ESCUCHAR PARA VIVIR CON DINAMISMO HASTA EL FINAL Mt 17, 1-9 Segundo Domingo de Cuaresma
ESCUCHAR PARA VIVIR CON DINAMISMO HASTA EL FINAL
Mt 17, 1-9
Segundo Domingo de Cuaresma
Es interesante escuchar las distintas entrevistas que algunos reporteros hacen a los deportistas en las grandes competiciones porque generalmente las respuestas que escuchamos están en la expectativa de ganar, de deslumbrar, de mostrar todas las capacidades y potenciales con el fin de asegurar el triunfo del evento sin pensar mucho en las situaciones o en la circunstancias por las que se puede pasar antes de llegar a la meta. Esto sucede porque en las diversas circunstancias humanas, llamase competencia, proyecto o trabajo se quiere alcanzar un objetivo, una meta. Sin embargo, en este proceso podemos notar una constante en todos los seres humanos, que aunque hayan ganas, esperanza surge siempre un ingrediente en el que observamos que no hay gozo, alegría sin tener esfuerzos significativos, dolores que muchas veces se amasan junto al proceso y al triunfo que queremos lograr. Tener la visión del triunfo, de la victoria no es para hacer a un lado la lucha, pues siempre estará ahí este panorama, sino para animarnos a emprender el camino hacia algo mayor y más favorable para todos, pero asimismo para no rendirnos ni desistir en medio del camino, pues muchas actividades que hemos empezado no se han terminado, no han llegado a la meta, provocando frustración. Por eso, es importante saber escuchar para vivir con dinamismo hasta el final. A la luz de la Palabra de Dios, Jesús sube a un "monte alto" junto a algunos discípulos donde se transfigura ofreciendo un anticipo de su gloria, algo necesario para el seguimiento de aquellos que ven y escuchan; asimismo, para las circunstancias y las situaciones a las que iba a ser sometido el Maestro en el camino a su Pasión y a su Muerte, mostrando que para ganar la vida hay que también aprender a morir. Veamos:
1. Todos los días estamos sometidos en mayor o menor medida a alcanzar alguna meta, aún sin proponérselo, desde salir de la casa para llegar al trabajo hasta realización de algunas actividades en el ámbito laboral y familiar. Jesús tomando a tres de sus compañeros: Pedro, Santiago y Juan sube a un monte alto donde se transfigura delante de ellos (vv. 1-2), subrayando la fraternidad, el sentido de la comunidad. La Transfiguración del Maestro se conecta con la confesión y asimismo, la reacción negativa de Pedro frente al anuncio de la Pasión (cf. Mt 16, 22-23), pues en este proceso surge un cambio de expectativas que para el discípulo le suena ilógico porque ellos en su concepción esperan solamente alegría, gozo, paz, gloria; sin embargo, desde la expectativa y la propuesta de Dios hay otras implicaciones caracterizadas por el dolor, el sufrimiento y la muerte. De esta manera, el evento de la Transfiguración pone un ingrediente importante en el camino constante de los seres humanos: la muerte, el dolor, el esfuerzo, la dedicación, al igual que las alegrías y los gozos hacen parte de la vida. No todo es definitivo. Siempre habrá algo más grande. Hay esperanza. Las. batallas de la vida no serán para siempre. Hay una luz que nos invita a caminar hacia adelante.
2. El cambio notable que describe el rostro y los vestidos del Maestro nos facilita entrar en el acontecimiento de la Transfiguración: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz (vv. 2b). El sol y la luz simbolizan lo divino. Algo que es muy cercano y familiar a nosotros porque donde está el sol y la luz no existe la tiniebla ni la oscuridad. En esto aparece la figura de Moisés y de Elías confirmando que nos encontramos en un ambiente de la divinidad, de algo grandioso porque ambos están ya glorificados (vv. 3), es decir, son personas que han sido llevadas al cielo (cf. 2Re 2,11; Dt. 34, 1-12). Lo importante, empero, no es tanto los personajes que resplandecen en este monte junto a Jesús, sino la relación que existe entre ellos. Moisés y Elías representan la antigua Alianza, es decir la Ley y los profetas respectivamente. Pero, Jesús va mucho más lejos que estos dos personajes porque él es el Hijo que no ha venido a abolir la ley ni a los profetas, sino a darle cumplimiento (cf. Mt 5,17). Moisés y Elías son los testigos de esta misión. Asimismo, el Maestro establece la Nueva Alianza, Él es la plena realización de la Ley y de lo dicho por los profetas.
3. Frente a lo que esta sucediendo en este monte, Pedro es el primero que tomando iniciativa reacciona a lo que está viendo. Él no guarda silencio. Luego lo harán otros ante el acontecimiento de la nube que los cubrirá. El discípulo llama al Maestro, Señor mostrando el gozo, la emoción inicial que se mueve en su interior al contemplar las maravillas de Dios. Sin embargo, la reacción de Pedro no se queda solamente en palabras, sino además propone construir tres tiendas (vv. 4) buscando permanecer en lo definitivo, en aquello que está visualizando y lo hace sentir muy bien: Emocionado por lo que estaba experimentando dice al Maestro: Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Algo que es insensato, pero al mismo tiempo nos puede facilitar un camino de mediocridad porque querer quedarnos estancados en las cosas fáciles sin ver más allá, sin ir más lejos con los brazos meramente cruzados; aunque esto implique esfuerzos y sacrificios significativos, nos impedirá que exploremos el panorama total de nuestra existencia. Emprender alguna actividad o proyecto de vida nos puede generar emoción, alegría, esperanza, pero asimismo nos exige perseverancia, esfuerzo, dedicación y disciplina, aún en medio de las adversidades y de los momentos difíciles e incomprensibles que solemos pasar cuando queremos alcanzar nuestras metas.
4.De esta manera sin interesar el camino y el proceso de vida que llevemos es necesario saber que para alcanzar las metas y los objetivos que hemos visto, también surgen algunos momentos de crisis, de incomprensión en el que nos "obliga" a salir superando esa tendencia a quedarnos o a permanecer en lo que es más fácil y cómodo para nosotros. Si el camino a la meta no tuviera tropiezo, pues la vida no tendría algún sentido e impediría solamente continuar hacia la meta propuesta explorado y buscando algo más de lo que ya tenemos. Por eso, no hay aprendizajes si no hay el deseo de desaprender para volver aprender. No hay meta sin sacrificios, sin esfuerzos, sin momentos de incertidumbre. La importancia de tener la visión del triunfo, de la meta facilita el emprendimiento y el ánimo constante en el camino, en el deseo de mantener viva la misión, pues ante los momentos de crisis (cf. Mt 26, 36-46), de dudas, de sufrimientos, de luchas, éstos sólo serán una piedra en el camino para fortalecer y, no una estación para escampar. Superar la emoción inicial por lo que vemos a un corto o largo plazo nos ayudará a evitar aliarnos a la mediocridad, logrando salir de la zona de confort, de los deseos de instalarnos en sus monstruosas seguridades: levantaos, no tengáis miedo (vv. 7), venciendo los miedos, abandonando la rutina y, así poniéndonos en marcha constante para seguir hacia adelante con dedicación y disciplina hasta conseguir de la mano y el acompañamiento de Dios los objetivos establecidos, alcanzando la gloria vista al momento de emprender, provocando así frutos de la paz y de alegría para nosotros y para muchas personas. Detrás de los miedos hay algo más grande, nuestros sueños.
5. Jesús acompañado de Moisés como representante de la Ley judía y de Elías como profeta de la antigua alianza es envuelto por una nube de gloria donde se escucha la voz del Padre: este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle... (vv. 5). Pasamos entonces de la visión a la escucha. La aparición de Moisés y de Elías en este monte confirma el ámbito de un Dios que no deja de cumplir sus promesas. Transfigurarse (metamorfosis- cambiar de forma- transformarse) mostrando un rostro brillante y unas vestiduras blancas como la luz revela la relación y la transparencia con el Padre. Es decir, que Dios deja transparentar la gloria del Hijo. Un destino que será para todo ser humano. Pero, esta experiencia de Jesús en el monte no solo ve el cumplimiento de la promesas de Dios, también su respaldo, su gloria antes de pasar por la pasión y la muerte. La nube luminosa nos señala la presencia de Dios (cf. Ex 40,35), la presencia del Dios con nosotros (Emmanuel: Mt 1,23) en nuestra historia, el cual estamos invitados no sólo a ver en su resplandor, sino además a escucharlo para alcanzar la plenitud. De manera que, quien quiera vivir con dinamismo su vida hasta el final, llegando a la meta definitiva de su existencia, dando sentido a lo que es como persona y a lo que hace en su tarea y misión es necesario abrir muy bien los oídos para escuchar la voz de la Palabra hecha carne, rostro del Padre vuelta hacia la humanidad. Quien escucha al Padre, viene a ser su hijo para dar buenos frutos. Por eso, no hay cabida para confundir la voz de Dios con otras voces que nos pueden resonar y buscar convencer, ni siquiera con la de Moisés y Elías. Dios revela toda su voluntad a través de Jesús a quien estamos invitados a escuchar estableciendo una profunda y verdadera relación entre discípulos y Maestro.
6. No hay nada mejor que tener personas que nos acompañen y nos impulsen en los procesos para llegar a cumplir las metas, viviendo con dinamismo hasta el final porque al mirar la meta nos puede causar en principio una emoción tan grande a la que no queremos salir de ahí, pero además nos deja como muertos y, por eso es importante volver a aterrizar a poner bien firmes nuestros pies en la tierra (vv. 8-9) para comenzar a caminar hacia la plenitud. Jesús subió al monte con Pedro, Santiago y Juan (vv. 1), pero estos discípulos al oír la voz del Padre cayeron rostro en tierra (adoraban, y al mismo tiempo sienten la distancia con Dios)... se llenaron de miedo (vv. 6). Más aún, habían preferido quedarse a vivir en el monte, en la zona de confort, en los definitivo de la gloria (vv. 5). Esto es bueno pero no es recomendable para quienes emprenden un camino de vida nueva, con dinamismos que mueven hacia adelante que buscan llegar a la meta. El miedo de los discípulos es conciencia de estar frente a alguien muy grande, dejando ver con humildad quién es el Padre y quienes somos nosotros en su presencia, pero al mismo tiempo es la causa del despertar hacia una nueva vida caracterizada por el compromiso, la responsabilidad, la persecución y muchas veces como suele ocurrir el dolor, el rechazo y el sufrimiento. Por eso, es necesario contar con la ayuda de otros para avanzar y, así ganar terreno en el camino hacia la plenitud, pues la relación con Jesús no es sólo de oídas, de recuerdos e impresiones de la infancia, sino además, de conocer su paz inconfundible para alentar y sostener con responsabilidad nuestra vida en todo momento.
7. Quedarnos al lado de personas que frenan procesos o que desean quedarse en su zona de confort sólo provocará que los proyectos o los sueños que se emprenden se estanquen, y en consecuencia generan frustración, miedo y duda para avanzar y para progresar. Escuchar y confiar en el respaldo divino sin condiciones (cf. Gen 12,1-4) es conectarnos con la visión y la bendiciones del Maestro, con la experiencia armoniosa de la vida de otros que también han sabido superar los problemas, las dificultades, los momentos incomprensibles para ver sus metas y sus sueños cumplidos (Moisés y Elías), expandiendo su vida sobre toda la tierra (cf. Rm 5,19). En este monte no podemos dejar de lado a quien nos respalda en todo el proceso y nos promete su gloria: El Padre quien se complace en sus hijos, en quien esperamos su misericordia (cf. Salmo 32, 4-5-18-22), su esperanza y a quien no se le escapa nada para dar lo mejor a sus hijos. Tener el respaldo divino nos da seguridad, nos da firmeza para continuar avanzando, aún en medio de los problemas y de las dificultades, descubriendo en este panorama de vida a un Padre que nos ilumina el camino porque sencillamente nos ama y no se cansa de desbordar con generosidad su salvación (cf. 2Tim 1,8-10) para que libres y felices realicemos en Jesucristo el proyecto del amor produciendo frutos de vida, de justicia y de paz. En resumen, escuchar la voz del Padre en la persona de Jesús para vivir con dinamismo hasta el final es hacer lo que hace el triunfador, un ser valiente, que aunque caiga o se sienta perseguido, sabe levantarse para seguir progresando hasta lograr las metas, dando verdaderos frutos que nos enriquecen y ayudan a muchas personas. Así mismo, estar unido a quien todo lo puede y nos mueve interiormente para emprender y desarrollar con eficacia los proyectos de vida, es tener la certeza de conseguir y de ver grandes logros, que seguramente traerán beneficio personal, pero también mucha bendición para el beneficio de todos.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ- Magister en Familia- ULIA
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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