PREPARADOS PARA RECIBIR AL REY Mt 24, 37-44
PREPARADOS PARA RECIBIR AL REY
Mt 24, 37-44
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Luis Fernando Castro TEÓLOGO PUJ |
Nos enfrentamos a una tentación permanente de conducir una vida donde no haya problemas, ni obstáculos, una vida tranquila y en paz donde no podamos perder el control y todo lo podamos manejar a nuestro modo, como si no hubiera un hoy para comenzar a hacer cambios y esfuerzos significativos para mejorar nuestro modo de vivir e incluso, nuestra forma de pensar y de actuar. A la luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña a sus discípulos sobre cómo preparar la venida del Hijo del hombre, éste no como un destino trágico e infeliz, sino como un asunto que despierta lo que está dormido para que con actitud de vigilancia y de criterio se asuma con responsabilidad el proyecto de vida centrados en el Señor, superando incluso los momentos y las situaciones adversas. Veamos:
1. El riesgo de nuestra vida no está en los peligros que se nos presentan en nuestro caminar, ni tampoco en los distintos sucesos que son inevitables para nuestra vida, sino en el peligro de quedarnos paralizados, distraídos de lo que es más importante, dando círculos y giros viciosos, pero sin reaccionar y sin tomar las mejores decisiones frente a lo que observamos y sucede en nuestro entorno social, familiar y personal. Jesús dirigiéndose a sus discípulos les describe una escena basada en la experiencia en los tiempos de Noé. Algunas personas distraídas en sus propios asuntos: comer, beber y casarse, no les importó nada sobre el anuncio del diluvio, prefiriendo concentrar todas sus fuerzas y energías en lo que a ellos les parecía esencial (vv. 37-39). Era una vida despreocupada y poco razonable. Por eso, el Maestro insiste en que sus discípulos no se dejen sorprender ante su eminente venida cayendo en quedarse en vivir un mundo de apariencias: así será también la venida del Hijo del hombre...(vv. 39b). Algunos están tan preocupados de sus quehaceres y de sus propios afanes que olvidan que su presencia y su experiencia es tan importante para despertar y descubrir que hay algo más por hacer para desbloquear la vida y mejorar lo que ya está hecho o está sucediendo. Distraernos consiste en un desvío de nuestra atención hacia otros objetivos y metas diferentes a lo que inicialmente nos habíamos propuesto, dejando como resultado impedir alcanzar mejores y nuevos altos caminos de vida y de proceso que nos conducen a mirar hacia adelante. Poner la mirada en lo que no es para nosotros esencial nos puede desviar de lo que es más importante. Centrar la vida en preocuparse por alimentar el ego, preferir poner todas sus fuerzas por conseguir, lo que para algunos es lo que los hace felices, como lo es el mundo de lo económico y el éxito, buscar fundamentarse en una sociedad consumista, preocuparse por la situación del entorno social quedándose rumiando las situaciones que le han pasado en su vida, por lo que pudo ser el año que está finalizando, pero que no fue, son acciones y/o reacciones que desenfocan, arrastran y nos hacen perder y descuidar la atención de la venida de Dios a nosotros porque nos pone en una actitud dedicada a otros asuntos. EL objetivo de este tiempo es el Hijo del hombre, la venida del Rey, pero si nos distraemos con lo económico, con los asuntos propios y personales nos desviaremos del camino y de la meta. Que nuestras ocupaciones, trabajos, viajes y demás aspectos personales no nos distraigan de vivir una vida en apariencia, sino por el contrario pongamos toda nuestra vida, nuestros sentidos y proyectos para estar caminando hacia el Dios que nos visita (cf. Salmo 121, 1-4.8-9), un Dios que nos trae la paz y el bien para que podamos continuar avanzando en todos los aspectos, siendo mejores de lo que ya somos.
2. Atender a los cambios es muy importante porque nos facilita tener una mayor capacidad para responder a cualquier situación difícil que nos pueda alcanzar en nuestro proceso creciente de vida. Jesús usando algunos referentes de la vida laboral en la cotidianidad de las personas en la sociedad agrícola describe cómo a pesar de la fatiga, el cansancio, el trabajo en todos, hombre y mujer, no todos terminaremos igual: Entonces, estarán dos en el campo, uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada la otra dejada (vv. 40-41). Es decir, que con la venida del Señor se hace necesario además de no distraernos, tomar una decisión para no quedar excluidos de la fiesta y del gozo que nos produce estar en comunión con Dios. Algunas personas tienen miedo de encontrarse con los cambios porque prefieren mantenerse en sus rutinas y hábitos. La comodidad en sus asuntos les da su seguridad. No todos estarán dispuestos a asumir compromisos ni tampoco colaborar. Algunas personas por ejemplo se preocupan por las diferentes situaciones y eventos que suceden alrededor del mundo pero, no dan solución. Algunos se alarman y, se escandalizan basados en unas inseguridades creadas por sí mismos; buscan encerrarse en su propio interior, metiéndose como en un caparazón, impidiendo sacar lo mejor que tienen para aportarlo y, así ayudar a transformar nuestra experiencia de vida y también la de muchas personas. Otros deciden resignarse quedándose aferrados a lo que son y a lo que tienen, a lo que están viviendo, mientras que otros levantan la mirada y ven algo que aquellos no ven y, entonces deciden avanzar, deciden volver a empezar, dando pasos nuevos con la esperanza de llegar donde otros no decidieron continuar, caminando a la luz de Dios (cf. Is 2, 1-5). Esto se muestra cuando hacemos cambios en nuestro interior porque después esto se refleja en un cambio exterior, en las cosas que hacemos y compartimos.
3. Suele pasar que nos conformamos con lo que hay, como si todo los eventos fueran normales, tomando una actitud muchas veces cínica sobre el estado de las cosas que nos suceden, pero sin el mínimo deseo de mejorar. Nos acostumbramos a los ritmos, a los comportamientos, a nuestras formas de vida, basadas y creadas a nuestro estilo, creyendo que no hay otra forma mejor de vivir y de avanzar. Podemos ver que en nuestro tiempo y en nuestro proceso de vida cuánto más nos resistimos a los cambios, más abrimos la posibilidad de encerrarnos en nosotros mismos, quedándonos atrás, impidiendo que podamos avanzar e ir mucho más lejos para ver o encontrarnos con nuevas bendiciones que nos alimentan y nos fortalecen, pero al mismo tiempo se conviertan en bendición para muchas personas. Es necesario, entonces desarrollar la capacidad de leer y de asumir los cambios, las transiciones que se nos presentan en nuestro tiempo para que podamos mantenernos firmes, centrados en el Señor mirando más allá de lo que estamos experimentando. Seguramente esto será mayor y mejor que lo anterior mostrando un nuevo rostro, un nuevo estilo de vida que transformará (cf. Rm 13, 11-14), que será mayormente atractivo e impactante, un camino que nos conducirá hasta el final con el respaldo divino.
4. Estar pendiente de todo lo que nos rodea nos facilita que aquellas sensaciones de amenaza, conocidas o desconocidas no nos distraiga ni tampoco nos desvíen de nuestras actividades prioritarias que nos conduce hacia nuestra meta. Jesús alertando a sus discípulos para que no se vean sorprendidos ante su eminente venida recomienda velar, ...pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor (vv. 42). Vigilar, cuidar significa también estar despiertos, alertas, pendientes a las señales porque no sabemos el día ni la hora de la venida del Señor (vv. 43). Tal vez si todos tuviéramos alguna noción de cuándo será este tiempo, dejaríamos todo para lo último como lo es habitual en muchas de las cosas que hacemos en nuestro proceso de vida; pero el Señor viene de imprevisto y de manera sorprendente, lo cual nos exige estar siempre vigilantes y preparados para no vernos sorprendidos ni excluidos. Vigilar es la acción de sabernos posesionar frente a las circunstancias y a los hechos de nuestra vida para que discerniendo lo que estamos viviendo procuremos no dejarnos quitar la paz, sino por el contrario rescatar los sueños, los proyectos con esperanza que dan crecimiento pleno a nuestra existencia.
5. Cuando estamos dormidos no estamos conscientes de lo que está sucediendo en nosotros y en nuestro alrededor. Por eso, la insistencia de estar vigilantes, despiertos para poder admirarnos y dejar que las maravillas que nos causa experimentar cada día la gozosa llegada del Señor sean las que nos sorprendan. No podemos dejar pasar de largo este encuentro porque además de lo anterior, también nos facilitará que superemos nuestras distintas situaciones, obstáculos y, así no nos quedemos dormidos en la tristeza, en la nostalgia, en el dolor o en el sufrimiento. Sin embargo, algunos pasan su vida viviendo en la amargura, rodeados de crisis porque ven en cada solución un problema sin darse cuenta que hay algo más grande que podemos aprovechar para mejorar y para salir de lo que nos aturde y nos impide ver más lejos. Hemos de despertar, abrir bien los ojos para mirar más allá de nuestros propios intereses y preocupaciones. No podemos estar con una actitud ciega en el que ni nos vemos nosotros como personas ni tampoco vemos a los demás. Estar vigilantes es estar atentos a recibir estas nuevas señales, en este nuevo tiempo que nos indican mejorar y arreglar nuestro interior de un modo que brille en todos los aspectos posibles de nuestra vida, logrando continuar hacia adelante, revestidos de nuestra identidad dada por el Padre que es Santo y perfecto (cf. Mt 5,48), pero al mismo tiempo abrir el corazón para estar atentos a quienes lo necesiten, aunque no lo pidan.
6. Ahora bien, vivimos en una sociedad de cambios donde es importante fijarnos objetivos, metas. Para esto la preparación constante no será una opción, sino una oportunidad porque precede las acciones y los hechos. Jesús continuando su enseñanza a sus discípulos les invita a estar preparados ...porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre (vv. 44). Prepararse es estar dispuesto, es buscar que todo se ponga en orden, en especial nuestro corazón para que a través de nosotros brille la gloria y la presencia de Dios. De esta manera cuando estamos preparados, si hemos planeado bien, entonces podemos también dormir bien. Lo importante es tener una mirada distinta de nuestro entorno, de nuestra realidad y de nosotros mismos, capaz de crear en todos los acontecimientos posibles algo constructivo, renovador y sanador para todos. La propuesta de prepararnos en la vida no es destruir o crear tragedias, sino descubrir que es posible movernos para desarrollar lo que tenemos de una manera nueva que facilite una mejor calidad de vida que nos fortalece a nosotros y al mismo tiempo colma de bendiciones a otros. Por eso, es indispensable que nunca bajemos el ritmo ni la guardia, sino que en todo momento sigamos preparando el corazón y la vida, pues ésta nos pide constantemente estar en preparación, siempre listos, siempre dispuestos. Quien prepara con alegría su proyecto en el Señor estará siempre centrado en Él y así, orará sin duda afirmando: ¡Ven Señor Jesús!
7. En resumen, cuatro acciones para estar preparados y listos para recibir al Rey: evitar distraernos, atender a los cambios, vigilar y estar preparados. Cuatro acciones que nos facilitará crecer y avanzar, dejándonos sorprender por la alegría de un Dios que viene para que libres y felices vivamos en plenitud, como si fuera el primer año de nuestra vida, elevándola a un plano superior en el que podemos disfrutarla y compartirla con Dios y con muchas personas.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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