HACERSE OVEJA PARA OBRAR COMO EL PASTOR Jn 10, 27-30

HACERSE OVEJA PARA OBRAR COMO EL PASTOR
Jn 10, 27-30
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo

Acompañar como un servicio integral a las personas, entregando lo mejor de nosotros para que muchos otros tengan y vivan una vida de calidad, desde los distintos roles, es un arte que apunta a un dinamismo de crecimiento en el amor y en el servicio, logrando alcanzar en el camino de nuestra existencia la realización personal. El servicio de acompañar y de acoger a las personas no es un arte solitario, al contrario, muestra como una persona que se siente amada está capacitada para amar con generosidad, generando y animando hacia nuevas relaciones de vida que fortalecen y conducen a un auténtico proceso de realización en todos los sentidos que nos implican como personas, llamadas a servir, entregando las fuerzas y la vida para que otros tengan mucho más vida. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús el Pastor bueno muestra una asombrosa dinámica de relación entre él y los que le pertenecen; un camino de profunda confianza y de familiaridad que nos introduce en la gran amistad eterna con el Padre para que seguros en su voz y en su amor abundante logremos trasmitir con reciprocidad la gracia de sentirnos amados y bendecidos. Veamos:

1. Evitar algunas actitudes y acciones en el servicio de acompañar, como sentirnos dueños y conocedores de toda situación, mostrando superioridad nos facilitará que las relaciones no se distancien, como tampoco se desenmascare la falsa voluntad de acoger, de saber escuchar y de conocer a la persona que se acompaña. En la fiesta de la Dedicación, en Jerusalén, Jesús caminaba por el Templo, en el pórtico de Salomón, una de las galerías que rodeaban la gran explanada de este lugar (vv. 22-23). Este lugar frecuentado por mucha gente, algunos judíos pronto rodean al Maestro para exigirle una respuesta sobre si él es o no el Cristo. El diálogo es algo tenso, pues los judíos acosan a Jesús con sus preguntas (vv. 24). La respuesta de Jesús se caracteriza por lanzar una crítica, ya que no han aceptado ni su mensaje como tampoco su actuación, es decir no han creído (no se han hecho oveja) porque no son de mis ovejas: Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas (vv. 25-26). Las palabras de Jesús no busca reprochar a los actuales pastores de Israel, quienes no cumplen con su oficio (no son buenos pastores porque no se han hecho ovejas que saben escuchar la voz de su Pastor), sino de iluminar sus actitudes y acciones, si ellos aceptan oír la voz del Pastor y su mensaje, mostrando con la imagen de Pastor bueno la calidad de relación que debe haber con los suyos para entrar en comunión de vida permanente con él. En este sentido, acompañar o pastorear desde nuestro ámbito comunitario y familiar es todo un arte porque apunta a desarrollar un dinamismo de crecimiento basado en el amor, en el servicio a las demás personas hasta lograr que éstas crezcan y se realicen integralmente. Por eso, quien acompaña ofrece verdaderas herramientas, orientaciones de vida para que el acompañado vaya descubriendo soluciones constructivas que faciliten su caminar existente. Aquí es importante poner a trabajar la capacidad de escucha activa, superando la pasividad y los rótulos personales y generales que en ocasiones dañan o hieren a la persona que se acompaña porque no se logra entenderla, transmitiendo respuestas adecuadas que muestren un camino en dirección a una meta, que no es distinta al amor y a la acción de ser escuchado, de ser acogido y de ser amado, ofreciendo e inspirando seguridad y confianza. Acciones de vida que vencen el mal que las amenaza, prolongando un caminar hasta la eternidad. De esta manera, hacerse oveja para obrar como el pastor deriva un sentido de responsabilidad, de cercanía y de gran familiaridad para muchas personas (cf. Hch 13, 14.43-52), buscando dar vida y confianza mutua, más allá de generar una gran lista de señales aprendidas o de actuar solamente desde conceptos administrativos sin creatividad, renovación y alegría. Ser oveja para obrar como el Pastor es darnos cuenta que podemos superar la manera de vivir rutinaria y repetitiva para comenzar a dar respuestas activas que muestran como acción de gracias lo recibido por el amor de un Padre, que nos da la fuerzas y las capacidades para continuar avanzando hacia adelante (cf. Salmo 99, 2-3.5), pues somos su pueblo, ovejas de su rebaño, su amor eterno y su fidelidad permanente.

2. La calidad de relación de las personas se caracteriza en la forma como se entrega y se da, creando no sólo una conexión, sino además para fortalecerlas, dando sentido a nuestra existencia. Jesús tomando la imagen del pastor habla a los judíos sobre el contenido y la calidad en una relación entre quien acompaña y es acompañado a partir de unas características: conocer, dar la vida, no dejar arrebatar y ser uno con Él y con el Padre en una relación profunda de corazón. Cuatro acciones que muestran a Jesús Pastor enamorado, cercano, entregado con y por amor responsable a sus ovejas, quienes a su vez, le escuchan y le siguen: Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen (vv. 27). Las ovejas se abandonan porque descubren el dinamismo de creer y de poner su vida con toda confianza en su Pastor quien cuida con amor responsable. Esta relación de vida y de amor eterno...yo les doy vida eterna... (vv. 28) da sentido y realización a nuestra existencia porque no perecerá jamás...(vv. 28b), nos contagia de vida eterna. Una relación donde no nos podemos sentir solos, sino amados y respaldados...nadie las arrebatará de mi mano...(vv. 28c) con la capacidad de amar y de dar lo mejor de nosotros para muchas personas porque estamos conectados y acompañados por el Padre y el amor del Hijo. De esta manera, el Maestro no fuerza a nadie. Jesús sólo invita y llama a establecer una gran familia, permitiendo ver un amplio panorama del estilo de vida de un pastor que sin condiciones da la vida para salvar a sus ovejas a las cuales él conoce su vida, su historia, sus dificultades. El pastor conoce a sus ovejas con un amor que nos sobrepasa; esta siempre cercano con paciencia, con dedicación nos ama y nos acepta, nos introduce en la amistad profunda con el Padre para que tengamos una vida colmada de bendiciones abundantes (cf. Jn 10, 10b). Entonces, la decisión de seguirle depende de cada uno de nosotros si nos sentimos que le pertenecemos como ovejas de su rebaño (Jesús habla de mis ovejas, estas han sido dadas por el Padre (vv. 29a). Esta decisión lo cambia todo porque es comenzar a vivir de una manera nueva y distinta encontrando sentido y sabor a nuestra vida. Para esto es necesario primero hacernos ovejas que sabemos escuchar la voz del Pastor (obediencia a la Palabra), esto es esencial, aceptándolo en nuestra vida, sabiendo dar respuestas activas abandonados en sus manos, superando todo síndrome de superioridad, exigencia o dominancia que fuerce a amar para después seguirle, viviendo según su voluntad y sus instrucciones, lejos de meras intuiciones o de deseos personales y, así establecer una relación que nos conduce cada vez a ir más lejos, gozando de la vida en abundancia que él nos ofrece con tanta generosidad en cualquier situación y circunstancia, brindándonos una confianza sin medidas a los suyos (cf. Ap. 7, 9.14b-17) para alcanzar la plenitud, la realización personal que proviene de tener esta relación eterna. En este sentido, el servicio de acompañar no es un arte solitario, al contrario nos muestra cómo una persona amada está en la capacidad de responder con este amor, animando y generando fuertes relaciones de vida, sostenidas por el amor fundante del Padre y el Hijo, logrando estar en sintonía con quien es el Pastor eterno y la garantía del Amor.

3. La muerte nunca tendrá la última palabra. Jesús progresando en sus palabras frente a las cuestiones e interrogantes de los judíos afirma que nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre porque él es más grande que todos (vv. 29). Con estas palabras el Maestro reafirma el sentido de una vida para siempre, la vida eterna, la vida en abundancia. Con Jesús como Pastor eterno no hay límites ni fronteras que nos impidan ayudar a otros, a quien podemos amar, acompañar y facilitar caminos de vida eterna. Además, nuestra vida por el amor eterno del Pastor está en manos seguras, resguardada de todo peligro y de toda maldad. Si el Pastor nos protege y nos cuidad con su amor y fidelidad estamos seguros de no desviarnos hacia otras voces o hacia otros caminos que nos pueden conducir hacia la ruina y la destrucción. Es impresionante ver que la vida entera del Pastor que acompaña a sus ovejas no está en contra de nosotros, sino a favor de nosotros, está en función nuestra y sin condiciones ni medida para que podamos hallar sentido a lo que vivimos, a lo que hacemos, logrando alcanzar la plenitud de nuestra vida. Entonces, podemos ver que Jesús no es un Pastor dador de bienes terrenos como algunos pueden estar pensando, aún cuando nunca nos falta nada por su generosidad, sino un Pastor que nos invita a estar a su lado escuchando su voz para establecer una relación de vida que no se rompe ni con la muerte, haciéndonos uno con él y con el Padre, Él que está presente y detrás de todo este amor eterno: Yo y el Padre somos uno (vv. 30). De esta manera, el acompañamiento tiene sentido y garantía porque podemos confiar en él como nuestro Pastor para continuar caminando hacia adelante sin desviarnos de la meta, que es el mismo Padre, pero al mismo tiempo aprenderemos a acompañar a todas las personas, prolongando este amor eterno hacia los demás inspirando confianza y seguridad, facilitando fortalecer relaciones de unidad con la capacidad de vencer todo mal e incluso venciendo las barreras de la muerte. En resumen, hacernos ovejas para obrar como el Pastor es arriesgarnos en la aventura de creer en lo que Jesús creyó y vivió, dejando que sus palabras nos atraigan y nos seduzcan, dando importancia a la persona de una manera cercana para que siendo libres podamos hacer mucho bien con alegría, confiando en la generosidad y el amor incondicional del Padre, enfrentando con esperanza todas las adversidades y limitaciones, seguros y firmes en las manos de Dios que nos sostiene, nos guía y nos acompaña porque Él está por encima y es más grande que todos.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)