuridad, lejos de la luz y de la vida. No hay nada más humilde que reconocer o discernir que existen ciertas cosas o situaciones de nuestra vida que necesitan de saber cómo se hará para tener la capacidad de afrontarlas y, así disponernos a la acción (vv. 29. 34). Es importante saber confiar en sí mismo y en Dios, en las personas que con una buena intención quieren orientarnos para no dejarnos engañar o desviar de lo que es realmente esencial y, así lograr servir con prontitud y hasta el final, aún cuando las cosas se pongan difíciles y muchas veces complejas.
8. Todos nosotros, como María tenemos una misión una tarea en nuestra existencia. Esta misión confiada es contribuir a poner luz en medio de la noche y de la oscuridad. No estamos para condenar ni para juzgar las acciones de las otras personas, sino para sembrar el amor que Dios nos da, ofreciendo un camino de vida y de esperanza activa y creciente. Nuestra tarea no es enfriar o apagar el fuego del amor de Dios, sino de ayudar a vivir verdaderos encuentros de vida con Jesús. María entonces, envuelta en este torbellino de la vida responde por fin: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (vv. 38). Ser esclava o sierva no es la persona de oficios varios, como tampoco la doméstica. La expresión sierva en este contexto es la sierva del rey, es decir la reina y, por lo tanto, la sierva significa que ella es la aliada del proyecto de Dios. María habla como reina porque el proyecto de Dios es el proyecto de María en el calendario de la vida y de la historia. El sí de María de esta manera no ha sido solamente dado por el amor de Dios que nos da confianza, también ha sido un sí que cambia, renueva la vida y la historia. Un sí que se convierte en posibilidad de esperanza y de gran riqueza para toda la humanidad.
9. En resumen, estamos invitados a confiar para crecer y avanzar, diciendo sí al proyecto de Dios para cambiar y aportar la novedad y la alegría a la historia. Un sí que nos conduce a nuevos nacimientos, evitando que otras personas influyan en las decisiones que nos corresponde tomar. Este beneficio del amor de Dios nos da la confianza en nosotros mismos para decir sí, respaldados por el Espíritu que nos acompaña para sentirnos seguros y decididos a aportar y a anunciar con gozo las buenas noticias, que seguramente nos ayudará a mejorar, superando las obstáculos y los inmediatismos con el fin de proyectar este amor y esta misma confianza con quienes nos relaciones y compartimos (cf. Lc 1, 40-42) en todos los momentos de nuestra existencia, suscitando ahora en nosotros una acción de gracias con alegría, pero asimismo conscientes a descubrir en nosotros constantemente el llamado a participar en el proyecto y la obra de la salvación que el buen Padre nos da como regalo de vida y de luz para vivir mucho más sano y fraternalmente.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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