TODO ES CUESTIÓN DE DECISIÓN Jn 6, 60-69
TODO ES CUESTIÓN DE DECISIÓN
Jn 6, 60-69
![]() |
Luis Fernando Castro P. TEÓLOGO |
Permanecer es una de las acciones que es importante para lograr objetivos en nuestra vida, pero hay momentos y situaciones que nos ponen en un dilema, en una crisis, más allá de la adversidad o del problema. ¿Cómo tomar la decisión de si es mejor dejar pasar el tren o echar a correr? ¿Cómo saber si hay que soltar y dejar porque no hay remedio o preferir insistir hasta el final? No sabemos si debemos seguir, continuar y avanzar o preferir sencillamente abandonar, tirar todo a la borda, quedarnos quietos, bajarnos del bus, no decir, ni hacer nada más, romper con la relación y con la amistad. Quedarnos firmes y no alejarnos parece que es la mejor opción de vida, la forma más sensata que podemos tomar, aún en medio de las limitaciones y aún cuando no acabemos de comprender, de entender y de ver con claridad las situaciones que nos acechan porque tenemos la alternativa de ir un poco más lejos, arriesgando un paso más, viviendo y experimentando algo mejor, pues todo lo que está a nuestro alrededor va dando saltos de cambio, donde es posible continuar junto a otros facilitando caminos que ayuden a construir un mundo nuevo, lleno de relaciones más saludables y fecundas. A la Luz de la Palabra de Dios, el auditorio de discípulos que escuchaban a Jesús en el pasaje del discurso del Pan de vida, reaccionan y se dividen en dos grupos. Algunos discípulos deciden abandonar la escuela del Maestro, otros encabezados por Pedro, aún sin entender deciden permanecer, no porque fuera fácil de asimilar la propuesta de Jesús, sino porque sus palabras son de vida eterna. Veamos:
1. Para asumir en serio nuestra vida es indispensable tomar decisiones que nos permitan avanzar, sin embargo, cuando llega la hora de elegir el camino y la propuesta que debemos tomar no siempre nos arriesgamos, prefiriendo abandonar. Después de que la multitud y los discípulos habían experimentando algunos eventos en relación al discurso del Pan de vida, algunos que estaban escuchando al Maestro reaccionaron de una manera negativa: es duro este lenguaje (vv. 60a), deciden abandonar la escuela de Jesús. No se sintieron identificados con él, parece que la propuesta del Maestro era poco razonable para su pensamiento: ¿Quién puede escucharlo? (vv. 60b). Son muchas las ocasiones que los distintos eventos de nuestra vida nos llenan de emoción y de fascinación (cf. Jn 6, 1-15) mientras no estén cargados de esfuerzos significativos que nos muevan a asumir con radicalidad cuestas arriba, por eso al momento de tomar una decisión para comprometernos no siempre reaccionamos de la mejor manera porque el amor choca con el egoísmo, trayendo como en consecuencia, pensar que el bien nos parece mal y el mal nos parece bien. No queremos asumir ningún compromiso con nada ni con nadie. Algunos evaden la responsabilidad, otros sacan a relucir las mejores excusas porque no se esta dispuesto a recorrer el camino ni tampoco a aprender algo más que los conduzcan a ver que el cielo no tiene límites (vv. 62). Vivimos muchas veces de lo inmediato, de lo que tenemos seguro y cuando no lo vemos, es mejor poner resistencia, marcharse y abandonar. Esta acción no es recomendable porque nos vamos a sentir defraudados, es posible que se nos cierren algunas puertas y, aunque suene fatalista quienes asumimos las consecuencias de las decisiones tomadas somos nosotros mismos. De esta manera, tenemos dos caminos a seguir, mandar todo a la borda, quedándonos meramente con lo que tenemos u optar por continuar hacia adelante tomando un camino de vida y de transformación para identificarnos cada vez más con Dios y con la manera que podemos servirle (cf. Josué 24, 1-2.15-18) cercanos a los demás, en especial a lo más necesitados (cf. Salmo 34 (33), 2-3.16-23). Todo es cuestión de decisión. Cualquiera sea la decisión tomada, ahora nos espera asumir las consecuencias, algunas nos harán avanzar, otras nos retrocederán, pues todo camino hacia la libertad es lento, con muchas paradas y con muchas caídas, pero la indecisión si es grave porque casi siempre genera fracaso y frustración.
2. Hay momentos y situaciones en las que continuar hacia adelante no siempre es la mejor decisión más inteligente, por eso, es importante examinar las reacciones para que después de evaluar y revisar optemos por un camino mejor que nos facilite mejores y mayores resultados que nos beneficien a nosotros y también a los demás, aunque esto implique asumir con responsabilidad algunos calvarios. Después de la reacción del primer grupo de los discípulos que escuchaban al Maestro, Jesús les invita a examinar su decisión, pues cual sea el camino que optemos siempre habrán momentos difíciles inevitables, crisis que podemos superar no con nuestras fuerzas sino con el don vivificador del Espíritu: Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida (vv. 63b). Tomar las mejores decisiones en la propuesta de vida que hace Jesús a su auditorio no siempre significa que todo sea color de rosa, hay que pasar muchas veces primero por las espinas y, aunque suene escandaloso (vv. 60) esto es necesario superarlo para aceptar y continuar hacia adelante con el don del Espíritu y de la vida de Dios. Este es el camino del Crucificado. Servir y construir no significa siempre que vamos a estar felices y cómodos, pero si nos muestra que estamos en la capacidad de responder a las distintas situaciones cuando desarrollamos el amor humilde (cf. Ef. 5, 21-32). Este amor es un don que tiene la capacidad de sacarnos de nosotros mismos para comenzar a pensar en los demás sin medida y sin poner condiciones, superando nuestras propias lógicas y lenguajes de fe. Gastar nuestra vida para alimentar la vida (eucaristía) de otros no es cosa de imposibles (vv. 65), pero si nos cuesta porque entregar la vida para generar vida a otros requiere de realizar actos de entrega y de generosidad, renovando nuestra opción de vida para sostenernos siempre fieles, logrando encontrarnos con algo nuevo que nos abrirá camino hacia la realización y plenitud de nuestra existencia.
3. Embarcarnos en lo que hemos decidido será verdaderamente una opción para continuar construyendo el camino de la felicidad, aunque esto no nos permitirá vivir cómodos y sencillamente despreocupados. Algunas cosas todavía ignoraremos, otras no llegaremos a comprender en su totalidad, pero esto no es suficiente para que evitemos estar tomando decisiones adecuadas que nos permitan generar una vida sin medida y sin condiciones con perseverancia y dedicación. El grupo de discípulos encabezado por Pedro (Los Doce), a diferencia de los primeros deciden quedarse al lado del Maestro, quieren seguirlo, mantenerse en su escuela de vida, aunque en principio todavía no se termine de comprender las Palabras de vida del Maestro. Creen que los más sensato es quedarse con Jesús porque en él descubren una vida plena, una vida en abundancia (cf. Jn 10, 10b), la cual solamente en un proceso se irá perfeccionando. Para esto, Pedro tomando la palabra y en nombre de los otros discípulos realiza una confesión de fe: Señor ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos que tú eres el Santo de Dios (vv. 67-69). Tomar las decisiones importantes de una manera oportuna y correcta es uno de los retos más complejos que tenemos al momento de enfrentarnos a los distintos caminos que nos ofrece la vida. Las decisiones dependen en gran medida de nuestra capacidad y de lo que nos proponen otras personas, sin embargo, no siempre se necesita hacer largas reflexiones para optar por las mejores posibilidades (vv. 68) cuando estamos apoyados en propuestas que nos generan vida y confianza: creemos y sabemos (vv. 69a). Con frecuencia se nos dice que las decisiones tomadas con escaso conocimiento y poca reflexión son inadecuadas porque empobrece los resultados finales, pero esto no es del todo cierto cuando actuamos con sensatez prefiriendo quedarnos con Jesús, asumiendo una realidad que nos permite estar siempre cerca de la vida para impactar a otras personas de mucha vida. Por tanto, tomar decisiones de forma adecuada sin resistencias ni egoísmos será oportuno y fundamental, no sólo para crecer como personas responsablemente, sino también aportar el amor que genera vida a los demás, logrando que juntos en una misma relación especial con el Padre, celebremos la eucaristía no solamente en memoria del Señor, sino haciendo también con dedicación y de un modo responsable lo que él hizo en nuestra vida cotidiana.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
Que buena reflexión de la palabra...pero es tan difícil a veces saber cuál es la decisión correcta...
ResponderEliminar