PALABRAS DE PODER QUE TRANSFORMAN VIDAS Lc 5, 1-11 Quinto Domingo Tiempo Ordinario (Ciclo C)
PALABRAS DE PODER QUE TRANSFORMAN VIDAS
Lc 5, 1-11
Quinto Domingo Tiempo Ordinario (Ciclo C)
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo PUJ |
Entrar en el dinamismo de nuestra vida, requiere muchas veces de arriesgar y de tomar buenas y nuevas decisiones, asumiendo una vida con responsabilidad para que con generosidad generemos nuevas amistades, creando lazos fuertes que nos ayuden a cooperar en el crecimiento progresivo de nuestra existencia; pero al mismo tiempo, facilitar caminos de vida que nos ayuden a que muchas personas también logren descubrirse libres y felices. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús después de instruir a la multitud que se agolpa para escuchar la Palabra, pide al discípulo Simón Pedro lanzar de nuevo las redes, bogar mar adentro, consiguiendo así éste una gran pesca por el poder de la palabra de Jesús, haciéndolo misionero de su palabra junto a tres compañeros, quienes dejando atrás las barcas y la labor cotidiana que hacían, ahora serán pescadores de personas. Veamos:
1. Después de una larga noche de fatiga infructuosa y de circunstancias adversas aparece una gran luz, una palabra de vida que nos pasa, nos conduce a un tiempo mucho más favorable. Mucha gente se agolpo a orillas del Lago de Genesaret para escuchar a Jesús, quien subiéndose a una de las barcas, la barca de Simón quien se la prestó, y alejándose de la orilla, enseñaba a toda la gente (vv. 1-3). Los pescadores habían bajado de sus barcas y estaban lavando las redes (vv. 2b). Emprender una nueva aventura, un nuevo dinamismo en nuestra vida para hacer bien supone estar identificado con algo o con alguien, los discípulos tienen un conocimiento previo del Maestro antes de seguirlo. No se puede seguir a quien no se conoce. Algo que es interesante porque no es algo meramente sorpresivo. Jesús ya había estado en casa de Simón donde éste fue testigo de su poder al sanar a su suegra (cf. Lc 4, 38-39). Los discípulos pescadores estaban lavando sus redes, habían terminado su jornada, sentían que habían fracasado: Maestro hemos estado pescando toda la noche y no hemos pescado nada (vv. 5). Un pescador que no pesque pone en juego su identidad, pero también considera que su vida es un fracaso porque si no hay efectos de lo que hace, todo parece un sin sentido.
2. Simón estaba desanimado, cansado y fatigado porque después de una noche de duro trabajo, no había logrado pescar nada. Sin embargo, Jesús conoce a Simón, él se había alojado en su casa y había curado a su suegra, que tenía fiebre (cf. Lc 4, 38-39). Jesús no es un desconocido para los pescadores, los discípulos han escuchado y han observado las obras de Jesús. Pero es necesario dar un paso más, pues no basta sólo con escuchar y saber de Jesús, también es necesario arriesgar, hacer un nuevo camino de vida, de experiencia con el Maestro sin interesar la condición y la situación de nuestra existencia, pues para arriesgar, para conquistar nuevos horizontes, debemos incluso estar dispuestos a perder de vista la orilla, lo que nos hace sentir seguros, apegados y cómodos: le rogó que se alejará un poco de tierra (vv. 3b). Para esto es necesario identificarse con él y con su Palabra: muchos se han acercado a oír a Jesús. No se acercan movidos por la curiosidad ni tampoco por los grandes prodigios, sino porque quieren escuchar de Jesús la Palabra de Dios (vv. 1b). Lo que les atrae es la Palabra de Jesús, aquella rechazada por la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4, 21-30). El Maestro con toda la confianza decide subirse a la barca de Simón para enseñar e incluso le pide que deje de hacer lo que tiene entre sus manos: lavar las redes.
3. Los discípulos se ven sorprendidos porque están más preocupados de lavar sus redes y no de escuchar las palabras de Jesús, como que estas no son para ellos, creen conocerlo por lo que han oído en la sinagoga y han visto en casa de Simón. Los discípulos no acaban de comprender que el elemento común para todos no son nuestros propios asuntos, es la Palabra de Dios que transforma y acoge a todos sin interesar las condiciones y la situación de nuestra existencia. El Dios de la Vida es la razón de ser de nuestra existencia para que aprendamos a pasar de nuestros egoísmos y propios intereses a actuar junto a otros, ejerciendo un sentido comunitario (cf. 1Cor 15, 1-11), una labor como equipo, como familia, como comunidad. Cuando no podemos o evitamos identificarnos con la palabras del Señor porque estamos más preocupados por nuestros asuntos corremos el riesgo de fracasar, quedándonos haciendo lo mismo y, por su puesto de perder la oportunidad de hacer mucho bien a muchas personas.
4. Para alcanzar metas y objetivos, desarrollando de un modo eficaz la misión, llevándola más lejos es importante contar con la ayuda de otras personas. Todos necesitamos de otras personas para avanzar y para crecer integralmente. Crecer y avanzar en equipo, como comunidad abre la posibilidad de llegar más lejos, más allá de lo que nos imaginamos. Es posible que solos lleguemos pronto a las metas; pero sí caminamos con otras personas, llegamos mucho más lejos de lo que nosotros podemos imaginar. Cuando Jesús acabo de enseñar a la gente que se había agolpado para escuchar la Palabra de Dios, ahora se centra en los pescadores invitando a Simón a echar las redes: Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar (vv. 4). Algo que parece insólito porque los pescadores habían trabajado toda la noche por su cuenta sin obtener algún resultado favorable. Sin embargo, cuando era ya de día, confiados y animados en la palabra de Jesús, producen una gran pesca, en contra de todas sus expectativas: ...pero por su palabra echaré las redes. Y, haciéndolo así pescaron gran cantidad de peces (vv. 5b-6).
5. Simón Pedro, ahora no sólo sabe y ha oído de Jesús también hace una experiencia personal del poder de la palabra de Jesús. Lo ha llamado Maestro (vv. 5) en un primer momento; después lo llama Señor cuando reconoce su pecado (vv. 8). Es decir, que el pecado no es impedimento para dar comienzo a un nuevo estilo de vida, pues tenemos un Señor que es misericordia, un Señor que entra en nuestra vida y nos acoge. Es así como el Maestro con su palabra le insiste, le anima a profundizar a volver a intentar, a ir de nuevo a sumergir la barca. Las palabas de Jesús son palabras de poder que mueven, que transforman vidas y que nos puede llegar siempre a sorprender. Remar mar adentro significa arriesgar, salir a anunciar, ir a las aguas a volver a pescar. Arriesgar acompañado de las palabras de Dios para hacer el bien a muchas personas no es suficiente sólo con pequeños intentos es importante volver a comenzar y volver a intentar, hacer algo más. Para esto es clave conocer el plan de Dios, dando lo mejor que tenemos: por tu palabra...; pero también aumentar la motivación, promoviendo a otras personas ( vv.9) para que juntos nos veamos beneficiados llegando mucho más lejos de lo que nuestra expectativa logra ver.
6. Hay que tener en cuenta que en los momentos de debilidad y de fracaso, cuando se han echo intentos y los resultados no son favorables, tener personas que nos ayuden a estimular el proceso de nuestra vida nos facilita llegar más fácil a lo objetivos: Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda... (vv. 7). Siempre habrá personas que nos animan, que quieren darnos una mano e impulsarnos con sus palabras o con su experiencia para que podamos volver a comenzar sobre todo en esos momentos donde nos sentimos cansados, frustrados y desalentados por no haber logrado nada significativo: Boga mar adentro, echad vuestras redes (vv. 4). En esto es importante desarrollar la capacidad de saber confiar en sí mismo, en las demás personas y en la Palabra de Dios, sabiendo que la obra de Dios, es admirable porque él sabe como comenzar y cómo llevar a cabo y a buen término lo que se ha emprendido (cf. Salmo 137, 1-8), recogiendo como equipo los efectos y los resultados de la misión, los cuales son sorprendentes porque no sólo se recogen los frutos, también se crece en amistad, en comunicación y en unidad, haciendo que muchas personas también se impliquen y cooperen, mejorando las relaciones personales, permitiendo ver las metas de un modo admirable y asombroso: ...llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían (vv. 7b).
7. Lo que es atractivo de servir en equipo, arriesgando para hacer el bien a muchas personas es la armonía, la confianza, el compromiso y el crecimiento productivo; una buena nueva que nos facilita alcanzar grandes metas que nos beneficiará a todos de una manera participativa, responsable y contributiva, logrando un mayor grado de compromiso que nos llevará más lejos de lo que nos podemos imaginar. Querer arriesgar para alcanzar algo más grande haciendo bien a muchas personas, también es importante sabernos desprender para poder reaprender nuestra vida y avanzar. Frente a la pesca milagrosa Simón Pedro y sus compañeros quedaron asombrados y sin palabras. Simón Pedro cae a los pies de Jesús para reconocer que es un pecador: Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador (vv. 8). Jesús invita a los discípulos a evitar el miedo (vv. 10b), pues ahora serán pescadores de personas (un gesto de salvación), discípulos del Señor de la misericordia que buscan hacer el bien, salvando a muchas personas. Si lo decimos de otra manera, sería pasar del pecado a ser pescador de hombres donde se incluye una responsabilidad de vida: desde ahora serás pescador de hombres (vv. 10). Estas palabras tienen una particularidad que acentúa el gesto de salvación, es decir estamos en la capacidad de ayudar, de salvar a otras personas. De esta manera, lo que vemos en las palabras de Jesús a sus discípulos es algo maravilloso, es el deseo de Dios salvar vidas, este es su servicio y también es el nuestro cuando nos identificamos realmente con él.
8. Los discípulos llevando las barcas a tierra, dejan todo y le siguen. (vv. 11). Seguir, entonces a Jesús es compartir totalmente la vida del Maestro, incluyendo y sobre todo la visión de Dios, fuente de la identidad y de la misión, entrando así en una nueva dinámica de la vida, elaborando un nuevo proyecto que los conducirá hacia cosas grandes y mejoradas. Dios siempre quiere llevarnos a otros niveles en nuestra vida, en todos los aspectos, no quiere que nos quedemos solamente en conocer sus palabras y la manera como él actúa; Dios quiere que nosotros también nos vinculemos, participemos salvando personas. Es encontrarnos con lo que somos y para lo que verdaderamente somos. Para esto se requiere disponibilidad (cf. Is 6, 5-7), dejando todo (vv.11), desprendiéndonos de lo que no somos, sacando las barcas del agua para dar comienzo a un nuevo estilo de vida. Entrar en la escuela de Jesús no es un acto meramente para estar sentados y aprender cosas sobre el Maestro, sino una acción para capacitarnos y ocuparnos pensando en arriesgar y hacer mucho bien a muchas personas, actuando con decisión, con responsabilidad y solidaridad, dejando que sus palabras de poder nos transformen integralmente. Los discípulos de Jesús se forman no para ser servidos, sino para servir con dedicación y pertenencia al proyecto de Dios, sin escatimar nada y sin tener alguna frontera que nos atrape.
9. Servir al Dios del servicio y de la vida no es otra cosa que adherirnos totalmente a la vida del Maestro con perseverancia, logrando caminar hasta el final, superando los distintos obstáculos que suelen surgir en el proceso de llegar a la meta. Para esto es importante y como valor positivo, desaprender para tener una actitud de confianza y de asombro en Jesús para que él dirija nuestra vida por los caminos más pertinentes. El desprendimiento se nota en un gesto: llevar las barcas a tierra y, dejándolo todo, le siguieron (vv. 11). Llevar las barcas a tierra significa no sólo dejarlas en la orilla, sino sacarlas completamente, que es una manera de inutilizar la barca, lo cual se convierte en el punto de partida de seguir al Maestro, anunciando un nuevo comienzo que nos conduce a vivir libres y con amor. Una libertad que no permite atarse a nada ni a nadie. Desprendernos de las cosas y de las personas es abrirnos a una nueva jerarquía de valores donde nuestro interés no está centrado solamente en nosotros, sino también en hacer mucho bien a las personas. Pero, también es un gesto de amor porque no se ata a un pasado, sino que tenemos constante apertura hacia el Maestro, dejando que él conduzca nuestros caminos. Al Maestro hay que dejarlo ser también el Señor y para esto es importante el desapego, el desprendimiento y la entrega.
10. En resumen, arriesgar para hacer mucho bien es entrar en un nuevo dinamismo de nuestra vida con Jesús, replanteando nuestro proyecto y estilo de vida para asumir con responsabilidad y dedicación el programa de Dios, adoptando una actitud de desprendimiento, de libertad y de apertura, la cual no se deja atrapar por nada ni por nadie, logrando superar las zonas de confort, la comodidad y la seguridad personal que muchas veces nos impide caminar libres y felices. Por otra parte este camino de bendición no se hace solo, está asociado con "otras barcas" donde es posible compartir las bendiciones de Dios. Todos necesitamos de otras personas para poder crecer y avanzar, para subir a otros niveles. Trabajar en equipo trae la posibilidad de llegar más lejos, creciendo en generosidad y desprendimiento, con valentía y confianza, logrando que los resultados de la misión sean asombrosos y maravillosos.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ- Magister en Familia- ULIA
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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