SUPERAR LA RIVALIDAD SIRVIENDO CON AMISTAD Mc 9, 38-43.45.47-48
SUPERAR LA RIVALIDAD SIRVIENDO CON AMISTAD
Mc 9, 38-43.45.47-48
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Luis Fernando Castro P. Teólogo |
Estamos en un tiempo en el que cada persona, se ocupa más de sus propios asuntos y actividades cayendo en un mero individualismo, provocando poco interés por involucrarse con lo que sucede a sus alrededores y con la situación de los demás. Buscamos más las prioridades de competencia y rivalidad, ganando privilegios que tomar la decisión de cooperar. A la Luz de la Palabra de Dios, los discípulos de Jesús, encabezados en esta ocasión por Juan el hijo de Zebedeo, denuncian y quieren impedir a uno que no era del grupo por estar actuando en el nombre del Maestro. La respuesta de Jesús se encamina a romper toda actitud sectaria y de dominio, invitando a alegrarse por todos los que viven de una manera distinta su estilo de vida, cooperando y sirviendo a los demás. Veamos:
1. Pasar de la competitividad a la cooperación nos exige valorar y desarrollar la capacidad de inclusión, superando el deseo de poder y de grandeza para que actuando con humildad y pequeñez sirvamos y contribuyamos en el bienestar de muchas personas, logrando estar envueltos en el amor de un Dios que no tiene límites y siempre sale al encuentro de los que él más ama. La escena que se nos presenta es sorprendente. Los discípulos de Jesús preocupados más por los primeros puestos de privilegio no han captado el mensaje de la pasión, muerte y resurrección de Jesús (cf. Mc 9, 30-37), causando rivalidades y competencias entre unos y otros. Es así, como Juan el hijo de Zebedeo siendo el portador del grupo de los discípulos le trae un problema a Jesús: Hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros...(vv. 38a). El grupo de los discípulos de Jesús, no sólo están preocupados por saber quién es el mayor, el más, grande, el más aventajado, sino que ahora también pretenden tener la exclusividad y el monopolio de la acción salvadora de Jesús. Los discípulos están preocupados porque una persona que no era parte del grupo está actuando en nombre de Jesús y, en lugar de alegrarse piensan que aquella persona está haciendo algo indebido y, por tanto, hay que impedírselo hacer: ...nosotros tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros (vv. 38b). La acción de impedir por parte de los discípulos se inclina más por estar pensando en el prestigio de su propio grupo, por pretender guardar un dominio: no nos seguía, que por ayudar a las personas a iniciar una vida más humana. Por eso, tratan de poner obstáculo, cortando de raíz la actuación de aquella que quiere hacer bien aun sin pertenecer a un grupo específico. El argumento que dan los discípulos es "No es de los nuestros", dando como supuesto o como requisito que para servir al Señor es necesario pertenecer a un grupo exclusivo y, en efecto, nadie podría trabajar por obtener un mundo mucho mejor, sino no hace parte de los discípulos. Qué difícil es para muchos valorar lo que hacen otras personas, les ponemos obstáculos y llegamos a prohibir sus acciones (cf. Nm 11, 25-29), creemos en muchas ocasiones que ya todo lo sabemos y nadie hace mejor lo que nosotros hacemos ni nadie ha vivido lo que nosotros hemos experimentado, sucumbiendo en un exclusivismo, en actuar con cierta superioridad, llegando incluso a sentirnos dueños de lo que hemos recibido y lo que nos han dado por gracia. De esta manera, nos liquidamos por formar ciertos grupos que tienen el objetivo de competir, de rivalizar convirtiendo la vida en un campo de batalla en donde todos quieren ser los primeros, todos quieren ganar pasando por encima de los demás. Es una carrera de competitividad, pero de poca valoración personal en favor de lo que pueden hacer las otras personas por la acción del Espíritu Santo (cf. 1Cor 12, 1-3).
2. Existe una frase muy conocida en el lenguaje cotidiano de las jergas hispanas para referirse a algunas personas que por tener una actitud egoísta o por ineptitud estorban, se cruzan en el camino poniendo obstáculo a todo y a todos. No hacen, pero tampoco dejan hacer: Ni raja ni presta el hacha. Los discípulos de Jesús habían tenido la oportunidad de expulsar el demonio de un niño epiléptico (cf. Mc 9, 14-18), pero no habían podido y, ahora ven cómo un extraño y externo de la comunidad de los Doce logra hacer signos: ...expulsa demonios... A los discípulos les incomoda y les molesta que otros estén haciendo lo que ha ellos les corresponde y quieren prohibir la acción de aquella persona porque están más enfocados por obtener los primeros puestos de honor. Sin embargo, en este ambiente tenso suceden dos cosas interesantes. Por una parte, la respuesta de Jesús no está en la línea de lo que pensaban sus discípulos. Su respuesta es rotunda: No se lo impidan...(vv. 39), pero por otro lado, la respuesta de Jesús muestra cómo la fe no es un título o una marca para que solamente algunos la usen y se adueñen de esta gracia. La fe del Maestro no pertenece a algunos, como si fuera un monopolio, el cual hay que cuidar y meter en una burbuja para que nadie lo toque, sea admirado y nada más. Además, por qué prohibir a otro que haga cuando a los que les corresponde hacerlo están mirando para otro lado (cf. Santiago 5, 1-6). El Amor de Dios no tiene límites ni cercas, como tampoco alguna frontera que prohíba que otros, aunque no sean de nuestro grupo hagan el bien a los demás, incluso lo hagan de una manera distinta y de otra forma. Es maravilloso ver cómo muchas personas se esfuerzan y se dedican a servir a otras personas, salen en busca de los demás, golpean puertas, buscan mejorar la calidad de vida de otros, abren espacios para ayudar a crecer y avanzar poniendo toda su atención, no en sí mismos, sino en la manera que otros logren iniciar una vida más humana. El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora es más importante y más grande que la comunidad de los discípulos y, por eso, mientras que los discípulos cercanos a Jesús todavía no siguen el pensamiento del Maestro, otros movidos por el amor actúan en nombre de Jesús: pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mi, pues el que no está contra nosotros, está por nosotros (vv. 39-40). Entonces, no se trata de tener grandezas y de sentirnos aventajados, superiores a otros, ni mucho menos despreciar lo que otros hacen. Lo mejor es dejarnos envolver por el amor de Dios, alegrando el corazón y admirando todo lo que puede hacer Dios a través de otras personas sin ninguna incertidumbre o algún resentimiento, que si bien no están con nosotros y junto a nosotros porque tal vez no profesan nuestra misma fe, esto no significa que no estén haciendo el bien a los demás, sembrando semillas de vida y de generosidad. Es bueno que la Buena Noticia pueda extenderse más allá de algunos grupos ya establecidos para que colaborando unos con otros, creando lazos de fraternidad y de amistad podamos vivir de una manera más humana. Hemos de apoyar e impulsar en lugar de señalar y descalificar: Todo aquel que os he de beber un vaso de agua... (vv. 41-42). Cada grupo que existe puede aportar algo para que todos podamos crecer y vivir de una manera más saludable. Nadie puede creerse superior a nada ni a nadie ni tampoco pretender creernos dueños de lo que no nos pertenece, creyendo ingenuamente que solamente algunos somos portadores de la gracia del Espíritu. La escuela de Jesús no es una institución cerrada y exclusiva para algunas personas. Esto no es posible en el programa de Jesús. La escuela del Maestro es un espacio de vida abierta para todos donde es posible en nombre de Jesús invocar para hacer el bien, trabajando por un mundo más justo y humano sin tener que pertenecer a un grupo específico, convirtiéndonos en motivo de alegría, de esperanza y de vida para otros (cf. Salmo 18, 8-14). Por eso, es importante que nos alegremos y demos gracias por los que superan el "no puedo" y la frase "No estamos formados" con el fin de comunicar buenas noticias. ¡No prohibamos, mejor avancemos!
3. Renunciar a la voluntad del domino y de los proyectos meramente egoístas es superar la rivalidad para servir con amistad y fraternidad valorando el servicio que otras personas hacen, buscando que el mundo se mueva de una manera más saludable y fraterna. Jesús usando una metáfora con algunos órganos vitales, mano (el deseo de poseerlo todo), pie (la decisión de andar en pos de alcanzar lo que se desea y se quiere poseer), ojos (visión y pensamientos en beneficio propio) (vv. 43-47) muestra cómo los deseos humanos cuando se hacen exclusivos para algunos trae en consecuencia efectos negativos porque se olvida de poner la mirada en lo que también son y hacen los demás. Se olvida de gastar lo que se ha recibido para construir la vida, dejando que todo se consuma en el fuego donde se queman las basuras (gehena). Así que, renunciar a nosotros mismos a lo que retenemos y a lo que deseamos para poder compartirlo, sirviendo con fraternidad es una decisión que debemos tomar. Seguir lo planes egoístas y de pretensión de dominio u optar por pisar fuerte en nuestra vida actuando en nombre de la vida y de Jesús, logrando que otros inicien una nueva vida, aunque esto implique realizar algunos esfuerzos para estar siempre a favor de Jesús son dos caminos que tenemos al frente. Cuál debemos tomar es decisión de cada uno de nosotros. Por tanto, crecer y ganar necesita muchas veces de esfuerzos y de renuncias significativas, pero lo importante en este camino no es pensar en lo que debemos renunciar, sino en lo que podemos ganar y disfrutar cuando superamos la rivalidad, la competencia, el deseo de dominar para compartir y servir con amistad y fraternidad viendo en los demás, la acción de un Dios que no sólo tiene la capacidad de actuar en todos por amor, sino que al mismo tiempo se ofrece como holocausto...pues todos han de ser salados con fuego (víctimas agradables a Dios) (vv. 49) entregando su vida por amor a la humanidad.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo-Magíster en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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