LA AUTÉNTICA INNOVACIÓN DEL CORAZÓN ESTÁ EN EL CAMBIO Mt 4,12-23
LA AUTÉNTICA INNOVACIÓN DEL CORAZÓN ESTÁ EN EL CAMBIO
Mt 4,12-23
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo PUJ |
En el proceso de nuestra vida, y en el constante movimiento del mundo, surge en algunos momentos la necesidad importante de realizar cambios en nuestra esfera personal, profesional, familiar y social logrando nuevos resultados que son más favorables y mejores de los que ya hemos elaborado y puesto en marcha. Son como esos ajustes que realizamos y personalizamos en nuestros portátiles o celulares que usamos en nuestra cotidianidad para obtener un buen manejo de trabajo y comunicación. Algunos de esos cambios son gestados de una forma forzosa, mediados por situaciones o circunstancias externas o ajenas a nuestro proyecto de vida, no dejando tiempo al ocio o a querer quedarse en cero. En otras ocasiones son cambios que han sido planificados y proyectados íntegramente por nosotros, dando dinamismo, color y sabor a nuestra vida. Lo rescatable en estos procesos es darnos cuenta de que la vida siempre nos está impulsando, nos está moviendo hacia nuevos y diversos retos, sacándonos de nuestra zona de comodidad, de nuestra rutina, de nuestras seguridades, de nuestros pensamientos y estancamientos para que en medio de este dinamismo, nos hagamos conscientes de nuestras capacidades y podamos desplegarlas para contribuir al crecimiento y al progreso integral de nosotros y de muchas personas. A la luz de la Palabra de Dios, Jesús dejando Nazará viene a Cafarnaúm realizando un itinerario de vida, invita a la conversión, llama a algunos de sus discípulos, enseña la Buena Nueva del Reino y sana de toda enfermedad; los cambios, dinamizan nuestra vida e impulsa a desarrollar un estilo de vida nuevo en el que podemos continuar contribuyendo a mejorar nuestra sociedad en un modo integral. Veamos:
1.Todo es dinámico, todo cambia, todo fluye, nada es estático; sin embargo, se escucha en algunas personas frases como: "Yo soy así", "nadie ni nada me va a cambiar", aludiendo a mantenerse en sus seguridades, en sus resentimientos pasados, en el miedo a incrementar trabajo y en la fuerza a sostener un control. Estas palabras son sólo un modo de justificarnos en nuestras posibilidades, excusas, prioridades y limitaciones que obstaculizan el progreso y la profundidad de conocer el corazón. Esto parece cómodo hacerlo, evitando el esfuerzo, los sacrificios, el cambio. Resistirse o negarse a los cambios es impedir abrazar el maravilloso hoy y el mañana que seguramente será siempre mejor. Jesús al comienzo de su ministerio y después de que Juan había sido entregado se retiró a Galilea, dejando Nazará, residió en Cafarnaúm (vv. 12-13)... predicaba y decía: Convertíos porque el Reino de los Cielos ha llegado (vv. 17)...caminaba por la ribera del mar... (vv. 18-22), enseñaba, curaba, proclamaba... (vv. 23), él se adaptaba a las situaciones y a los cambios. Jesús a diferencia de Juan Bautista no es indiferente y lejano, no espera a las personas en un punto geográfico moviéndose en su propio zona y mundo, sino que sale a buscarlas, anunciando algo diferente, invitando a tener un proceso de conversión (cambio de mente-Metanoia) con el fin de obtener una auténtica innovación del corazón, venciendo el pecado y acogiendo a cambio el Reinado de Dios que está cerca y nos afecta para lograr dar pasos muchos más amplios (cf. Is 9, 1-4) en nuestra existencia, expandiendo nuestros horizontes que nos expanden hacia algo mucho mejor; saliendo de la monotonía, de aquello que nos a acostumbrado y, en consecuencia, dejando ver un nuevo estilo de vida en el que en lugar de una oscuridad brota una gran luz de esperanza para todos.
2. Es así como evitar resistirnos al cambio enriquece nuestra vida e impulsa a atrevernos a continuar avanzando y a hacer cosas distintas en lo que proponemos, desarrollamos, decimos y pensamos. Para algunos les parezca incomodo esto porque surge el miedo a perder lo que ya se ha ganado, y a menudo con mucho esfuerzo, pero vale la pena abrirnos al cambio, a la auténtica innovación del corazón, al nuevo amanecer que se nos ofrece, dejando que el Reino de los Cielos nos sature. Esto es muy saludable cuando en el trasfondo de un estilo de vida no sólo va en beneficio propio, sino también para muchas personas. Si algunos llegan a ver, todo oscuro en su vida, afectados por las distintas situaciones, como ocurría en el territorio de Zabulón y Neftalí, una región mal vista por los habitantes del sur de Judea (vv. 15-16), porque era influida por la usura de los extranjeros, privando así su identidad; u otros prefieren quedarse en sus miedos porque optan por la oscuridad antes que pasar a la luz para no encontrarse consigo mismo o por el temor de que lo que emprenda no salga como se espera, resistiendo a un plan o a un cambio es posible también estimular debates saludables que generen como resultado mejores decisiones, pues...una luz les ha amanecido (vv. 16). Es decir que es posible comenzar a ver la vida de un modo diferente, con más esperanza, desarrollando la capacidad de discernimiento, leyendo los eventos de nuestra existencia de una forma diferente (cf. Salmo 26, 1.4.13-14), a la luz de la salvación, de la defensa de la vida, dando posibilidad a que nuevas puertas se abran con gozo, generando cambios no sólo en la esfera personal, sino también en quienes nos rodean y comparten la vida en nuestra cotidianidad. Nuestra responsabilidad es dinamizar y dar enfoque a medida que pasa el tiempo con base al desarrollo de nuestras capacidades, carismas, talentos y habilidades. ¡Si optamos por cambiar, el mundo comienza a cambiar, a moverse de una manera diferente! Hacer cambios desde el corazón no es perder, es saber que es posible encontrarnos con algo mejor que va más allá de la amargura, de la soledad, del poder, de la injusticia y de la mentira, donde podemos desarrollar actitudes y actividades constructivas y solidarias que nos ayuden al crecimiento integral continuo de nuestra vida y de todos aquellas personas con quienes nos rodeamos en el sendero de la existencia y de la historia que continúa su camino en progreso.
3. Transformar los motivos por los cuales queremos desarrollar y obrar para potencializar lo que somos y lo que tenemos para aportar al crecimiento integral y a una auténtica innovación es importante pensar con el corazón. En algún día Jesús comenzó a predicar y decir: Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado (vv. 17). Conversión es un cambio de mente, es optar por un estilo de vida en el que podemos afectar nuestra vida y también a los demás de forma distinta y positiva porque aprendemos a aportar a la unidad, al amor, a la comunidad (cf. 1Cor 1,10-17), venciendo las rivalidades, las divisiones y las distintas situaciones que nos implican competir antes que servir. Por esto, si en nuestra mente y pensamiento está lo negativo, así será también nuestro hablar, nuestro actuar, nuestras relaciones humanas provocando en consecuencia distanciamientos entre unos y otros, cediendo a la tentación de la división. Focalizarnos solamente en lo que hacemos mal o en los miedos, en los apegos, en los temores, en las dependencias poco podremos disfrutar y apreciar de una manera distinta nuestra vida. Los talentos, los carismas, las capacidades que tenemos son innatas a nosotros y, no se pierden porque hayamos fracasado, fallado o errado. Si algunas situaciones de nuestro existir no han salido como lo esperamos o no han funcionado según nuestras expectativas esto no significa que el resultado sea estancarnos, pues suele ocurrir que estas oscuridades se conviertan en un plan para mejorar, para levantarnos de nuevo y continuar hacia adelante, siendo más flexibles, creando ambientes más saludables, estando más al lado de la solución que de la excusa, dando pasos firmes de crecimiento, de generosidad y de aporte constructivo que dinamiza la vida y, en ella experimentando la auténtica innovación del corazón; cambios que brotan desde nuestro interior, como un manantial de vida que da sentido y realización a la esfera de todos los aspectos que implican nuestra existencia con nosotros mismos y con todas las personas, con quienes contamos y tenemos la posibilidad de compartir este camino de vida.
4. Asumir un dinamismo nuevo nos mueve a salir de lo que habitualmente hacemos, de lo que nos hace sentirnos seguros, "rompiendo" con patrones antiguos. Jesús llama a sus discípulos, a sus colaboradores desde el ambiente sereno del mar de Galilea y del cotidiano oficio de los pescadores hacia un horizonte nuevo para que estén con él y compartan su misión (vv. 18-22). La propuesta de Jesús es atractiva, dando sentido a lo que hacen: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres... (vv. 19). Venid es aprender a actuar de una manera diferente, tomando otro horizonte en el que es posible compartir la vida junto al Maestro, colaborando e introduciendo en el mundo una nueva dinámica, la cual responde al proyecto maravilloso y sorprendente de Dios. Un proceso de vida que libera a la humanidad de todo lo que lo destruye y los degrada (vv. 23). La auténtica innovación del corazón, entonces no se queda solamente en hacer cambios personales, sino también en colaborar por construir una convivencia orientada hacia una vida mucho más sana, libre, digna y dichosa para todos. Este es el sentido de hacernos pescadores de hombres, personas que innovando el corazón vencen a fuerza de bien todo mal, trayendo como resultado la justicia, el amor y el alivio de muchos sufrimientos para muchas personas.
5. Proponer entonces, procesos de cambios, desde una auténtica innovación del corazón nos conduce a dar sentido a nuestra vida dando lugar a nuestra realización como personas, como hijos de Dios con capacidades que nos ayudan a hacer algo más a favor de los demás. En estos procesos no cambiamos solos, no tenemos solo el papel de protagonistas, también el de actores de reparto. Jesús ha propuesto y lo discípulos han decidido seguirle (vv. 20. 22). Esto es cuestión de decisión, de querer construir una vida como la quiere Dios. Una vida que es mucho más grande y más saludable porque provoca nuevas relaciones y nuevas sociedades saturadas por el Reino que está presente, perceptible hoy. De esta manera, tomar algunos riesgos en nuestra vida, en lo que emprendemos para vivir una auténtica innovación del corazón es saludable porque cuánto más nos dispongamos a salir de nuestra zona de seguridad haciendo cambios significativos, más posibilidades hay para ver de una forma diferente nuestra vida, logrando percibir y crear relaciones con las personas de un modo distinto, mejorando la calidad de vida, siendo bendición para los demás, apuntando a una vida con sentido en el que podemos trabajar, fraternizar junto a otros sin divisiones ni rivalidades, alcanzando mejores frutos, mayores avances, mejores resultados en todos los aspectos que nos compete como personas y como hijos que saben compartir la vida.
6. Es importante en este proceso evitar estar buscando cambiar a la gente, no se trata de convencer a nadie, sino de aportarle, de hacerle bien: Jesús enseñaba en la sinagogas...predicaba la Buena Nueva del Reino y curaba de toda enfermedad y toda dolencia...(vv. 23). Algunos padres de familia quieren cambiar a sus hijos cuando éstos están en un proceso de crecimiento, otros quieren que actúen como cada uno de nosotros actuaría, eso es un intento de colonización del otro, de imponer en lugar de proponer algo mejor. La propuesta de cambio, de innovar el corazón no exige cambiar a la gente o de uniformarlo a nuestros modos y experiencias, se trata es de ayudarlo a crecer para que sea mejor de lo que ya es como persona, para que junto a nosotros actuemos con un nivel de fortaleza, de alegría, de aprendizaje y de solidez mucho más alto que refleje la gran luz que existe en cada uno de nosotros (cf. Mt 28, 19-20). En resumen, en los cambios, en la auténtica innovación del corazón, Dios en su bondad hace su obra, invitando, llamando, sanando y proclamando buenas nuevas y, nosotros por nuestra parte decidimos si asumimos la responsabilidad que se nos ofrece, como lo es el reinado de Dios y, en consecuencia la misión que se nos comparte para participar y continuar creciendo buscando lo mejor para todos, la justicia de Dios.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ- Magister en Familia- ULIA
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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