TENER APERTURA A LA FE Mc 6, 1-6 Domingo Décimo Cuarto (Tiempo Ordinario) B
TENER APERTURA A LA FE
Mc 6, 1-6
Domingo Décimo Cuarto (Tiempo Ordinario) B
Algunas de las cosas y de las experiencias que realizamos en nuestra vida tienen resultados y reacciones inesperadas; muchas de estas son ilógicas porque creemos que en los lugares y en los distintos ambientes donde más nos conocen y nos hacen sentir seguros son los más apropiados para hacernos sentir importantes y para apoyarnos, logrando así crecer y edificar como personas, haciendo más de lo que somos y de lo que hemos conseguido en el camino y en la experiencia de vida y en la relación con otras personas; pero, esto no siempre es así, es algo inusual, pues en muchas ocasiones aquellos que están alejados de nosotros, no nos conocen, sencillamente han escuchado algo de lo que estamos haciendo, son personas que aunque maravillados dudan de lo que hacemos y de lo que decimos; personas, sí dispuestas y maravilladas que nos escuchan y nos colaboran, toman algún riesgo, dedican su tiempo y facilitan caminos para hacer el bien, logran sus objetivos porque no se quedan con lo que conocen, van más allá, reconocen y valoran algo distinto en las personas, superan etiquetas y acciones ya establecidas; pero, asimismo se quedan solamente en la murmuración, en la duda y en los cuestionamientos constantes. Sin embargo, aquellas acciones de rechazo y de fracaso no impide que nosotros podamos continuar avanzando y abriendo nuevas posibilidades de vida constructiva, usando nuevos métodos, nuevos recursos, planteando nuevas estrategias, facilitando y multiplicando el caminar cotidiano y responsable de nuestra vida sin desfallecer o pensar quedarnos estancados en el fracaso. Siempre hay algo más por hacer y, esto nos debe motivar para continuar hacia adelante. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús abre nuevos espacios a la misión como respuesta a la enseñanza rechazada por los suyos y por los de su patria en la sinagoga de Nazaret, quienes incapaces de reconocer algo distinto en el Maestro y en su misión se cuestionan y se escandalizan con desprecio, provocando en lugar de una confesión de fe, un ambiente de incertidumbre y de actitud despectiva que cierra la puerta a la fe y a la acción de un Dios que nos ama y nos sana. Veamos:
1. Cuánto nos cuesta creer, confiar y reconocer algo distinto en las personas que conocemos, nos acostumbramos tanto a ver en ellas lo mismo que nos parece insólito pensar que puedan hacer otras cosas diferentes, lleguen a hablar y actuar de una forma distinta, profunda y discernida. Solemos apresurarnos a hablar, etiquetar y a cuestionar a los demás, cayendo en meras suposiciones superficiales, creencias que señalan por lo que hemos visto; pero, éstas no ayudan a crecer ni a mejorar ni a ver distinto a los otros. Es más fácil dejarnos llevar por las apariencias que por el proceder y por la novedad de lo que puede hacer una persona con su vida y su proyecto. Parece que nos falta conocer un poco más a las personas, incluso aquellas que conviven y tenemos a nuestro lado. Jesús tomando la iniciativa llega a su patria, a su casa, junto a sus discípulos, al lugar donde lo conocen desde niño. Llega como Maestro para continuar su misión, para enseñar en la sinagoga en día sábado (vv. 1-2). Jesús ha hecho un cambio notable de escenario, ha pasado de la casa de Jairo donde volvió la vida a una niña (cf. Mc 5, 41-43) a la sinagoga del pueblo que lo vio crecer. Con este cambio el Maestro ahora se encuentra en medio de los suyos; pero, ya no es el carpintero ni el albañil, como tampoco el artesano, es ahora el Maestro rodeado de seguidores que quiere hablar a los suyos, precisamente sobre el mismo hecho por el que había sido considerado fuera de sí, "loco" y por eso, había que ocuparse de él (cf. Mc 3, 20-21).
2. La enseñanza de Jesús ocasiona en los asistentes en un principio admiración, maravilla, asombro...la multitud, al oírle, quedaba maravillada (vv. 2b); pero esto no fue suficiente porque estos mismos reaccionaron posteriormente con una actitud despectiva de poco aprecio, no pronunciaban ni siquiera el nombre del maestro para referirse a él: ¿no es éste...? (vv. 3) Elaborando varios cuestionamientos (cinco en concreto) e interrogantes (vv. 2c- 3) sin dar lugar a algún espacio para confesar la fe y lograr ver más allá de lo que ya habían oído y visto. Para reconocer a Jesús es necesario ahora tener apertura a la fe. De esto depende si abrazan el acontecer del Reino o por el contrario rechazarlo. Jesús es incomprendido en el lugar donde se supone que lo conocían: Nazareth. Entonces, el conflicto estalla en un ambiente sencillo, en un mundo donde aparentemente lo conocían. La patria, los parientes y la casa llegan al rechazo. No logran comprender que Jesús ha llegado a su propia gente no para ocuparse en su labor de carpintero, sino que él ha llegado para evangelizar; sin embargo, la gente no se abre a la novedad. Estos cuestionan y crean conflicto. Los paisanos del Maestro hacen preguntas; pero, se cierran a su persona y a su misión. No sacan sus propias conclusiones, impidiendo conocer algo más del Maestro.
3. Las palabras de Jesús en lugar de ser acogidas, crearon un efecto contrario, un escandalo...se escandalizaban a causa de él (vv. 3b). Los asistentes y parientes con sus interrogantes mostraron solamente algo de Jesús, lo conocen poco y, por tanto, son incapaces de ver algo distinto en la persona y en las acciones del Maestro. Lo insólito es que mientras la gente lejana reconoció la novedad (cf. Mc 5, 21-43) y se admiró de la enseñanza con autoridad de Jesús (cf. Mc 1, 21-28), sus parientes más cercanos, quienes lo habían visto crecer no les impresiona en nada la enseñanza y las palabras del Maestro. No consiguen captar algo nuevo en él ni mucho menos toman en serio la realización de su misión. No les parece importante ni interesante, se han quedado en lo superficial. No pueden creer en él porque creen saber mucho de la persona de Jesús. Esto lo muestran con sus preguntas. No se dan cuenta que hay una nueva presencia de Dios en medio de su pueblo. No logran percibir que hay una nueva relación de Dios con el ser humano. Como no hay apertura a Jesús, no se dan cuenta que Dios ha abandonado los templos para ir hacia el encuentro de las personas dando fuerzas nuevas para que los elegidos, los profetas desempeñen su misión (cf. Ez 2, 2-5). No captan que Dios no hace nada sin el concurso, el esfuerzo, la presencia de lo humano.
4. Los parientes de Jesús ponen en duda sus enseñanzas y sus prodigios, dudan de su naturaleza: y no podía hacer ningún milagro...(vv. 5). Las preguntas de los parientes y demás están indagando por su origen: ¿De dónde le viene esto? (vv. 2); pero, en el auditorio no acaba de encajar la lógica entre lo que se cree conocer y las acciones extraordinarias de Jesús, su sabiduría, quien han visto crecer, nacido de mujer. Esta familia no lo entiende, su lógica se concibe en otra dirección, distinta al proceder y la acción de Dios. Esto produce un escándalo causado por la incomprensión y la falta de apertura a la fe. Tanto que hay en la manera de las expresiones que ellos usan un matiz de desprecio ¿No es éste...? (vv. 3). La gente de Nazareth en pocas palabras creen que ya conocen al Maestro y, en efecto no quieren mirar un poco más lejos, se quedan solamente con lo que ya conocen de su vida. Para algunas personas las acciones y las palabras de otros les parecen un obstáculo o sencillamente las usan para elaborar cuestionamientos y crear escándalos porque creen conocerlos o porque ya los han estigmatizado por su condición de vida; la miopía de sus ojos no les dejan ver algo más, les suena sospechoso lo que dicen y lo que hacen, desprecian sus actividades, desconfían de sus carismas, de sus talentos y de sus habilidades, se quedan solamente con la apariencia física y su forma de vestir. Son incapaces de reconocer a alguien distinto al de siempre, se cierran e impiden abrir nuevos caminos y aprender algo más para avanzar, se niegan a creer que detrás de una persona sencilla haya alguien grande, que detrás de una persona grande haya alguien sencillo, colocando el despreció por encima de la admiración y del asombro (cf. salmo 123 (122), 3). Esto impide por una parte que se nos valore adecuadamente en el lugar donde vivimos y participamos con nuestra presencia.
5. No somos suficientemente admirados por quienes nos rodean y nos conocen íntimamente, ocasionando que el reconocimiento no sea en su propia casa, sino en otro lugar, lejos de su entorno más íntimo. Y, por otro lado, no nos damos el permiso, la oportunidad de ver más allá de las fallas, de los errores, del vestido, del rostro y de las cualidades de las personas que supuestamente hemos visto crecer, fomentando el rechazo, la etiqueta negativa, la desconfianza porque concebimos que lo sabemos todo y lo conocemos todo de la persona. Y, en lugar de apreciar, de sentirnos orgullosos, admirados por los que tenemos a nuestro lado, porque podemos ver en ellos un crecimiento, un cambio, un progreso en su vida, creamos una percepción de poco interés, lo cuestionamos y buscamos muchas veces hacerlo quedar en ridículo. Nos parece ilógico y, en efecto no nos parece apto para promoverlo. Esto no es recomendable para avanzar en nuestra misión, pues siempre necesitaremos de otros para lograr multiplicar la labor de la misión para mirar mucho más lejos. Creer que ya conocemos todo de las personas nos dificulta abrirnos a novedades; nos impide ver que muchas o algunas de las cosas que hacen las personas provienen de Dios y, por lo tanto, no se capta la presencia de Dios ni el obrar en nosotros y en las personas con quienes compartimos. Y, por eso, se escandalizan, chocan, no reconocen algo más y toman actitudes pasivas y negativas, muchas de ellas de desprecio y de abandono; otras de resignación y de rechazo.
6. No podemos evitar sentirnos frustrados cuando nos rechazan, cuando se nos cierra la puerta de una oportunidad de vida; pero, muchas veces es interesante experimentar estas situaciones para que podamos seguir adelante, redirigiendo nuestros pasos hacia algo mejor. Tenemos dos opciones, dar puntapiés a las puertas para que se abran, eso sería un acto de violencia, o buscar otras puertas que posiblemente serán acceso para continuar el camino y para poder desarrollar la misión. Jesús frente a los cuestionamientos y los interrogantes de sus parientes, realiza tres acciones interesantes: les habla, autodenominándose Profeta rechazado por su pueblo: Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio (vv. 4). Jesús se autodomino como profeta, se identifica con los profetas del Antiguo Testamento. No pudo hacer milagros...a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos (vv. 5); El rechazo de sus parientes en Nazareth Jesús decide replantear con nuevo método su misión...se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando (vv. 6) reconfirmando así su ser enviado por Dios.
7. Es fácil estar de buen humor cuando las cosas que deseamos andan sobre ruedas. Nos sentimos, incluso agradecidos porque las puertas a donde llegamos y golpeamos se abren para nosotros. Pero, raramente se nos alienta a encontrar lo bueno cuando nos encontramos con las puertas del "NO". En ocasiones la reacción que tomamos es el abandono y la desilusión ante las oportunidades que perdemos porque rara vez logramos ver motivos para sentirnos agradecidos y avanzar sobre las puertas que se nos han cerrado a lo largo del camino. Cuando no se logra lo que deseamos en algún lugar, esto no significa que las puertas se hayan cerrado totalmente (vv. 5), como tampoco que la misión y el evangelio se deba detener (vv. 6b), lo que hay que buscar son nuevas formas y nuevos métodos para continuar la obra y el proyecto de vida. El rechazo no puede impedir la labor para continuar sirviendo, pues es ahí donde la debilidad de Dios aparece más dinámica que la fortaleza de los hombres (cf. 1Cor 1, 25) y también para decirnos: mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en mi flaqueza (2Cor 12, 9). Un dato muy importante es observar que dice: y no podía hacer allí (vv. 5). No afirma que no haya podido hacerlo en otra parte. Esto sólo ocurre en Nazareth; pero, la propuesta de Jesús es acogida por otras personas. La fuerza de Dios obra en quienes tuvieron y tienen apertura a la fe; obra en quienes no se cierran a su proyecto ni creen conocerlo todo. Siempre hay novedades por experimentar y por aprender.
8. Abrir nuevos espacios para la misión, aunque se cierren algunas puertas provoca que la misión no se detenga ni se paralice, sino que ahora despierte la oportunidad para continuar avanzando, usando nuevos métodos, nuevos recursos que faciliten enseñar y alcanzar los objetivos. Jesús fue bloqueado en la misión con sus parientes, pero este evento no fue suficiente para detener su misión, él no por eso dejó de servir (vv. 5-6a). La expectativa de Jesús va más allá de un rechazo y de unos cuestionamientos, por eso, su respuesta y actitud es positiva, se maravilla de su falta de fe (vv. 6a). El fracaso no ha sido total, como tampoco es un acto para quedarse estancado y no continuar. Jesús no obliga a nadie a creer ni a seguirlo en su proyecto, pero su mano sí continúa extendiendo para servir a quien desea acoger el dinamismo de su palabra y de su proyecto para que seamos profetas en medio del pueblo de Dios. El Maestro continúa abriendo los espacios de vida para los enfermos y para los necesitados, incluso Jesús no deja de ofrecer la esperanza en aquellos lugares que posteriormente será duramente rechazado y abandonado. Tiene todo para dar y eso es lo que interesa.
9. El rechazo obtenido por sus parientes será para Jesús la ocasión para mirar hacia otros lugares de su alrededor donde sus discípulos serán ahora quienes actuarán como una fuerza centrífuga para continuar el camino propuesto por el maestro (cf. Mc 6, 7-13). Ante el fracaso y el rechazo de sus parientes, Jesús ahora multiplica su misión a través de sus discípulos, estos han sido testigos del rechazo y del fracaso con los familiares del maestro, pero ahora con la responsabilidad de transformar, de hacer presente la obra de Dios y de ofrecer una nueva relación con los demás. La incredulidad de la patria, los parientes y la casa no son una excusa para no avanzar. No se trata de ser indiferente; pero sí es importante seguir hacia adelante, tendiendo la mano para ayudar y para esperar sin obligar a nadie. Siempre listos para facilitar caminos de vida y de esperanza, aún cuando todo parezca oscuro y nadie quiere entrar en el dinamismo del Reino.
10. En resumen, ni el rechazo ni el fracaso de algunas personas o de algunas situaciones de vida puede detener el dinamismo de la palabra que sana y transforma, siempre abran nuevos espacios y nuevos recursos, otros espacios y otras maneras para continuar hacia adelante, logrando que la palabra de Dios se multiplique y traiga abundantes bendiciones para todos en su momento oportuno. Esto es tener apertura a la fe; pero al mismo tiempo apertura a la espera, mostrando que la grandeza de Dios se muestra en lo sencillo de la vida, como lo mostró en la sencillez de un carpintero. Cuando hay apertura de fe suceden cosas grandiosas que nos sorprenden y nos llega a maravillar para que descubramos la presencia y la acción de un Dios siempre presente entre nosotros. De esta manera, siempre existirá la posibilidad de caminar y avanzar mucho más lejos de lo que ya hemos logrado hacerlo de la "mano" de Dios, dejando ver que nada ni nadie nos puede apartar de lo que él nos ha encomendado realizar con su ayuda y con su amor.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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