UN CAMBIO EN LA LÓGICA DE MIRAR Y DE DECIDIR Mt 13, 24-43 Domingo Décimo Sexto (Tiempo Ordinario)
UN CAMBIO EN LA LÓGICA DE MIRAR Y DE DECIDIR
Mt 13, 24-43
Domingo Décimo Sexto (Tiempo Ordinario)
Todos como personas estamos en la capacidad de decidir y de elegir, siempre tenemos opción de tomar entre lo que es el camino correcto y tomar el camino de la malicia. Esto tiene que ver con la libertad que reside en nuestro interior. Diariamente, sin darnos cuenta enfrentamos y libramos batallas internas, pero siempre tenemos la opción de tomar las mejores decisiones entre un conjunto de elecciones que mostrará al final lo que verdaderamente somos y lo que podemos hacer con una mejor calidad de vida que nos facilita avanzar, prosperar y alcanzar metas. Esta acción se nos convierte en un lucha interior porque las decisiones son consecuencia de lo que mejor dominemos en nuestro interior. Si lo que domina en el interior son las emociones negativas, como el egoísmo, la ira, la tacañez, la petulancia, los resultados que se mostrarán en las acciones serán negativos (cizaña), conducidos a la derrota y al fracaso. Pero, si alimentamos nuestro interior con emociones positivas, como la paz, la generosidad, el amor, el perdón, las consecuencias en las acciones serán positivas, impregnadas de victoria (trigo), de alimento de vida para nosotros y para muchas personas. Comprendemos entonces, que el resultado de la batalla que libramos por nuestras luchas internas será responsabilidad de cada uno, como persona, de acuerdo a su decisión y a la forma como lo enfrentamos y la llevamos a cabo en nuestra cotidianidad y en nuestras distintas relaciones humanas. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús explica a sus oyentes a través de tres parábolas: la de la cizaña y el trigo, la del grano de mostaza y la de la levadura, sobre la manera cómo se instaura e irrumpe el Reino de los Cielos y su crecimiento en la cotidianidad de nuestra historia, sin el uso de la violencia, de la fuerza o de la potencia, antes bien lo hace de manera, gradual y en ocasiones pasando por inadvertido; un Reino que obra en interior de cada uno de nosotros para que funcionemos de una manera diferente. Veamos:
1. Una de las grandes batallas que tenemos en nuestra existencia se encuentra en nosotros mismos. Es una batalla terrible entre dos grandes lobos. Por una parte es un lobo negro y oscuro que se alimenta de emociones negativas como la codicia, la arrogancia, el resentimiento, el orgullo, la petulancia, la autosuficiencia, la tristeza, el pesimismo, la mentira, la inferioridad o la superioridad y, por el otro lado, nos encontramos con un lobo blanco que se caracteriza por la valentía y se alimenta de emociones positivas como la alegría, el amor, el perdón, la generosidad, el deseo de crecer y progresar, impregnado de la grandeza de la humildad y de la sencillez, un lobo que es compasivo, bondadoso, generoso y lleno de fe. El triunfador de esta batalla depende de quien nosotros decidamos alimentar, fortalecer y prestar mayor atención. Jesús habla y compara el Reino de los Cielos a través de la parábola del trigo (representa la bondad) y la cizaña (representa la maldad) sembrados en el mismo campo, cuenta una historia similar a la gente común y a sus discípulos para que hallen la enseñanza y saquen sus conclusiones sobre cómo irrumpe el Reino de Dios en el ser humano (vv. 24-30), pero sin entender los discípulos pidieron posteriormente que el Maestro les explicará el sentido de sus palabras (vv. 36-43). Las parábolas que narra Jesús no se tratan de cuentos como tampoco son historietas, no son simples didácticas, sino que el Maestro pone en imágenes las acciones de Dios y de la manera cómo él actúa cambiando nuestra imagen de ver a Dios y, así funcionar en sintonía en el proyecto de Dios.
2. Las parábolas busca el cambio de la mentalidad y, en consecuencia del comportamiento. La parábola del trigo y de la cizaña nos invita a reaccionar y tomar decisiones, pues hay una buena semilla, pero un enemigo han sembrado cizaña (vv. 25) al lado del trigo. El trabajo malévolo ocurre mientras todos están durmiendo, como obra de la maldad y de la mala intención, es decir dañar la vida y el trabajo del otro, haciendo daño al dueño. Los servidores decepcionados corren hacia el patrón para decirle sobre el daño que han hecho en el cultivo, sin embargo la reacción del patrón no está en la misma lógica de nosotros: Dejad que ambos crezcan juntos hasta la ciega (vv. 30). Una respuesta que nos puede sorprender, pero que al mismo tiempo muestra el carácter del Padre. La cizaña no le escandaliza, no les asusta, no hace pesquisas en la lógica de Dios. No radicar la cizaña es dejar crecer porque si se corta puede crecer el problema y hacer mayor daño a las relaciones personales. Dios eso sí, no deja pasar cosas ni es injusto, la cizaña y el trigo se separan en su debido tiempo (vv. 30b), pero por ahora no es posible, puede ocasionar un mayor problema (vv. 29). Entonces, por ahora es el tiempo de practicar la paciencia que en contraste a nosotros sería la impaciencia, porque no sabemos esperar. Queremos todo de inmediato. No se trata de mejorar el mundo a la brava, Dios es paciente y de gran corazón donde todos cabemos. El Dios del Reino de los Cielos es un Dios paciente, que, aunque pasivo y muy lento es llamativo y fascinante porque nos atrae hacia el perdón y la misericordia.
3. Para muchas personas las acciones de Dios son cuestionables porque les parece que Dios es injusto, pasivo y desinteresado de la situación humana, pero el corazón de Dios es distinto al corazón del ser humano, pues las cosas no se arreglan de un día para otro, necesita de espera y de procesos. algunos cortos, otros de mucha espera. Los tiempos del corazón de Dios van a otro ritmo, distinto al corazón de cada uno de nosotros que actuamos con impaciencia, al ritmo del afán. Dios espera que nosotros recapacitemos y mejoremos, él no quiere que nadie se pierda, sino que cambie su forma de pensar y de actuar. Dios es un Dios lento a la cólera y rico en clemencia (cf. Salmo 85, 5-16). Dios juzga con equidad, su poder se basa en el derecho y en la justicia porque Dios es un Dios del perdón, de misericordia y de gran generosidad, atento a impedir el mal y la mala intención de los seres humanos (cf. Sab. 12, 13-19). El bien y el mal se encuentra en el mismo campo (representa al ser humano), conviven en el interior del hombre e irá hasta el final: dejadlos crecer juntos hasta la siega (vv. 30a). Es cuestión de entrar en la lógica de la decisión, pues no podemos eliminar, eso acrecentaría el daño y las distancias entre unos y otros. El verbo DEJAR, significa no intervenir para que haya tiempo de sobre ponernos y así, no salga de nosotros la violencia que, en consecuencia, haría crecer más el problema en las relaciones humanas y en la manera que actuamos y reaccionamos frente a los conflictos y a los momentos que consideramos caóticos. La paciencia acompaña la mansedumbre superando el caos, la incertidumbre, poniendo el orden a lo que nos parece oscuro y difícil de fortalecer y de solucionar. El triunfo de nuestra vida está en la paciencia. No se trata de cerrar las cosas ni las tensiones de manera violenta, sino de saber convivir con todas las situaciones y circunstancias de la vida, algunas positivas otras negativas. Es necesario esperar, dar oportunidad para que otros también crezcan y, este aprendizaje hay que hacerlo con paciencia.
4. En la comunidad como en nuestro interior no hay solamente "lobos blancos", también nos encontramos con "lobos negros", algunos fuertes y otros más débiles; sin embargo, el llamado está en la aceptación y en la paciencia con nosotros mismos y con los demás para acompañar y crecer juntos. La vida que vivimos en nuestro interior y en la comunidad es como una pelea de boxeo donde el adversario tratará de vencernos en cualquier asalto para dejarnos en el piso. Esta pelea empieza desde el momento en que entramos en el ring de la vida, pero esto no es una excusa para sentirnos desanimados o llegar a usar la violencia, por el contrario es un momento para estar siempre alertas y vigilantes, aún cuando dé la impresión que el mal nos podrá ganar. porque al final será una situación que no durará para siempre (cf. vv. 30b), más aún se puede convertir este mal para hacer el mayor bien para salir en favor de muchas personas, brindando espacios de vida y de fortaleza en las distintas relaciones humanas (cf. Rm 8, 26-27). De esta manera, las decisiones y las acciones que desarrollamos se ponen en juego, pero la tarea de cada uno de nosotros es decidir y actuar de un modo responsable con la vida con aquella bondad, con aquellas capacidades y acciones que podemos aplicar a favor del crecimiento y el progreso de nuestra existencia.
5. Inclinarnos por la bondad es abrir la posibilidad para hacer el bien a los demás. No podemos, sí, descuidarnos porque nadie es del todo trigo ni tampoco nadie es del todo cizaña. No somos ni blancos ni negros, pero para todos saldrá el sol y bajará la lluvia. No hay por qué sentirnos decepcionados ni desanimados, Dios sigue atento a las situaciones. En cada persona hay un poco de todo y, aunque queriendo hacer el bien podemos lastimar y hacer daño a las personas, incluso a las que amamos esto no significa que debamos abandonar lo que se ha emprendido y lo que se ha querido construir para contribuir a la vida, dando respuesta de paciencia y perdón. El mal no perjudica el bien, sino que colabora a su pleno triunfo. Realmente todo coopera para el bien (cf. Rm, 8, 28). Muchas veces lo que parece mal será también una ocasión para hacerse mejor. Los retos que aparecen en nosotros como amenazas no son para destruirnos, son oportunidades para avanzar y crecer integralmente junto a otros.
6. Las grandes cosas que logramos, comienzan con poco. Basta entregar una semilla a la tierra para lograr ver en un tiempo y proceso determinado un gran árbol frondoso. Jesús compara el Reino con otras dos parábolas, la semilla de mostaza y la levadura que fermenta las tres medidas de harina (vv. 31-35). La semilla en su comienzo es muy pequeña, frágil e insignificante, pero con el tiempo y el proceso se convierte en sobreabundancia, se convierte en un fruto. La levadura es como el pan viejo, endurecido y con moho, que al convertirlo en polvo, le da sabor a la insípida harina y, aunque poco, tiene la capacidad de fermentar toda la masa. Los gestos que hacen las personas son marcados por la necesidad de sembrar para comer, gestos cotidianos más allá de lo extraordinario y sin ningún espectáculo. Estas acciones de sembrar y de amasar hacen parte de la vida de los campesinos, pero que dejan una gran lección de vida y de cercanía que transforman la misma vida personal y comunitaria donde nos movemos como seres humanos. Estos gestos se convierte en parábolas: abriré con parábolas mi boca...(vv. 35). Cada parte de nuestra vida contiene un maravilloso mensaje que muchas veces por estar distraídos no vemos y desconocemos. Detrás de la vida cotidiana hay una lógica que nos invita a mirar el mundo y las relaciones de una manera diferentes donde percibimos la belleza que no caduca ni se termina.
7. Así, que es cuestión de decisión del ser humano si quiere asumir con responsabilidad lo que parece poco, pero que con el tiempo se convertirá en algo grandioso y sorprendente, libre de malicias y perversidad que servirá para fortalecer y crecer en las distintas relaciones humanas en el campo de la cotidianidad. La vida no está solamente caracterizada por normas, motivaciones y doctrinas, también por experiencias personales y muy propias de cada persona. Hechos que nos hablan y nos facilitan aprender y crecer en nuestra cotidianidad. Por eso, cuando decidimos entrar en la lógica de un cambio y sembramos pequeñas semillas de vida, de amor, de bondad, de perdón, de generosidad, de amistad, queriendo hacer el bien a los demás, buscando crecer, aunque no lo veamos pronto, llegará para mejorar nuestra existencia en todos los aspectos, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidad en sus ramas (vv. 32). Un proceso de esperanza en el que podemos recoger frutos inesperados.
8. La semilla cotidiana se convertirá en una gran bendición que invadirá no sólo a la persona a la que se le sembró, sino también a quienes estarán en nuestro alrededor. Pero, si la decisión es arrogante, creyendo que la semilla y la levadura es poco, que no tiene ningún valor porque hay o existen otras semillas, dejándose gobernar por la petulancia, la abundancia, el prestigio, la tacañez, el apego, incluso, dejándose atropellar por el miedo y las culpas, entonces las decisiones y las acciones no serán adecuadas y recomendables, porque al final se sembrará emociones negativas, impregnadas de egoísmo, orgullo y rencor que, en consecuencia, cargan como pesados grilletes que esclavizan e impiden avanzar y crecer, disminuyendo la grandeza de la paciencia y del amor. La mirada al campo de la vida es cuestión de decisión, de enfrentar para ganar para atraer dibujando la vida y la existencia desde otra óptica, dejando que el Reino de los Cielos acontezca y abra las ventanas para recibir un nuevo aíre. Esto se logra con la práctica de la grandeza de la humildad, con el creer en el valor y la grandeza de lo pequeño, de lo que parece invisible y oculto (vv. 31-33) porque en estas acciones sencillas y comunes está lo más real de Dios para que todo lo que podamos emprender, germine y se proyecte como bendición abundante para muchas personas.
9. La única forma de poder ver que el bien ha vencido es permitir que Dios invada con su misericordia el corazón del ser humano para que poseyéndolo lo haga crecer y realizar como persona, en todos los aspectos de su vida y de su servicio. Jesús en la explicación de la primera parábola, que realiza a sus discípulos dice que al final habrán dos fuegos: el de la cizaña que arderá y será tirada como basura (vv. 40), y el fuego de los justos que brillará como el sol (vv. 43a). El Maestro con esta parábola realizaba un cambio de lógica en la manera de decidir y de reaccionar ante las personas. Los fariseos consideraban que solamente los "puros" eran quienes hacían parte de la alianza con Dios; sin embargo, en la lógica de Jesús, éstos se mezclaban con los publicanos y pecadores. De esta manera, se insiste en la paciencia de Dios donde no existe el señalamiento ni el juzgamiento, sino el bálsamo y el aceite de la paciencia. Entonces no se trata de infundir miedo ni terrorismo espiritual para acompañar a las personas, es importante hacer un cambio en la lógica de mirar y de decidir para que todos podamos crecer y avanzar hacia la casa de Dios, sosteniendo los valores del Reino de los Cielos, los cuales no se negocian, sino que son la esperanza para responder con sabiduría, respeto, sin intransigencias en los momentos de conflicto y de caos. La lógica la paciencia nos conduce a practicar la lógica de la misericordia manteniendo así una actitud vigilante y cuidadosa de nuestra vida y de nuestro interior.
10. En resumen, poseer el bien con perseverancia hará que quien controle nuestra vida sea Dios, sin que ello implique asfixiar nuestra libertad y, por el contrario, dando un verdadero sentido a nuestra existencia en el que es posible hacer cambios en la lógica de mirar y de decidir ante las acciones y las reacciones nuestras y de otras personas. Esto nos exige responsabilidad personal porque nos descentra de nosotros mismos, para ir hacia el otro, haciendo posible que nos encontremos con nuevas experiencias, con nuevas personas, con nuevos proyectos que seguramente nos impulsarán a crecer y a irradiar de vida, de vitamina nueva a otros sembrando y actuando con paciencia y espera. De esta manera, cuando consentimos y acogemos el bien, dejándonos poseer por la bondad, la paciencia, brillará el amor como prenda de compromiso para amar, haciéndonos hermano de todos, sin exclusiones, respondiendo con la libertad de escoger y dar lo mejor de nosotros para que crezca la fraternidad como una gran familia en el Reino del Padre (vv. 43b) que humaniza hacia una vida más digna, justa y fraterna. Ahora, entre el bien y el mal ¿Cuál sería nuestra lógica de mirar y de decidir? Esto se mueve en nuestro interior.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
Comentarios
Publicar un comentario