EL ADVIENTO DESPIERTA LA ALEGRÍA
Is. 35, 1-6a. 10
En este tiempo de fiesta y de preparación, lo esencial es la Alegría (Gaudete en Latín), fruto de la Gracia que se desborda constantemente en nosotros y, que no depende de las situaciones o circunstancias por las que hemos o estamos pasando, sino que es una decisión de ser feliz, tomando conciencia de lo que Dios nos da permanentemente, facilitando que podamos desarrollar la grandeza de la gratitud y la humildad. Darnos cuenta de lo que tenemos porque se nos ha dado, eso nos hace felices, nos llena de alegría, de gozo y de regocijo. Por una parte, si nos miráramos a un espejo para observar el vestido que llevamos puesto, veríamos cómo todo es ganancia, es un regalo de Dios, pues al mundo vinimos desnudos. Otro elemento que revisaríamos sería el esfuerzo de servir con generosidad para que los demás reciban bendiciones y ser alegren. De esta manera, los sacrificios que realizamos, aunque sean pequeños, llegan a convertirse en grandes bendiciones para los demás, y eso provocará también alegría.
La Alegría no consiste, entonces sólo en manifestar una actitud sonriente, sino también en asumir con responsabilidad y libertad lo que emprendemos y realizamos para bien propio y de los demás. Es así, como el Adviento despierta la alegría convirtiéndose en una oportunidad para derrotar las penas, el dolor, el sufrimiento, el apego, la incertidumbre, teniendo una actitud bienaventurada, impregnada de gozo, de alegría y de felicidad. A la luz de la Palabra de Dios el Profeta Isaías nos presenta, de forma maravillosa un canto jubiloso a la naturaleza y al ser humano, pues en medio de la amenaza y de la experiencia marcada por el sufrimiento, ocasionado por el destierro, se anuncia con regocijo que Dios, aunque parece lejano, ausente de su pueblo, sale a su encuentro para mostrar que no se ha olvidado de él y, que es posible volver a la tierra que había perdido y reconstruir de nuevo a la nación: Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y la florezca como flor;...(35,1). Se trata, entonces de una renovación total de su mundo, caracterizado por la hermosura, la fraternidad y la fecundidad.
El Profeta Isaías, anuncia un amanecer nuevo con realidades deseadas por la humanidad: La Paz, la justicia, la alegría. Sin embargo, éstas no serán posible si no las impregnamos de la Alegría que brota de cada uno de nosotros cuando nos disponemos a construir y contribuir en la transformación de las distintas relaciones personales, familiares y sociales, provocando ambientes más saludables que promuevan crecimiento y progreso integral. Es así, como el Profeta nos habla de la cordillera verde y fecunda del Líbano, mencionando el esplendor de la serranía del Carmelo y la llanura del Sarón, imágenes de belleza y de paz para el pueblo de Israel (vv. 35,2). De esta manera, hay motivos para alegrarse porque nos espera mejores momentos en el que reinará la justicia, el amor, la paz y la reconciliación, logrando actuar con mayor productividad y generosidad en bien de los demás. La alegría nos trae paz y custodia nuestra vida para que no tomemos decisiones a la carrera, con angustia o amargura, sino con esperanza sabiendo que lo mejor que podemos hacer es entregar lo que se nos ha dado para que otros también reverdezcan y se alegren en su proyecto de vida.
Algunos podrán decir, esto es demasiado optimismo en una realidad impregnada de conflicto y confusión. Otros afirmarán que a pesar de su esfuerzo, de sus sacrificios y de sus luchas no han logrado llegar al cumplimiento de sus metas y de sus sueños. Pero, el Profeta eleva un grito de esperanza que nos llena de alegría, insistiendo en el no vacilar ni actuar cobardemente: ¡Ánimo, no temáis! (vv. 35, 4) porque aquello que parece irrealizable es posible alcanzarlo con la acción permanente de Dios, trayendo renovación en nuestra vida personal, familiar y social. Los Israelitas vieron cómo estas palabras del Profeta se cumplieron en su historia porque pudieron regresar de Babilonia donde estaban desterrados, a su tierra, logrando edificar el templo, lugar para la adoración a su Dios. De esta manera, la felicidad no depende de otras situaciones o de otras personas, sino de nosotros mismos. Lo mejor que podemos hacer a quienes nos persiguen es ser felices manteniéndonos pacientes y siempre en avance.
Ser pacientes es tener la confianza en la espera del Señor (St. 5, 7), pues no estamos en manos de un extraño, sino en Aquel que nos creo, y esto, nos debe provocar regocijo y confianza para ser cooperadores en la construcción de una sociedad transformada que ayuda a otros a salir de la pobreza, fortaleciendo las manos débiles, afianzando las rodillas vacilantes (vv. 35, 3), contribuyendo a que otros construyan sus proyectos teniendo sueños y metas (vv. 35,5), saliendo de su zona de comodidad y de apego, alegrándose de que juntos fortalecemos el espíritu de la fraternidad.
Pero, las situaciones no van a cambiar de forma mágica, es necesario hacer un camino de perseverancia en el que es importante percibir y sentir que los tiempos cambian y se renuevan, que en algunos momentos surgen las crisis, los instantes incomprensibles e inesperados, que se convierten en una oportunidad para discernir la vida y crecer para llegar a ser mejor de lo que ya somos, tomando mejores decisiones, proponiendo nuevas metas, actuando con solidaridad en función de contribuir en el proceso de una sociedad y de unos ambientes mejores en sus distintas relaciones. Las grandes transformaciones no se logran de un día para otro, éstas necesitan de personas pacientes, que actúen sin afanes respetando el tiempo de Dios. Por tanto, es importante continuar perseverando, alimentando y despertando la alegría y la esperanza, trabajando con constancia para que otros también se animen y encuentren el sentido y la realización a su existencia sin sobrecargarse ni echarse cargas que no nos corresponde: los redimidos de Yahvé volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañaran! (vv. 35,10).
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Maestría en Familia
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