PROTEGER A LA PERSONA UNIDOS EN EL AMOR Mc 10, 2-16
PROTEGER A LA PERSONA UNIDOS EN EL AMOR
Mc 10, 2-16
![]() |
Luis Fernando-Florecita |
Toda opción y proyecto adecuado para la vida está en función de servir y de construir un verdadero amor, junto a otras personas. Sin embargo, ocurre que no siempre es fácil crear buenas relaciones con los demás porque surgen distintos problemas, situaciones que forman malentendidos y en otros casos crea ciertas diferencias que distancian, causando separaciones, rompimiento de amistades, distanciamiento entre una persona y otra. Pero aún cuando estamos en esta forma de relación constante no queremos vivir solos. Por eso, cuál se la opción de vida que hayamos decidido tomar y aceptar, no se busca tan sólo ser fiel a los demás y a Dios, también y en primer lugar a nosotros mismos. A la Luz de la Palabra de Dios, unos fariseos se acercan a Jesús y le hacen una pregunta sobre el divorcio para ponerlo a prueba. La respuesta del Maestro se encamina a un nuevo orden social donde el varón y la mujer comparten la vida en mutua entrega y armonía sin ninguna enemistad, imposición ni sumisión. Veamos:
1. Apostar por la vida familiar, por la vida de estar en pareja viviendo el regalo maravilloso de la alteridad es apostar por construir el amor en las distintas relaciones, tomando riesgos sí, pero sin ningún tipo de desconfianza, enemistad ni repudio como tampoco de exclusión para que podamos dejar que surja la valentía que nos proyecta ha vivir en armonía la creación de amar, más allá de estar basados en estatutos jurídicos o de estar meramente cimentados en leyes que pueden limitar al varón y a la mujer a soñar, a construir, proyectar y amar. La pregunta de unos fariseos a Jesús sobre el divorcio: ¿Le es lícito al marido separarse de su mujer? (vv. 2) quiere poner a prueba, contra la espada y la pared al Maestro porque tanto en la escuela del judaísmo como en el mundo greco-romano era normal repudiar a la mujer. Este desprecio estaba regulado por la Ley (Torá) favoreciendo en todo sentido al varón, haciendo sufrir a las mujeres de Galilea. La mujer era totalmente esclava del varón y el divorcio como ley no era tampoco como lo podemos conocer hoy. Los fariseos basados en una ley jurídica y actuando con una mentalidad reducida, poco abierta a la armonía y al valor de la persona por sus pretensiones de superioridad creen que las dificultades, los problemas y las situaciones inevitables que suelen suceder en el ámbito familiar eran suficientes para repudiar, discriminar y consentir la separación, rompiendo con la unidad, causando división y desarmonía entre el varón y la mujer. La mujer judía vivía dentro del matrimonio totalmente controlada por el varón quien podía romper el contrato matrimonial por sucesos banales como dejar quemar la comida, expulsando de la casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida y sumisa a su esposo, no podía actuar de otra manera sino a la orden y comportamiento del marido. Ciertamente las leyes nos pueden facilitar y ayudar a resolver muchos problemas y enredos de nuestra vida y, esto muy bueno, pero siempre estas leyes pueden ser un reajuste o una manera de reacomodarnos a nuestros intereses, incluso cuando se trata de aspectos importantes y decisivos en la experiencia de nuestra vida porque en ocasiones estas leyes hacen que el vínculo de una unión fracase y no se viva de acuerdo a los planes de Dios. De esta manera, lo lícito o lo legal, jamás podrá llegar al fondo de las realidades humanas en las que nos movemos como hombres y como mujeres, como personas valiosas y con dignidad. Por eso, no basta solamente cimentarnos en las leyes o en las normas establecidas e implacables que muchas veces usamos como costumbre para sentirnos tranquilos, es importante ir un poco más lejos para impregnarnos del amor que nos une y nos permite construir de una manera armónica sin desprecios o repudios, pues Dios no nos ha creado para vivir solos ni en soledad, sino en relación (cf. Gen 2, 18-24), en compañía, en una condición familiar que supera toda dureza de corazón y de imposición para vivir de una manera plena y feliz junto a otros, creando lazos de amistad y de verdadero fraternidad y amor.
2. Toda persona ha nacido de una forma original, pero en los procesos y experiencia de vida nos vamos convirtiendo en simples y sencillas fotocopias que nos impiden crecer y avanzar. La respuesta de Jesús, frente a la pregunta de los fariseos sorprende a todos porque, por una parte les invita a evaluar sobre lo que dice la ley: ¿Qué os prescribió Moisés? (vv. 3), pero por otro lado les invita a descubrir el sentido y el significado del proyecto original de Dios (vv. 4-8), que está por encima de cualquier ley o norma que por condiciones o situaciones humanas hayamos acomodado a nuestros intereses. Jesús al ahondar en el misterio original del ser humano quiere proteger y darle el puesto a la mujer superando las leyes machistas que se había impuesto en el pueblo judío por la dureza del corazón, en especial de los varones que con sus comportamientos y respaldados por una ley controlaban y sometían a las mujeres a su voluntad. Hombre y mujer han sido creados en igualdad. Dios no ha creado al varón para supeditar a la mujer, como tampoco ha creado a la mujer para que esté por encima del varón. Hombres y mujeres, aunque diferentes tienen igual condición y dignidad y por eso, no es posible que haya dominación entre el uno y el otro, aunque surjan los eventos difíciles o los momentos de sufrimiento en los distintos aspectos cotidianos de la familia (cf. Salmo 127, 1-6). Por supuesto que algunas personas como los discípulos de Jesús siguen pensando y compartiendo las ideas de los fariseos (vv. 10), sin embargo, sin ampliar el asunto, el Maestro les responde que la estructura original del ser humano es una vida compartida donde no cabe la exclusión, ni el rechazo, el repudio, como tampoco la sumisión, la rivalidad y la imposición (vv. 11-12) patriarcal ni feminista. Cada uno de nosotros como personas en relación estamos en la capacidad de vivir amores duraderos que se construyen y se juegan todo, creando lazos fuertes y saludables generando vida. Somos una unidad en la diversidad. Lo diverso, como hombres y mujeres nos da la capacidad de complementarnos, proyectando y construyendo el amor por encima de todo lo que quiera impedir llevar a cabo la unidad en la diversidad. Dicho de otra forma, la visión, el proyecto de Dios se enfoca en la unidad, aunque exista la diversidad y, no en las discordias, causadas por la dureza y la legalidad de un corazón duro impregnado de machismo y de poca flexibilidad y servicio. Somos un proyecto de unidad constructiva basados en el amor maduro. Somos personas que sabemos caminar siempre hacia adelante, fundados en el servicio y en crear relaciones sólidas y saludables donde el corazón duro y todos sus derivados como el odio, el egoísmo, el rechazo, el uso de una cantidad de máscaras no tienen cabida porque tenemos la capacidad de superar obstáculos, de trabajar acogiendo las acciones que generan vida y que proceden del amor y la misericordia de Dios, evitando llegar a instancias dramáticas de divorcio, que al final y en consecuencia sólo ocasiona relaciones nocivas, agresiones violentas y, muchas veces poco beneficiosas para la pareja, la familia y para los hijos. Una pareja que permanece unida construyendo el amor es una pareja que se distingue. Este es el sentido de ser una sola carne. Varón y mujer somos atraídos para vivir unidos por un amor libre y gratuito, por eso se concluye diciendo: lo que Dios unió que no lo separe el hombre (vv. 8), es decir lo que esté fundamentado en Dios nada ni nadie lo puede dividir ni separar, como tampoco marginar con pretensiones de superioridad o de dominación, pues Jesús...por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos (Hb 2, 9-11), luchó por encontrar siempre nuevas alternativas de vida no sujetas a la voluntad propia, interesada y privilegiada de sí mismo sino por el querer del Padre, generando una solidaridad inmensa como servicio y bienestar para los demás, dando un orden, un sentido de pertenencia y de equilibrio, aun cuando hayan tensiones, logrando vencer las discriminaciones, los rechazos y las separaciones que destrozan la imagen y el proyecto de unidad y del amor soñado por Dios.
3. La referencia a otras personas nos abre la posibilidad a la fraternidad y a la verdadera amistad, sacándonos del encierro y de la comodidad de aferrarnos a unas seguridades que nos vuelven implacables y nos impiden ver en las demás personas algo más de lo que ya hemos visto en ellas. Al igual que las mujeres, los niños, los pobres y los enfermos del pueblo judío eran despreciados por su condición social. Los discípulos se incomodan porque le han presentado unos niños al Maestro (vv. 13). Los discípulos de Jesús todavía impregnados de rigurosidades quieren alejar a los niños negándoles la bendición de Jesús, se hacen obstáculo porque creen que un verdadero Maestro no puede entretenerse con niños porque pierde su autoridad y, por ende será poco creíble. La reacción negativa de los discípulos dejan observar la actitud de aquellos que solamente ven en los niños un estorbo, un impedimento para crecer. Casi siempre este tipo de personas ponen a un lado a los niños como en un segundo plano porque los consideran como el mundo de los impertinentes, de los inquietos y de los necios que no dejan escuchar y actuar de una manera adecuada. Pero estas actitudes de los discípulos muestran que no asimilan las actitudes y comportamientos de Jesús fundamentados con los criterios del Reino que construye y transparenta el amor, el servicio y la vida. Por eso, el enfado del Maestro porque Jesús no tolera ni está de acuerdo con despreciar a los débiles, a los que la sociedad considera "sin derechos". La reacción del Maestro es dejar que los niños vengan hacia él (vv. 14), porque un niño aislado, rechazado y despreciado no puede tener vida. Un niño necesita dejarse proteger, cuidar, ser atendido y hasta dejarse corregir poniéndose en manos de otros con toda humildad y sencillez aprendiendo a valorar y a conocer a las personas sin albergar resentimientos, sumisiones e imposiciones que complicarían su vida, incluso como niños no buscan ganar méritos ni ocultarse detrás de una máscara como tampoco alcanzar o sentirse respaldados por un poder o un privilegio. Los niños estás desprovistos de cualquier ambición o pretensión egoísta. Este es el mundo y la visión de los niños, de los cuales aprendemos mucho y, en consecuencia no pueden ser excluidos porque no se caracterizan por ser meramente vulnerables e indefensos sino porque están por vivir y aprender a crecer en un largo proceso de vida. Los niños al igual que las mujeres deben ser protegidas porque como personas con dignidad al igual que los varones son importantes y valiosas para la vida, son un don, un regalo al que todos esperamos ver crecer y vivir de una manera plena y feliz su vida. Así que ser adultos no implica que dejemos de ser niños. Aprender a sacar el niño que llevamos dentro aunque nuestra vida haya pasado por diversas situaciones y circunstancias, aportaría con multitud de beneficios a los demás, facilitando hacer de nuestra vida un camino de felicidad, disfrutando de todo lo que hacemos, junto a otros sin condicionamientos, sin enemistades ni prejuicios. Por tanto, proteger a la personas más allá de la norma es estar unidos para el amor, logrando hacer viable la amistad, la verdadera convivencia y fraternidad arriesgando a superar el mero tratamiento lícito y legal para construir juntos el proyecto original del amor con humildad y sencillez, transformando realidades y relaciones humanas, avanzando hacia la comunión y la relación con quien es la fuente del Amor: Dios.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo-Magíster en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
https://www.youtube.com/channel/UCPU82iuDDxt-dZQojhXYv4A
Comentarios
Publicar un comentario