LLEVAR EN EL CORAZÓN PALABRAS QUE INFUNDAN ETERNIDAD Jn 6, 60-69 Domingo Vigésimo Primero (Tiempo Ordinario) Ciclo B
LLEVAR EN EL CORAZÓN PALABRAS QUE INFUNDAN ETERNIDAD
Jn 6, 60-69
Domingo Vigésimo Primero (Tiempo Ordinario) Ciclo B
Permanecer es una de las acciones que en nosotros como personas es importante para lograr objetivos en nuestra vida porque nos facilita avanzar en medio de caminos que nos parece complejos; pero, hay momentos y situaciones que nos ponen en un dilema, en una crisis, más allá de la adversidad o del problema que se nos suele presentar, muchos de ellos inevitables. ¿Cómo tomar la decisión de si es mejor dejar pasar el tren o echar a correr? ¿Cómo saber si hay que soltar y dejar porque no hay remedio o preferir insistir hasta el final? No sabemos si debemos seguir, continuar y avanzar o preferir sencillamente abandonar, tirar todo a la borda, quedarnos quietos, bajarnos del bus, no decir, ni hacer nada más; romper con la relación y con la amistad; retroceder o avanzar. Quedarnos firmes y no alejarnos parece que es la mejor opción de vida, la forma más sensata que podemos tomar, aún en medio de las limitaciones y aún cuando no acabemos de comprender, de entender y de ver con claridad las situaciones que nos acechan porque en ocasiones, aunque no comprendemos lo que está sucediendo la alternativa de ir un poco más lejos, arriesgando un paso más, viviendo y experimentando algo mejor es la vía de acceso que nos sigue motivando para crecer y porque todo lo que está a nuestro alrededor va dando saltos de cambio, donde es posible continuar junto a otros, facilitando caminos que ayudan a construir un mundo nuevo, lleno de relaciones más saludables y fecundas para nosotros y para muchas personas. A la Luz de la Palabra de Dios, el auditorio de discípulos que escuchaban a Jesús en el pasaje del discurso del Pan de vida, reaccionan y se dividen en dos grupos. Algunos discípulos deciden abandonar la escuela del Maestro, otros encabezados por Pedro, aún sin entender deciden permanecer, no porque fuera fácil de asimilar la propuesta de Jesús, sino porque sus palabras son de vida eterna. Veamos:
1. Para asumir en serio nuestra vida es indispensable tomar decisiones que nos permiten avanzar; sin embargo, cuando llega la hora de elegir el camino y la propuesta que debemos tomar no siempre nos arriesgamos, prefiriendo abandonar porque sencillamente nos parece o complejo, poco viable para que nosotros lo realicemos. Después de que la multitud y los discípulos habían experimentando algunos eventos en relación al discurso del Pan de vida, algunos que estaban escuchando al Maestro reaccionaron de una manera negativa: es duro este lenguaje (vv. 60a), deciden abandonar la escuela de Jesús. No se sintieron identificados con él, parece que la propuesta del Maestro era poco razonable para su pensamiento: ¿Quién puede escucharlo? (vv. 60b) y, … muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él (vv. 66). Las palabras y el proyecto propuesto por Jesús más o menos exigente no ha sido comprendido ni mucho menos aceptado por los oyentes. No han podido darse cuenta que Jesús trasmite la vida. Y, esto sucede porque las palabras y las acciones del Maestro son novedosas, nadie había dicho ni había hecho lo que Jesús está realizando y diciendo. Un Dios que se hace pequeño en un pan de vida, un Dios que se hace una sola cosa con nosotros para nutrirnos de una vida eterna.
2. Estas palabras y acciones de Dios es duro de comprender porque estamos acostumbrados a hacer cosas meramente externas, cumplidores de normas y de leyes; repetidores de palabras a las cuales muchas veces no profundizamos y, por consiguiente no le hallamos ningún sentido de vida que nos facilite interpretarlas y darles significado y cimiento a lo que realizamos en nuestra existencia. Las palabras y la acciones de Jesús son una propuesta diferente que nos pone cara a cara con Dios hasta hacernos una sola cosa con Él. Esto cambia no sólo la imagen de Dios que tenemos, sino además la perspectiva y la relación con Dios, renovando nuestra vida, sacándonos de nuestros propios esquemas, hábitos y paradigmas. Son muchas las ocasiones que los distintos eventos de nuestra vida nos llenan de emoción y de fascinación (cf. Jn 6, 1-15) mientras no estén cargados de esfuerzos significativos que nos muevan a asumir con radicalidad cuesta arriba nuestra existencia. Por eso, al momento de tomar una decisión para comprometernos no siempre reaccionamos de la mejor manera porque el amor choca con el egoísmo, trayendo como en consecuencia, pensar que el bien nos parece mal y el mal nos parece bien. La reacción nos hace tomar muchas veces acciones de abandono, de huida: ¿También vosotros queréis marcharos? (vv. 67). Una pregunta que apela a la libertad de cada persona porque somos libres de escoger lo que sentimos desde nuestro interior. Preguntas que sanan por dentro, que nos agita y nos conduce a descubrir lo que realmente queremos hacer y realizar.
3. Algunos no queremos asumir ningún compromiso con nada ni con nadie. Otros evaden la responsabilidad, sacan a relucir las mejores excusas porque no están dispuestos a recorrer el camino ni tampoco a aprender algo más que los conduzcan a ver que el cielo no tiene límites (vv. 62). El corazón hala hacia la poca responsabilidad y compromiso. El acto de tomar decisiones y opciones responsables de vida nos interpela, nos sacude nuestro interior; sin embargo, vivimos muchas veces de lo inmediato, de lo que tenemos seguro y cuando no lo vemos, es mejor poner resistencia, marcharse y abandonar. Esta acción no es recomendable porque nos vamos a sentir defraudados, es posible que se nos cierren algunas puertas y, aunque suene fatalista quienes asumimos las consecuencias de las decisiones tomadas somos nosotros mismos. Tenemos dos caminos a seguir, mandar todo a la borda, quedándonos meramente con lo que tenemos u optar por continuar hacia adelante tomando un camino de vida y de transformación para identificarnos cada vez más con Dios y con la manera que podemos servirle (cf. Josué 24, 1-2.15-18) cercanos a los demás, en especial a lo más necesitados (cf. Salmo 34 (33), 2-3.16-23). Todo es cuestión de una decisión tomada con libertad. Cualquiera sea la decisión tomada, ahora nos espera asumir las consecuencias, algunas nos harán avanzar, otras nos retrocederán, pues todo camino hacia la libertad es lento, con muchas paradas y con muchas caídas; pero, la indecisión que es a su vez una decisión si es grave porque casi siempre genera fracaso y frustración.
4. Hay momentos y situaciones en las que continuar hacia adelante no siempre es la mejor decisión más inteligente; por eso, es importante examinar las reacciones para que después de evaluar y revisar optemos por un camino mejor que nos facilite mejores y mayores resultados que nos beneficien a nosotros y también a los demás, aunque esto implique asumir con responsabilidad algunos calvarios. Después de la reacción del primer grupo de los discípulos que escuchaban al Maestro, Jesús les invita a examinar su decisión, pues cual sea el camino que optemos siempre habrán momentos difíciles inevitables, crisis que podemos superar no con nuestras fuerzas sino con el don vivificador del Espíritu: Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida (vv. 63b). Tomar las mejores decisiones en la propuesta de vida que hace Jesús a su auditorio no siempre significa que todo sea color de rosa, hay que pasar muchas veces primero por las espinas y, aunque suene escandaloso (vv. 60) esto es necesario superarlo para aceptar y continuar hacia adelante con el don del Espíritu y de la vida de Dios.
5. Este es el camino del Crucificado. Servir y construir no significa siempre que vamos a estar felices y cómodos; pero sí, nos muestra que estamos en la capacidad de responder a las distintas situaciones cuando desarrollamos el amor humilde (cf. Ef. 5, 21-32). Este amor es un don que tiene la capacidad de sacarnos de nosotros mismos para comenzar a pensar en los demás sin medida y sin poner condiciones, superando nuestras propias lógicas y lenguajes de fe. Gastar nuestra vida para alimentar la vida (eucaristía) de otros no es cosa de imposibles (vv. 65), pero sí, nos cuesta porque entregar la vida para generar vida a otros requiere de realizar actos de entrega y de generosidad, renovando nuestra opción de vida para sostenernos siempre fieles, logrando encontrarnos con algo nuevo que nos abrirá camino hacia la realización y plenitud de nuestra existencia.
6. Las palabras de Jesús no han tenido la fuerza deseada; sin embargo, estas palabras trasmiten vida, nos hacen vivir, pues contiene la fuerza y el amor del Espíritu de Dios. Por eso, Jesús no pierde su paz, no le inquieta el fracaso, como tampoco quiere obligar a nadie ni retenerlo a la fuerza. Todos están en la libertad de aceptar o de rechazar, pues sus oyentes no están para que sean siervos, sino amigos (cf. Jn 15, 15). Embarcarnos en lo que hemos decidido será verdaderamente una opción para continuar construyendo el camino de la felicidad, aunque esto no nos permitirá vivir cómodos y sencillamente despreocupados. Algunas cosas todavía ignoraremos, otras no llegaremos a comprender en su totalidad, pero esto no es suficiente para que evitemos estar tomando decisiones adecuadas que nos permitan generar una vida sin medida y sin condiciones con perseverancia y dedicación, centrados en quien es el fundamento de nuestra vida y de nuestra existencia: Jesús el Pan de vida, hecho humanidad para beneficio de todos.
7. El grupo de discípulos encabezado por Pedro (Los Doce), a diferencia de los primeros deciden quedarse al lado del Maestro, quieren seguirlo, mantenerse en su escuela de vida, aunque en principio todavía no se termine de comprender las Palabras de vida del Maestro. Creen que los más sensato es quedarse con Jesús porque en él descubren una vida plena, una vida en abundancia (cf. Jn 10, 10b), la cual solamente en un proceso se irá perfeccionando. Para esto, Pedro tomando la palabra y en nombre de los otros discípulos realiza una confesión de fe: Señor ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos que tú eres el Santo de Dios (vv. 67-69). Pedro parece tener claro al tomar esta opción de vida, pues no ve nada ni a nadie mejor que su Maestro. No tiene ni ve a otra persona en la que podamos apoyar nuestra vida. No se trata de tomar solamente un camino, sino de hallar que el Maestro es el camino. La respuesta y declaración de Pedro es sensata y humilde, propia de un discípulo que conoce a Jesús y que no quiere abandonarlo porque en él descubre su vida. Su respuesta, entonces excluye otras formas de vida caracterizada de ilusiones y de fantasías, pues no hay nadie más quien nos puede dar esperanza y abrir una nueva página de nuestra vida para comenzar y llegar mucho más lejos de lo que podemos pensar e imaginar. Esta actitud del discípulo puede ayudar, incluso a otras personas que vacilantes en su crecimiento personal logren creer y avanzar, darse cuenta que el cielo no tiene límites.
8. Entonces, no tiene sentido abandonar a Jesús de cualquier manera. No seguir a Jesús es caminar a ciegas por la vida, pues nos quedaríamos sin la luz que nos puede guiar en nuestra existencia. Permanecer con Jesús garantiza que nuestra vida no esté encerrada en la tiniebla y la oscuridad. Además, porque las palabras de Jesús son de vida eterna (vv. 68) o mejor todavía él es la Palabra, mostrando que el cielo no se ha quedado mudo. De esta manera, la Palabra se puede incorporar a nuestra vida o sencillamente desconocer. Tomar las decisiones importantes de una manera oportuna y correcta es uno de los retos más complejos que tenemos al momento de enfrentarnos a los distintos caminos que nos ofrece la vida. Las decisiones dependen en gran medida de nuestra capacidad y de lo que nos proponen otras personas con sus palabras; sin embargo, no siempre se necesita hacer largas reflexiones para optar por las mejores posibilidades (vv. 68) cuando estamos apoyados en propuestas que nos generan vida y confianza: creemos y sabemos (vv. 69a). Creemos que llevamos en nuestro corazón palabras que infunden eternidad; palabras de vida y de esperanza, palabras de fuerza y de mucha bendición.
9. Con frecuencia se nos dice que las decisiones tomadas con escaso conocimiento y poca reflexión son inadecuadas porque empobrece los resultados finales, pero esto no es del todo cierto cuando actuamos con sensatez prefiriendo quedarnos con Jesús, asumiendo una realidad que nos permite estar siempre cerca de la vida para impactar a otras personas de mucha vida. Las palabras de Jesús son de vida eterna: Tú tienes palabras de vida eterna...(vv. 68). Pedro es realista, siente en su interior que las palabras de Jesús no son palabras sin sentido o vacías. Las palabras del Maestro no son engañosas, no buscan convencer ni manipular, sembrando miedos y confusiones. Las palabras de Jesús buscan que nosotros los oyentes descubramos la vida de una manera distinta, nos abramos y abracemos una vida eterna, la cual es abrazar la vida misma de Dios. Esta es la mejor noticia que podemos hoy escuchar, pues cada palabra de Jesús es un pedazo de cielo que se deposita en nosotros para vivificarnos y transformarnos desde la profundidad de nuestro corazón.
10. En resumen, tomar decisiones de forma adecuada sin resistencias ni egoísmos será oportuno y fundamental, no sólo para crecer como personas responsablemente, sino también para aportar el amor que genera vida a los demás, logrando que juntos en una misma relación especial con el Padre, celebremos la eucaristía no solamente en memoria del Señor, sino haciendo también con dedicación y de un modo responsable lo que él hizo en nuestra vida cotidiana. Recibir las palabras de Jesús permitirá que en nuestro corazón se encienda un fuego que dilate nuestra interioridad y nos mantenga siempre sostenidos en él, permaneciendo en su proyecto aún en medio de nuestras limitaciones e incomprensiones de la vida; pero, seguros que le pertenecemos a él, a sus palabras cargadas de vida eterna. Palabras que nos conducen a vivir de una manera diferente, palabras que dan vida al espíritu y al cuerpo porque en él vivimos, existimos y nos movemos. Palabras que hacen de la vida una gran barca de la eternidad porque infunde un cielo abierto y sin límites para todos.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
Comentarios
Publicar un comentario