LA GRACIA DE DIOS NO TIENE LÍMITES Y ESTÁ A FAVOR DE NOSOTROS Jn 14, 1-12 Quinto Domingo (V) de Pascua

LA GRACIA DE DIOS NO TIENE LÍMITES Y ESTÁ A FAVOR DE NOSOTROS
Jn 14, 1-12
Quinto Domingo (V) de Pascua

Luis Fernando Castro
TEÓLOGO PUJ 
¿Cómo despedirse? ¿Cómo decir a los suyos, a los que más amamos, adiós? Lo más cómodo y frecuente para algunas personas es evitar despedirse porque les resulta muy difícil por varios motivos, entre ellos porque los asocian a emociones y recuerdos desagradables; sin embargo, las despedidas son necesarias porque facilitan cerrar unas puertas o unos ciclos de la vida para dar apertura y recibir otros momentos que seguramente serán grandiosos y enriquecedores para nuestra experiencia y crecimiento de vida. Despedirnos será siempre beneficioso. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús, después de convivir, de crear un gran lazo de amistad durante un tiempo se despide de sus discípulos, ya no lo verán como hasta ahora, cambiará el modo de estar presente, dejando su testimonio y animando a hacer cosas mayores. Veamos.

1. Despedirnos de quienes han sido muy significativos y especiales para nuestra vida, porque han dejado alguna buena huella que nos ha facilitado crecer no es siempre fácil; aunque se tenga conciencia de que la vida es una sucesión de encuentros nuevos y de despedidas. Jesús después de haber lavado los pies a sus discípulos (cf. Jn 13,2-20), de haber compartido una amistad con ellos, anuncia que su vida terrena ha llegado a su fin: hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros (Jn 13, 33). Las reacciones de sus amigos, por su puesto generan sentimientos de nostalgia y desconsuelo porque todo parece volverse oscuro e incomprensible. Surgen los cuestionamientos, las dudas y el desánimo, aún cuando se quiere continuar (cf. Jn 13,36), pues la visión y la relación ahora será distinta. Por eso, las palabras del Maestro serán consoladoras, caracterizadas no por una separación permanente, sino por una despedida que toma un nuevo giro conducido a crear unos nuevos lazos de amor y de vida, mucho más fuertes e indestructibles que nos benefician a todos, mostrando que Dios no está en contra de nosotros, él está a favor de un modo generoso y sin límites. Él no nos ha abandona ni quiere separarse para siempre. Su partida sirve solamente para que los vínculos sean nuevos y mucho más fuertes que los anteriores.

2. Por lo general los encuentros con otras personas y con otros trabajos son muy agradables, mientras que las despedidas voluntarias e irreversibles se visten de un tono triste, opaco, cargado de decepción y en otros casos de enfado. Esto sucede cuando surge nuevas oportunidades que nos conducen a separarnos de las personas, haciendo cambios de lugar o de realizar viajes que nos ausentan y nos alejan de quienes amamos. Esto ocasiona sentimientos de nostalgia, de perdida, pero al despedirnos nos permites asimismo comenzar algo nuevo en el que los hábitos y las rutinas  dan un nuevo giro que nos ayuda a reparar, limar asperezas, perdonar y comprender de una manera distinta nuestra vida y nuestras relaciones humanas: Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido (1Pedro 2,9). Las despedidas, entonces no sólo nos impregnan de ausencia y de vacíos, además nos facilita descubrir regalos, detalles maravillosos que nos animan y nos alientan mostrando que no es el final porque el amor verdadero no tiene fronteras ni se acaba con la muerte. Por eso, algunas personas se comprometen actuando con confianza, superando expectativas y entablando nuevas relaciones que nos contribuye a dar pasos sorprendentes que nos beneficia y nos llena de alegría, con ganas de vivir y de continuar, gracias a quienes nos han animado con su ejemplo y con sus acciones, logrando conseguir metas que nos realizan y nos hacen disfrutar con plenitud y con esperanza nuestra existencia.

3. Aprender un nuevo horizonte de vida nos permite descubrir que lejos de vivir una vida tranquila y sin preocupaciones existe también diversos eventos que nos jalonan para que podamos dar sentido y crecimiento a nuestra vida como seres humanos. Cuando los sentimientos de los discípulos se agitan y se perturban por la ausencia de su Maestro, Jesús les invita, les anima a mantener viva la confianza en Él: No se turbe vuestro corazón, Creéis en Dios; creed también en mí (vv. 1). Sentirnos turbados y agitados interiormente es una experiencia desagradable porque nos causa tristeza, dolor y sufrimiento. Seguir viviendo sin las personas que amamos o que han sido especiales con nosotros es como sentir que estamos en una tumba en el que se pierden los horizontes y todo se vuelve oscuro. Por eso, es importante, que ante estos eventos y episodios inevitables de nuestra vida podamos mantener la confianza porque así logramos desarrollar la capacidad de enfrentar las diversas situaciones con la mirada siempre hacia adelante, creyendo sin ver. Dios es espíritu, es invisible a nuestros ojos terrenos. Pero esto no es suficiente para que apoyados en la confianza ilimitada en el Padre y en el Resucitado construyamos una nueva vida, cimentada en ellos.

4. La ausencia o la separación no significa siempre distancia definitiva, también es un cambio de relación. Jesús se va, pero su ausencia no es definitiva, ahora es eterna, permanente y mucho más fuerte e indestructible: En la casa de mi Padre hay muchas mansiones...Voy a prepararos un lugar...(vv. 2). La ausencia de Jesús no es pasiva porque se va a preparar una casa para que todos podamos vivir juntos (cf. vv. 3). Jesús como nueva morada, como nueva construcción y nuevo templo nos acoge para todos podamos tener un puesto junto al Padre. Esto una vez más nos muestra como Dios no está en contra de nosotros, sino que él de una manera grandiosa se volca a favor de nosotros para que estemos unidos perennemente a Él y al Padre como el regalo más precioso de nuestra vida y de nuestra esperanza: Volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros (vv. 3). Sin embargo, esto no nos puede poner en una actitud pasiva, es necesario ponernos en camino para participar y asumir conscientemente nuestro compromiso en este caminar: Y adonde yo voy sabéis el camino (vv. 4). Ponernos en camino es evitar quedarnos quietos y estancados. Es importante continuar avanzando hacia adelante, superando otros caminos que nos pueden distraer o desviar de lo que se nos ha señalado, dedicados a ayudar a otros (cf. Hch 6, 1-7) a vivir el encuentro y el favor generoso de Dios.

5. Permanecer inactivos esperando que otros sean los que nos conduzcan no es recomendable porque nos afecta de manera integral nuestra vida, en todos los sentidos. Perdemos contactos y nos orillamos hacia el aislamiento y la soledad. Jesús ante la pregunta de Tomás ¿Cómo podemos saber el camino? (vv. 5) anima e instruye a sus discípulos a no quedarse inactivos para que usando el buen camino lleguen al Padre: Yo soy el camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí (vv. 6). Al decir Yo soy, el Maestro se refiere a aseverar que en él esta Dios presente. Un Dios generoso y bondadoso, dador de salvación para todos nosotros. Afirmar que Él es el Camino nos expresa, por una parte que Dios, como Padre no es inaccesible. Todos podemos estar cerca a él e incluso tenemos la posibilidad de llegar a Él. El Padre es nuestra meta, y el Hijo es nuestro Camino. Nosotros como seres humanos no podemos salvarnos por nosotros mismos. Jesús como Salvador es nuestra única posibilidad para acceder al Padre en cuanto que Él es también Verdad (podemos ver al Padre por medio de Él. Conocer a Jesús asimismo es conocer al Padre (vv. 7) y Vida (Estamos unidos al Padre y, por tanto tenemos una vida abundante, generosa, eterna). De esta manera, la gracia de Dios no tiene límites (cf. Salmo 32, 1-5.18-19) y está a favor de nosotros. No se agota. Se da continuamente al máximo sin ninguna duda de oscuridad.

6. La dificultad de muchas personas no consiste solamente en vivir desubicados, perdidos o extraviados por los distintos caminos que nos ofrecen en nuestra vida. El problema es no tener el camino, queriendo mantenerse perdido, andando como si estuviera metido en un laberinto dando una y otra vuelta sin hallar la salida, aferrados a sus propias consignas y verdades que en el lugar de generar una vida abundante, causa oscuridad y muerte. La felicidad y la libertad de los seres humanos está en la obediencia de seguir el camino acertado que nos conduce a la fuente de vida que es el Padre: ...también vosotros cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual para un sacerdocio santo (1Pedro 2,5). Quien camina por el Camino tras los pasos de Jesús podrá encontrarse con problemas, con rechazos y con distintas dificultades, pero nada hará que se deje de confiar y de perder la mirada en el Padre. Podrán existir muchos análisis sofisticados que nos quieren seducir y atrapar, pero al final como personas queremos mostrar al Padre para que con Él infundamos una vida nueva y abundante que facilite una transformación verdadera en el que podemos descubrir que todo es posible e incluso la vida eterna.

7. Algunas personas buscan la felicidad sin darse cuenta que ésta no es un camino, es el camino que nos conduce a la plenitud. Felipe en medio de la despedida, le pide a Jesús que le muestre al Padre. El discípulo sin comprender quiere ver a Dios, como algo extraordinario o como experiencia excepcional: Señor, muéstranos al Padre y nos basta (vv. 8). La respuesta del Maestro, todavía es más sorprendente porque quien ve a Jesús ve al Padre: ¿Tanto tiempo que estoy con vosotros y no me conocen Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre? (vv. 9). Conocer, aceptar a Jesús es conocer y aceptar al Padre. Ver a Jesús es ver el rostro del Padre. Y, conocer al Padre es la máxima felicidad porque en él encontramos su amor desmedido, su gracia, su misericordia, su bondad, una vida abundante. Eso nos basta. Por eso, quien conoce y ve al Padre en Jesús puede hacer la obras del Padre e incluso mayores: El que crea en  mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre (vv. 12). Estar adheridos a Jesús es estar también comprometidos con su obra, con lo que él ha empezado a hacer, promoviendo la vida para que donde haya ausencia crezca la familia de Dios. Estar al servicio de la vida nos invita constantemente a dedicarnos totalmente para que haya vida en abundancia, dejando ver la acción generosa del Padre

8. Existe una frase muy coloquial: hijo de tigre sale pintao. Jesús hace las obras del Padre: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí (vv. 11). Esto también se aplica para nosotros. Quien ve en nosotros las obras del Padre es porque estamos unidos, en sintonía con el Padre y el Hijo. El reto de nuestra existencia es hacer de nuestra vida cotidiana un rostro del Padre comprometidos y actuando con responsabilidad en la lucha por la vida. Sin embargo, muchos hijos viven cargando un peso grande en sus espaldas porque han decidido arrastrar a lo largo de su vida heridas, palabras, momentos vividos o aprendidos en relación con sus padre. Para algunos la mayor dificultad de su vida la encuentran en la relación con papá provocando no sólo una distancia con él, sino también con el Padre, fuente y origen de la creación, de la esperanza y de la vida, como si fuera Dios Padre una proyección de sus decisiones y de sus acciones terrenales. Son muchos los sofismas, las frases hirientes y discriminatorias que usamos para menospreciar a quienes nos han dado la vida. Nombrar la palabra Padre, para algunas personas es una pesadilla porque les revive experiencias negativas, prefiriendo usar otros términos como viejos, cucho etc. Cuán importante es comprender que la gracia de Dios como Padre no tiene límites ni tampoco está en contra de nosotros. Es necesario fortalecer nuestra relación con nuestro padres porque mucho de los que somos ahora ha sido aprendizaje de papá. Quien ve a un hijo, ve no sólo a una madre, también ve al padre. Los padres a pesar de sus sombras también han sabido dar su mejor esfuerzo. Nos han dado la vida y, aunque no estén en nuestras expectativas, dejarlos ser padres es suficiente.

9. En resumen, La gracia de Dios como Padre no tiene límites. Su amor incondicional está a favor de nosotros para que también nosotros a ejemplo de Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida seamos imagen, rostro, piedra viva del Padre, facilitando caminos que construyan, fortalezcan y hagan crecer los lazos de la familia de Dios, asumiendo con responsabilidad la tarea de ser feliz y libre, disfrutando y hallando en nuestra practica cotidiana la presencia del Padre Dios. Vincular al Padre en nuestra vida nos posibilita hacernos conscientes de ser hijos en el Hijo, pero asimismo abrimos la posibilidad de estar cercanos al Padre para hacer de nuestro mundo algo mejor con detalles de Amor, de ternura y de afecto que seguramente hacen parte del camino que nos facilita crecer y avanzar siempre hacia adelante dejando que nuestra existencia sea plena y abundante para beneficio propio de muchas personas.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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