UN REINADO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO Jn 18, 33-37

UN REINADO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO
Jn 18, 33-37
Luis Fernando Castro P.
Teólogo

Sentir que muchas estructuras nacionales y mundiales van pasando y están a punto de caerse convendría darnos cuenta que existe un reino que sobrepasa cualquier mar y montaña, que se extiende a lo largo de la historia y de las distintas generaciones. Un reinado ante el cual los seres humanos pueden levantar libremente los límites y las fronteras de su vida y de su intimidad para abrirnos de un modo generoso hacia otras y muchas personas. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús Rey del Universo comparece ante Pilato poco antes de ser condenado a muerte y colgado en una cruz. Jesús quien llega frente a Pilato atado como un malhechor se presenta a sí mismo como un Rey, pero su reino no es de este mundo, es distinto al de Pilato porque su realeza está en función de dar testimonio del Padre, quien es dador de vida. Veamos: 

1. Ganar y mantener un poder para tener el control y el dominio sobre las cosas hace parte de quienes quieren dividir para reinar, oponiéndose a encontrar verdaderas soluciones de vida. Pilato representante del poderoso sistema imperial de Roma, entrando en el pretorio, lugar donde él residía, dialoga y hace tres (3) peguntas a Jesús si es el rey de los judíos (vv. 33); ¿Qué has hecho? (vv. 35); ¿Luego, tú eres rey? (vv. 37). Tres peguntas que muestran un dinamismo alternante de pregunta y respuesta. Tres preguntas y respuestas concatenadas. Más que un interrogatorio parece que dos reyes se encuentran frente a frente para hablar sobre el tema del reinado trayendo en consecuencia ciertos contrastes y de malentendidos. Por una parte nos encontramos con Pilato quien representa el máximo poder del emperador romano y es el único que tiene el poder para aplicar la pena de muerte, como si tuviera el derecho sobre la vida y la muerte. Pregunta de forma irónica si Jesús es rey de los judíos. Algo que es curioso porque a Jesús ya le había llamado rey de Israel (cf. Jn 1, 49; 12, 13). Al otro lado está Jesús un reo indefenso que se presenta frente a este poder romano como Rey. No como el rey de los judíos ni tampoco como los reyes de este mundo sino como un rey que es testigo de la verdad, que es responsable de su misión. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz (vv. 37). Es un rey atípico que sirve y da la vida por los demás. Por eso, la idea de Jesús como rey es malinterpretada, así como sucedió en la multiplicación de los panes y de los peces, la gente quería cogerlo para hacerlo rey, pero él se escabulle (cf. Jn 6, 14-|15). La realeza de Jesús consiste, en vivir en la verdad de Dios, es decir, revelar el rostro del Padre, quien es el dador de Vida. Un Dios que domina todo con calma porque es Señor pacífico del universo (cf. Salmo 92, 1-2.5). Quien ve a Jesús ve al Padre (Cf. Jn 14, 9). Por eso, Jesús no sólo habla con la verdad, sino que actúa de acuerdo a la verdad mostrando un mundo más humano para todos los seres humanos. Jesús es rey no como un guardián sino que actúa como testigo (cf. Ap. 1, 5-8). Un Rey que domina sobre todo el odio con su amor total. Éste es el sentido del poder, del reinado y del dominio de toda persona como respuesta al amor de Dios.

2. Frente a la pregunta insistente y enfatizada de Pilato, la respuesta de Jesús con otra pregunta delata una manipulación de parte de este rey: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? (vv. 34). Pilato parece no tener palabra propia, pues está bajo los intereses de los judíos quienes en forma explícita se declaran ser súbditos del César. Han optado por tener un rey extranjero para ponerlo en contra del Rey Jesús. Un verdadero juez debe estar seguro si lo que dice viene de su propio conocimiento o si es simplemente palabras y gestos de otros para actuar con eficacia verificando las acusaciones. De esta manera, la pregunta de Jesús pone en cuestión la autoridad de Pilato como juez. Sin embargo Pilato responde con otra pregunta: ¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mi (vv. 35). Pilato sabe que su función responsable no puede ser valorada por acusaciones de otros. Por eso deja que el acusado haga su propia declaración. Por eso, pregunta nuevamente a Jesús: ¿Qué has hecho? (vv. 35), pues al representante romano le interesa no los títulos sino la actividad de Jesús. Pilato se lava las manos responsabilizando al pueblo y a los sacerdotes de la entrega de Jesús, pero a este Jesús rey nadie lo entrega, sino que él da la vida de manera libre por amor a todos (cf. Jn 10, 18). Por eso, Jesús no le hace una lista de actividades a Pilato, sino que responde diciendo que su reinado, aunque está en el mundo no pertenece al mundo. La realeza de Jesús no tiene nada que ver con ejércitos no tampoco con imperios ni con cualquier otro tipo de reinado conocido. La prueba es que sus discípulos no han usado la violencia, ni han combatido para evitar la captura (vv. 36b). El reinado de Jesús no se basa en actos violentos, sino en actos de bondad, de amor y de misericordia. Entonces el reinado de Jesús no puede confundirse con las acciones y las funciones de los reyes de este mundo, quienes usando su poder y su autoridad consiguen sus intereses y búsqueda de privilegios. Jesús como rey no tiene nada que ver con este tipo de reinados. Su reinado no está basado en buscar su propio bien, sino estar en defensa de las personas, en ser voz para lo que no tienen voz y, ser voz en contra para lo que con palabrerías quieren callar, dominar y destruir a los demás (cf. Daniel 7, 13-14). Es un reino de viudas pobres, de ciegos en camino, de escribas y de maestros que lo buscan, de samaritanos que curan, de niños y mujeres preferidos. Un rey que toca leprosos, que está con los pequeños y los más vulnerables considerados por la sociedad. Un rey que tiene como trono la cruz y como corona las espinas. Es un reino que brota como semilla desde dentro, desde lo más profundo de la vida, desde el amor que responde a toda relación humana con humildad y servicio para que todas las personas crezcan y logren llegar a su realización en el amor desmedido del Padre. Quien se identifica con Jesús es también rey. Un rey entregado a la misión y al amor. Ser poderosos en el amor es servir y dar la vida sin medida en el mundo, sin ser del mundo, invitados a reinar, a amar, a dominar entregando nuestra vida en favor de muchas personas, dominando el egoísmo para que reine totalmente el amor con mucha fuerza, con la potencia inimaginable del amor de Dios que habita en nosotros y nos mueve a practicar cotidianamente al amor.

3. Jesús ha venido al mundo para dar testimonio de la verdad, en esto consiste su obra como Rey (vv. 37). Por eso invita a que todos acojan su reinado: Todo el que es de la verdad, escucha mi voz (vv. 37). Un reinado que no pertenece al mundo, aunque esté en el mundo. De esta manera, se comprende que no todos pueden ser testimonio de este poder y de esta fuerza si no se tiene conocimiento y experiencia de lo que declara (Cf. Jn 1,11-14), pues Jesús como Rey ha vivido desde la eternidad la comunión con el Padre (cf. Jn 1, 1-2). Jesús está lleno del amor y su realeza es un servicio a la vida sin límites  y sin alguna frontera. Un amor que nos hace libres y que nos guía hasta la verdad completa (cf. Jn 16, 7.13). Ahí esta nuestra realización como personas. Un amor sin medida y gratuito manifestado como verdad en la cruz. Por eso, quien ve a Jesús y se identifica con este rey, ve el amor, se deja llenar del amor para actuar y dar en abundancia generosa el amor, abriendo con el amor un camino de vida a muchas personas, facilitando andar hacia el crecimiento progresivo y la plenitud de vida. Un camino más allá de toda posibilidad y frontera humana. Jesús ejerce su reinado desde la cruz haciendo reales las palabras: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10, 10), sumergiéndonos en la comunión y en la sintonía con el Padre y el Espíritu. De esta manera, reinar es servir en nuestra vida con amor desmedido, dejando ver el rostro del Padre. Por tanto, celebrar  a Jesucristo Rey del universo, es asumir con responsabilidad la gracia recibida de ser reyes para servir hasta la entrega plena de nuestra vida, logrando que haya más vida en otros. Cuando decidimos entregar toda nuestra vida esta se colma de un dinamismo que genera más vida en favor de muchas personas, facilitando que nuestras relaciones se fortalezcan, avancen y progresen en el amor, como respuesta a la experiencia vivida al Amor.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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