SABIDURÍA PARA TOMAR DECISIONES Mt 13, 44-52 Domingo Décimo Séptimo (Tiempo Ordinario)

SABIDURÍA PARA TOMAR DECISIONES
Mt 13, 44-52
Domingo Décimo Séptimo (Tiempo Ordinario)
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ

Cuando tomamos decisiones, somos nosotros quienes libremente optamos y valoramos lo que preferimos, lo que hemos elegido en cada momento y situación de nuestra vida. Sin embargo, las decisiones no siempre son nítidas, claras y contundentes, porque en algunos casos los aspectos por definir y considerar tienen su peso, pero aún en estas circunstancias, lo que llegamos a elegir, dependerá solamente de nosotros y, como tal, de nuestra responsabilidad, incluso, si la decisión consiste en "no elegir", convirtiéndose en una decisión y en nuestra responsabilidad. De esta manera, cada decisión que vayamos tomando en los distintos aspectos de nuestra vida, será como una granito de arena, que con el tiempo se va acumulando hasta formar la gran montaña que hoy somos. Por tanto, la respuesta está en nuestras manos y nosotros estamos en la capacidad de decidir con responsabilidad qué es lo mejor, sin detenernos después a buscar culpables o hacernos las víctimas por los resultados obtenidos. A la Luz de la Palabra de Dios; Jesús enuncia tres nuevas parábolas a sus discípulos caracterizada por el hallazgo con la invitación a adquirir un estado de libertad y de toma de decisiones, viviendo un estilo de vida con alegría y con responsabilidad de trasmitir el tesoro de la vida a la luz del amor. Veamos: 

1. La capacidad de ser libres es lo más importante que tenemos como personas porque nos conduce a tener saludables relaciones consigo mismo, con las otras personas y con todo lo que nos rodea y, lo más importante está a nuestro favor. La Parábola del tesoro escondido y del mercader especialista en perlas es una propuesta de Jesús a sus discípulos para que adquiramos un estado de libertad (vv. 44-46). El tesoro escondido, como también el mercader representa a Dios. El campo y la perla fina representa en interior del ser humano. Podemos, entonces comprender en un primer momento que la imagen que se nos ha presentado de Dios, lejana e incomprensible es una imagen falsa, que en muchas ocasiones nos bloquea en nuestras intenciones de ser mejores de lo que ya somos porque tropezamos en situaciones personales que nos impiden avanzar en todos los aspectos de nuestra vida. Dios es importante en la vida y en la historia de todos los seres humanos (cf. Salmo 118, 127-130). Dios da no sólo herencia y promesa preciada para todos nosotros, sino además nos da sentido a nuestra existencia. Aquí lo interesante es la imagen de un Dios cercano es el que es posible que nosotros no nos apartemos ni aparezcamos distantes de él. Esto es lo que debemos descubrir para alegrarnos y saber decidir no sólo por una ética, sino porque nos sentimos atraídos por Él.

2. Un segundo elemento que nos permite interpretar es saber que la persona está en la capacidad de hacerse dueña de sí misma, relativizando todas las otras riquezas porque Dios es un especialista en crear personas de valor para estar siempre con ellas, de una forma cercana e intima. Pero, también entendemos que este tesoro está en función de subir nuestra autoestima para que continuemos siempre hacia adelante, creciendo y desarrollando todas las capacidades, talentos y habilidades que podemos ir descubriendo en cada uno de nosotros para ponerlas en proyección hacia los demás. Las perlas, el tesoro y los peces que nos señalan la narración de las parábolas están debajo del agua o tapadas por una campo. Decir que están debajo es afirmar que hay algo arriba que se ve y que se nota más que aquello que nos vemos y que está oculto. Lo de arriba es lo que consideramos apariencia, superficial sin llegar a ser falso, pero que nos deja la imagen de saber que hay una realidad mayor que podemos descubrir, esto que está debajo y escondido para ser buscado. Por eso, ser dueño de sí mismo no es una tarea fácil porque en nuestro interior se libra una batalla constante contra todo aquello que podemos mejorar o contra todo lo que nos impide lograr avanzar y alcanzar nuevos objetivos y metas fijadas (cf. Mt 13, 24-30). Ser dueño de sí mismo es una decisión que implica y pide discernimiento (cf. 1Rey 3, 5-12) e incluso exige algunos sacrificios significativos y esfuerzos en el que podemos experimentar desprendimientos, desapegos necesarios para avanzar y considerarnos más ligeros, decidiendo por lo que tiene mayor valor para apropiarnos de nuestra vida sin pensar en su adquisición.

3. Lo esencial en nosotros no es visible siempre y, solamente lo podemos ver con los ojos del corazón. Lo que tiene gran valor en nuestra vida tiene la lógica de descubrirse porque no es evidente. Por eso, hay que encontrar la perla preciosa, el pez buscado debajo del agua y, para lograrlo es importante actuar con sabiduría para que en consecuencia nos alegremos y tomemos la mejor elección participando de la gloria de Dios, no sólo desde el plano divino y celeste, sino además desde el plano terreno donde podemos de una manera cercana desenvolvernos en la acción a favor de muchas personas (cf. Rm 8, 28-30). En las tres parábolas lo común es descubrir, pero asimismo es observar la reacción de quien encuentra un tesoro, una perla o un pez. Aquí aparece el desprendimiento, hay que hacer algo para tener el mayor valor: va y vende todo lo que tiene...(vv. 44b. 46). Esta la lógica de la decisión con sabiduría. Pero, si la decisión de la persona es acoger los deseos más inmediatos (vv. 45), como el dinero, el placer, el alcohol, pierde el control de sí mismo, convirtiéndose muchas veces en esclavo de los demás, de los deseos y de la manipulación que ejercen sobre ellos porque sencillamente estará ubicado en la plano de la apariencia y de lo superficial. Por eso, decidir por lo que es esencial e importante nos alegra porque no se encuentra afuera de nosotros, sino dentro de nosotros (vv. 44). Una libertad que nos conduce a avanzar no por una ética, sino por una estética que nos lleva a vivir con plenitud. Un tesoro, un mercader como Dios que quiere lo mejor para nosotros, que no sólo busca encuentros, sino que no se cansa de hallar estrategias, formas para que entremos en comunión e intimidad con él y salgamos siempre victoriosos.

4. Descubrir este tesoro y esta perla preciosa y valiosa es el viaje más largo de la vida y caracterizado como un día de fiesta porque al recorrerlo nos permite ser libres y felices y, nada nos impedirá pasar más allá de nuestros límites y posibilidades, consiguiendo más de lo que poseemos y haciendo un camino constructivo integral de realización que nos beneficia a nosotros y a quienes nos rodean. En nuestra vida todo se mueve por valores y si hay algo que es de valor para nosotros nos enfocamos y caminamos hacia eso que consideramos valor y, todo lo demás llega a pasar a otros plano. Por eso, la alegría puede y tiene la capacidad de influir en nuestra vida para que disfrutemos más y mejor cada instante y situación por la que inevitablemente caminamos y nos relacionamos. Entonces vamos a encontrarnos en la lógica de la alegría porque no estaremos haciendo nada como si fuera una obligación, sino porque es de valor y, eso nos alegra y puede dejarse lo que consideramos de menos valor para encontrar todo, atraídos por un tesoro, una belleza de Dios que nos da alas para que vivamos en verdadera libertad. Esto hace parte de la sabiduría para actuar con inteligencia y tomar buenas decisiones. Un arte de elegir, de discernir...recogen en cestos los buenos y tiran los malos (vv. 48) y de saber elegir.

5. Cuando nos encontramos con el tesoro escondido, con el mercader especialista en hallar perlas de valor todo parece pasar ahora a un segundo plano porque nos damos cuenta que lo esencial no lo encontramos fuera de nosotros, sino que está dentro de nosotros con el fin de que podamos funcionar de una manera sabia y diferente. Esto provoca alegría, felicidad y pasión por el valor del tesoro. Una alegría que nos hace indiferentes a todo lo demás porque nos resignifica nuestra vida, y le da motivos maravillosos a nuestras decisiones, porque nos daremos cuenta que nuestra existencia no depende de instantes, de cosas, de personas o de momentos sino de lo que le damos mayor valor y por el nos arriesgamos y caminamos con urgencia. De esta manera, la alegría se convierte en una decisión por lo más esencial, por lo más importante, por lo más virtuoso y caracterizado de valor. Y, entonces, tenemos una imagen de la vida donde no abra tristeza por lo que hay que dejar o por lo que nos impide avanzar, sino que ahora poseídos por este tesoro podemos proyectarnos de una manera distinta, libre y feliz donde estamos capacitados para contribuir y construir nuevas relaciones y amistades con imágenes de valor y de belleza del Reino de los Cielos.

6. La responsabilidad nos facilita construir y ayudar a dirigir las riendas de nuestra vida, mostrando de lo que estamos hechos y de lo que podemos conseguir cuando dejamos florecer lo que es más importante y esencial. Sin embargo, no podemos olvidar que en nuestro interior siempre habrá una gran batalla entre el bien y el mal (vv. 48-49), pero esto no puede ser excusa para no hacer vivir el tesoro y la perla preciosa que está en nuestro interior, para proyectar ese amor hacia los demás con inteligencia sin exclusión ni juzgamiento. La decisión y la responsabilidad no está en función de discriminar, sino de acoger, de reunir (red) a todos sin condiciones para ser mejor y para lograr ir más allá de lo que se ha logrado y se ha alcanzado de una forma constructiva. La sabiduría para tomar decisiones y la responsabilidad está en nuestras manos, pues podemos optar por asumir un reinado que nos conduce a desarrollar un estilo de vida en crecimiento integral y bondadoso o en optar un estilo de vida sin estructura de valores ni proyectos. El resultado depende de lo que hemos decidido y la manera inteligente como hemos optado por el valor mayor, tesoro y perla de nuestra existencia.

7. En resumen, tener la sabiduría para tomar buenas decisiones en nuestra existencia no es exclusivo para algunas personas. El Maestro preguntó: ¿Habéis entendido todo esto? Dícenle: Sí (vv. 51). Las personas inteligentes son aquellas que asumiendo con responsabilidad y sabiduría las buenas decisiones superan la apariencia y la superficialidad de las cosas para descubrir y valorar las cosas de Dios que están en la profundidad, que no vemos pero que podemos hallar. Personas sabias que salen de lo obvio para penetrar e investigar aquello que está oculto, hallando una perla de valor incalculable, un tesoro enorme y valioso que nos suscita desaprender para volver aprender algo nuevo que seguramente nos facilitará ir mucho más lejos de lo que hemos llegado. De esta manera, tenemos tesoros y perlas por buscar y por encontrar y, al hallarlas nos harán felices logrando descubrir lo más atractivo e importante, viendo cosas mucho mejores y más grandes, un proyecto apasionante del Padre que nos invita a formar una humanidad más justa, fraterna y dichosa.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)