VENCER LA TENTACIÓN PARA DISFRUTAR DE NUESTRA VIDA Mt 4, 1-11 Primer Domingo de Cuaresma

VENCER LA TENTACIÓN PARA DISFRUTAR DE NUESTRA VIDA
Mt 4, 1-11
Primer Domingo de Cuaresma 
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo PUJ

Seguramente cuando hemos comenzado a desarrollar un proyecto de vida o queremos romper con un mal hábito, por algún motivo aparecen las tentaciones, los obstáculos inevitables una y otra vez de diferente índole, en el que resistirse nos parece imposible porque nos parece atractivo, necesario y verdadero, ocasionando frustración, abandono, confusión, fracaso constante, que a la postre, nos desvía del propósito inicial, de lo que hemos emprendido y hemos querido proyectar. Mantenernos firmes en la capacidad de llevar a feliz término un proyecto de vida o aquello que hemos iniciado para continuar avanzando no siempre es fácil, porque estamos influenciados por las conveniencias e intereses mezquinos y particulares que buscan la admiración, el reconocimiento, el dominio, el acto de sentirnos que podemos bastarnos a nosotros mismos sin contar o necesitar de nada ni de nadie para lograr los objetivos o las metas trazadas. Pero, también existe la tendencia por practicar la ley del mínimo esfuerzo, por mantenernos en nuestras comodidades y hábitos que supuestamente no nos quitan tiempo ni nos implica tomar nuevas decisiones y acciones. Una tentación, entonces muchas veces creemos que se vuelve norma, haciéndonos sentir muy bien y satisfactoriamente, pero en realidad nos está alejando de nuestro camino y de nuestro compromiso. A la luz de la Palabra de Dios, Jesús llevado por el Espíritu Santo al desierto es tentado por el diablo al comienzo de su servicio, pero el Maestro después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches no cede ante la propuesta del tentador, logrando mantenerse fiel en el Padre para avanzar y llegar al cumplimiento de su misión, como voluntad divina. Veamos que nos enseña esta maravillosa experiencia: 

1. Toda tentación busca o tiene el objetivo, el rol seductor de apartarnos, de llevar a cabo con eficacia y responsabilidad la misión que nos han encomendado o que hemos emprendido para desarrollar alguna actividad o proyecto, impidiendo avanzar y alcanzar las metas propuestas. Jesús en la condición de Hijo de Dios y, llevado por el Espíritu al desierto (vv. 1) es puesto a prueba en su obediencia en el desierto (lugar de las dificultades, de las necesidades, de la madurez, de la soledad, del hambre y de la tentación de volver atrás) durante cuarentas días y cuarenta noches (días completos) (vv. 2), en contraposición al lugar maravilloso de un jardín (cf. Gen 2, 7-9) donde Dios tenía como expectativa entrar en diálogo con el ser humano, al cual él había moldeado y ofrecido todos los árboles del jardín, fijando una restricción sobre el árbol de conocimiento del bien y del mal (cf. Gen 3, 1-7) para que el ser humano haciendo buen uso condujera su vida hasta lograr la plenitud. Las tentaciones en el desierto (vv. Mt 4, 3-4.5-6.7-10); aunque, son iniciativa del diablo, tienen la función de inducir a Jesús a vivir no en la lógica del Padre, sino en las expectativas que provienen de los intereses y de los impulsos propiamente humanos, pero el Maestro responderá con lucha y firmeza al propósito al Padre, basado en la Palabra de Dios hasta lograr su victoria y, así  realizar su misión hasta la muerte en cruz. De esta manera, el desierto, como lugar de encuentro, constatará no sólo la debilidad física de un hombre por el escenario y el tiempo, también la manera pronta de decidir y de enfrentar la tentación con inteligencia en tres direcciones de fidelidad para mantenerse firme en su propósito de instaurar un Reino (cf. Mt 3,2) que renueve y transforme al mundo. 

2. Las tentaciones en el desierto a Jesús se ubican en tres lugares distintos: el desierto, en el espectáculo del Templo y la finalmente en la Montaña (lugar muy significativo: lugar de tentación, de la Transfiguración, de la sanación de los enfermos y del envío a la misión), mostrando una especie de crescendo porque se comienza por la parte baja y tal vez la más necesaria para el ser humano, como lo es el alimento, pasando por el tema de verificar si la promesa de la Palabra de Dios funciona o no, para luego pedir el tentador(el diablo, el que separa, el que divide) a Jesús un abajamiento, sentido de adorar como si fuera él, Dios. Es decir, que el tentador propone a Jesús resolver los problemas del hambre con ilusionismo mágicos y, además que su obra se caracterice por el poder y la acumulación de bienes. Sin embargo, la decisión del Maestro se sostiene por pasar mejor por el sufrimiento, la entrega, la dedicación y el vaciamiento, como la manera más adecuada de conducir su vida y su proyecto en ruta a la lógica del Padre contemplando el rostro maravilloso de Dios, caracterizado por la ternura, la misericordia y la bondad (Cf. Salmo 50, 3-6.12-17), pues la sensación de una vida o de un proyecto sin altibajos invalida la verdadera felicidad. La conclusión reposa sobre la victoria de Jesús al declarar doblemente: apártate Satanás (vv. 10)y también la comunión de los personajes celestiales que le servían (vv. 11).

3. La primera tentación, surge cuando el hambre aprieta. El diablo en el desierto se dirige a Jesús, llamándolo Hijo de Dios de una forma incondicional: si eres Hijo de Dios (vv. 3b) proponiéndole que convierta las piedras en panes (vv. 3c) como una manera de revelarse y separarse del propósito de Dios. La respuesta de Jesús se basa no sólo en rechazar la petición del diablo, sino además en dar argumentos claros y contundentes, los cuales se dirigen a la realización de la voluntad del Padre: no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (vv. 4). Es decir, que lo más importante no está solamente en la búsqueda de pan, sino en la obediencia a la Palabra de Dios (la práctica). Esto es un proyecto de vida porque vivir de la Palabra de Dios, nos ayuda a vencer la tentación, y además nos facilita vivir con plenitud nuestra existencia, disfrutando de los diferentes momentos y situaciones de nuestra vida (cf. Mt 7, 21.24). De esta manera, la primera tentación simbolizado en el pan (vv. 3), quiere tener la abundancia, los recursos adecuados usando el poder en beneficio personal. Toda misión, proyecto de vida que desarrollamos no está para beneficio de nosotros mismos, solamente, sino también a favor de muchas personas. Ese es el proyecto de nuestra vida. No hemos venido a que nos sirvan, sino a aportar a servir y a mejorar lo que ya esta realizado; sin embargo, cuando damos el paso a la avaricia, a acumular bienes, conocimientos, habilidades, deseando poseer muchas cosas, solo por atesorar y guardar, dejando a los otros sin lo necesario se cae en la tentación de codiciar: tener y desear más sin pretender compartir saliéndonos de la ruta y del proyecto del Padre. No contar con los recursos en el momento, no significa usar movimientos inadecuados (vv. 3b) que a la postre no son recomendables porque nos impedirán avanzar y continuar hacia el camino que nos conduce a la vida, logrando que nos desviemos de la ruta, causando muchas veces desánimo, poco esfuerzo y en muchas ocasiones abandono de los proyectos. La ausencia de practicar la Palabra Dios nos puede conducir a desobedecer, a perder la vida; sin embargo, cuando vencemos la tentación de la búsqueda meramente personal, entonces ponemos en evidencia la solidaridad, la fraternidad donde sobreabundará seguramente la gracia (cf. Rm 5, 12-19) y la belleza de la obra divina.

4. En la segunda tentación el diablo invita a Jesús a la ciudad santa, a Jerusalén y, más específicamente en el Templo. Lo conduce hacia el punto más alto, el alero del Templo (vv. 5). Y citando el salmo 91, 2-3, pone en prueba a Dios, pues siendo Jesús el Hijo de Dios, él ha prometido su protección. No habría porque dudar en tirarse abajo o de cualquier otra altura, ya que Dios enviaría su auxilio. Sin embargo, la respuesta de Jesús es tajante: ¡No tentarás al Señor tu Dios (vv. 7) porque si bien Dios es misericordioso y bueno, un Dios que asegura protección no es posible distorsionar y mal interpretar sus palabras y sus acciones. Si esto sucediera en un proyecto de vida, Dios dejaría de ser Dios para estar acomodado a los intereses personales de las personas. Dios no es un Dios bombero que podemos manejar a nuestro antojo para que venga solamente a apagar los fuegos de nuestras malas decisiones e interpretaciones de nuestra existencia. No es Dios quien debe someterse al proyecto de ser humano, es al revés. Dios no está en nuestra vida para ser manipulado a nuestro antojo y a nuestros caprichos superficiales y lejanos muchas veces de nuestra realidad y de nuestros compromisos responsables de nuestra vida. La segunda tentación simbolizado en el espectáculo del Templo (vv. 5), sugiere una exhibición de poder, que en otras palabras es tener un abuso de confianza en el que se usa a los demás para alcanzar prestigio personal, colocado al servicio del capricho y la ostentación, sometiendo a las personas a nuestros propios intereses. Esto se escuchará una y otra vez en el camino (cf. Mt 12,38), pero no se acogerá, porque; aunque estemos protegidos por un espacio sagrado no sugiere que estemos buscando actos espectaculares. Manipular para engañar no es recomendable porque causará distancia, desilusión que impedirá que avancemos en el proyecto y en la misión. Lo mejor es someternos al Proyecto del Padre para que en él descubramos el buen sentido de la felicidad y de los malestares que muchas veces sugiere la vida para que podamos disfrutarla de una manera más plena y con responsabilidad.

5. En la tercera tentación el diablo decide llevar a Jesús a un alto monte con el fin de mostrarle la vista panorámica del mundo: los reinos del mundo y su gloria (vv. 8). Es decir, que el tentador quiere seducir a Jesús con la apariencia, el esplendor y el engaño con que se viste el planeta, caracterizado por el poder y el dominio. Para esto hay que pagar el precio de la adoración del diablo: Todo esto te daré si postrándote me adoras (vv. 9). La función, entonces de esta tentación se dibuja en la búsqueda de un mundo basado en el consumismo, centrado en el poder y en el desarrollo de sus propios ideales, creando una imagen de esclavos a espaldas de la lógica y del proyecto que nos propone el Padre. Una propuesta que a simple vista nos puede confundir con el tema del dominio, pero que en realidad tiende a someter y dominar a las personas a su parecer, excluyendo y marginando, dividiendo y concentrado las riquezas en unos pocos. Por eso, la respuesta inmediata de Jesús es decirle al diablo: ¡apártate Satanás! ..Jesús se pone al lado y de parte de Dios porque su propuesta y su proyecto tiene el objetivo de que todos seamos hermanos de un sólo Padre, a quien adoraremos y daremos culto (vv. 10). Nada nos puede separar o dividir de Dios, ni siquiera las dificultades, las manipulaciones o las diferentes situaciones que nos hagan sufrir (cf. Mt 16,23). La entrega, la obediencia al Padre es radical y sin ninguna máscara o apariencia; aunque el camino sea difícil y muchas veces incomprensible. Es así, como las tentaciones de Jesús en el desierto traen como conclusión la victoria sobre el tentador y al mismo tiempo la decisión de estar de parte de Dios: Entonces el diablo lo deja y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían (vv. 11) De esta manera, si bien la tercera tentación se enfoca en la riqueza, en el poder y en la violencia para buscar dominio sobre los demás. Una tentación que en lugar de servir a los otros desde lo que se ha recibido, se usa para aumentar la posesión, el prestigio personal, manipulando y chantajeando, también nos ayuda a observar que es posible vencer al tentador cuando estamos en comunión con el Padre. Las tentaciones son simples barreras, son obstáculos que no dejan progresar en ningún ámbito familiar ni social. Por eso es importante asumir unas estrategias para que venciendo la tentación podamos disfrutar de nuestra vida de una manera plena, confiada en las manos del Padre.

6. Nuestra vida requiere de ir dando algunos pasos que permitan vencer las tentaciones, manteniéndonos en la dirección correcta e ir logrando llegar a los objetivos que nos hemos propuesto. En Jesús la realidad de las tentaciones se convirtieron en una oportunidad para vencerlas de manera privilegiada y estratégica, logrando llegar a buen término su misión. La primera estrategia consiste en dejarse conducir por el Espíritu: ...fue llevado por el Espíritu al desierto... (vv. 1). Hacer unidad con quien nos acompaña, nos inspira, nos ilumina, nos da los talentos, los carismas, la fortaleza, la sabiduría para afrontar con decisión las adversidades; quien nos impulsa para continuar hacia adelante  y llegar a ver los sueños, las metas es la razón por la que nos podemos mantener perseverantes edificando y construyendo no sólo para nosotros, sino también para los demás. La segunda estrategia para avanzar está en dirección a alimentarse saludable e integralmente: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (vv. 4b). Es necesario alimentar el cuerpo correctamente, pero también es importante que los pensamientos, el espíritu se alimenten constantemente de forma adecuada para que nuestro proyecto de vida no se bloquee, no se paralice, ni se estanque. Alimentarse de odio, de rencor, de rabia, de ideas o imágenes negativas sólo provocará que se agreda así mismo y a los demás, trayendo como consecuencia que el proyecto se anquilose y llegue a ser nefasto en todo los sentidos y esferas de nuestra vida. Nutrirnos sanamente con la escucha de la Palabra de Dios y con la oración, desarrollaremos adecuadamente los regalos que llevamos en nuestro interior produciendo armonía, bienestar, crecimiento personal y también beneficio para muchas personas, logrando avanzar con solidez para llegar a nuestras metas. La tercera estrategia es mantener la confianza a pesar de las dificultades o de las adversidades inevitables que suelen surgir en el desarrollo del proyecto de vida. Recordar que los problemas no son la meta, son sólo oportunidades para evaluar, para discernir y, de ahí tomar nuevas decisiones para continuar hacia la meta que nos hemos propuesto hace parte de este proceso junto a las personas y juntos a Dios. Los problemas o las dificultades no pueden ser motivo ni tropiezo para cambiar los sueños y llevar a buen termino la misión. Y, finalmente, desarrollar la capacidad de la humildad donde se observa que los logros o las metas alcanzadas, son solo el principio para comenzar un nuevo tiempo en el que podemos construir y contribuir para el crecimiento integral de los demás. Eso le da dinamismo a nuestra vida. Los logros no son para lastimar ni para dominar a nadie, son para ayudar a que los otros también crezcan y se mantengan firmes en sus sueños y en la firmeza de llegar también a sus metas. Para avanzar es necesario perseverar, manteniéndose firme, enfocado en las metas y en el servicio a los demás, donde seguramente veremos grandes transformaciones en nuestra sociedad.

7. Después de todo este proceso es importante celebrar con otros para compartir aprendizajes, alegrías y experiencias. Es interesante notar que después de ser tentado por el diablo, éste lo deje para dar paso a que los ángeles se acerquen y sirvan a Jesús (vv. 11). Esto muestra que la creación vuelve a su pureza originaria donde podemos ver que el cielo se encuentra con la tierra, haciéndose uno para convivir en una paz paradisíaca en el que es posible disfrutar de los logros, de las victorias, de las alegrías, no sólo pensando para sí mismo, también para que otros se dignifiquen y, juntos contribuyamos para que nuestra vida sea mejor de lo que ya es. La certeza es que el Padre está siempre a nuestro lado, él es nuestra compañía, él nuestra meta, como lo fue también para Jesús. En resumen, las tentaciones no son un impedimento para avanzar hacia lo que hemos emprendido y queremos llegar. Vencer la tentación para disfrutar nuestra vida es saber enfrentar con inteligencia los obstáculos, las adversidades y los elogios viéndolos como una piedra en el camino a los que hay que enfrentar y, no como un lugar para estacionar, haciendo posible que vivamos experiencias grandiosas y maravillosas en cada acontecer y relación de nuestra vida donde cada vez más nos realizamos hasta el final en la propuesta del Padre perfecto.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ- Magister en Familia- ULIA
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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