ESCUCHAR PARA COMUNICAR BIEN Mc 7, 31-37

ESCUCHAR PARA COMUNICAR BIEN
Mc 7, 31-37
Florecita-Luis Fernando

Aprender de lo que otras personas dicen y hacen es interesante porque nos dan herramientas y acciones de vida para desarrollar y mejorar nuestro trabajo, nuestras actividades, pero no siempre ocurre que al copiar los movimientos y decir las palabras que otros han dicho, siguiendo al pie de la letra sea adecuado y estratégico porque por un lado no se estaría aportando como tampoco estaríamos dando un paso más allá de lo que nos piden hacer o cumplir, conduciéndonos a cometer errores y, en ocasiones a ver nuestra vida estancada, atrapada en el tiempo y en la mediocridad como si no se tuviera el derecho de pensar y de profundizar en lo que hemos aprendido, impidiendo descubrir otro camino u otra forma para expresar y desarrollar la actividad, logrando obtener mayores y mejores resultados. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús entrando en contacto con un sordomudo y usando su propio método, sus propias herramientas y lo que tiene a su alcance cura al enfermo reintegrándolo a la vida plena, provocando admiración por sus acciones: Todo lo ha hecho bien. Veamos: 

1. En la experiencia de nuestra vida casi siempre nos encontramos con personas y con momentos especiales que nos permiten mejorar nuestra calidad de vida. Jesús pasando por la región pagana de Decápolis (vv. 31) le llevan a un personaje muy especial, un sordomudo (32). No oye ni habla. No puede comunicarse con nadie como tampoco se entera de que el Maestro está pasando cerca de él. Esta encerrado en sí mismo. Sin embargo, la actuación de Jesús se convierte en algo especial porque no impone las manos como se lo han pedido hacer, no tiene en cuenta la normas de pureza, sino que realiza unas acciones muy particulares: Lo primero es acercarse al enfermo. Jesús no hace diferencia entre personas (Cf. Salmo 145, 7-10), por eso entra en contacto físico con este paciente para apartarlo de la multitud, pues el Maestro no busca tampoco la fama ni el aplauso de la gente. La segunda acción que realiza Jesús es meter sus dedos en los oídos de aquel hombre y al mismo tiempo con su saliva toca la lengua de este hombre. Estas acciones denota que Jesús quiere que el enfermo sienta su contacto curador basado en el encuentro con él, pues Jesús es el sacramento, la presencia viva de Dios entre los hombres que renueva la creación: y, levantando los ojos al cielo, dio gemido (vv. 34). Solo un encuentro profundo con Jesús hace posible que la sordera y la manera de comunicarse con el mundo se cure, pero también podemos ver que Dios va más allá de simples discursos y teorías, dejándose sentir en las personas con hechos y practicas concretas que penetran el corazón de la persona para levantarlas y para moverlas a hacer el mayor bien posible, reanimando a los abatidos y transformando la tierra devastada (cf. Is 35, 4-7). 

2. Nadie esta condenado a quedarse atrapado o anquilosado en sí mismo, en sus ideas y en sus acciones. Después de las primera acciones de Jesús con el sordomudo parece que la sordera quiere resistirse. Entonces Jesús acudiendo a quien es la fuente de la vida, el Padre pronuncia una palabra sobre aquel hombre: ¡Effatá! que quiere decir ¡Ábrete! (vv. 34b). Una palabra que no esta dirigida a los órganos afectados del sordomudo solamente, sino al corazón de aquel paciente porque toda enfermedad afecta al hombre en su totalidad. Por eso, la curación no está solamente dirigida hacia los oídos y el habla sino que permite ahora que este hombre esté abierto a una nueva vida, a un nuevo encuentro con Dios y con las demás personas. Sin duda la palabra del Maestro resuena no sólo en los oídos de esta persona sino en todo su corazón, pues ninguna persona está condenada a vivir aislada ni apartada de la realidad, todos tienen la posibilidad de crecer y de avanzar en su vida, junto a otros, creando lazos de unidad, de generosidad y de fraternidad (cf. Santiago 2, 1-5), evitando quedarnos atrapados en paradigmas, en exclusiones, en métodos o en situaciones que impiden escuchar y hablar algo nuevo, pero al mismo tiempo evitando quedarnos cerrados a la novedad de la vida y de la Palabra de Dios, escuchando poco y comunicando mal. De esta manera, la frase aquí siempre se ha hecho así, no es saludable ni tampoco recomendable porque las necesidades y la experiencia de las personas son distintas y diferentes y, por tanto los resultados son diferentes y distintos. Entonces, escuchar y hablar para comunicarse de una manera adecuada, sabiendo qué hacer con lo que tiene o se ha aprendido activa la posibilidad de discernir y de realizar críticas constructivas que abren la posibilidad de transformar, de hacer el bien a los demás sin que exista el miedo o el temor de llamar la atención o de quedarse recibiendo elogios y admiración (vv. 37). Esto se maneja practicando la humildad. 

3. Progresar y ayudar facilitando caminos de vida para que otras personas crezcan, dejando de hacer lo mismo, saliendo de nosotros mismos, de nuestros propios encierros, descubriendo otras formas de vida y de encuentro permite que podamos vivir de una manera diferente y mejor. El diálogo de Jesús con el sordomudo no esta basado en un diálogo doctrinal ni tampoco meramente teórico donde se dicen grandes verdades, estas muchas veces no son suficiente para tocar el corazón de la persona; tampoco el interés del Maestro al acercarse al enfermo no es buscar hacer algo para que entre a la comunidad de inmediato, lo importante aquí es el encuentro, el contacto y la vida de la persona. No escuchar entonces, con paciencia y compasión bien la palabra de Dios nos impide en el camino poner palabras de esperanza y de vida en las personas que sufren. Nuestro afán no está en convertir sino en saber vivir con dignidad e identidad. Perder la capacidad de saber escuchar nos incapacita poder comunicar de manera adecuada la vida. No es suficiente solo con ver las bondades de Dios en la cotidianidad, se necesita ser también un testigo de esas acciones divinas que inviten a devolver la dignidad y la identidad de las personas para que vivan mucho mejor de lo que ya son y puedan avanzar y crecen en todos los aspectos de su vida. 
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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