DIOS EN CAMINO HACIA NOSOTROS Mc 1, 1-8 Segundo Domingo de Adviento (B)

DIOS EN CAMINO HACIA NOSOTROS
Mc 1, 1-8
Segundo Domingo de Adviento (B)
Luis Fernando Castro
TEÓLOGO PUJ 

Existen momentos de la vida donde algunas voces que solemos escuchar permanentemente son basados en sonidos negativos que nos causan pánico, miedo, terror, incertidumbre y desesperanza. Voces que nos desenfocan y nos desaniman, voces diferentes que al ser escuchadas están cargadas de un gran muro de piedra que nos impide avanzar y crecer. Voces que traen desaliento, tragedia porque tienen el objetivo de provocar zozobra y oscuridad. Entre tanto, hay voces que brotan y buscan imprimir todo lo contrario. Voces que exhortan a empezar de nuevo, voces que traen buenas noticias porque abren la posibilidad para continuar avanzando en medio de los retos y los desafíos que son inevitables, ofreciendo la oportunidad de descubrir nuevos caminos para recorrer, de un modo, auténtico, completo y a fondo sin escatimar fronteras ni límites. Voces que nos dan consuelo y nos fortalecen para continuar hacia adelante, transformando nuestra existencia y la de muchas personas. A la Luz de la Palabra de Dios, las voces que escuchamos a partir del comienzo del evangelio de Marcos, los profetas y la predicación de Juan el Bautista en la primera página de este Evangelio es un itinerario, un camino de vida que anima a transformar la mentalidad, preparando el camino del Señor, asumiendo la capacidad de respuesta a la vida, teniendo apertura a la acción del Espíritu Santo. Veamos: 

1. Muchos son los ruidos y las voces que cotidianamente escuchamos, algunas veces aun solamente lo que queremos oír, pues necesitamos reafirmarnos y sentirnos seguros, en lugar de encontrarnos con algo nuevo que nos impulse a comprometernos o a tomar nuevas decisiones que nos saque de lo que ya conocemos. En la introducción del Evangelio de Jesús, según Marcos, después de que se había silenciado por mucho tiempo de la historia la presencia de los profetas, aparece en un ambiente de desierto (lugar de la madurez y del encuentro), algunas voces resuenan (vv. 1-4), haciendo audible el gran acontecimiento de la historia: la Venida de quien es realmente el Evangelio de Dios, la buena noticia del Padre,...el Cristo, el Hijo de Dios (Mc 1,1), que por medio del bautismo del Espíritu Santo ofrece desde el desierto un paso hacia un nuevo encuentro de vida, exigiendo una transformación de mentalidad y de acción que...revelará la gloria del Señor (YHWH), y toda criatura a una lo verá, pues ha hablado la boca del Señor (cf. Is 40, 5), en un tono que nos señala que todo es realmente bueno, bello, lleno de esperanza, de alegría y de triunfo porque se inaugura un nuevo tiempo, una nueva creación con el anuncio del Evangelio. El alegre mensaje sobre el acontecimiento de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. 

2. Lo anterior nos los recuerda el mensajero alegre que anuncia la cercanía de Dios: Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión. Clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las ciudades de Judá: Ahí, está vuestro Dios (cf. Is. 40, 9). La vida comienza con  buenas noticias, con un presagio de gozo y con una esperanza vislumbrante en el que descubrimos la iniciativa de Dios, una obra de Dios que viene en camino, que nos pone en un acento distinto y cargado de grandes perspectivas. Es un ofrecimiento de Dios que es Buena Noticia, dado en la persona de Jesús. Un Evangelio que florece en la tierra, bajo el sol. Cada día tenemos pequeños evangelios donde podemos darnos cuenta que nuestra vida recomienza con buenas noticias en el que vemos la bondad y la alegría de muchas personas, las que comparten con nosotros los esfuerzos, la lucha, los sueños y el misterio de la ternura que va más allá de los problemas y de las dificultades. Es el grito: Consuelen a mi pueblo, para abrir caminos por el desierto (cf. Is. 40, 1-5. 9-11), dejándonos sorprender por la fuerza y la ternura de Dios.

3. Preferir mantenernos en una posición en la que decidimos solamente escuchar lo que queremos oír es optar por permanecer haciendo lo mismo, en la espera de algo mejor, privándonos de la posibilidad de enriquecernos, de ampliar nuestro horizonte, de anunciar nuevos tiempos y, sobre todo, de acceder a un grado mayor de lo que ya conocemos y de lo que somos como personas. Vale la pena escuchar nuevas voces que sin prevenciones a otras formas de ver y de pensar abren la posibilidad de encontrarnos con nuevos caminos de vida que nos conducirán hacia la oportunidad de hacer caminar nuestra historia en la voluntad divina (cf. Mc 1,3.8) porque Dios siempre intervendrá y nos traerá la paz; su luz brillará sobre la tierra (cf. Salmo 84, 9-14). Para esto es clave, la actitud de estar permanentemente preparados para no sentirnos en ningún momento excluidos, pues si hemos aprendido a planear, a proyectar a escuchar las voces adecuadas los resultados también serán óptimos, cargados de una perfecta comunión que facilita el crecimiento y el avance, superando lo que nos quiere someter, el mal (cf. Mc 1, 23-24) y actuando con la capacidad de discernimiento (vv. 1, 8) para combatir los obstáculos en el camino que no siempre será recto y plano para edificar y para contribuir en transformación de una vida que quiere hacer presente a Jesús, el Cristo en la historia. 

4. Pero, hay algo más, la Buena Noticia no es abstracta o inclinada en palabras bonitas y bien elaboradas, nos llega a través de personas y de acontecimientos bien concretos, anunciando que siempre hay algo más por hacer, por aprender y por generar acciones que faciliten contribuir a dar luz en el camino constructivo de nuestra experiencia de vida. La Buena Noticia nos ha llegado a través de un galileo, Jesús, nacido de María, Hijo de Dios, según las Escrituras, como el Kýrios, reconocido por Simón Pedro. Jesús es Dios presente entre nosotros. Un Dios que ha venido entre nosotros, que sigue nuestros pasos, muchas veces errados y cargados de desesperanza, pero con discreción y con amor respetuoso. Esta voz es anunciada con esperanza, oculto en el interior mismo de la vida porque aún no se ha manifestado. Se inserta en nuestra historia como lo había anunciado el profeta Isaías (cf. 40, 3) para mostrar a toda la humanidad que Dios no está lejos. Es así como Juan el Bautista entra también en escena para revelar a Jesús y enseñarnos a reconocerlo. Juan es la voz, el Nuevo Elías (cf. Mc 9, 13) que en el desierto anuncia con fuerte voz: Preparen un camino para el Señor, allanad sus sendas (vv. 3). Ser una voz de nuevas noticias que anuncie la esperanza, la vida, el amor, el perdón, la solidaridad y la oportunidad de encontrar nuevas respuestas nos realizan y nos despuntan a reconstruir la verdadera dignidad en lo cotidiano de nuestra existencia.

5. Cómo abrir caminos a Dios en nuestra vida es quizás ahora lo que nos podemos preguntar. Algunos pueden estar pensando en elaborar unas vías amplias y espléndidas, despejadas como una gran autopista para que llegue Dios; sin embargo, Dios no se acerca a nosotros en lo espectacular, sino a través de lo humano, lo bello, lo más auténtico de los hombres. Son esos resquicios de la existencia a los que nosotros estamos invitados a poner mucho más atención para abrir verdaderos caminos a Dios. Un camino de sencillez. Juan Bautista es retratado a partir de su vestido y de su dieta (vv. 6). Este hombre aparece revestido con un traje como el de Elías, un uniforme de pelo de camello (vv. 6a). No es de piel, es de pelo. Un vestido adecuado para quien está en el desierto porque en el día refresca y en la noche abriga bien. Es un vestido sencillo diferente a los príncipes y a los reyes. El alimento que consume es propio de la naturaleza...se alimentaba de langostas y miel silvestre (vv. 6b). Es una vida que no frecuenta el lugar de los poderosos ni el mundo de la ciudad. Por eso, la ciudad es la que va al desierto para escuchar a Juan. Un movimiento de conversión, de cambio, de desacomodo para escuchar la palabra del Señor y corregir así el camino fundamental. 

6. No se trata de convertir la vida en un laberinto, ocupados por muchas cosas que nos afanan y nos agitan constantemente sin saber para dónde ir. La rendija de la vida, de lo verdadero y bello nos conduce hacia nosotros mismos para descubrir la voz interior que nos sigue gritando: allanen caminos, transformen la vida. Por eso, es importante hacer un movimiento de cambio en todos los aspectos de nuestra vida. Esto comienza cuando salimos de lo que nos acomoda y nos hace sentir seguros para caminar hacia la soledad del desierto y, ahí escuchar la voz del Señor. El desierto es el lugar del crecimiento y de la madurez. Juan pide preparar un camino hacia el Señor y la conversión para perdón los pecados  (vv. 4). El encuentro con el Señor es una búsqueda de Dios hacia nosotros, un camino que él mismo traza, y, en el que nosotros podemos encontrarnos cuando reconocemos nuestro pecado y nos dejamos perdonar por él: Esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevo cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia (2Pe 3, 13). El pecado es un fracaso, una contradicción que es posible vencer cuando experimentamos en nuestra vida a Dios, pues su rostro camina siempre con nosotros. Un amor que refleja su perdón y su gracia. El camino será siempre del Señor para que le escuchemos con todo el corazón y sigamos constantemente su caminos.

7. Para algunas personas la vida es superficial y plana, no es necesario acoger ni discernir lo transcendente. Basta con tener cosas que lo distraigan y lo entretengan sin darse cuenta que para vislumbrar la voz de la vida y de la Buena Noticia es importante empezar con atender lo que nos late y nos mueve en el fondo de nuestra existencia, sacudiendo y limpiando todo para vivir en santidad y piedad siempre con la impaciencia de la venida, pero con la esperanza de lo que Dios nos ha prometido y dado (cf. 2Pe 3, 8-14). Juan Bautista pide que nos volvamos a Dios. No se trata de acrecentar la espuma de las apariencias, preocupados por mantener una imagen externa sin encontrar la sencillez de la vida y de la verdad que nos llega para que podamos crecer y madurar en todos los aspectos de nuestra existencia. El objetivo de la petición de Juan el Bautista encuentra un signo en el bautismo y una palabra en la confesión de los pecados; ambos signo y palabra, atestiguan la verdad de los que se apresuran a venir donde el profeta (vv. 5) para encontrarse amablemente con Dios, acercándose a él.

8. Juan Bautista revela, señala, manifiesta y luego bautiza a Jesús, lo sumerge en las aguas y, después desaparece del escenario. Por eso, las palabras de Juan: Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias (vv. 7), y añade...yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo (vv. 8). Es la manera como Juan lleva la tarea de precursor, su misión es presentar a Jesús cuyo nombre no pronuncia, y a quien ni siquiera él se siente digno de ser un esclavo; un misterio entonces para adorar. Juan solo se debe a la revelación de Dios y, así no busca usurpar el lugar que le pertenece solamente a Dios. Juan se descentra para que la voz de la vida sea el centro y, donde ahora todas la miradas deben dirigirse sin desviarse del camino. Juan reconoce la diferencia de los dos bautismos, dos inmersiones diferentes: una en el agua y la otra en el Espíritu Santo (vv. 8) donde el Mesías tiene en abundancia y en plenitud para todos. El Espíritu que Jesús dará a quienes crean en él. Este será más fuerte por amor porque habla en el corazón.

9. Este amor nos invita a todos nosotros a ser mucho más fuertes, a ser una voz que clama en el desierto, que expresa la doble pasión, la de Cristo y la de todo ser humano, de manera inseparable. La pasión  de Cristo y de todos los seres humanos fortalece la vida. Por eso, no se trata de un día específico en el que esperamos la venida del Señor, sino de un día a día, pues todos los días el Señor viene, aun cuando no lo notamos o estemos distraídos en nuestros propios afanes y cansancios. Dios está en camino de nosotros. Esto se puede reflejar cuando vemos el cielo en una gota de rocío; cuando nos encontramos en la esquina de las calles y cuando nos dejamos admirar por el color y la belleza de una flor. Juan Bautista lo ha visto y nos exhorta a abrir los ojos para que nos perdamos esta oportunidad, pues la vida nos enseña a ver un vientre preñado que lleva otra vida y, así no nos detengamos en lo que simplemente vemos o nos parece superficial. La conciencia por la vida es ver un Dios que cada día está más cerca a nosotros para que podamos oler a él y logremos acariciar la vida nueva. De esta manera, preparamos el camino e inauguramos un nuevo comienzo para nuestras vidas para la historia que vivimos y construimos.

10. En resumen, el ruido de este tiempo nos puede ocasionar rupturas que nos fragmentan sin posibilitar ni facilitar el hilo conductor que humaniza y nos hace dar pasos concretos hacia Dios. La manera cómo reaccionamos, la actitud y la acogida nos ayudará a irnos encontrando con Dios saliendo de lo arrogante y de lo superficial a tener una actitud diferente llamada humildad; asimismo, nos facilita pasar del miedo al amor, ejercitando el corazón donde crece el sitio adecuado del perdón y de la sencillez. Un corazón preparado para Dios donde hallamos que el mismo Dios camina hacia nosotros constantemente para que cargando con buenas noticias, transformemos y aportemos al crecimiento de toda la humanidad. Esto es una Buena Noticia, portadora de la novedad que cada día se nos asoma para que experimentemos en todo la presencia del Dios que viene y, así ayudemos a indicar con humildad el camino que nos lleva a la alegría, a la profundidad de la vida para dar frutos abundantes, actuando con el espíritu del profeta que no sólo anuncia con el grito, sino además indica el camino hacia el Amor.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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