ABRIR CAMINOS NUEVOS PARA RENOVAR UNA VIDA Jn 8, 1-11 Quinto Domingo, Tiempo de Cuaresma (Ciclo C)

ABRIR CAMINOS NUEVOS PARA RENOVAR UNA VIDA
Jn 8, 1-11
Quinto Domingo, Tiempo de Cuaresma (Ciclo C)
Luis Fernando Castro 
Teólogo PUJ 

Estamos en una sociedad llena de muchas y diversas relaciones humanas donde nos parece muy fácil elaborar y fraguar comentarios negativos sobre las personas, actuando como jueces y acusadores rigurosos y estrictos sin detenernos por un instante a revisar nuestra vida, ésta también necesitada de perdón, de paciencia y de misericordia. Ciertamente ante los errores y las equivocaciones que cometen las otras personas, si los hay, nos queda fácil condenar, eliminar y responder con más violencia sin dar u ofrecer un nuevo camino de vida, un momento para reparar o dar espacio y tiempo para una nueva oportunidad sin darnos cuenta que muchas veces el problema no está en las otras personas, sino en nosotros mismos, pues los comportamientos que muchas veces nos duelen o son mirados mal por parte nosotros, quizás son los que nosotros no hemos sabido superar ni resolver en nuestro interior. A la Luz de la Palabra de Dios, Escribas y fariseos acuden a Jesús, sentado y enseñando en el Templo para llevarle a una mujer que había sido sorprendida en plena infidelidad. Le hacen un pregunta insistente para comprometerlo, ponerlo en una situación compleja; pero la respuesta del Maestro los conduce a revisar su propio corazón, ofreciendo e invitando al mismo tiempo a la mujer a comenzar una nueva vida. Veamos: 

1. Precipitarnos a dar veredictos, comentarios sobre las personas destruye, afecta su dignidad y su desarrollo progresivo e integral. Jesús fue de madrugada al Templo, se sentó y se puso a enseñar a todo el pueblo que acudía a él. En esto se acercaron unos fariseos y escribas para traerle a una mujer que había sido sorprendida en adulterio, la ponen en medio para que el Maestro dé su opinión y su veredicto: Moisés nos mando en la Ley a apedrear a estas mujeres: ¿Tú qué dices? Esto lo hacían para ponerlo a prueba y tener de qué acusarlo (vv. 1- 6a). Es un desafío para el Maestro porque la intención es hacerlo caer. Cualquier respuesta que él vaya a dar es una trampa para ser acusado por sus adversarios. Esta escena donde se presentan tres personajes como protagonista se expone una situación embarazosa con dos objetivos malvados, centrada por unos acusadores estrictos, rigurosos, cumplidores y celosos funcionarios de lo sagrado que más allá de condenar a una mujer a muerte por su infidelidad (no nos dan datos ni identidad de ella, sólo la etiqueta de adúltera porque ha sido pillada infraganti) quieren saber de qué lado está Jesús, quieren obligar al Maestro a tomar una opción desde lo que se conoce en la Sagrada Escritura, convirtiéndola en una trampa (los acusadores obran como Satanás, son tentadores, pero rechazan el proyecto de Dios). 

2. Parece que al señalar a una mujer basados en sus normas es un buen plan, diseñado por parte de los adversarios de Jesús para condenarlo, desacreditarlo y llevarlo al patíbulo porque si no cae por un lado caerá por el otro. En principio está situación compromete y pone entre la espada y la pared a Jesús como maestro porque si aprueba la acusación de sus adversarios también pondría fin a su enseñanza y a la praxis sobre el perdón y la misericordia de Dios. Es verdad que la mujer había sido sorprendida en adulterio junto al varón, el cual nadie pone atención a él en una sociedad machista, pero darle muerte a la mujer sería mucho más grave que el pecado cometido por ella. Sin embargo, la situación de Jesús es incomoda porque si no aprueba, entonces estaría dando motivos para que sus adversarios lo acusen de estar apartando al pueblo de cumplir la Ley de Dios (la pregunta de los acusadores esta basada en (Ex 20, 14: ley divina contra el adulterio; Lv 20, 10 y Dt 22, 22 ordena la muerte del hombre y de la mujer, la de ambos por su infidelidad). Estos que han levantado su mano para señalar a la mujer ahora ante este asunto quieren que el Maestro, como ellos mismos lo llaman para forzar la respuesta que quieren oír, la acuse haciendo cumplir la ley. Pero, muchas veces el remedio es peor que la muerte y la respuesta de Jesús es sorprendente.

3. Acusar y condenar a otras personas amparados en el nombre de Dios es una actitud mezquina e inmisericorde, que en vez de perdonar a quien se equivoca, por los motivos que sean, se sacian de odio, de rabia para condenar y emitir veredictos de muerte sin ninguna compasión y piedad. Se mata, se asesina a las personas en nombre de Dios sembrando pánico y miedo. Algo que es contradictorio porque Dios no actúa ni responde con violencia, tampoco elimina a las personas, él acoge y lo hace con misericordia (cf. Lc 15, 11-32). Por eso, en lugar de dar opiniones sobre las personas por su equivocaciones o sus errores, lo mejor es detenernos un momento para analizar y examinar con detalle la situación, eso nos ayudará a saber dar respuestas más adecuadas frente a los gestos y las acciones de los demás. Algunos nos hablan de actuar poniéndonos en los zapatos del otro, desarrollando las actitud de agacharnos para levantar al caído estando a favor y no en contra de estas personas (cf. Salmo 125). Para esto no es suficiente con entender al otro, es importante también saber dar respuesta a lo hecho o a lo dicho para que pueda rectificar y lograr así, empezar de nuevo. No estamos autorizados para juzgar cuando nosotros tenemos también motivos para ser juzgados, cuando, incluso han tenido ya misericordia. Quien sabe acoger con el dinamismo de la misericordia es porque ha sabido recibir el amor y el perdón de Dios.

4.. Hacer conciencia de nuestras debilidades y fragilidades nos permite evitar juzgar a los demás acogiendo con paciencia y misericordia. Jesús tomándose un tiempo, haciendo  un gesto de inclinarse para escribir con el dedo (garabatos) en la tierra invita a todos los acusadores a hacer una reflexión sobre lo que están haciendo; pero, ante la insistencia e impaciencia de sus adversarios de conocer cuál era la respuesta de Jesús para culparlo a él, el Maestro se levanta pronunciando la frase: Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra (vv. 7). El gesto doble de inclinarse que hace Jesús (vv. 6b. 8) abre un intervalo a la reflexión a los acusadores; pero al mismo tiempo, el foco de la atención cambia porque ahora las miradas del auditorio no están sobre la mujer, sino sobre él. Todos están esperando su respuesta con ansía y al mirar a Jesús lo que él está haciendo los obliga también a inclinarse, haciendo silencio. No quiere humillar ni dejar a nadie en evidencia. Jesús por una parte quiere que los acusadores aprovechen este momento de silencio, se desenmascaren delante de Dios y de su propia conciencia, pero por otro lado se coloca en el lugar de la mujer que iba a ser lapidada. Él no se escandaliza ni pone el grito en el cielo. Él se mantiene sereno y no tiene afán de responder aun cuando lo "empujan" a que dé su respuesta. Así que, el Maestro parece fingir no haber escuchado las acusaciones y se vuelve a inclinar, un gesto que da tiempo para reflexionar.

5. La respuesta entonces del Maestro después de sus gestos pone a los acusadores en un estado de examinarse, de revisar y mirarse a sí mismos, pues muchas veces el problema no está en los otros sino en nosotros mismos, está en nuestro corazón en la manera que vemos el mundo. Con esto Jesús reorienta el sentido de tirar la primera piedra porque quien lo hacía era testigo responsable de la muerte de la mujer (cf. Lv 24, 10-16; Dt 17, 2-7). Entonces, no se trata de llevar sobre la espalda la sangre de una persona inocente, sino de mirarnos y revisarnos en nuestro interior para corregir, crecer y avanzar. Por eso, la reacción cómica de los acusadores es retirarse sin excepción con vergüenza, comenzando por los más ancianos porque saben que ellos son los más responsables de los adulterios que se comenten en aquella sociedad, dejando sólo a Jesús con la mujer, cara a cara, la cual seguía en medio como centro de la atención (vv. 9). Ciertamente ante los errores y equivocaciones de otras personas, lo más fácil es señalar y condenar, responder con más violencia sin dar u ofrecer una nueva oportunidad de vida. Una acción que muestra nuestra impaciencia y frialdad cuando de acusar y de juzgar se trata sin examinar si nos gustaría ser tratados de esa manera por nuestras equivocaciones y nuestros errores. 

6.  Estas acciones lapidarias actúan como una carreta vacía que hace mucho ruido sin percatarnos que quienes acusamos o juzgamos también estamos necesitados del amor, la misericordia, de la paciencia y del Perdón de Dios. Hacernos conscientes de nuestras acciones y de nuestras palabras es necesario para evitar señalar y juzgar a otros sin misericordia, reorientando la vida hacia una nueva vida (cf. Flp 3, 8-14), pues para qué empeñarnos en ser tan crueles y duros con los que comenten errores e infidelidades cuando ninguno estamos exentos de realizarlas. Por eso, al oír las palabras  de Jesús, los acusadores se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; ... (vv. 9).  Muchos de los que señalamos el error del otros somos personas que no nos hemos hecho conscientes de nuestras cargas, lo que repercute en pretender descargarlas en los demás, incluso buscando que otros asuman nuestras decisiones para tener a quién culpar. Lo que más odiamos es quizás lo que más negamos o vivimos en nosotros mismos. Pero, lo que más amamos es lo que más deseamos dentro de nosotros y lo queremos compartir sin medida para bien de muchas personas. En estas condiciones reconocer que también hemos fallado y que sin quererlo vamos a equivocarnos, es reconocer que es posible rectificar, acogiendo el dinamismo del amor y de la misericordia de Dios para avanzar, facilitando caminos de vida y de oportunidad para que también otros reciban este amor y esta misericordia, mostrando a un Padre que es justo y misericordioso hasta el extremo. 

7. Quitar cargas es liberar para que otros haciendo algo distinto mejoren su vida, haciendo algo mejor y más productivo. Despojado el escenario, cuando todos los acusadores se han marchado ....y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio (vv. 9), Jesús se incorpora de escribir en la tierra y comienza un diálogo con la mujer. No toca su culpa, pero sí su acusación: Mujer, ¿Dónde están? ¿Nadie te ha condenado? (vv. 10). La respuesta de la mujer: Nadie Señor (vv. 11). Jesús no la condena, pero la invita a no pecar más (vv. 10-11). El comportamiento y las palabras de Jesús son totalmente diferentes a las usadas por los acusadores. Jesús se pone a la altura del corazón de la mujer, la comprende, la acoge y la defiende. Pero, más allá de ofrecer el perdón, lo más grande y maravilloso es la manera como Jesús se dirige a la mujer, con características de ternura, con un respeto infinito, con dulzura increíble. Jesús se comporta como un verdadero caballero y maestro para entrar en diálogo con esta mujer. Un caballero y un buen maestro es aquel que con insistencia y constancia construye y reconstruye caminos de vida para muchas personas, optando incluso ocuparse por las personas que fallan para que facilitando herramientas de vida se liberen, potencien su vida y comiencen a caminar hacia delante tomando su vida con responsabilidad. Aquí lo importante no es lo que se ha hecho, sino lo que se hará. 

8. El pasado no es posible cambiarlo, pero sí es posible no quedarse atrapado en él para comenzar a recibir lo que viene y, esto es más importante y seguramente mucho mejor cuando se sabe para dónde se va. Lo primero que hace Jesús es llamarla mujer como también lo hizo con su madre (cf. Jn 2, 4; 19, 26). Lo segundo es verificar el fin del proceso condenatorio, no hay acusadores. La mujer estaba preparada para morir, pero Jesús la prepara para la vida. La tercera acción del Maestro en este diálogo es enviarla para que comience una nueva vida, Jesús no vino a condenar sino a salvar (cf. Jn 3, 17). La mujer por su parte se ha sentido respetada, aceptada con todos sus errores, pero sobre todo ha sido acogida, comprendida y elevada a una dignidad mayor. Quitar estigmas, etiquetas, críticas destructivas sobre las personas es abrir la posibilidad a que las personas aprendan a amarse y valorarse por sí mismas, logrando hacer algo diferente de lo que estaban haciendo, abriendo caminos que les permita mirar un futuro mucho mejor para su vida, incluso de liberar al hombre. Contribuir en la sanación de la mujer quitando esquemas culturales, sociales y familiares es contribuir a la sanación del hombre porque los dos son responsables y están al mismo nivel de dignidad. Este es el secreto de la misericordia con características de ternura, el cual no busca quedarnos en el pasado cargando etiquetas y señalamientos, atrapados sin hacer nada, sino que regenera y da una nueva vida (cf. Is 43, 16-21), desmontando condenas y señalamientos que sólo funciona para destruir y hacer que nosotros no nos veamos como personas. 

9. En resumen, Jesús no es un maestro ni un juez a nuestra medida, sino un maestro de vida que ha venido a salvar, a dar vida sobreabundante (cf. Jn 10, 10b), desmontando las prisiones que nos encierran y nos ahogan, que muchas veces arrastramos o invitamos a arrastrar a otros cuando no aprendemos a ir más lejos de los errores y las fallas de las personas, cuando no vemos sus potencialidades y su dignidad. Practicar la misericordia con características de ternura nos permite ver con el corazón misericordioso de Dios para que facultados miremos a las personas y a nosotros mismos de una manera nueva, dando comienzo a una nueva tarea que nos conduzca abrirnos a la alegría del amor y del servicio que nos ayuda a corregir lo que está mal y al mismo tiempo, emprender el camino para crecer y continuar siempre hacia adelante, superando los señalamientos del pasado para acoger como bendición las cosas grandes y nuevas que nos vienen. Esto es lo importante, pues lo que ha pasado, ya pasó. Ahora lo que viene debe ser mucho mejor para abrir caminos y renovar una vida, logrando que todos tengamos un verdadero futuro. La clave la encontramos en el amor y el perdón.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ- Magister en Familia- ULIA
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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