PREPARAR CAMINOS NUEVOS DE VIDA Y DE ESPERANZA Lc 3, 1-6
PREPARAR CAMINOS NUEVOS DE VIDA Y DE ESPERANZA
Lc 3, 1-6
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Luis Fernando Castro P. Teólogo |
Estamos en un mundo donde los ruidos y las voces internas y externas que cotidianamente escuchamos son inmensos. Algunos molestan e incomodan. Voces que desenfocan y desaniman, ruidos que al ser escuchados están cargados de una gran aridez que parece un gran muro levantado que nos impide ver más lejos. Entre tanto, otros ruidos son voces que suenan como auténticas trompetas, que exhortan y animan a empezar un nuevo tiempo sin perder la esperanza, abriendo la posibilidad a continuar avanzando en medio de los retos y de los desafíos que son inevitables en el camino de nuestra vida y en el proceso progresivo de la historia. Algunas veces escuchamos solamente las voces y los ruidos que queremos oír, pues necesitamos reafirmarnos y sentirnos seguros sin darnos el permiso de tomar nuevas decisiones que nos conduzcan a encontrarnos con algo nuevo que nos impulse a comprometernos, superando todos los sonidos negativos que en ocasiones nos causan pánico, incertidumbre y desesperanza, pero que al final no tienen la última palabra. A la Luz de la Palabra de Dios, el profeta Juan Bautista como precursor del Mesías inmerso en una historia compleja invita a la esperanza a fin de que todos puedan ver como fruto la salvación de Dios. Para esta gracia exige un camino de conversión en el que podemos participar del proyecto vital de Dios, logrando estremecer el desierto para darnos una mejor calidad de vida. Veamos:
1. Todos como personas estamos inmersos en una historia. Algunos usan este contexto para destruirla, confiados en su poder, otros estremecen los momentos complejos y la transforman, asumiendo con capacidad de respuesta la vida. En medio de una realidad histórica dominada por 7 poderosos del mundo político y religioso (vv. 1-2a): Tiberio César que simboliza el poder que aplasta a las personas, Poncio Pilato, procurador de Judea, humillación de la gente y quien ejecutó a Jesús en la cruz (cf. Lc 23, 24), Herodes tetrarca de Galilea que representa la mentira y la falsedad, quien arrestó e hizo decapitar a Juan Bautista (cf. Lc 3, 20; 9,9), Filipo hijo de Herodes el Grande y de Cleopatra, constructor que desangra y desvalora a los pobres, Lisanias, tetrarca de Abilene, representa la ausencia y la penumbra, Anás y Caifás Sumos Sacerdotes, quienes representan el nepotismo y la adulación, ambos como autoridades religiosas se escandalizaron con el actuar de Jesús y pidieron la condena de muerte, escuchamos de nuevo una voz de esperanza en el desierto (lugar de la madurez y del encuentro), la voz de Juan Bautista. Los hombres del poder político y religioso tuvieron en sus manos la posibilidad de hacer cosas buenas y grandes en beneficio para el pueblo, sin embargo, se dedicaron a cansar y a fatigar a las personas; usaron su fuerza para explotarla y para sumergirla en el mundo de la burla y de la condena. No prepararon ningún camino de vida y de esperanza. Su administración y gestión religiosa y política asfixio la vida y la dignidad de las personas, dejando lejos la gracia y la bendición de Dios. Sin embargo, en el contexto de esta realidad compleja y difícil Dios se ha acercado con misericordia, se ha metido en la historia de la humanidad a través de la encarnación de su hijo Jesucristo para caminar en medio de los hombres, mostrando todo su esplendor y su gloria como lo había anunciado con gozo y alegría el profeta (cf. Baruc 5, 1-9) para que podamos cambiar y mejorar nuestra vida y, así poder cantar con el salmista: El Señor ha estado grande con nosotros y por eso estamos alegres (Cf. Salmo 125, 1-6).
2. Cuando todo parece más oscuro y colmado de aridez aparece una luz de esperanza. El sufrimiento y los poderes temporales no tienen la última palabra. En un contexto de poder, de miedo, de desafueros y de maldad, aparece la Palabra de Dios con todo su resplandor animando e invitando a hacer caminos nuevos de vida y de esperanza, caminos de salvación. Hay una Palabra de vida dirigida al hijo de Zacarías e Isabel, Juan Bautista en el desierto, con el fin de abrir paso a la novedad de Dios siempre presente en la historia (vv. 2b). Los primeros cristianos vieron en el proceder de Juan Bautista la acción de Dios con la misión de preparar decisivamente el camino a Jesús, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados (vv. 3). Para esta función fue dotado Juan Bautista por el Espíritu Santo (cf. Lc 1, 15-17). Por eso, Juan Bautista siendo una persona humilde y sencilla a lo largo de los siglos se ha convertido en un mensajero de alegría y en una voz que resuena como un auténtica trompeta, invitando a acoger a Jesús entre nosotros para que todos (alcance universal) puedan ver la salvación de Dios (vv. 6). Esta palabra dirigida a Juan es un mensaje que impacta para que podamos cambiar y actuar con un nuevo dinamismo. Es una voz recibida en el desierto. Este lugar evoca no sólo la desesperanza, la soledad y el desaliento porque parece que no hay quien se ponga de nuestro lado y nos salve, como que no vamos ni para adelante ni para atrás, sino también el lugar de la madurez y del encuentro con Dios y con los demás, dando oportunidad de que el amor penetre con toda su fuerza en los distintos aspectos de nuestra existencia, incluso en nuestros problemas, crisis, miedos y esperanzas, logrando dar pasos hacia adelante y evolucionar. De esta manera, donde se derrumba la esperanza y la vida parece que no encuentra ninguna salida y parece perderse, el desierto se convierte como el lugar propicio para escuchar la Palabra de Dios logrando que podamos preparar caminos nuevos de vida y de esperanza que nos hacen volver al ritmo de la vida, al proyecto sorprendente de Dios quien nos conduce y nos lleva a buen término nuestro actuar y nuestros esfuerzos (cf. Flp 1, 4-6). El desierto es el lugar para hacer un cambio de mentalidad en relación con Dios y con muchas personas desde la oración y la acción de gracias, disponiendo nuestro corazón y nuestra mirada con un obrar y con un mirar nuevo donde es posible ver con los ojos de Dios en beneficio y bien de todos (cf. Flp 1, 8-11), preparando un camino abierto para que el Señor obre totalmente.
3. Preparar caminos nuevos de vida y de esperanza es recibir al hijo de Dios, siempre presente y actuante entre nosotros. Necesitamos sintonizar vitalmente con él, dejándonos atraer por su proceder y por el amor sin medida al ser humano. Para esto se requiere con urgencia una verdadera conversión sacudiendo y estremeciendo los desiertos y los obstáculos que simbolizados en los montes y en las colinas, en los barrancos, en lo tortuosos y las asperezas (vv. 5) impiden preparar caminos de vida y de esperanza, caminos llanos y rectos. Enderezar las sendas de nuestra vida y de todo aquello que nos desvía de la ruta, transformando los escollos para que todos podamos caminar sin tropiezos ni zancadillas, sin arruinar ni estorbar el esfuerzo humano hace parte de quienes buscan tender puentes de vida, de diálogo y de fraternidad entre unos y otros conducidos por la fuerza del amor de Dios presente y metido en nuestra historia. Hacer un cambio de mentalidad frente a lo que nos puede acostumbrar y resignar no sólo se refiere a pensar en nosotros, sino también en traducir ese cambio en responsabilidad y bienestar progresivo para muchas personas. La voz que grita desde el desierto para preparar caminos nuevos de vida y de esperanza es la voz de Dios que abre caminos donde todo parece imposible. Por eso, tomar la decisión de estar unidos a Dios no es una cuestión tortuosa, sino más bien una aventura sorprendente y maravillosa que nos facilita vivir como hijos del Padre, colocándonos de cara al horizonte de vida donde podemos participar del proyecto de Dios que nos proporciona alegría, esperanza y mucha bendición. Por tanto, preparar caminos nuevos de vida y de esperanza se llega por el camino preparado de personas que sabiendo escuchar la voz de Dios hacemos un cambio de mentalidad donde permitimos que el amor de Dios crezca y se meta en nuestra historia, logrando vivir como verdaderos hijos del Padre que allanamos caminos para que todos vivamos libres y felices.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
Muy buenas noches Luis Fernando gracias por sus enseñanzas. Para mí y mi familia a sido de bendición. Gracias.
ResponderEliminarGeacias Fer. Por todas tus ensanzas
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