DECIDIR Y ARRIESGAR POR EL PLAN DE DIOS Lc 1, 26-38

DECIDIR Y ARRIESGAR POR EL PLAN DE DIOS
Lc 1, 26-38

Luis Fernando Castro Parra
Teólogo PUJ
En cuántas oportunidades se nos ha anunciado en el camino y transcurso de nuestra vida algunas propuestas e invitaciones que conllevan una gran responsabilidad sin saber apenas cuáles serán las consecuencias, haciendo notar que no hay una única opción o alternativa para realizar cambios y lograr llegar a las metas. En cuántos otros momentos hemos preparado proyectos de vida en el que parece que por sus condiciones y alcances es imposible llegar, causando un espíritu de frustración y temor. En otras situaciones, sin embargo, nos sumergimos en lo que creemos seguro, en la elaboración y aplicación de nuestros propios planes, en lo que nos dará cierta estabilidad emocional e integral, sin detenernos un momento a pensar si hay o existe algo más para desarrollar aquella fuerza interior que existe dentro de nosotros, logrando dar un mejor sentido y valor a nuestra vida, a lo que hacemos y a lo que alcanzamos en la distintas esferas personales, familiares y sociales que nos implican. Todo esto parece girar alrededor de una posible decisión, vestida en muchos casos de riesgo, de asombro y de incertidumbre, pero capaz de responder en forma explosiva para alcanzar nuevas cumbres que generen nuevos resultados a nuestra vida, logros que en su comienzo pudieron verse imposibles, pero que son posibles cuando actuamos enfocados y de forma decidida. A la luz de la Palabra de Dios la propuesta en el gran Anuncio a María nos enseña algunas claves para decidir y arriesgar por el Plan de Dios, contribuyendo a nuestro crecimiento y realización personal, al progreso de la vida y a la opción disponible y transformante por servir a los demás. Veamos:

1. Decidir desde la Alegría (vv. 26-28): Las grandes oportunidades, invitaciones y propuestas para desarrollar un plan puede llegar, de manera sorprendente, en cualquier momento de nuestra vida, lo importante es saber cómo se recibe desde lo que somos y desde lo que tenemos para que llegue a dar buenos frutos. En una ocasión un mensajero divino se le presentó a una joven humilde de Galilea, trabajadora, mujer de la tierra y llena de Dios, saturada de gracia (Kejaritómene), haciéndole una invitación muy especial y particular, pero a su vez de gran responsabilidad, ser la madre del hijo de Dios (vv. 30). María tenía sus propios planes, es joven y ha pensado en matrimonio, está comprometida, pero ahora apunta a un nuevo proyecto donde Dios edificará su vida, dándole sentido y realización a su existencia. La propuesta comienza con un imperativo...Alégrate... (Chairé). Todo nacimiento de una propuesta o el dar comienzo a un proyecto de vida es la oportunidad para asumir con responsabilidad y eficacia nuestros propia existencia, siendo dueños de los proyectos que construimos, pero también es una posibilidad para darnos cuenta de los regalos que recibimos día a día, de lo que somos y de lo tenemos para ofrecer, logrando alcanzar grandes metas que nos edifica y nos hace progresar integralmente. Esto nos facilita practicar la grandeza de la humildad, pues cuando nos dan cosas, vivimos felices y provocamos alegría también en los otros. Sin embargo, el emprender un nuevo proyecto de vida puede ocasionar miedo, temor e incertidumbre que nos llega a robar la alegría, paralizándonos e impidiéndonos avanzar. La Alegría es fruto de darnos cuenta de las bendiciones que Dios nos da, de lo que estamos hechos y de lo que podemos lograr hacer por nosotros y por los demás para continuar progresando juntos familiar y socialmente. De esta manera, decidir desde la alegría nos impulsa para desarrollar nuestros proyectos con perseverancia, libertad y eficacia, no centrados en sí mismos, sino en los demás, eso es lo que nos realiza (cf. Lc 1, 41). Todo desde la alegría se hace más fácil, aun en los momentos inesperados, de escasez y de dificultad, para ayudar a construir y servir a los demás, causando también alegría a los otros. Decidir desde la alegría no es de un instante ni depende de las circunstancias que nos ofrece la vida, como tampoco de los otros, sino que es una decisión de cada persona para ser libre y feliz. ¡Decidamos desde la alegría y asumamos las consecuencias!

2. Capacitados para interrogar y escuchar (vv. 29-37): La importancia de preguntar y de escuchar al momento de emprender y desarrollar un proyecto de vida es vital porque nos permite discernir para abrir la posibilidad a profundizar y a encontrar nuevos saberes. Aquella joven de Galilea ante la propuesta hecha por el mensajero divino se siente en la capacidad de interrogar (vv. 29. 34) y de escuchar para decidir y llegar a actuar con responsabilidad y eficacia. La preguntas nos permiten escuchar mayor información (vv. 30-33. 35-37), nos ayudan a comprender y a entender las prioridades de nuestro proyecto, permitiéndonos visualizar algunas consecuencias. Interrogar es una herramienta que nos ayudará a clarificar y a tomar buenas decisiones, causando un sentido nuevo de vida que seguramente nos realizará como personas. La capacidad para interrogar y escuchar es de gran valor porque nos saca de la zona de confort, nos abre líneas de comunicación, dándonos la oportunidad para mejorar y ver nuevos resultados que nos edificará, como sociedad, como familia, como personas, facilitándonos plantear nuestras metas, nuestros sueños, nuestras ideas y objeciones sin imposición, aspirando a un mejor diálogo con los demás, donde crecemos y profundizamos en las distintas relaciones humanas, haciendo posible que sean más fuertes, amenas y más saludables.

3. Optar por plan de Dios (vv. 38): Dar un sí definitivo abre la posibilidad a recibir mayores bendiciones para generar un espíritu de vida. Esta joven de Galilea, llamada María, a decidido arriesgar y responder decididamente por el plan de Dios...hágase en mí según tu Palabra...Gastar nuestra vida por los demás, pasando por este mundo sembrando y haciendo el bien, provoca que nuestra vida tome sentido y nos veamos así realizados. Si optamos por el Plan de Dios mejoraremos integralmente, pero también mejorará y crecerá nuestro deseo de servicio, y así, iremos creciendo en la disponibilidad de hacer el bien a los demás, con generosidad y solidaridad, contribuyendo a que otros también logren crecer y asumir su vida con decisión y responsabilidad. El término hágase no es una cuestión pasiva, sino activa, explosiva que invita a decirle a la vida que puede contar con nosotros para sembrar vida en los demás, progresando, madurando y transformando realidades humanas, mejorando los ambientes familiares y sociales. Optar por el plan de Dios es saber que la vida le pertenece a Él, que no basta solamente nuestra decisión o reclamo compulsivo de derechos, sino que podemos arriesgarnos a desarrollar una fe potente, explosiva, haciéndonos cargo de nuestra propia vida, actuando con responsabilidad desde nuestra libertad, descubriendo que podemos ir más allá de nuestras limitaciones y posibilidades, superando todo aquello que nos apega y nos estanca, que con pocos y pequeños "síes" cotidianos contribuimos a seguir hacia adelante con decisión y esperanza, cooperando, acompañando y celebrando juntos nuestros alcances y triunfos. Aprendamos de esta experiencia de María para que también lo hagamos nosotros en nuestro quehacer de vida.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- 
Magister en Familia.

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