CAMBIAR, DINAMIZA LA VIDA Mt 4, 12-23
CAMBIAR, DINAMIZA LA VIDA
Mt 4, 12-23
En el proceso de nuestra vida, y en el constante movimiento del mundo, surge en algunos momentos la necesidad importante de realizar cambios en nuestra esfera personal, profesional, familiar y social para lograr nuevos resultados que sean más favorables y mejores que los que ya hemos elaborado. Algunos de esos cambios son gestados de una forma forzosa, mediados por situaciones o circunstancias externas o ajenas a nuestro proyecto de vida, no dejando tiempo al ocio o a querer quedarse en cero. Entre tanto, en otras ocasiones son cambios que han sido planificados y proyectados íntegramente por nosotros, dando dinamismo, color, sabor a nuestra vida. Lo rescatable en estos procesos es darnos cuenta de que la vida siempre nos está impulsando, nos está moviendo hacia nuevos y diversos retos, sacándonos de nuestra zona de comodidad, de nuestra rutina, de nuestras seguridades, de nuestros estancamientos para que en medio de este dinamismo, nos hagamos conscientes de nuestras capacidades y podamos desplegarlas para contribuir al crecimiento y al progreso integral de los demás. A la luz de la Palabra de Dios cambiar, dinamiza nuestra vida, impulsándonos a desarrollar un estilo de vida nuevo en el que podemos continuar contribuyendo a mejorar nuestra sociedad en un modo integral. Veamos:
1. Evite resistir al cambio (vv. 12-16): Todo es dinámico, todo cambia, todo fluye, nada es estático. Se escucha en algunas personas frases como: "Yo soy así", "nadie ni nada me va a cambiar", aludiendo a mantenerse en sus seguridades, en sus resentimientos pasados, en el miedo a incrementar trabajo y en la fuerza a sostener un control. Sin embargo, aquellas palabras son sólo un modo de justificarnos en nuestras posibilidades, excusas, prioridades y limitaciones que obstaculizan el progreso. Esto parece cómodo hacerlo, evitando el esfuerzo, los sacrificios, el cambio. Resistirse o negarse a los cambios es impedir abrazar el maravilloso hoy y el mañana que seguramente será siempre mejor. Jesús al comienzo de su ministerio y después de que Juan había sido entregado se retiró a Galilea, dejando Nazará, residió en Cafarnaum... predicaba y decía...caminaba por la ribera del mar...enseñaba, curaba, proclamaba..., él se adaptaba a las situaciones y a los cambios. Evitar resistirse al cambio enriquece nuestra vida e impulsa a atrevernos a continuar avanzando y a hacer cosas distintas en lo que proponemos, desarrollamos, decimos y pensamos. Tal vez, para algunos les parezca incomodo porque surge el miedo a perder lo que ya se ha ganado, y a menudo con mucho esfuerzo, pero vale la pena abrirse al cambio, al nuevo amanecer, esto es muy saludable cuando el trasfondo no sólo va en beneficio propio, sino también para los demás. Si algunos llegan a ver, en este paso, todo oscuro en su vida, afectados por las distintas situaciones, como ocurría en el territorio de Zabulón y Neftalí, una región mal vista por los habitantes del sur de Judea, porque era influida por la usura de los extranjeros, privando así su identidad; u otros prefieren quedarse en sus miedos porque optan por la oscuridad antes que pasar a la luz para no encontrarse consigo mismo o por el temor de que lo que emprenda no salga como se espera, resistiendo a un plan o a un cambio es posible también estimular debates saludables que generen como resultado mejores decisiones...una luz les ha amanecido (vv. 16). Es posible comenzar a ver la vida de un modo diferente, con más esperanza, dando posibilidad a que nuevas puertas se abran, generando cambios no sólo en la esfera personal, sino también en los demás. Nuestra responsabilidad es dinamizar y dar enfoque a medida que pasa el tiempo con base al desarrollo de nuestras capacidades, carismas, talentos y habilidades. ¡Si optamos por cambiar, el mundo comienza a cambiar, a moverse de una manera diferente! Cambiar no es perder, es saber que es posible encontrarse con algo mejor que va más allá de la amargura, de la soledad, del poder y de la mentira, donde podemos desarrollar actitudes y actividades constructivas y solidarias que ayuden al crecimiento integral continuo de los demás.
2. El cambio comienza en la manera de pensar (vv. 17): Transformar los motivos por los cuales queremos desarrollar y obrar para potencializar lo que somos y lo que tenemos para aportar al crecimiento integral y a una auténtica innovación es importante pensar con el corazón. En algún día Jesús comenzó a predicar y decir: Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado...Conversión es un cambio de mente, es optar por un estilo de vida en el que podemos afectar a los demás de forma distinta y positiva. Si nuestra en nuestra mente y pensamiento está lo negativo, así será nuestro hablar, nuestro actuar, nuestras relaciones humanas. Focalizarnos solamente en lo que hacemos mal o en los miedos, en los apegos, en los temores, en las dependencias poco podremos disfrutar y apreciar de una manera distinta nuestra vida. Los talentos, los carismas, las capacidades que tenemos son innatas a nosotros y, no se pierden porque hayamos fracasado, fallado o errado. Si algunas situaciones de nuestro existir no han salido como lo esperamos o no han funcionado según nuestras expectativas esto no significa que el resultado sea estancarse, pues suele ocurrir que se conviertan en un plan para mejorar, para levantarse de nuevo y continuar hacia adelante, siendo más flexible, creando ambientes más saludables, estando más al lado de la solución que de la excusa, dando pasos de crecimiento, de generosidad y de aporte constructivo que dinamiza la vida y, en ella los cambios que dan sentido y realización a la esfera de lo personal, familiar y social.
3. Proponer procesos de cambio (vv. 18-23): Asumir un dinamismo nuevo nos mueve a salir de lo que habitualmente hacemos, de lo que nos hace sentirnos seguros, "rompiendo" con patrones antiguos. Jesús llama a sus discípulos, a sus colaboradores desde el ambiente sereno del mar de Galilea y del cotidiano oficio de los pescadores hacia un horizonte nuevo para que estén con él y compartan su misión. La propuesta de Jesús es atractiva, dando sentido a lo que hacen: os haré pescadores de hombres...Proponer procesos de cambio nos conduce a dar sentido a nuestra vida dando lugar a nuestra realización como personas, como hijos de Dios con capacidades que nos ayudan a hacer algo más en favor de los demás. En estos procesos no cambiamos solos, no tenemos solo el papel de protagonistas, también el de actores de reparto. Jesús ha propuesto y lo discípulos han decidido seguirle (vv. 20. 22). Tomar algunos riesgos en nuestra vida, en lo que emprendemos es saludable. Cuánto más nos dispongamos a salir de nuestra zona de seguridad más posibilidades hay para ver de una forma diferente nuestra vida, logrando percibir y crear relaciones con las personas de un modo distinto, mejorando la calidad de vida, siendo bendición para los demás, apuntando a una vida con sentido en el que podemos trabajar, fraternizar junto a otros, alcanzando mejores frutos, mayores avances. Es importante en este proceso evitar estar buscando cambiar a la gente, no se trata de convencer a nadie, sino de aportarle, de hacerle bien: Jesús enseñaba en la sinagogas...predicaba la Buena Nueva del Reino y curaba de toda enfermedad y toda dolencia...(vv. 23). Algunos padres de familia quieren cambiar a sus hijos cuando éstos están en un proceso de crecimiento, otros quieren que actúen como cada uno de nosotros actuaría, eso es un intento de colonización del otro. La propuesta de cambio no exige cambiar a la gente, se trata es de ayudarlo a crecer para que sea mejor de lo que ya es como persona, para que junto a nosotros actuemos con un nivel de fortaleza, de alegría, de aprendizaje y de solidez mucho más alto que refleje la gran luz que existe en cada uno de nosotros (cf. Mt 28, 19-20). En los cambios Dios hace su obra y nosotros decidimos si asumimos la misión que nos comparte para continuar creciendo en beneficio de todos.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia
luisferflormaria@yahoo.es
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