OJOS NUEVOS PARA VER EL CAMINO Mc 10, 46-52
OJOS NUEVOS PARA VER EL CAMINO
Mc 10, 46-52
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo |
Todos como personas, de una forma u otra queremos ver con claridad nuestros caminos y nuestras metas para poder proseguir siempre hacia adelante en nuestra experiencia, logrando cambios concretos, reales y sinceros que nos lleven hacia nuevas y mayores bendiciones. Sin embargo, en este proceso de vida se hace necesario superar algunos obstáculos para que con esfuerzo, dedicación y disciplina podamos continuar el camino aportando al crecimiento personal y al servicio de muchas personas. A la Luz de la Palabra de Dios, un ciego mendigo de Jericó que estaba sentado junto al camino, el hijo de Timeo (Bartimeo), lleno de avatares y de complejidades logra descubrir en el paso de Jesús que lo único y necesario en su vida es hacer comunión con el Maestro, asumiendo un nuevo dinamismo para ver con claridad el camino de la vida. Veamos:
1. Quedarnos en las cosas fáciles de nuestra experiencia y proceso de vida es un modo de caer en el estancamiento y en la mediocridad, cegando nuestra mirada para ver más allá un mundo que necesita ser explorado. Bartimeo un mendigo ciego que estaba sentado al borde del camino al enterarse que Jesús pasaba con sus discípulos y acompañado de una muchedumbre comenzó a gritar: ¡Hijo de David, Jesús ten compasión de mí! (vv. 46-47). La situación de este hombre y último discípulo llamado por Jesús en principio estaba cargada de complejidades, de dificultades y de limitaciones. No tiene identidad (es hijo de Timeo y de este poco conocemos), es un mendigo, es ciego, está sentado al borde del camino y depende de la ayuda de otros. Su vida está en oscuridad, está de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce el rostro del Maestro, no puede ver y no puede seguirlo. Bartimeo está en el camino de Jesús, pero no participa de la gente que acompaña al Maestro. Esta sentado y cómodo por donde pasaban todos los viajeros para captar las limosnas. Es el lugar de su trabajo. Sin embargo, la rutina del mendigo se rompe cuando percibe el paso especial de Jesús de quien a oído hablar y comienza a gritar. Parece que está ante una oportunidad única, él quiere tomarse en serio su vida, no quiere quedarse paralizado ni estancado. Bartimeo no ve, pero escucha. Hay entonces una oportunidad de esperanza para dar por terminado a lo que está viviendo (cf. Jer 31, 7-9). Cuando escucha a Jesús realiza una petición grandiosa y profunda que da comienzo a un proceso de vida que lo lleva a pasar de la ceguera a la visión, de la marginalidad y poca participación en el camino a ser un activo caminante del Maestro. Bartimeo va a pasar de ser un mendigo a ser una persona que sabe actuar con libertad y con responsabilidad. La acción de acomodarse, la autosuficiencia (creer que no se necesita ayuda de nadie) y la mediocridad son cegueras que se encargan de hacernos ver que hay un camino oscuro del cual no podemos salir conduciendo la experiencia de vida a la frustración y al aislamiento. Cegueras que nos hacen sentir incapaces de tomar riesgos para avanzar, prefiriendo quedarnos sentados a la vera del camino, asumiendo una actitud de mendigos, esperando que todo nos los den, promocionando la pobreza sin darnos cuenta toda la riqueza que hay en nosotros para compartir, cayendo en el fracaso. Algunos están dejando pasar su vida en la noche porque les hace falta la luz para seguir el camino. Ignoran hacia dónde se mueve la vida, cuál es su dinamismo y hacia dónde se encamina. No conocen objetivos ni metas. Están instalados en una casa, en una religión, en una profesión, pero fuera de la fuerza de la vida. Pero al igual que Bartimeo muchos a pesar de sus complejidades, limitaciones y cegueras no dudan un instante para pedir ayuda, para clamar misericordia (cf. Salmo 125, 1-6) con gran intensidad: pero él gritaba mucho más (vv. 48), desencadenando un nuevo dinamismo en su vida en el que encuentra incluso una identidad. Analizar y evaluar nuestra realidad personal en todos los sentidos y aspectos de nuestra vida nos facilita darnos cuenta de nuestras cegueras que nos impiden ver con claridad las fortalezas y las oportunidades que tenemos para continuar hacia adelante acompañados y bendecidos por Jesús y, también para revisar el por qué permanecemos indiferentes sin involucrarnos en la realidad y en el mover activo de la vida, permaneciendo al borde del camino, engañados por máscaras que usamos, ocultando lo que somos y lo que tenemos para actuar con responsabilidad dando lo mejor de nosotros para los demás. El itinerario para abrir nuestros ojos comienza cuando reconocemos nuestras limitaciones más profundas, aceptando que no todo lo sabemos. Que la rutina y la autosuficiencia, no son suficientes para avanzar y crecer, es necesario practicar la humildad para clamar y pedir ayuda adecuada que nos facilite abrir un camino que nos conduzca a dar frutos esperados.
2. Muchos de lo que quieren salir hacia adelante en su vida con ojos nuevos para ver el camino necesitan activar la practica de la perseverancia para superar obstáculos y dificultades, algo que es inevitable en todo proceso y aspecto que nos corresponde vivir. Muchos de los que acompañaban a Jesús al oír gritar a Bartimeo, llamando e invocando la misericordia de Jesús, le increpaban para que se callará (vv. 48). No les gusta lo que dice el ciego y la manera cómo lo está haciendo. Les parece incomodo e inapropiado. Además, de las complejidades que tenía Bartimeo las personas que estaban en este camino lo veían como una persona de poco valor, como alguien indigno de estar frente a Jesús, quieren impedir que él se acerque a Jesús. Sin embargo, dentro de este mismo grupo también surgen personas que ante el grito insistente del ciego y mendigo Bartimeo lo animan: ¡Ánimo, levántate! Te llama (vv. 49b). Siempre que se quiere alcanzar algún objetivo o una meta en nuestra vida hay situaciones, personas y circunstancias que lo quieren impedir. Algunos lo hacen con burlas, con indiferencias y con ironía porque no quieren que otros lleguen a crecer y avanzar. Usan frases como: usted no puede, no lo va a lograr, no es posible, es mejor conformarse con lo que se tiene. Por eso, es importante superar y vencer con perseverancia los obstáculos, las palabras mal intencionadas que impiden salir hacia adelante, pues muchas personas acostumbradas a vivir como fracasados o a escuchar lo que otros solamente dicen, prefieren quedarse en esa situación antes que tomar decisiones para comenzar a transformar su vida. Pero, otros nos animan, se convierten en un canal de esperanza y de bendición, logrando que tomemos decisiones radicales y valientes que nos facilita superar nuestras cegueras y seguridades, formas de comodidad, aprendiendo a valernos por nosotros mismos para actuar con libertad, comprometidos con el dinamismo y el camino creciente de la vida. De esta manera, lo recomendable es saber escuchar con atención lo mejor del mejor (cf. He 5, 1-6) ignorando lo que se opone a los objetivos y a las metas que nos proponemos junto al Señor. Ante el clamor y grito rebelde del ciego, Jesús se para y lo manda a llamar (vv. 49). El Maestro se conmueve ante la necesidad. El ciego no ve, pero sabe escuchar, se pone al lado de los que saben escuchar para ser libres facilitando un camino de vida responsable. Cuán importante es saber animarnos unos a otros para lograr llegar a mayores y mejores situaciones de nuestra vida superando los sentimientos de amenaza y la búsqueda constante de privilegios.
3. Asumir una vida activa y con responsabilidad hay que aprender a pagar el precio, pues no es gratis, es necesario realizar gestos de despojo, de desprendimiento y, además saber hasta dónde se quiere llegar para enfrentar la vida de una manera adecuada. El ciego Bartimeo ante el llamado que le hace Jesús, arroja el manto (suelta su mayor bien), da un salto (se coloco de pie, se incorporó para empezar un nuevo camino), se acerca a Jesús (implica experiencia, diálogo, pero también confianza (fe) para poner la vida en alguien) y decidió ver: Rabbuní ¡que vea! (vv. 50-51). Bartimeo a diferencia de los hijos de Zebedeo (cf. Mc 10, 36) ante la pregunta del Maestro: ¿qué quieres que te haga? No quiere recibir de Jesús limosnas, él quiere recobrar su vida, quiere tener ojos nuevos para ver el camino acompañado de Jesús, para que con confianza y con solidez también facilite caminos que levante la vida y aporte al crecimiento de muchas personas: ...recobró la vista y le seguía por el camino (vv. 52). Soltar lo que nos brinda seguridad, poniendo nuestra vida de pie con la decisión de caminar hace parte de quienes asumen una nueva vida con dinamismo y con responsabilidad con la capacidad de involucrarnos en la realidad y en la situación de muchas personas, evitando quedarnos como simples espectadores al borde del camino, desarrollando una actitud distinta y una mirada profunda sin peros ni excusas, logrando obtener resultados inspiradores que transformen nuestro entorno y nuestra realidad. Por tanto, tener ojos nuevos para ver el camino es captar la originalidad y el mensaje del evangelio para aprender a ver el mundo de una manera distinta y cada vez más profunda, con grandes paredes pero con una manera de ver ver, de analizar y de enfrentar la vida convirtiéndola en un canal de esperanza para nosotros y al mismo tiempo para muchos, identificados con la propuesta y el proyecto sorprendente de Dios que nos dice constantemente: ¡Ánimo, levántate!
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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