HACERNOS PRESENTE PARA LOS DEMÁS Is 42, 1-4.6-7; Mt 3, 13-17

HACERNOS PRESENTE PARA LOS DEMÁS
Is 42, 1-4.6-7; Mt 3, 13-17

Algunos seres humanos en el mundo llegan a pensar que no tienen nada que ofrecer en el proceso de su vida, porque seguramente su relación consigo mismo no es la mejor, sin detenerse a peregrinar hacia su interior para percatarse de lo que son como personas, de lo que poseen, cómo lucen, en qué son buenos, en qué deben trabajar y esforzarse más para mejorar y cómo los están percibiendo los demás. Entre tanto, otros usando sus habilidades, sus carismas, sus potencialidades y destrezas, sus talentos, desarrollan distintas actividades y acciones creyendo que son seres especiales solamente, sintiéndose superdotados, presentes en la historia para hacer cosas extraordinarias y particulares, pero pasando por encima de los demás, actuando en ocasiones con desprecio, con rechazo, con indiferencia, mirando a los otros con extrañeza. Esto distorsiona la imagen de quien ha dado estos dones y también la intención para lo que han sido dados. A la Luz de la Palabra de Dios todos somos elegidos para sabernos involucrar en el desarrollo de la historia, presentando desde lo humano lo divino, elegidos para transformar con acciones de justicia. Veamos:

1. Todos somos elegidos (Is  42, 1; Mt 3, 16-17):Ninguna persona en el mundo es insignificante, todos somos predilectos e importantes sin interesar la condición o la situación por las que estemos pasando. ¡Si, tú eres importante! en el transcurrir y desarrollo de la vida. Aquí no depende de lo que tienes, sino de lo que eres como persona. Dios en su bondad y como fuente de la vida ha querido que todos los seres humanos, llevemos una vida digna de su condición de ser hijos de Dios, lleguemos a realizarnos a través de todo lo que se nos ha dado, aportándolo todo, si es posible, para crecimiento integral a los demás. Todos tenemos algo que ofrecer, pues Dios nos acepta tal como somos sin excepciones, sin condiciones de profesión, de raza o de creencia. Israel, a pesar de la ruina y del menosprecio de la justicia en tiempos de exilio en Babilonia dará a conocer a los distintos pueblos a un Dios creador. El Apóstol Pedro tuvo que darse cuenta, en casa de Cornelio un centurión romano, que Dios elige sin alguna condición, en cualquier lugar y al que él quiere, derramando su Espíritu (Hch 10, 34) para que puedan construir y contribuir a la sociedad. Sin embargo, aun cuando sabemos que Dios es nuestro respaldo y que tenemos las capacidades para desarrollar grandes acciones no optamos por desarrollar lo que se nos ha dado, prefiriendo quedarnos en nuestros miedos, temores y propias seguridades. Como elegidos estamos dotados de un poder maravilloso (cf. Is. 42, 1b; Mt 3, 16), llamado Espíritu Santo con el que podemos hacernos presente para los demás, logrando realizar acciones inigualables que mejoran nuestra situación integral y también lo que gira a nuestro entorno. Jesús como hijo de Dios, dirá  en el libro de los Hechos de los Apóstoles (vv, 10, 38) pasó haciendo el bien...porque Dios estaba con él. Pero, este regalo no es sólo para él, es también para nosotros. Todos los hijos de Dios somos elegidos sin preferencia alguna, llenos del poder del Espíritu para hacer posible que sucedan grandes y asombrosos avances en nuestra historia. Estar anidados por la gracia maravillosa del Espíritu Santo en nuestro interior es saber que lo tenemos todo para dinamizar nuestra vida, actuando con la generosidad y la solidaridad de un Padre que se complace en respaldarnos para que continuemos progresando integralmente, con humildad, más allá de nuestras posibilidades y limitaciones, poniendo en todo lo que realicemos y planeemos el porte del Amor, que es esencia fundamental de la divinidad.

2. Para involucrarnos en la humanidad:(Is 42, 6-7; Mt 3, 16): La opción de mezclarse e involucrarse con lo que es humano, haciéndose presente para los demás es el sentido de la elección y el bautismo de Jesús. Sumergirse en el Hijo es hacerse presente, de forma grandiosa en la humanidad. Lo maravilloso de la persona de Jesús es que actuando en las distintas situaciones humanas, revela lo grandioso de la divinidad. De esta manera, Jesús aparece en la historia como un hombre común y corriente, proclamando el derecho y la justicia, pero también revelando la voluntad apreciada por el Padre. Esto significa que estableció un nuevo estilo de vida en el que no se cansa de contribuir al crecimiento de los demás, haciendo el bien y mostrando desde lo humano el rostro maravilloso de Dios. Lo humano no es malo, sino que es la herramienta para hacer el bien a los demás, venciendo todo mal y entrando a fortalecer mejores relaciones, generando ambientes más saludables y porque no decirlo, indestructibles. Cuando nos desbordamos en ayudar a los demás, nos dignificamos, nos hacemos más humanos. NO hemos venido para ser servidos, sino para servir (Mt 20, 28). Cuando practicamos la generosidad, la bondad, la misericordia, la solidaridad, no sólo crecemos nosotros como personas, sino que logramos hacer presente, en nuestra historia al buen Dios, dejando que los cielos se abran (Mt 3, 16)constantemente para que otros también progresen y descubran la divinidad, el amor del Padre en su interior. Involucrarnos en la realidad de los demás, como elegidos e hijos de Dios es abrir la posibilidad de que otros también participen de la bendición de la vida que desborda permanente Dios a través de todos los seres humanos. Busquemos alcanzar lo mejor, ayudando a los demás, evitando lo que nos puede volver inhumanos, como el poder, el egoísmo, la mentira, la indiferencia, para que desarrollemos acciones de justicia en el que los ojos de los ciegos se abren, los presos son sacados del calabozo y los que viven en tinieblas lleguen a ver la luz (Is 42, 7). Para eso hemos sido elegidos, para ser alianza del pueblo y luz de las gentes...(Is 42, 6), transparentando desde nuestra humanidad lo divino, que es también sorprendentemente humano.

3. Transformando con justicia (Is 42, 2-5, Mt 3,15): La justicia no consiste solamente en darle a cada uno lo propio, sino que es la capacidad que tenemos todos, como elegidos e hijos de Dios de hacer el bien a los demás. Juan el Bautista quiso impedir que Jesús fuera bautizado (Mt 3,14), sin embargo, la respuesta de Jesús es¡Déjame ahora, porque nos conviene que se cumpla así toda justicia!(Mt 3,15), es decir que en las acciones de justicia se manifiesta la acción maravillosa de Dios. De esta manera, cumplir toda justicia no sólo nos pone en relación con Dios, sino en relación con los demás, dejando que se manifieste su divinidad. El cumplir implica llevar a la practica la acción asombrosa de Dios, mostrando que es posible obrar humanamente. En Isaías como en el evangelio de Mateo se descubren algunas acciones de justicia que podemos practicar como seres humanos, transformando nuestra vida con justicia. La respuesta a la voz ...este es mi hijo amado...(vv. 17) Jesús actúa como obediencia y humildad. En él no hay soberbia, sino que hay el amor, el respeto por los demás. Está siempre disponible a ayudar a los otros sin interesar su condición o su situación de vida (Is 42,2-3); El mantenerse firme, decidido, sin rendirse, siempre constante, sin desmayar hasta lograr llegar al objetivo, muestra otra acción de justicia (Is 42, 4). Si queremos transformar con justicia, es importante que logremos avanzar en todo lo que emprendamos para conquistar metas, contribuyendo a mejorar nuestra calidad de vida y el progreso en nuestras relaciones humanas. Aprovechar y reconocer el respaldo de Dios y los conocimientos de los demás nos harán más serenos y prudentes en la toma de nuestras decisiones (Is 42 1).Generalmente intentamos solucionar, decidir y ejecutar todo según nuestro criterio; y efectivamente tendremos muchos aciertos, sin embargo, es importante ser dóciles a quien nos ha formado y nos ha elegido para que seamos luz de las gentes, cumpliendo toda justicia. De manera, que todos como elegidos de Dios podemos continuar avanzado en nuestra vida humana, sin escatimar esfuerzos, sabiendo que contamos con el respaldo maravilloso de Dios para transformar nuestra vida, nuestra sociedad, mostrando que desde nuestra condición humana, somos humanos que sabemos vivir como hijos de Dios, llevando a un punto más alto todo lo que realizamos, logrando ver más allá de nuestros alcances y contagiando a nuestra historia y a nuestras acciones de justicia.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia. 
E- mail: luisferflormaria@yahoo.es

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