EL SERVICIO COMO ACCIÓN SALVADORA Mc 10, 35-45
EL SERVICIO COMO ACCIÓN SALVADORA
Mc 10, 35-45
![]() |
Luis Fernando Castro Parra Teólogo |
Se suele influenciar o persuadir a través de personas, de publicidad, de discursos o de algunos medios que comunican para que de manera, indirecta e insensible logremos llegar a que otros piensen y actúen según el deseo que queremos. Muchos de estos deseos se han convertido en derechos. Hacemos peticiones o expresamos asuntos que estimamos solamente con la pretensión de alcanzar o tener un reconocimiento, un rating u ocupar puestos privilegiados sin que ello implique el mínimo esfuerzo, entrega o sacrificio significativo. Este deseo, trae como consecuencia rivalizar, competir y distraerse de lo que es esencial, solamente para estar por encima de las demás personas. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús anuncia por tercera vez su pasión, muerte y resurrección, pero sus discípulos están más preocupados por ocupar los puestos de privilegio, de fama y de poder. Veamos:
1. Muchas personas quieren los mejore puestos y los mejores privilegios, pero sin darse cuenta que para llegar a la meta es necesario pasar por algunos momentos de entrega, de sacrificio y de disposición solidaria. Cuando Jesús iba subiendo hacia Jerusalén anuncia por tercera vez el destino doloroso de su pasión y de su muerte, pero al mismo tiempo el destino glorioso de su resurrección a sus discípulos, pero estos enfocados en saber quién iba a asumir el puesto de Jesús parece que no logran entender las palabras de Jesús. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Es así como Santiago y Juan, discípulos del Maestro e hijos de Zebedeo se acercan a Jesús para hacerle una petición (vv. 35-37). Estos discípulos quieren sentarse un día a la derecha y a la izquierda cuando Jesús esté en su gloria: concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda (vv. 37). Estos discípulos están pensando como si la misión de Jesús fuera una carrera profesional y administrativa. Frente a esta petición Jesús se observa desalentado, triste porque sus discípulos no saben lo que piden (vv. 38). Nadie del grupo de discípulos parece comprender que seguir al Maestro, colaborando en su proyecto siempre será un camino de sacrificio, de esfuerzo, de cruz y no un camino de búsqueda de poder, de privilegio y de reconocimiento y grandeza. Por eso, la petición de estos discípulos de Jesús es rechazada porque no saben lo que están pidiendo, no acaban de comprender la misión de Jesús y, más aún su petición muestra que quieren estar por encima de las demás personas cuando el Maestro lo que desea es que sean primeros para servir y para usar la autoridad como servicio en favor de las personas (vv. 43-45). Además, porque quien concede sentarse a la derecha o la izquierda no es cosa de Jesús, sino del Padre, quien destina esta gracia a quienes están preparados (vv. 40). Tener grandes aspiraciones y proyecciones en nuestra vida no es malo, el problema no es tanto el qué sino el para qué queremos llegar a ser los primeros porque si el interés es ganar reconocimiento, éxito, honra personal solamente, pues el camino que estamos tomando es equivocado porque estaríamos centrando nuestra existencia en una vanidad egocéntrica que, en efecto causa dominio, poder y sumisión, poniendo nuestra vida sobre las demás personas. Ser grandes es importante, pero más interesante es ser primeros para estar disponibles a hacer vivir a las otras personas, buscando que ellas se engrandezcan. Esto nos realiza como personas y nos engrandece porque nos da sentido al camino de nuestra vida, llevándonos a vivirla de una manera plena y feliz.
2. Servir rompe los esquemas que nos someten, usando las capacidades, los talentos las habilidades que se nos han dado para contribuir al bienestar y crecimiento de los demás, haciendo posible que el otro se sienta importante, pero al mismo tiempo nos facilite superar nuestros propios intereses. El atrevimiento de Santiago y Juan causa que los otros diez discípulos se incomoden y se indignen. El grupo de los discípulos está más agitado que nunca. Parece que la ambición los está dividiendo (vv. 41). Entonces Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento y su servicio. La naturaleza de la misión de Jesús no es dominar como lo hace el imperio romano o los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea, quienes usan su poder para tiranizar, oprimir, lastimar a las personas y a los pueblos. Jesús es tajante frente a estas situaciones diciendo a los discípulos...no ha de ser así entre ustedes...el que quiera llegar a ser grande...será vuestro servidor (vv. 43). De esta manera, la comunidad de los discípulos no pueden asemejarse ni tampoco ser un lugar de sufrimiento, de dolor y de opresión. La comunidad de los discípulos están para servir, para ayudar y facilitar caminos de vida. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha y a su izquierda, sino personas que deciden colaborar con el proyecto de Dios, sirviendo, dando como él la vida en favor de muchas personas. Servir permite que las relaciones funcionen más armoniosamente y se logre ayudar a que los demás también progresen en todo sentido, aportando a que mejoren la calidad de vida, reconociendo la misericordia y el favor de Dios por su vida y por el pueblo (cf. Salmo 32, 4-22). Servir es hablar menos y hacer más para que el otro no sea un extraño, sino que sea promovido y bendecido, confiados en la gracia y en la misericordia que nos auxilia oportunamente (cf. He 4, 14-16). Servir es el puesto más alto, pero al mismo tiempo es el puesto más bajo porque sólo es posible ser el primero cuando nos hacemos últimos para servir, levantar y ayudar a otros, haciendo de las otras personas el centro de nuestra vida sin ninguna frontera ni alguna excusa.
3. El mundo del individualismo y del egoísmo crea espacios muy estrechos donde la comodidad, el afán de poseer al otro, la búsqueda de la riqueza y del poder lo caracteriza. Jesús deja claro las cosas con sus discípulos. La comunidad de Jesús no se construye ni se fundamenta desde la imposición, característica de los que se consideran jefes y dueños de la vida. Los discípulos de Jesús se identifican con el Maestro no por el dominio, sino por el servicio a los demás, a lo que se consideran muchas veces por la sociedad como los de abajo. En este sentido la comunidad de Jesús, no tiene una jerarquía en clave de dominio y de honor, tampoco de métodos y estrategias de privilegio y de poder. Lo que construye y alimenta a la comunidad y a los lazos que implican crear unidad es el servicio a los demás contribuyendo a la salvación de muchas personas. Jesús no quiere personas sentadas deseando los mejores puestos ni queriendo ir al cielo. Él quiere personas que sirvan con amor sin medida, sin obstáculos a los demás. Por eso, el Maestro se pone como ejemplo para sus discípulos, pues él no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate para muchos (vv. 45). El proyecto de Dios se caracteriza por el servicio y no por triunfalismos. Tampoco el servicio es una acción paralela a nuestra vida ocultado en el amor a nuestros seres queridos y cercanos. El servicio se extiende hacia los de afuera, hacia aquellos que desconocemos, pero que sabemos que hacen parte de nuestra vida y, por tanto necesitan de nosotros para avanzar y crecer en sus vidas. Este es el sentido de iluminar nuestro mundo en todos las direcciones, incluso nuestra casa. La misión tiene el objetivo de que cada uno de nosotros nos desvivamos por las demás personas y no por buscar puestos de gerencia. Servir como acción salvadora tiene sus tareas y sus responsabilidades, pues renuncia a la manipulación, al abuso y a las imposiciones, incluso quien quiere ser reconocido e importante necesita ponerse a trabajar y colaborar con el proyecto de Dios desde sus propios compromisos haciendo que la calidad de nuestra vida mejore constantemente y sin medida, aunque corramos el riesgo de ser utilizados, pero con la confianza puesta en Dios, quien hace posible que el sufrimiento se convierta en causa de vida y de salvación (cf. Is. 53, 10-11). Por tanto, nuestra vida es una carrera que nos conduce por la ruta de la esperanza y en el ejercicio constante del servicio, de la entrega, de la cruz.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo-Magíster en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
https://www.youtube.com/channel/UCPU82iuDDxt-dZQojhXYv4A
Comentarios
Publicar un comentario