VERDADEROS ENCUENTROS, EL GRAN REGALO DE LA VIDA Lc 1, 39-45 Cuarto Domingo, Tiempo de Adviento (Ciclo C)
VERDADEROS ENCUENTROS, EL GRAN REGALO DE LA VIDA
Lc 1, 39-45
Cuarto Domingo, Tiempo de Adviento (Ciclo C)
![]() |
Luis Fernando Castro TEÓLOGO PUJ |
A lo largo de nuestra vida nos vamos encontrando con muchas personas. Algunas con las que hemos compartido en el pasado y nos han trasmitido aspectos positivos o negativos; otras entre tanto con las caminamos en nuestro diario vivir; conocidas y desconocidas. Cada encuentro con estas personas tiene un sentido, una nueva experiencia que nos sirve para algo. No es producto de la casualidad, sino de un proyecto de vida que encierra una lección, una enseñanza, una posibilidad de conocimiento y de crecimiento para nosotros y para muchas personas. Algunos de estos encuentros nos impactan, de una manera positiva, cambian nuestra vida; otros vienen a nosotros para darnos mucho amor, regocijo y alegría. Otros nos enseñan a despertar y a pensar para comportarnos de una manera diferente y, así con un lenguaje claro nos enriquecen con su presencia y su experiencia de vida. Agradecer por estos encuentros es reconocer el privilegio de estar con otras personas que sin interesar el tiempo, la situación y el lugar nos dejan siempre huella; pero, al mismo tiempo, se convierte para nosotros en una gran oportunidad para intentar servir y enriquecer a quienes compartimos nuestro encuentro y nuestra experiencia con otras personas. A la Luz de la Palabra de Dios, Después del encuentro y del anuncio gozoso del ángel Gabriel a María sobre la venida del Salvador, esta bella joven decide ponerse en camino con prontitud para visitar a su prima Isabel y compartir a través de este encuentro la alegría de servir cuanto antes a Dios y a las personas. Veamos:
1. El encuentro, el diálogo y la comunicación entrelaza el lenguaje y la voz sorprendente del cuerpo. Todo ambiente se renueva y se llena de alegría y de esperanza. María ha recibido el llamado de Dios (cf. Lc 1, 26-38). Se pone en marcha, deprisa con decisión y con entusiasmo para ir a la región montañosa a una ciudad de Judá y ponerse al servicio de su prima Isabel quien a pesar de su edad también está embarazada (vv. 39), pues para Dios no hay nada imposible (cf. Lc 1, 37)...Dios siempre puede salvar a Israel (cf. Salmo 79, 2-19). Esta es la primera reacción de María, después del gran anuncio hecho por el ángel Gabriel. Ella habitada por el Espíritu Santo, gracias a su Fiat, a su sí incondicional da los primeros pasos en el seguimiento al Señor. No espera, solamente quiere ir hacia adelante. María comienza el viaje hacia la casa de su prima Isabel. Este es el camino del silencio profundo de una joven que sigue escuchando la palabra de Dios sin perder la meta del servicio y la solidaridad. Este viaje apresurado y responsable acerca a un encuentro maravilloso de dos mujeres favorecidas por Dios.
2. Es el encuentro de dos etapas de la vida, una mujer anciana y otra una mujer joven, ágil y bien dispuesta que al saludarse captan la fuerza del Amor. Es el encuentro de dos madres sencillas, sin ninguna relevancia en el mundo judío y sin ningún titulo social; pero con un corazón que arde de amor y de inmensa alegría porque han recibido la visitación del Dios de la vida. Es el encuentro de dos generaciones en el que no están presentes los varones, aunque era la casa de Zacarías (vv. 40). Es el encuentro de María, quien lleva en su vientre a Jesús al Hijo de Dios y de Isabel quien llena del Espíritu Santo, bendice en el nombre de Dios a su prima diciendo lo que ha podido comprender de María (vv. 42). Es el encuentro solidario de dos mujeres que expresan abierta y libremente lo que sienten, lo que llevan dentro de su corazón porque para Dios no hay nada imposible (cf. Lc 1, 37). Son dos mujeres que se asombran de las maravillas de Dios en sus vidas. Es el encuentro de la alegría de María, quien es modelo de la acogida de Dios y de la esperanza de Isabel, una mujer anciana y hasta ahora considerada estéril, quien lleva en su seno al niño (Juan Bautista) esperado por mucho tiempo.
3. En esta cercanía, en este abrazo gigante, donde actúa el Espíritu, hay dos mujeres que llenas de alegría elevan himnos de alabanza como fruto de darse cuenta de las bendiciones de Dios. Este encuentro se caracteriza por un saludo (shalom) muy especial; aunque, desconocemos su contenido y sus palabras, sí ha llenado de alegría desbordante a cada uno de los que estaban en esta casa. Es la alegría y la paz que recibió María en el saludo del Ángel y que ahora comparte en la casa de Zacarías: en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno (vv. 41), invitando a que todos también nos alegremos con ella, comprendiendo la acción de Dios que nos bendice generosamente, trayendo alegría, paz y gozo para todos (cf. Lc 2, 10). Tener un encuentro maravilloso, como este, requiere de dos acciones: salir y subir. Salir para dejar de lado nuestra montaña de prejuicios, de sistemas e ideas preconcebidas y rígidas que cargamos frente a otra personas para encontrar y abrazar sin reserva y con generosidad. Salir es la acción posible para superar ideas negativas, impregnadas en el contexto social y familiar que muchas veces nos conduce a actuar de manera violenta, brusca y malintencionada en contra de las personas. Por eso, es necesario también subir para escalar en la actitud del perdón, de la comprensión y la bondad, generando lazos fuertes en nuestras relaciones humanas. Aceptar este camino hacia al otro es recibir y acoger con cariño a la otra persona evitando levantar los muros que muchas veces por nuestros comportamientos e ideas preconcebidas nos distancian y nos dividen.
4. Los encuentros, la buena comunicación con otras personas provoca una posibilidad de alegría, de amor, de esperanza, y de acciones que bendice a muchos cuando estamos abiertos a la obra y acción de Dios, escuchando su palabra y poniéndola en practica (cf. Lc 11, 27-28). Caminar hacia otras personas alimenta el espíritu del amor, del elogio, de la solidaridad y de la confianza, facilitando la acogida; aunque extraños y diferentes, somos capaces de reavivar los sueños y contar las más profundas experiencias, dándonos cuenta que nadie es mejor ni peor que nadie, sólo somos diferentes o hacemos parte de generaciones distintas. Esto nos hace más humildes y generosos con la capacidad y la responsabilidad de compartir la alegría de lo que hemos recibido con tanta generosidad, generando grandes bendiciones para muchas personas, provocando el fruto de la paz (shalom) como centro de unidad y fraternidad (cf. Miqueas 5, 4-5), como un gran abanico abierto para exultar la gratitud, el abrazo y la sonrisa en nuestras relaciones personales, haciendo posible que nuestra calidad de vida sea más saludable, logrando darnos cuenta de las bendiciones de Dios que recibimos cuando nos acercamos y compartimos con las otras personas.
5. El encuentro y la buena comunicación denota cercanía, comunión, amistad y asombro sin interesar la situación o la generación. Esto lo aprendemos antes de nacer. Nos encontramos con la vida, con la oración, con la amistad y el servicio a Dios y a los demás. María e Isabel, dos mujeres, una joven y otra anciana; una virgen y la otra estéril; ambas embarazadas de manera imposible; pero mostrando que Dios da a su pueblo, lo que nosotros no podemos darnos a nosotros mismos. Isabel no puede contener su alegría y su asombro frente a la visita de María. Ella siente e interpreta los movimientos del hijo que lleva en su vientre como saltos de alegría, saltos de gozo, saltos de felicidad y de vida que emanan del Dios que se acerca, que viene a bendecir; un Dios que da alegría y gozo a su pueblo y a toda la tierra. Basta entonces, solamente un saludo para que Isabel se sienta amada por Dios a través de su joven pariente María. Es decir, Isabel se siente visitada por el mismo Dios que se acerca a través de la voz y de la presencia de María. Por eso, la reacción de Isabel es bendecir a María con voz en grito diciendo: Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (vv. 42), esto es, todas las mujeres son bendecidas a través de las palabras de Isabel a María, mostrando que todas las mujeres son fuente de vida y de bendición cuando salen al encuentro de la vida.
6. Aprender a bendecir a las personas que están cercanas a nosotros es abrir la puerta a la alegría, a la felicidad y a las abundantes bendiciones que vienen de Dios. La reacción de María posteriormente será de alegría, de elevar una alabanza al Señor (cf. Lc 1, 46-55). Ella, a través del canto entrega su enamoramiento, su evangelio a quien sabe levantar, sanar y bendecir de una manera admirable, dejándonos ver cómo Dios tomando iniciativa hace cosas asombrosas y maravillosas en cada uno de nosotros (cf. Lc 1, 49), mostrando su respaldo, su ayuda y su cariño por estar siempre a favor de nosotros. Por el lado de Isabel llena de Espíritu Santo (vv. 42) en este momento se centra, pone su mirada no sólo en el niño de María, sino además en su prima, pues son bienaventurados o felices todos aquellos que creen en Dios y practican su Palabra (cf. Lc 11, 27-28); dan frutos de vida y de esperanza, actuando con perseverancia y con generosidad (cf. Lc 8, 15). Isabel describe entonces la personalidad de María diciendo, bendita (Aquella que genera vida, que dice sí a la voluntad de Dios) y feliz (María tomó en serio y con responsabilidad el llamado de Dios, se ha abandonado con confianza a la fidelidad de Dios). Lo que sí nos sorprende y nos asombra es la actitud de María quien no se acerca a su prima para mostrar su dignidad de madre del Salvador. María no está para ser servida sino para servir con generosidad, contagiando de Espíritu Santo (María actúa con humildad). Por eso, Isabel no sale de su asombro: ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? (vv. 43).
7. Desarrollar la capacidad de admiración y de asombro en cualquier situación y circunstancia de nuestra vida hace parte de quienes descubren la novedad, la buena nueva y la enseñanza en lo que les sucede en su vida con el fin de mantener vivas las acciones constructivas. Esto hace que los encuentros que tenemos con otras personas estén marcados con huellas que generan alegría, paz y gozo, superando muchas veces la amargura y la soledad que impiden percibir lo nuevo que puede haber en el encuentro y en el abrazo con estas personas. Cuán importante en realizar de vez en cuando visitaciones, encuentros llenos de Espíritu Santo, logrando que nuestros corazones y también el corazón de muchas personas se asombren, se alegren porque Dios hace cosas sorprendentes en cada uno de nosotros. Asombrarnos en cada encuentro de vida con otros seres humanos, familiares o extraños es tener la disposición de aprender algo nuevo del otro; aunque, parezca que todo se conoce o se cree conocer, logrando ver en otros algo que otros tal vez por distracción, juzgamiento o etiqueta, por miedo o por pesimismo no logran ver. Isabel logra ver en María lo que la voz de esta bella joven le transmite en su saludo: La amistad con Dios (cf. He 10, 5-10). Este cercanía de Dios a través de María hace sentir no sólo la presencia de Dios en la joven madre, sino además cómo el amor de Dios se desborda sobre aquella mujer anciana, haciendo posible que Isabel se sienta respaldada, amada por Dios. No dejemos de asombrarnos y de mirar con el corazón como si fuera la primera vez para que estemos siempre dispuestos a aprender y avanzar un paso más, con la mirada siempre en la meta del amor.
8. El verdadero encuentro, entonces lo propiciamos nosotros cuando nos acercamos a otras personas, como el mejor regalo de la vida, más allá de consumismos y de compras excesivas que muchas veces nos distancia o nos ocupa, olvidando la esencia de la vida y del amor. Nosotros mismos podemos ser un regalo para muchas personas, llevando dentro de nosotros lo mejor, del Mejor que es el mismo Dios. Es hacer el camino de salir y de subir para regalar a las personas cercanas, el amor, la comprensión y el perdón, poniendo de lado la búsqueda constante de nuestro reconocimiento y de nuestro egoísmo. Tomar en serio y con responsabilidad nuestra vida desde estas acciones es producto de la confianza en la fidelidad con Dios, logrando regalar bendiciones llenas de paciencia y de alegría para muchas personas. Por eso, el signo de un verdadero encuentro es la creatividad que podemos usar para encontrarnos y abrazarnos, regalando lo mejor de nosotros, superando la soledad, la amargura, la ausencia y las distancias que muchas veces rompe con nuestras relaciones. Lo más hermoso que podemos hacer por las otras personas es hacerla sentir que es importante, amada y bendecida, cuando hacemos que nuestra presencia, abierta al amor de Dios se desborde sobre estas personas, activando su corazón en un océano de alegría y de alabanza.
9. Esta maravillosa gracia que todos podemos hacer no es solamente por nosotros, sino por el amor de un Dios que nos amar y se desborda de manera abundantes, a través de nosotros para toda la humanidad. Un Dios que es capaz de hacer también una obra en esas personas, de manera impresionante y sin medida, cuando nosotros, disponibles nos acercamos y visitamos. Es el regalo más grande que podemos ofrecer a las personas y a la vida para experimentar un verdadero encuentro de alegría, de paz y de felicidad, descubriéndonos que somos amados y podemos amar a otros sin reserva. Es así como Isabel además de pronunciar una bendición sobre María, también la llama feliz porque ha creído en Dios...ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor (vv. 45). La alegría y la felicidad de María está en creer en Dios, en dejarse amar por Él para amar a los demás.
10. María es maestra de la fe, tiene la capacidad de ver más lejos, aceptando lo que se le ha anunciado con alegría de parte de Dios. María con docilidad y humildad recibe y se goza en la voluntad de Dios; aunque, ella no pueda explicar el modo cómo Dios realiza su plan (cf. Lc 1, 34), ella se dispone, camina y visita. Por eso, María en el servicio solidario a su prima Isabel no ha retenido nada, lo ha dado todo, pues hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20, 35), en compartir las bendiciones de Dios. María es feliz por lo que ha recibido; pero, al mismo tiempo, por lo que ha dado sin tardanza y con decisión, superando aún dificultades y peligros en la travesía hacia la casa de su pariente. De esta manera, en tiempos de espera y de oscuridad es necesario desarrollar la capacidad de actuar como una vela o una lámpara encendida para revolucionar el amor y la esperanza a quienes desean ser visitados por el amor y la alegría de un Dios que ama y se alegra por su obra. Aquí, entonces podemos comprender que la acción de creer es desgastarnos caminando hacia las otras personas para que haya luz, sacando lo mejor que Dios ha puesto en nosotros para que otros también se alegren y sean felices. Creer no consiste solamente en saber lo que Dios hace, sino también lo que él puede hacer a través de nosotros para que actuando con decisión y con responsabilidad en nuestra vida, seamos un canal de bendición, convirtiéndonos en verdaderos testigos de esperanza, basados en el amor y en la misericordia de un Dios que nos espera siempre con brazos abiertos.
10. En resumen, preparar con asombro el encuentro con Dios es actuar con el rostro de la vida, de la alegría y de la esperanza para que con la ayuda del Espíritu Santo nuestra presencia en el encuentro con muchas personas, embellezca todo lugar y ambiente, logrando la hazaña gloriosa de la reconciliación y del optimismo que nos conduce a generar siempre expresiones constructivas que fortalecen los lazos de la esperanza y del amor entre todos, manifestando de forma maravillosa y sencilla al Rey de la Paz y del amor, siempre presente y actuante entre nosotros. Vivir verdaderos encuentros con Dios y con las personas, es la oportunidad de hacernos el mejor regalo de la vida, provocando una gran alegría que haga mover y danzar todo nuestro interior desde lo más profundo. Nada es más decisivo que la idea de hacernos un puente para Dios y la humanidad, donde la vida tenga el gran sabor de la vida, mostrando la venida de un Dios que ama y que se alegra; un Dios que perdona y que danza, dándonos abundante bendición y esperanza.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
Comentarios
Publicar un comentario