PARA EL PASTOR BUENO TODOS SOMOS IMPORTANTES Jn 10, 11-18 Domingo Cuarto de Pascua (B)

PARA EL PASTOR BUENO TODOS SOMOS IMPORTANTES
Jn 10, 11-18
Domingo Cuarto de Pascua (B)
Luis Fernando Castro
 TEÓLOGO PUJ 

Soñar con un mundo renovado donde todos podamos avanzar y tener una vida llena de alegría, de amor, de simpatía y de sentido de pertenencia es fascinante y muy atractivo porque nos conduce a comprometernos a desgastar nuestra vida para entregar y dar lo que ya se ha sabido recibir. Pero, esto no lo podemos hacer solos. Quienes deseamos crecer, progresar y avanzar en nuestra experiencia de vida necesitamos de una persona que nos guíe, nos oriente por los distintos momentos y situaciones que debamos pasar o atravesar en esta aventura; personas que nos acompañan, nos animan a salir de aquello que en ocasiones nos estanca y nos bloquea, sin que esto implique que el acompañante decida por el acompañado, solo nos facilita, nos ayuda con algunas orientaciones y herramientas para que vayamos encontrando soluciones a las dificultades, a las crisis que nos encontramos en el proceso de nuestro proyecto, logrando ser mucho más responsables con nuestra vida y con el camino que hayamos decidido tomar para continuar contribuyendo en el servicio de la vida y en nuestra propia realización personal. A la luz de la Palabra de Dios, Jesús apropiándose de la densidad pedagógica de la imagen del pastor, se proclama como el Pastor bueno y bello: "Yo soy el Buen Pastor", superando toda expectativa porque es el pastor dispuesto a dar la vida por sus ovejas que él conoce y por las que ellas (las ovejas) también le conocen cuando escuchan su voz. Veamos: 

1. No estamos solos, estamos acompañados. Jesús el buen Pastor se convierte en el modelo para todo servidor y líder, siempre dispuesto a dar la vida por la vida de los demás. El pastor es bueno en todo lo que realiza se caracteriza porque da la vida por las ovejas (vv. 11.15.17.18), está dispuesto a realizar todo lo mejor por sus ovejas. Desea pastorear, acompañar, cuidar, amar y proteger sin medida y con generosidad. Conoce a sus ovejas una a una, y ellas escuchan su voz y le conocen. El pastor bueno y bello (Kalós: bello, hermoso, atractivo, simpático que invita acercarse y parecerse a él), el pastor bondadoso entrega su vida por amor. Es un pastor adecuado de belleza integral, generoso, dispuesto siempre a dar lo mejor para las ovejas, mostrando su amor y su simpatía. Esta figura del pastor bueno y bello es tierna, acogedora y cercana. Hace sentir al otro en función del servicio, de la entrega y de la vida como el mejor: da la vida y en abundancia (cf. Jn10, 10b). El pastor bueno se preocupa y se interesa por la oveja que se pierde y se desanima, que va en dirección contraria al proyecto del amor (cf. Lc 24, 13-35) porque para él todos somos importantes, sin exclusión. Él se acerca a la oveja a la que por distintas situaciones y circunstancias anda descarriada, alejada, desanimada del camino de la vida. Por eso, la busca, le da su tiempo, la deja en libertad para que al final atraída por el amor se sienta cercana a la familia de Dios (vv. 16).  Este pastor bueno y bello conoce y guía a sus ovejas por los mejores pastos. La hace descansar junto aguas de reposo para confortarla, animarla y acompañarla en todo momento e instante de la vida (Cf. Salmo 23, 1-3). 

2. El pastor bueno tiene sentido de pertenencia porque sin interesar los esfuerzos, los sacrificios que deba hacer, las ovejas se convierten en su motivo para levantarse, para dedicar tiempo y para facilitar su acompañamiento con el objetivo de que las "ovejas" accedan al camino de la vida que conduce a traer cosas mayores (cf. Jn 14, 12). El pastor bueno escucha y promueve a sus ovejas facilitándoles caminos rectos que les ayude a ser mejores de lo que ya son como personas, mostrando que les importa, que ellas son su prioridad. Por eso, la actitud de estos pastores buenos, de estos acompañantes es cordial, amable, cercano y familiar, una actitud ardiente de corazón, permitiendo desbordar todo su amor hacia aquel que comparte y acompaña. Y, aunque pueda producirse situaciones tensas o de mucha presión, acepta, consuela y comprende al otro tal como es, facilitando que la "oveja" se acepte y continúe su proceso y su camino hacia adelante, generando así, confianza y seguridad. El motivo de los pastores buenos se fundamenta en el amor. Un amor que se ofrece sin medida y sin escatimar riesgos (cf. Jn 10, 10b), porque no espera recibir nada a cambio, todo lo entrega y lo recibe de quien es el origen de la vida y del amor sin reservas, de quien es el Buen Pastor.

3. El pastor bueno y bello, está dispuesto a dar, a trabajar por la vida, salvando a quienes acompaña de cualquier peligro que los amenaza con la seguridad y la confianza en el Padre: Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla...esa es la orden que he recibido de mi Padre (v. 18). El pastor está dispuesto a dar lo mejor para quienes acompaña y ama porque su único fin es el servicio. No tiene una única manera de pastorear porque escucha, forma, sirve, dirige, conduce, acompaña y anima. De esta manera, muchos quieren conocerlo, amarlo, quieren estar cerca a él, escuchan su voz (vv. 16). El pastor bueno, ama por encima de su propia vida, se desvive para acompañar, guiar y lograr que los demás se sientan amados, acogidos y bendecidos. Siente que como persona valiosa y con dignidad puede crecer y desplegar mejor sus potencialidades y capacidades, pues nadie tiene mayor amor sino quien da la vida por sus amigos (Jn 15,13). Es maravilloso dejarnos acompañar y pastorear de este modo. El pastor bueno todo lo hace para que nos sintamos libres y felices, seguros y confiados para que podamos crecer y avanzar en todos los aspectos de nuestra vida, y así caminemos hacia la experiencia de sentirnos en plenitud. 

4. Acompañar, pastorear y guiar es motivador, pero a su vez es exigente porque sin interesar las situaciones por las que estemos pasando, nuestra labor es acompañar y pastorear, evitando aprovecharnos del momento o pretender hacer algún daño a quien servimos. Ante la falta de alternativas y de opciones de vida, algunos se dedican acompañar, a pastorear ovejas, pero sin mucho aprecio, su único interés es el salario (vv. 12), la paga, el dinero. No se arriesgan ni entregan la vida por la salvación de sus ovejas. La vida propia y personal es más importante que la de otras personas. No defiende ni lleva a las ovejas a buenos campos donde es posible nutrirse. Actuando como mercenarios no buscan otra gratificación que pensar en sí mismos y en sus propios intereses. No se esfuerzan ni perseveran porque no tienen sentido de pertenencia por la vida de los demás. No están a la altura de quien es el Pastor bueno y bello porque someten a las gentes sencillas con pesadas cargas que en lugar de liberar, los esclaviza, alejándose así de estar en sintonía con la voluntad del Padre (cf. Hch 4, 8-12). El pastor bueno y bello va más allá del sentido de lo laboral y de la expectativa salarial. Su amor y su solidaridad busca conocer, cuidar, estar cerca de cada oveja del rebaño, permanece con ellas en desiertos y en prados, no le interesa las condiciones, las situaciones y las consecuencias de la existencia. Estos pastores no se ponen por encima ni a los lados de las personas porque quieren estar cerca de lo que viven, sienten y experimentan sus ovejas. Por eso, los pastores buenos y bellos están en medio de ellos, en plena solidaridad con lo que viven y sufren las ovejas, las personas que guían y acompañan.

5. Algunos pastores que acompañan los procesos de vida, escuchando los estragos por los que pasa en su intimidad su acompañado, descuidados llegan a manipular, a chantajear la información recibida, impidiendo que la persona crezca y avance. Otros, aun someten al pueblo con malas interpretaciones, poniendo en estas personas cargas sociales y hasta económicas que no les deja ver otras opciones de vida que estar al servicio de quienes abusan y las explota. Se comportan como malos pastores que no apacientan su rebaño con responsabilidad y transparencia. Tienen puesta su atención en sí mismos. Y en lugar de dejar que otros los acompañen y los pastoreen, prefieren sentirse el centro de la atención como si fueran el ombligo del mundo. No fortalecen el proceso ni el camino de los demás. Se sirven de las ovejas, pero no le sirven a quienes acompañan y guían. Se cuidan a sí mismos, pero no cuidan a quienes se les ha encomendado: no les importa nada las ovejas (vv. 13). Sin embargo, quienes se han convertido a la gratuidad del amor del Padre, actúan de una forma atractiva y en contracorriente (cf. 1Jn 3,1-2), mostrando el amor para que aquellas personas que acompaña logren que su vida alcance el bienestar necesario, con libertad en todas las relaciones y aspectos, creando lazos saludables con otros, proponiendo, incluso, caminos novedosos que faciliten la realización personal, y también el sentido y realización de la vida con los demás. Un estilo de vida distinto y en contraste con el objetivo y el interés del asalariado. De esta manera, las ovejas reconocen, escuchan y siguen al pastor bueno, aun si son de otro redil (vv. 16), evitando quedarse con el pastor asalariado que busca solamente expoliar para tener más sin dar la vida y el conocimiento por las ovejas.

6. El dinamismo del pastor y de la oveja indica también una intimidad, una relación que nos indica que siempre estamos acompañados, que no estamos solos, que tenemos a alguien confiable, perseverante y responsable que nos puede ayudar para crecer y avanzar en nuestra existencia. El conocimiento es mutuo entre las ovejas y el pastor bueno y bello, evocando el conocimiento entre el Padre y Jesús. Una relación distinta porque el pastor conoce a sus ovejas, y las ovejas conocen a su pastor: ... y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí,  (vv. 14-15). Es una relación ardiente, apasionada y entregada donde es posible amarse de manera intensa, sin exigencias ni condiciones y, aunque con riesgos no interesa ser rechazado o perseguido, pues quien da la vida, la recobra de nuevo por el amor desmedido del Padre: ...porque doy mi vida para recobrarla de nuevo (vv. 17). En esta relación todos cabemos porque no hay limitación ni fronteras, como tampoco cantidad ni exclusividad: ...también tengo otras ovejas que no son de este redil (vv.16). Un amor que observa y acoge las diversidades, porque el amor crea lazos de unidad, unifica lenguajes, aunque otros tengan distintos criterios y formas de actuar y de experimentar su propia vida. 

7. El amor del pastor bueno y bello no se impone, se comparte, comprometiendo su propia vida para que aquellos a los que él ama vivan en unidad y en plenitud con la capacidad de establecer relaciones profundas de respeto, pertenencia e intimidad. El pastor conoce a las ovejas como Dios nos conoce. Cada pastor conoce a cada una de las ovejas basados, cimentados en el amor, pues nadie ama si no conoce. Esta es la esencia de la pastoral: un conocimiento mutuo entre el pastor y sus ovejas. Las ovejas conocen y reconocen la presencia, la voz del pastor porque les infunde aliento, alegría y paz. Esta es la dinámica del amor y de la vida de la comunidad. Por eso, Jesús es el pastor bueno y bello, él orienta y da verdadera vida a todos los seres humanos. Jesús es el Pastor resucitado que nos atrae a todos hacia su plenitud de vida. Él no vino para unos cuántos sino para que todos tengamos una vida (Jn 10, 10b), eterna, todos bajo el cayado de un solo pastor y, así todos seamos congregados, reunidos en él y para él. Esta es la gloria del Padre y del Hijo. Tener un solo pastor trae beneficios para todos porque nos da criterios de unidad sin caer en el abismo de la uniformidad y de la tristeza. Así que, en esta alegoría hay cantos de alegría y de victoria porque la soledad, la muerte y la angustia han sido alejadas por la acción del Padre y del Hijo (cf. Salmo 127, 1-29). Somos importantes para Dios, él está a nuestro favor. Jesús, como Buen Pastor nos une y sus ovejas le escuchan, le obedecen y permanecen fieles a él alcanzando una gran familia universal que nos responsabiliza a despojarnos de todo prejuicio para vivir la fraternidad y la unidad de todos, evitando perder nuestra identidad, quedando aturdidos ante tantas voces y reclamos que se escuchan de diferentes lugares en nuestra sociedad.

8. La función del pastor bueno y bello es es hacer notar que el amor de Dios no tiene exclusiones, pues aquel acto vale para todos los seres humanos, logrando construir y contribuir a fortalecer lazos de unidad, de hermandad, fraternidad y paz en torno a la experiencia de la vida ofrecida por quien es el buen y único Pastor, Jesucristo. Es así como el amor del Padre a Jesús se realiza porque él ha dado la vida hasta volverla a recibir de quien es la fuente. La ofrenda de Jesús es un abandono confiado en el Padre y, en efecto nadie arrebata su vida y la que él nos da y nos ofrece con su cruz y resurrección. Entregar la vida es entonces un don desde la libertad. Es un sí al amor, amando, ofreciendo la vida hasta el final. Algo importante en este maravilloso acto de amor como pastor no es amar esperando alguna recompensa, sino dar la vida con la conciencia de saber que el Padre que es el origen, la fuente nos da la vida (vv. 18). De esta manera, estamos confiados de entregar nuestra vida sin reservas, con generosidad sabiendo que el Padre nos da la vida para hacerlo de forma asombrosa y grandiosa para que muchas personas sean bendecidas superando estilos de vida que simbolizan bienestar y felicidad, pero que corren el riesgo de no escuchar la voz del pastor bueno y bello.

9. En resumen, la realización, la gloria del buen Pastor bueno y bello es la entrega de su vida por los demás, construyendo la unidad, vivida desde la libertad con responsabilidad para liberar, mostrando que nuestra vida le importa, que él está a nuestro favor para acompañar y animar, facilitando caminos de vida en abundancia. Ser buen pastor es también saber recibir, saber ser buena oveja. El pastor bueno y bello, se deja guiar por el gran y Buen Pastor para dar lo mejor para dar y ofrecer la vida. Por eso, ama y se siente amado; acompaña y quiere ser acompañado, mostrando un amor maduro y sublime cuyo fin es dar una vida sin medida, generosa y con abundancia para todas sus ovejas. Un reto para todos nosotros hoy porque sin interesar la vocación, todos somos responsables de buscar el bien de los demás, a fin de sentir que no estamos solos y que necesitamos siempre de un guía para aprender a vivir, descubriendo la manera más humana de crecer y avanzar a la luz y ejemplo del Pastor bueno y bello. Seguir sus palabras y sus acciones hará que nuestra vida no sea para hacer un negocio ni para pensar solamente en nuestro beneficio, sino hacer de ella un servicio de vida que nos conduzca vivir en plenitud, sabiendo que muchas personas son importantes para nosotros, como nosotros somos importantes para Dios, quien se ha arriesgado y ha dado la vida por cada uno de nosotros sin ninguna reserva, con generosidad grandiosa y sorprendente. ¡Somos importantes para Dios! Y, así podemos sentirnos guiados y amados por el Padre, prosiguiendo la tarea del Hijo, de ayudar a construir lo que él comenzó y lo que nosotros hemos recibido con buena escucha y humildad.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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