DE LA ACLAMACIÓN A LA PALMA VICTORIOSA DE LA CRUZ Lc 22, 14-23, 56

DE LA ACLAMACIÓN A LA PALMA VICTORIOSA DE LA CRUZ
Lc 22, 14-23, 56
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo

Es probable que en nuestra experiencia de vida, donde crecemos y avanzamos nos hayamos encontrado con situaciones algo extrañas, caracterizadas por la contradicción e incluso la paradoja. Esto nos ocurre porque en camino que realizamos hacia nuestra realización como personas, habrán momentos de alegría, de gozo, pero también momentos de contemplación y de reflexión frente a lo que vemos y a lo que nos sucede en la cotidianidad, algunas impregnadas de dolor y sufrimiento, otras de rechazo y de tristeza, pero que al final nos sirve para mejorar. A la Luz de la Palabra de Dios, celebramos el Domingo de Ramos contemplando la entrada de Jesús en Jerusalén (cf. Lc 19, 37-40) y el misterio del sufrimiento y de la muerte de Jesús en la cruz según el evangelio de Lucas (cf. Lc 22-23). Un camino de oración y de aclamación hacia la bendita cruz solidaria. Veamos: 

1. La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, caracterizado por la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y por la contemplación en el misterio del sufrimiento y de la muerte de Jesús en la cruz según el evangelio de Lucas. Dos acontecimientos temporalmente distintos, pero ofrecidos en una misma celebración. El primero (cf. Lc 19, 37-40) nos muestra a Jesús siendo aclamado como un rey por la multitud de los discípulos. Los detalles que caracterizan este acontecimiento se centran en la alegría (vv. 37a) y la oración (vv. 37b). Dos aspectos importantes que hacen parte del evangelio de Lucas. Dos aspectos que van de la mano porque el sentimiento de la alegría es fruto de podernos dar cuenta de las bendiciones que Dios en su misericordia y como Padre bueno nos da para que también nosotros podamos proclamarlas al mundo (cf. Hch 2, 11). Algo que podemos contemplar cuando vemos la cruz. Las alegría y la alabanza a fuerte voz por parte de los discípulos dan testimonio del acontecer de Dios, pero al mismo tiempo se convierte en una manera de agradecer al Padre por la obra realizada en Jesús: ¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas (vv. 38). Una aclamación que recoge la oración, el canto hecho por los ángeles en el nacimiento de Jesús (cf. Lc 2, 14), pero que ahora la cantan los discípulos como gratitud al Padre bueno por la paz que proviene del cielo como signo de la salvación de Dios y, que desde la cruz de Jesús se verá la solidaridad como muestra de la reconciliación entre Dios y la humanidad para que libres podamos contar las maravillas de Dios (cf. Salmo 21).

2. La reacción negativa de quienes escuchaban la oración de los discípulos no se hacía esperar. Los fariseos escandalizados pedían al Maestro que reprendiera a sus discípulos (vv. 39). Parece que la alegría y la alabanza para este grupo religioso era demasiado e inadecuada. No hace parte de su oración y de su relación con Dios y, por eso no es aceptable. Sin embargo, la alegría y la alabanza no pueden ser guardadas ni ocultadas en el silencio cuando se trata de anunciar y de dar testimonio: Os digo que si éstos callan gritarán las piedras (vv. 40).

3. Es cierto que Jesús entra a Jerusalén acogido y aclamado como un rey por sus discípulos, pero inmediatamente el evangelista Lucas añade la narración de la pasión y muerte de Jesús, mostrando que Aquel Rey, es un rey diferente a los reyes que había existido y que llegarán a existir en este mundo. Es un rey que reina con poder desde un trono que no es como los que están dentro de los palacios, como tampoco es un rey con ejércitos, sino un rey presente en el mundo para anunciar la libertad, a los cautivos y dar vista a los ciegos. Un rey que aunque muere en la cruz, sigue viviendo entre nosotros como servidor para toda la humanidad. En la cruz contemplamos el amor, el perdón y la reconciliación de Dios en favor de todos nosotros. De esta manera, renunciar a las comodidades de la propia vida para ponernos al servicio de los demás, superando la violencia y la mentira para dar espacio a la libertad, al amor y a la verdad hace parte de quienes nos interesamos en hacer mucho bien a muchas personas, suscitando la reconciliación y la paz a cambio del odio y de la enemistad. Algo que puede ser inoportuno para algunos, consuelo y aliente de vida para otros (cf. Is. 50, 4-7). Este es el mejor testimonio que podemos dar en la procesión y en la aclamación de las Palmas como palma victoriosa de la cruz.

4. Sumergirnos en el drama del amor de Dios por la humanidad saca también a la luz la mezquindad y la traición de los hombres. Esto es lo que el evangelista Lucas nos permite ver en detalle cuando nos narra el misterio del sufrimiento y de la muerte de Jesús en la Cruz. Lucas lo ha denominado el "espectáculo" (Lc 23, 48) para decirnos que este evento no es solamente para ser leído, sino contemplado para que nos ayude a confrontarnos con el objetivo de mejorar en el camino creciente de Jesús donde descubrimos constantemente el amor del Padre hacia su Hijo, pero al mismo tiempo hacia todos nosotros, como seres humanos. Aquí no se trata de condenar las acciones de los demás y de quienes llevaron a la cruz a Jesús, sino de hallar en nosotros el verdadero amor de Dios, el cual se caracteriza por la misericordia en medio del sufrimiento, dejando incluso su condición divina para rebajarse por propia voluntad, hasta la muerte más humillante, la muerte en la cruz (cf. Flp 2, 6-11).

5. La narración de este misterio de Jesús comienza con el complot contra el Maestro (22, 1-6), seguido de la celebración de la última pascua (22, 7-20), donde los discípulos preparan el banquete para la celebración pascual. Esta cena se enriquece con el discurso final de Jesús dirigido a sus discípulos donde se destaca el gesto de infidelidad de uno de los miembros de la comunidad (vv. 21-23) y las recomendaciones de Jesús para que la comunidad permanezca perseverante y fiel a Él. Dentro de estas consignas Jesús invita a sus discípulos a servir a todos sin usar el poder y la fuerza en contra de las personas (vv. 24-27), superando los obstáculos, viviendo con plenitud y con perseverancia (vv. 29-30). En medio de la infidelidad del discípulo prima la fidelidad de Jesús para que la comunidad en cabeza de Pedro se fortalezca y permanezca siempre fiel (vv. 31-34), aún en los momentos más complejos y hostiles, incluso cuando se evangelice y se desarrolle la misión. El camino será peligros y por ello hay que saberse proteger y guardar (vv. 35-38).

6. Jesús se dirige ahora hacia el monte de los Olivos (vv. 39-46) donde se destaca la angustiosa oración, pero al mismo tiempo la confianza del Maestro en el Padre: ...que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Además, de este evento Jesús pide a sus discípulos orar permanentemente para no caer en la tentación. En este contexto la situación cada vez es más compleja y oscura porque ha llegado el momento de la violencia y de la captura (47-53). La atención se fija en el quien traiciona a Jesús y sobre la actitud del Maestro, la cual pone en práctica el amor a los enemigos. No es con la violencia (reacción de los discípulos), tampoco con la entrega a la muerte (Judas) como se vive el servicio y la solidaridad. La violencia y la muerte se vence con la entrega y el amor.

7. Siendo arrestado Jesús la atención ahora se fija en Pedro (vv. 54-62), quien niega ser discípulo de Jesús (vv. 56-57), niega pertenecer a la comunidad del Maestro (v. 58) y niega haber hecho camino con Jesús desde Galilea (59-60). Tres negaciones que en principio parece que hacen ver que todo está perdido. Que las palabras y las acciones de Jesús han sido un fracaso. Sin embargo, la mirada del Señor y el recuerdo de sus palabras producirán la conversión de Pedro (vv. 62). Algo que no sucederá con sus captores quienes prefieren cubrir el rostro de Jesús para no afrontar su mirada y, así poder jugar y burlarse de él (vv. 63-65).

8. El primer interrogatorio de Jesús se hace ante la máxima autoridad de los judíos, el Sanedrín (vv- 66-71). Se destaca en este tema un profundo sentido cristológico: la revelación de Jesús de ser un Rey más allá de lo temporal, ser el Hijo del Hombre y el ser Hijo de Dios. En este ambiente no hay proceso judicial. No hay sentencia, ni testigos, tampoco acusaciones. Sin embargo, frente a Pilatos (23, 1-7) si habrá proceso judicial, basado en motivos políticos: "pervierte al pueblo prohibiendo pagar impuestos y diciendo que es el Cristo Rey"; no obstante Pilatos declara en principio inocente a Jesús: Ningún delito encuentro en este hombre. En este ambiente de interrogatorios, Jesús ahora se encuentra ante Herodes (23, 8-12), quien se comporta de forma indigna. Reviste a Jesús con manto real y lo devuelve a Pilatos, quien afirma por segunda vez que Jesús es inocente (23, 13-25). Pero, hace flagelar a Jesús con la intención de dejarlo libre. Esto no satisface al pueblo y a las autoridades religiosas quienes piden liberar a un subversivo. Algo que es paradójico porque quienes acusaban de subversivo a Jesús ahora piden la liberación de un subversivo a cambio de un inocente. Pilatos por su parte se mantiene en afirmar que Jesús es inocente, así lo declara por tercera vez, pero la insistencia y presión del pueblo hacen que él ceda a sus deseos y pretensiones. De esta manera, los principales responsables de la muerte de Jesús son los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo. Se destaca la ausencia de los fariseos, quienes para Lucas no son enemigos mortales de Jesús.

9. EL misterio del sufrimiento y la muerte de Jesús sigue con el Maestro cargando la cruz (23, 26-32). En este camino de cruz aparece la figura de Simón de Cirene quien se convierte en modelo del discípulo porque toma y asume la cruz. Ponerse a su disposición se había convertido en la razón de su vida. Esto implica desapego, interés personal para ayudar a cargar la cruz. Las mujeres también que hacían parte del pueblo que seguía paso a paso este camino de cruz son protagonistas por su fidelidad. Jesús les dirige sus palabras a ellas reconociendo su perseverancia y fidelidad.

10. Jesús crucificado no deja de enseñar el amor a sus enemigos, el perdón de sus ofensas. Jesús declara inocente a su ofensor: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (23, 33-34). El dolor y el sufrimiento no era excusa para cambiar y dejar a un lado lo que se había enseñado, por el contrario, era el momento oportuno para hacer practica lo que se había dicho con las palabras, dando sentido a la vida, a la muerte y al sufrimiento de un modo ejemplar y valeroso.

11. Por su parte los ofensores desafían a Jesús a bajarse de la cruz, a salvarse a sí mismo (23, 35-41). Pero, Jesús no lo hace porque él es Salvador y, por tanto su salvación no es para sí mismo ni para sus intereses, es para los demás. Esto lo vemos en la manera que recibe a uno de los que con él moría en esta tarde (23, 35-43), un hombre que con nobleza ha sabido poner su confianza en Jesús. Esta salvación, entonces no será para el final de los tiempos, sino que se anuncia desde la cruz con el "hoy" proclamando el año de gracia del Señor que se había anunciado en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4, 21), un tiempo de libertad, de solidaridad y de victoria.

12. Las palabras de Jesús en la cruz son una oración de confianza y de entrega total: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (23, 44-46). Jesús deposita toda su vida en el Padre, en él concluye su misión y al Padre entrega su vida y todo lo que había hecho.

13. Las reacciones ante la muerte de Jesús en la cruz se dejan notar al final de este misterio de sufrimiento y muerte (23, 47-56). Todo alude al contemplar y al ver al crucificado: el centurión romano ve y da testimonio; el pueblo ve y comienza a convertirse. Reconocen su culpa. Los amigos que acompañaron a Jesús desde Galilea, ven, pero desde lejos. Entonces, llega el momento de la sepultura (23, 50-54). José de Arimatea, persona buena y justa le rinde los homenajes a Jesús, ofrece digna sepultura. Las mujeres fieles hasta el final ven todo (vv. 55-56). Ellas ven más allá, van más lejos que la visión de la comunidad, pues siendo testigos de la muerte de Jesús en la cruz y de la sepultura, serán también las primeras en anunciar la resurrección, un gran evento que no estará desconectado de la visión de la cruz, esto como preludio de una verdadera conversión pascual que está a punto de darse como gran expectativa de parte de la humanidad cuando veamos y aprendamos a ver y contemplar la palma victoriosa de la cruz.

14. El relato del misterio del sufrimiento y la muerte de Jesús nos permite ver dos elementos. El primero tiene que ver con el Perdón, el cual se explica desde la bondad y la misericordia del Padre. Este perdón no es solamente para algunos sino para todos. Para Lucas todos los que intervinieron e hicieron parte de este misterio quedaron limpios y reconciliados. El sufrimiento de Jesús ha sido la "excusa" para hacer notar un evento reconciliador para todos, incluyendo al mundo político encabezado por Pilatos y Herodes, como al mundo de lo religioso. De esta manera, la procesión de la Palma toma sentido de victoria, dejando claro un segundo elemento para nosotros, buscar un cambio interior de nuestra existencia para evitar cerrarnos a nosotros mismo, a mi yo, considerando una entrega libre para Dios. Esto requiere de una decisión y de un cambio de prioridades para comenzar a optar por vivir con criterios basados en el amor donde no es posible pensar solamente en nosotros, sino tener la nobleza y la valentía para entregarnos con solidaridad y generosidad en favor de muchas personas poniendo toda la vida al servicio de la verdad y del amor. Con la Palma victoriosa de la Cruz, Jesús abrió la puerta de Dios, pero aún sigue tocando las puertas de nuestro corazón, que con frecuencia permanecen cerradas por el egoísmo, por la mentira y el deseo constante de practicar solamente nuestros propios intereses. Por tanto, el misterio del sufrimiento y de la muerte de Jesús es una oportunidad para ver y contemplar, que aún en las pruebas y en los momentos más complejos de nuestra existencia siempre habrá posibilidad y esperanza, cuando sabemos confiar y poner en manos del Padre misericordioso nuestra vida.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

  1. Un lenguaje muy hermenéutico , claro. Mil gracias por estas enseñanzas 👏👏

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