SUPERAR EL MIEDO PARA CONTINUAR LA MISIÓN Mt 10, 26-33 Domingo Décimo Segundo (Tiempo Ordinario)

SUPERAR EL MIEDO PARA CONTINUAR LA MISIÓN
Mt 10, 26-33
Domingo Décimo Segundo (Tiempo Ordinario)
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ

Evitar los peligros que suelen surgir en nuestra vida hace parte de lo que desarrollamos en la cotidianidad, pero esto no puede convertirse en una excusa o en una preocupación constante para distanciarnos de lo que nos corresponde realizar como personas para mejorar. Por supuesto que el instinto de autoconservación es sano para todos porque ayuda a conservar la vida, pero es insuficiente para vivir porque si no tenemos la confianza para avanzar superando los apegos y los miedos todo quedaría bloqueado y estancando en una motivación o en una idea, sumergido en la desesperanza y en la oscuridad. Sin embargo, no tener miedo, también sería tenebroso porque ponemos en peligro nuestra vida. De esta manera, el miedo y la confianza, son dos principios antagonistas, pero también ambos son necesarios, aunque lo que más sobreabunda es el miedo, escaseando la confianza y, por eso es importante tener bases sólidas para continuar avanzando. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús en el anuncio de la misión de sus discípulos muestra cómo superar las situaciones y la circunstancias adversas y poco favorables que surgen alrededor de nuestra vida cotidiana, como fuertes vientos contrarios para que con confianza no desfallezcamos, sino que podamos continuar hacia adelante, progresando y llevando a cabo la misión. Veamos: 

1. El miedo se convierte en un gran problema para todos nosotros, cuando le tenemos miedo a nuestros propios miedos impidiendo avanzar en lo que hemos emprendido. Tener miedo frente a las responsabilidades de la vida es normal, aunque algunos apuestan por tener una vida sin miedo. Pero ¿Qué sería de una vida que no tuviera miedo? Jesús cuando terminó de dar algunas instrucciones a sus discípulos para la misión, también describe una algunos peligros que suceden en la experiencia de la misión (cf. Mt 10, 17-22). Sin embargo, lo normal frente a la una responsabilidad como lo es la misión que se ha encomendado es sentir miedo, más aún cuando en la cruda realidad de nuestra vida está la constante amenaza, muchas veces inevitable de escapar, la cual nos hace sufrir y sentir una constante persecución (cf. Jer 20,10-13). El miedo nos genera resistencias interiores que a la postre nos impiden tomar las mejores opciones de vida y, por ende es causa de muchas renuncias en los sueños y en los proyectos de vida. Por eso, las palabras siguientes del Maestro tienen un tono de animar a sus discípulos: No tengan miedo (vv. 26.28.31). Sentir miedo no siempre se convierte en un obstáculo para avanzar, también es una herramienta vital que nos sirve para estar alertas frente a los peligros y las amenazas que muchas veces sin darnos cuenta están cerca y, nos puede hacer daño. Algo que es normal para nosotros porque siempre estamos en una actitud de autoconservación y de seguridad.

2. Pero, asimismo, tenemos miedos porque no somos reconocidos o porque nos rechazan, nos difaman, acciones que buscan el objetivo de desanimarnos y de quitarnos la tranquilidad por lo que hacemos. Hay miedos porque las responsabilidades nos desacomodan, nos sacan de nuestras zonas de confort, pero al mismo tiempo nos podemos dar cuenta que no todo en la vida lo podemos controlar y asegurar y, por eso buscamos la confianza en quien nos envía y nos sostiene para avanzar (cf. Salmo 68,8-10.33); quien nos libra para que nos sostengamos firmes y no desistamos de la misión, sabiendo que sí nos entregamos al miedo sólo causaría darle razón a quienes nos rechazan o están lejos de Dios (cf. Jer 20, 10-13). Sentir miedo en la misión es normal. Jesús anuncia cuatro (4) motivos para sentir miedo: 1. miedo a hablar en público (vv: 26-27); 2. miedo contra la integridad física, la muerte del cuerpo (vv. 28-31); 3. miedo a perder la vida (vv. 28-31); 4. miedo a perder la comunión con Jesucristo (vv. 32-33). De esta manera, entendemos que ninguna persona está exenta de este tipo de problemas, de dificultades, de conflictos o de crisis que pueden desanimar. Sin embargo, la dificultad de nuestra vida no es tener o sentir miedo, el problema es doblegarnos y dejarnos apabullar por el miedo porque eso impide avanzar en la responsabilidad de la misión (vv. 26-27), de dar aporte a nuestra vida para que sea de una mejor calidad para todos.

3. Ante grandes responsabilidades, mayor puede ser la inseguridad causada por lo desconocido, pero el miedo no es un factor que nos deba paralizar, intimidar o disfrazar nuestra opción de vida frente a la critica destructiva o la imposición de otros, como tampoco puede llegar a ser el medio para levantar prejuicios y comentarios negativos, creando distancias entre unos y otros, destruyendo relaciones personales y promoviendo la inestabilidad en todos los aspectos de nuestra vida porque el don no se compara con la caída. Quien depende de las circunstancias, de las personas o de las situaciones para llegar a la meta corre el riesgo de volverse un esclavo de las acciones y de las decisiones de otros (cf. Rm 5,12-15). Por eso, dejar la misión, aplazar tareas y responsabilidades y, quedarnos callados antes las situaciones en la realidad, permitiendo que todo avance como sí nada hubiera pasado, ocasiona que la misión se obstaculice: No hay nada encubierto que no haya de ser descubierto... (vv. 26-27). Vencer el miedo y los prejuicios hará que las incertidumbres se apaguen con la luz de la vida y se rompan los límites, los muros entre unos y otros, obteniendo bases sólidas que fortalecen la confianza y el desarrollo de la misión, alcanzando bienestar personal y también crecimiento integral para muchas personas.

4. Entender que para vencer el miedo y los prejuicios es necesario fortalecer la confianza es una alternativa, de base sólida que promueve a tomar riesgos, pero que no es posible hacerlo solo. Jesús, afirma que nosotros valemos más que una bandada de pájaros (vv. 31). Los momentos amargos hace parte de todas las personas, nadie es exento a estos momentos de sufrimiento, de rechazo o de persecución. Así, que pensar en una vida sin problemas es sencillamente hacer falsas ilusiones. Sin embargo, esto no nos puede desanimar para continuar con lo que se nos ha encomendado o incluso lo que hemos emprendido. Evitar que las situaciones adversas nos apabullen o quieran callarnos hace parte de nuestras funciones como personas que queremos aportar para mejorar nuestra calidad de vida. Superar el miedo nos permite anunciar con mayor fuerza (vv. 26-27); nos ayuda a estar enfocados en lo que es más importante y esencial (vv. 28-31). Además, nos facilita mantenernos siempre fieles en el proyecto de Dios (vv. 32-33),teniendo en vista constante a quien nos invita y nos envía: El dueño de la mies

5. El valor mayor no está solamente en querer conservar la vida a toda costa, sino en aceptar y reconocer que Dios es el dueño de la vida. Alguien dijo que no hay una hoja de un árbol que no se mueva por la voluntad de Dios. De manera, que cuánto más se fortalezca la relación y la intimidad con Dios y consigo mismo más crecerá la valentía en nosotros para hacer frente a las situaciones y a la circunstancias adversas de nuestra vida, provocando resultados asombrosos que beneficiarán nuestra vida, pero también irradiará en el bienestar de quienes nos rodean (vv. vv. 26-27. 32). Por eso, pensar solamente en nuestra salvación por miedo a la misión sería un acto egoísta porque no solamente velamos por nuestra vida, sino además la misión nos ayuda a velar por la de muchas personas. Es así como no podemos callarnos para discusiones o confrontaciones. Estamos invitados a dar a conocer a toda la humanidad los misterios del Reino de los Cielos, anunciando a la luz del día y en público la Palabra: lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados (vv 27b). Es decir, que al darnos cuenta de lo que tenemos y de lo que podamos hacer con preparación no es posible admitir un acto de guardarlo solamente para nosotros. La luz por naturaleza no se guarda ni se esconde, siempre tiende a manifestarse abiertamente (cf. Mt 5, 15a). Fortalecer la confianza en Dios y en nosotros mismos es saber que contamos con su respaldo (cf. Mt 28, 20) para desarrollar con perseverancia la misión y las acciones de vida y de amor, llevándolas a buen término, logrando cultivar crecimiento, madurez en las relaciones con los demás, contribuyendo así a  vivir nuestra libertad y el acto maravilloso de ser feliz.

6. Tener la confianza en Dios y en nosotros mismos nos facilita continuar la misión. Mantenernos perseverantes en el compromiso y la responsabilidad con las situaciones y las distintas relaciones personales que surgen en nuestra vida causará grandes y maravillosos resultados. El Maestro nos enseña: que al que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre celestial (vv. 32), es decir, que no sólo contaremos con la base sólida de confiar en el Padre (vv. 30-31), también contaremos con su respaldo para lograr alcanzar las metas y los objetivos propuestos (vv. 32), exponiendo sin miedo y en público el proyecto de la vida (vv. 26-27). Por eso, el verdadero temor no está en lo que nos puede ocasionar el llevar a cabo la misión, sino tomar una acción relajada y pasiva que nos paraliza, evitando el crecimiento y el avance de nuestra vida personal y comunitaria. En esto es importante la valentía porque algunos querrán impedir la misión: ...matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma (vv. 28); sin embargo, la muerte no tiene la última palabra porque cuando se piensa que todo está perdido o todo nos lo han quitado es el momento de confiar porque comienza a manifestar el poder exclusivo de Dios. 

7. El temor de Dios es un amor reverente en el que se manifiesta la confianza solamente en él más allá de las situaciones y de los momentos más complejos y difíciles. Entender esta lógica cada vez nos hará más libres frente a los demás y a las acciones que pretendan obstaculizar el crecimiento integral de nuestra vida, actuando de una manera comprometida y valiente, pues cuánto más crece nuestra confianza en Dios y en nosotros mismos, mucho más abrimos la posibilidad al amor providente y asistidor de Dios. Las imágenes del Pajarito y de los cabellos que alude Jesús (vv. 29) son un símbolo o una manera de explicar cómo Dios cuida de todo lo creado a pesar de las incomprensiones y de los reclamos que muchas veces le hacemos frente al sufrimiento y la maldad humana. Nuestra tarea no es juzgar sino confiar porque Dios no abandona ni está ausente en la misión. Es mejor caer en los brazos de la confianza y, no en las garras del desanimo. Éste nos puede desenfocar de lo que es más importante y esencial en nuestro proyecto de vida creciente.

7. Vivir la misión superando el miedo es edificar, construir con bases sólidas para proyectar la vida con responsabilidad y entrega incondicional, desde lo que somos y tenemos como personas, convirtiéndola en una gran bendición para los demás. Esto hace parte de una decisión, la cual nos pone en dilema que nos conduce acoger o rechazar sin términos medios: Aquel que se declare por mi ante los hombres, yo también me declararé por el ante mi Padre...quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los Cielos (vv. 32-33). La decisión que tomemos será causa de triunfo en nuestra vida y en nuestra misión o será causa  de nuestro fracaso y rechazo a la vida. Todos podemos superar el miedo con valentía y confianza mostrando que estamos en la capacidad de continuar la misión, siempre hacia adelante, pero asimismo depende de nuestro comportamiento y de nuestra actitud frente a las responsabilidad de lo hemos recibido y tenemos para dar.

8. En resumen, superar el miedo para continuar la misión va más allá del escepticismo y el desencanto que causan muchas veces los problemas y los distintos fracasos de nuestro proyecto de vida. Si bien no nos gusta que lo que estamos emprendiendo tenga obstáculos y nos den ganas de desistir es importante renovar los ánimos para no perder el impulso, como tampoco darle prioridad al miedo, pues éste nos puede paralizar, enclaustrar en falsas seguridades que en consecuencia mataría nuestros proyectos y sueños. Por eso, es importante tener claridad en lo que queremos y en lo que hacemos, enfocados siempre en la propuesta de Jesús para que confiados en los brazos poderosos del Padre nos mantengamos siempre sostenidos y fieles a la misión, avanzando en nuestra vida personal y facilitando que muchas personas también reciban la bendición generosa de Dios.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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