PREPARAR EL CAMINO CON ACCIONES CONCRETAS Lc 3, 10-18
PREPARAR EL CAMINO CON ACCIONES CONCRETAS
Lc 3, 10-18
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Luis Fernando Castro P. Teólogo |
Muchas personas que postergan sus tareas y sus responsabilidades permanecen insatisfechas y estresadas. Otras se sienten culpables o ansiosas por no haber aprovechado el tiempo o por haberse dejado conducir por otras prioridades que distraen de lo que es más importante. Dejar para mañana lo que podemos hacer hoy tiene consecuencias negativas en todos los aspectos de nuestra vida porque en algunos se muestra una actitud perezosa contraria a actuar con diligencia, pero al mismo tiempo nos puede afectar emocional y espiritualmente porque sentiremos que no hemos sido capaces de llevar a cabo los objetivos y las acciones que nos habíamos propuesto. Pensar que las actividades y los compromisos serán mejor dejarlos para más adelante porque no tenemos los medios o las herramientas adecuadas para realizar la actividad es un motivo para darnos cuenta que no tenemos acciones concretas que nos faciliten avanzar. Estar expectante significa también no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, pero a su vez es importante hallar caminos concretos que nos ayuden a crecer. A la Luz de la Palabra de Dios, Muchas personas del pueblo que estaban expectantes de la venida del Señor para lo cual hay que preparar el camino, preguntan a Juan Bautista, después de su predicación sobre lo que hay que hace para preparar y acoger al Mesías. Juan, quien anunciaba con muchas otras exhortaciones la Buena Nueva, reacciona y concreta algunas acciones para que con alegría, con la ayuda y el bautismo del Espíritu Santo seamos testigos de la maravillosa experiencia del amor de Dios. Veamos:
1. Asumir algunos cambios con responsabilidad es el comienzo de una vida nueva. La predicación de Juan Bautista ha sacudido la conciencia de algunas personas del pueblo, quienes parecen decidir no dejar para mañana el tema de la conversión (vv. 10-14) pasando de un camino de injusticia y de pecado al camino del Señor. El profeta del desierto, Juan Bautista quien con voz alta les decía a la gente que venían a bautizarse lo que estaban sintiendo en su corazón para que tomaran en serio lo que estaban haciendo, ante la pregunta de algunos que se acercaron (un grupo amplio de gente, los publicanos y los soldados) sobre lo que debían hacer: ¿Qué debemos hacer? (vv. 10.12.14) les indica algunas acciones concretas para acoger al Mesías, mirando con atención a las otras personas, pues un verdadero cambio de mentalidad y de relación con Dios y con los demás sólo es posible reconocerlo en las acciones específicas que todos podemos hacer, sobre todo cuando practicamos la solidaridad, el amor y la justicia. Para algunas personas del pueblo que esperaba la venida del Señor, lo más común era sentirse acomodado por ser un hijo de Abraham y, por supuesto creían que era suficiente con tener la identidad de israelita para que se les otorgará por derecho el cielo. Es decir, para qué esforzarnos a hacer cosas que nos faciliten caminar y crecer si al fin de cuentas Dios es misericordioso, nos ama y nos perdona. Esto es una decisión y actitud pasiva, perezosa y mediocre que impide creer en un Dios de amor, de generosidad y de ternura que penetra nuestra vida y nuestra historia para comunicar la paz y la alegría a través de personas. Dejar entonces para mañana la conversión es abusar del amor y la generosidad de Dios. Al grupo de personas anónimas (vv. 10) Juan Bautista les responde haciendo una invitación a despojarse hasta de lo más preciado y seguro para compartir con las demás personas: El que tengan dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo (vv. 11). La respuesta para los publicanos y cobradores de impuestos (vv. 12-13), quienes el pueblo identificaba como ladrones porque exigían más de lo establecido, les pide no caer en la tentación de la corrupción, sino más bien actuar con honestidad: No exijáis más de lo que está fijado...Al grupo de los soldados (vv. 14) cuya característica era poner mano dura a los publicanos, Juan les invita a no abusar del poder de la autoridad y del poder romano que se les había otorgado: No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra paga. Las tres acciones son caminos específicos que facilitan en lo profundo de las relaciones un camino de solidaridad, de amor y de justicia. Juan Bautista no se pierde en teorías sublimes ni en meditaciones y motivaciones extremas para acoger a Cristo en medio de las situaciones complejas y muchas veces caracterizadas por crisis sociales. Preparar un camino de vida y de esperanza, no es suficiente sólo con tener algunas practicas basadas en un Dios exigente y en tener algunos conocimientos que muchas veces en lugar de hacer bien, excluyen, también es importante revisar nuestros comportamientos, nuestras conductas con nosotros mismos y con los demás porque contrario a lo que pensamos la perspectiva de un cambio comienza con un verdadero encuentro de vida con Dios y con las demás personas. Pablo invita con insistencia a la comunidad a estar siempre alegres en el Señor (cf Flp. 4, 4-7) con el fin de ser identificados por la clemencia, la bondad y la paz. Por eso, preguntarnos por lo qué debemos hacer cada uno de nosotros, desde nuestra situación y actividad que desarrollamos para aportar al crecimiento de las demás personas, generando espacios de fraternidad, de amor, de generosidad y de confianza convertidos en alegría por el beneficio que se asoma a todos (cf. Salmo 12, 2-6) hace parte de quienes aspiran a no quedarse haciendo lo mismo de siempre, pues quien prepara un camino de vida y de esperanza, no cree solamente, sino también se esfuerza, proyecta y hace, actuando de una manera diferente (cf. Sofonías 3, 14-18) poniendo la atención en muchas personas, superando el ansia de poseer, de dominar y de acumular para fortalecer la relación humana, la generosidad y el amor, logrando mejorar nuestra calidad de vida, un lugar donde todos nos sentimos amados y bendecidos por Dios.
2. Todos tenemos grandes deseos y expectativas, pero hay que saberlas descubrir para no perder nuestra identidad ni nuestro enfoque en lo que hacemos. La gente que escuchaba y se acercaba a Juan Bautista para ser bautizada está pensando en su corazón si no sería el Cristo (vv. 15). La respuesta de Juan al pueblo sediento de la venida del Mesías, se centra en el bautismo. En la primera parte habla de su bautismo, este hecho con agua, símbolo de vida y de purificación y, en un segundo momento habla del bautismo que trae Jesús: Él os bautizará en Espíritu Sano y fuego (vv. 16b). Juan se presenta como el hombre fuerte que bautiza con agua, pero señala que Jesús es todavía más fuerte: .será santo y se le llamará hijo de Dios (cf. Lc 1,35). Así que, Jesús supera a Juan, de manera tal que el precursor se siente pequeño frente el Mesías que se acerca, se siente indigno de desatar la correa de sus sandalias (vv. 16a). Frente a la expectación y el anhelo de un pueblo que espera al liberador y salvador que Dios enviaría, Juan pudo haberse aprovechado de esta situación, sin embargo, no usurpo la identidad del Mesías, él reconoce el deseo y la expectativa de un pueblo sediento de Dios, dando una respuesta con mucha sencillez y humildad mostrando su obediencia y comunión con Dios hasta el final. Sabía que su bautismo era solo un signo de penitencia y de limpieza, era solamente la preparación del camino para Jesús. Cuán importante es practicar la humildad de corazón porque aunque tengamos grandes deseos y expectativas en el camino que preparamos nada ni nadie podrá hacer que cambiemos de identidad ni tampoco nos desviemos de lo que nos corresponde hacer con decisión y con responsabilidad, dejando que Dios actúe. La humildad es una acción de verdadera conversión que no reclama comparación humana, practicarla no nos hace menos que nada, pues siempre habrán personas más grandes y más pequeñas que nosotros, sin embargo, y algo que es grandioso podemos sentirnos dignos de servir a Dios sin interesar lo grande o lo pequeño de la responsabilidad y el compromiso que llevamos a cabo (cf. Lc 17, 7-10) facilitando caminos de verdadero encuentro y crecimiento progresivo con Dios.
3. Tomar buenas decisiones nos ayudará a actuar con mayor y mejor responsabilidad. Jesús lleva a cabo lo que Juan está proclamando con el bautismo de agua: el perdón de los pecados (cf. Lc 3, 3). Podemos comprender entonces, que Juan Bautista prepara el camino, pero quien lo realiza y lo lleva a buen término es Jesús, quien bautiza en Espíritu Santo y fuego. De esta forma el bautismo en el Espíritu Santo trae en consecuencia una decisión, la cual se recibe o se rechaza a Jesús: será signo de contradicción (cf. Lc 2, 34). Con las palabras de Juan Bautista cada persona se juega su vida en la decisión que con libertad asume porque al decir no a Dios es negar una mejor calidad de vida para su vida. Pero si tomamos la decisión de la conversión, de hacer un cambio de mentalidad y de relación con Dios entonces nuestra vida se colma de alegría porque en nuestra cotidianidad el corazón crecerá y avanzará por sendas colmadas de amor, de justicia, de humildad y de paz, logrando actuar como testigos de la obra maravillosa de un Dios misericordioso y vivificador que está presente y actuante en nuestra historia. Por tanto, preparar el camino de la vida con acciones específicas y concretas de conversión es hacer de nuestra experiencia con Dios una buena noticia que trae alegría y gozo para el corazón de muchas personas.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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