¡VOLVER A EMPEZAR! Is. 49, 3-6; 1Cor 1, 1-3; Jn 1, 29-34
¡VOLVER A EMPEZAR!
Is. 49, 3-6; 1Cor 1, 1-3; Jn 1, 29-34
Comenzar un nuevo tiempo, una nueva etapa nos exige inevitablemente, volver a empezar, deseando que lo que venga sea mucho mejor de lo que ya ha sido. Es como si volver a empezar implicará avanzar, cambiar de vida para no quedarse atrapado o estancado haciendo lo mismo, cayendo en círculos viciosos que no son recomendables para lograr progresar en lo que realizamos. No hay duda que nuestra vida es experta en ponernos en situaciones que nos impulsan a empezar de cero, sin embargo, contar con la ayuda de alguien para emprender de nuevo el camino es importante porque nos da confianza, nos permite saber que no estamos solos y que lograremos hacer posible que lo que se empiece, empuje hacia el objetivo de conseguir integralmente, cumbres más altas. Lo cierto es que volver a empezar abre la posibilidad a nuevas oportunidades para revisar, evaluar y proyectar en cada una de nuestras esferas humanas. Somos una sucesión infinita de inicios. Y, aunque no nos resulta muchas veces agradable volver a empezar porque no es fácil de enfrentar lo nuevo, lograrlo nos mueve a vivir plenamente, alcanzando mejores y nuevos resultados en nuestro proceso de crecimiento personal, familiar y social. A la luz de la Palabra de Dios volver a empezar se convierte en una oportunidad vital en el que descubrimos el respaldo divino que nos impulsa a ir más allá de nuestros sueños para vivir plenamente. Veamos
1. Respaldo divino (Is 49, 3.5; Jn 1, 30-33): Todos, como personas distintas, con situaciones diferentes, necesitamos de una ayuda, de un respaldo, de unos estímulos que inunden de confianza nuestro interior, necesitamos de unas palabras que nos impulsen a continuar progresando en lo que hacemos y en lo que podemos emprender. El respaldo divino ha estado siempre a lo largo de la historia, más aún desde el seno materno (Is, 49,5). El profeta Isaías nos muestra cómo en un duro momento de exilio del pueblo de Israel, donde predomina el imperio dominante y en el que es fácil de perder la fe las palabras de ánimo de Dios nunca estuvieron ausentes: Tú eres mi siervo, en quien me gloriaré...te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra...Tenemos el mejor y más grande respaldo para volver a comenzar. El Padre que es fuente de la vida, presente en nuestra vida está de nuestro lado, dispuesto a ayudarnos a construir, a avanzar y a crecer integralmente para que logremos mostrar al mundo la luz que resplandece en nuestro interior. Este respaldo que estuvo en el pueblo de Israel, lo estuvo también en su hijo Jesucristo para que él logrará desarrollar con eficacia su ministerio, su misión (Jn 1, 33). Es por esto, que podemos estar tranquilos y confiados para volver a empezar porque contamos con el respaldo divino para dinamizar nuestra vida, para expresar con confianza que somos glorificados a los ojos de Yahvé, quien es nuestra fuerza (Is 49, 5) para continuar avanzando hacia las metas que nos hayamos propuesto. Dios tiene el propósito el plan para nosotros, sólo hay que tener la tranquilidad y la espera en los signos que se van dando en las situaciones, en las circunstancias cotidianas (Jn 1, 30-33), y en las que el buen Dios nos comunica su ayuda, su respaldo, su aliento, su fuerza. Aunque parezca que no veamos, a pesar de los esfuerzos, de las luchas, de las batallas, de los sacrificios, él está funcionando porque él no cambia su esencia, porque él quiere y no sabe dar otra cosa que lo mejor para nosotros. De esta manera, nada podrá impedirnos ir más allá de nuestros sueños y de nuestras limitaciones, de desaferrarnos de lo que nos estanca para trazar un camino distinto que nos permita volver a empezar. Dirás, que resulta fácil y rápido leerlo, sin embargo, aunque en la práctica se requiere de esfuerzo, tener la certeza del respaldo divino hará que las situaciones mejoren, las metas se alcancen, lo imposible se haga posible.
2. Ir más allá de los sueños y los límites (Is, 49, 6; 1Cor 1, 1-3): Abrirnos a un nuevo empezar cuando estamos frente a situaciones en las que no es posible ver más allá que el momento que estamos experimentando es complejo, pero es importante ir más allá de los sueños y de nuestras limitaciones porque podemos desplegar nuestra creatividad, poniendo todo en una nueva perspectiva que nos llega a sorprender y a impulsar a sacar lo mejor de nosotros. Estamos destinados a hacer cosas mayores de las que ya hemos hecho (Is 49,6); es poco, comparado con lo que podemos hacer para construir y para contribuir en el crecimiento de los demás. Paralizarnos frente al caos que vivimos siempre será la salida más fácil, pero podemos volver a empezar nosotros que hemos sido santificados, consagrados por Jesucristo, somos pueblo santo que avanzamos hacia la meta, somos una persona que nada nos debe detener para ofrecer motivos de esperanza, de vida en cada escenario al que pertenecemos y participamos. Somos santos capaces de pensar y de ver más lejos, de ver de forma distinta, de asumir un estilo de vida diferente donde es posible hacer brotar la paz y la gracia que procede de quien nos respalda.
3. Vivir Plenamente (Jn 1, 29.34): Todos, seguramente queremos alcanzar en nuestra vida alguna meta que nos hayamos trazado, sin embargo, llegar al objetivo no es en absoluto un camino de rosas. Es por esto que es importante resaltar el respaldo divino, sabiendo que el buen Padre está de nuestro lado y quiere lo mejor para nosotros (cf. Is 49, 4b). Tener claridad sobre esta gracia nos permitirá que superemos los obstáculos, las situaciones inesperadas con la mejor actitud. Nuestra vida está llena de muros, que debemos superar para continuar avanzando y mejorar nuestra calidad de vida. Son muchas las veces que nos fatigamos inútilmente, dejando que las circunstancias nos invadan o nos carguen, impidiéndonos vivir plenamente, pero hemos sido creados para dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos, desde lo que somos y desde lo que podemos desarrollar. Quedarnos estancados en complejos, en culpas, en miedos o en temores, cuando contamos con el respaldo de Dios, con el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29), con el poder maravilloso del Espíritu Santo que anida, reposa en nosotros, es mantener una mirada pesimista, negativa y poco esperanzadora. Es la hora de volver a empezar, de disponernos para continuar progresando, manteniendo una actitud distinta, positiva y con la idea de que tenemos la capacidad de enfrentarnos a todo, y superarlo. Saquemos el tiempo para volver a trazar metas, poniéndolas en manos de quien nos respalda para que apoyado con acciones constructivas se vuelvan una realidad en el que disfrutamos vivir en plenitud nuestra existencia, como hijos de Dios.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia
luisferflormaria@yahoo.es
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