LEVANTAR LA VIDA CONSTRUYENDO UN CAMINO DE FE Mc 5, 21-43

LEVANTAR LA VIDA CONSTRUYENDO UN CAMINO DE FE
Mc 5, 21-43
Florecita-Luis Fernando

En algún momento de nuestra experiencia de vida como personas, nos hemos encontrado en situaciones límite (miedo, sufrimiento, culpabilidad, angustia, muerte), donde todo parece salirse de la manos, sentimos que perdemos el control, reaccionamos a través de la desesperación y de la ofuscación frente a todas aquellas situaciones que nos ponen en peligro nuestra propia vida, algunas de ellas nos dejan perdidos y derrotados, anclados en el pasado, otras nos convierten en un caldo de cultivo, impregnados de estrés, frustración, impotencia, con la idea de saber que no hay nada más qué hacer, queriendo tirar la toalla. Pero, en estas situaciones de adversidad, es cuando podemos aprender más, sobrellevando los momentos de crisis, sacando provecho y algo bueno de ellas, que nos permitan confiar para que fortalecidos continuemos hacia adelante. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús devuelve la vida a dos mujeres. Una lleva doce años con una hemorragia, gastando todos sus bienes en médicos sin encontrar alguna solución. La otra mujer es una niña de doce años, hija de un jefe de sinagoga, quien estaba a punto de morir. Las dos dejan observar una organización nueva en su vida haciendo un camino de fe. Veamos:

1. Las dificultades y las situaciones adversas en nuestro camino de vida son inevitables, no importa los estratos, las diferencias sociales, éstas nos causan dolor, sufrimiento, miedo y angustia, pero también nos ponen a prueba porque nos hacen crecer y tomar la decisión de organizar de nuevo nuestra vida, de mirar para otros lados y tomar nuevas decisiones que seguramente nos conducirán a vivir de un modo diferente y realizado. La forma como respondamos a esos momentos adversos es lo que nos definirá, valorando cada evento y circunstancia, fortaleciendo el carácter para mantenernos firmes y así, continuar avanzando. Después de que Jesús llegó de Gerasa (cf. Mc 5, 1-20), pasando de nuevo a la otra orilla, se encuentra con dos situaciones comunes, dos historias entrelazadas, metidas una dentro de la otra. Por una parte un jefe de sinagoga, padre de familia, llamado Jairo, se acerca angustiado y se postra delante de Jesús para suplicar por su hija de doce años (vv. 42), ella está apunto de morir (vv. 21-23); en ese mismo camino una mujer enferma con hemorragias, desde hace doce años y, después de haber sufrido maltrato físico en manos de los médicos que trataron de curarla y de haber perdido todos sus bienes buscando la curación, se acerca a Jesús para tocar su manto, creyendo que en él está el remedio final a sus males (vv. 25-29) sin traumas y de forma gratuita. Caminar en situaciones límite no tiene nada que ver con las diferencias sociales ni tampoco con la persona. Jairo es un personaje influyente, tiene dinero, la mujer es pobre y socialmente marginada, ambos tienen una situación que les afecta como personas y como familia, pero ambos confían en el poder de Jesús sin interesar el modo como se acercan a él, es lo que menos ahora interesa, es decir no les preocupa cambiar de camino si el que eligieron primero no funcionó. Lo importante es llegar a Jesús, sostenernos en él para levantar la vida. Caminar en situaciones límite y de crisis es propio de nuestra vida, podríamos decir que es algo normal, algo que no nos puede anclar ni tampoco cerrar la posibilidad de encontrarnos con una alternativa distinta, despertando una nueva posibilidad que nos permita dar comienzo a vivir de una manera diferente. Caminar en las situaciones límite nos abre muchas veces la puerta para crecer interiormente, nos hace ganar una fuerza espiritual que nos mueve a lograr algo más de lo que hayamos ya alcanzado, sabiendo que la enfermedad ni la muerte tienen la última palabra (cf. Salmo 29, 2-6.11-13), incluso nos mueve a buscar otras opciones que nos den solución, aunque haya que correr riesgos, venciendo diferentes obstáculos (vv. 27.35.40). Aquellas situaciones nos permiten poner la atención en Jesús, dándonos cuenta de la confianza plena en el poder del Maestro y, así sobreponernos para salir victoriosos y comenzar una vida nueva y realizada (vv. 34.41). 

2. Mantener la calma practicando la paciencia, venciendo obstáculos y confiando en Dios y en nosotros mismos, abren los espacios para continuar avanzando hacia los objetivos, aunque en el camino surjan nuevas y variadas dificultades (vv. 31.35.40). Jesús ante las acciones de aquel padre de familia y de aquella mujer y, a pesar de los apretujones de la multitud (vv. 31-32) y las malas noticias de muerte que llegaron de la casa de Jairo (vv. 35) para desanimarlo en su fe, reacciona hablando con ternura a la mujer, llamándola "hija", declarándola curada y felicitándola por su fe: Hija tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad (vv. 34). Entre tanto Jesús anima y le pide un nuevo gesto de fe a Jairo, uno más complejo y difícil que el primero porque es posible que la tristeza causada por la noticia de aquellos que portaban la noticia de la muerte de su hija, envuelve al padre en la tristeza, considerando que es inútil continuar avanzando (vv. 35b): No temas;  solamente te fe (vv. 36). Escuchar a quienes nos acompañan y nos animan en el camino a continuar nos puede dar la posibilidad de tener una perspectiva distinta de las situaciones adversas. Si Jesús no perdió el tiempo en el diálogo con la mujer enferma, muchos menos ahora lo va a perder con aquellos que son portadores de noticias negativas y de actitudes lloronas y espectaculares (vv. 38-39), personas que solamente tienen el fin de desanimar, de crear protagonismo y exhibicionismo, contribuyendo al pesimismo y a la distracción de levantar la vida y de centrarnos en el camino de la confianza, los cuales son clave para incorporarnos a un nuevo modo de vivir. Evitar rodearnos de personas que nos desaniman, que se burlan y nos distraen con su lloriqueo, que buscan aprovecharse de la situación para hacernos sentir en ridículo, lanzando ironías es dar un paso hacia adelante de fe. Algunos miran solamente las situaciones que les rodean, se quedan anclados en el conformismo, tomando una actitud de desinterés, creyendo que las situaciones no pueden ser transformadas ni renovadas. Pero, entendiendo que todo en nuestro camino de vida tiene momentos y aspectos negativos y positivos es necesario concentrarnos en las palabras de ánimo y de confianza de Dios, ignorando sin dejarnos afectar por las noticias negativas para estar al lado bueno de todas las cosas y continuar el camino, hacia el encuentro con la vida (vv. 41). No se trata de controlarlo todo porque no es posible hacerlo, pero sí aceptar lo que no toca vivir en cada momento, adaptados a las circunstancias que nos genera un camino de fe sin perder la mirada en la confianza en Dios y en nosotros mismos. En esta misma sintonía quedarnos con las personas que nos harán sentir bien, que nos apoyaran, aquellos que nos ayudarán y serán testigos (vv. 37) en las ocasiones transcendentales, contribuyendo a levantar la vida en situaciones adversas es dedicar tiempo al crecimiento común, a la madurez espiritual, pero a la vez, es la oportunidad para cultivar fuertes amistades. Esto nos implica saber que aunque las situaciones parezcan cada vez más complicadas es posible que lo siguiente que viene sea mejor, que podemos ver algo más que otros no alcanzan a ver por su pesimismo. De esta manera, es posible salir adelante para no quedarnos estancados en el problema que no se puede resolver (vv. 36), logrando mirar el camino de vida que nos queda por delante para levantarnos, avanzar y crecer proclamando una vida plena: La niña no ha muerto, está dormida (vv. 39b), transformando con confianza una experiencia dolorosa en algo distinto que nos conduzca a vivir de un modo diferente: ...tomando la mano de la niña, le dice: Talitá Kum, que quiere decir muchacha a ti te digo levántate (vv. 41).

3. Ponernos en pie y comenzar a andar de la mano de Dios, hacia aquello que queremos lograr, emprendiendo un nuevo camino de vida es definir y levantar nuestra vida, dándole un nuevo dinamismo que brota desde lo más hondo de nuestro interior para nuestro bien y también para el crecimiento y aporte constructivo a las demás personas. Las dos mujeres, vueltas a la vida por la misericordia de Jesús emprenden un nuevo camino...porque Dios no hizo la muerte ni se alegra con la destrucción de los vivientes...Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su mismo ser (Sabiduría 1, 13; 2, 23). Ambas mujeres definen una nueva ruta en la experiencia y en el camino de fe en Jesús. Aquí no importa la diferencia social ni la edad como tampoco la distinción entre un hombre y una mujer. Lo que le interesa a Jesús es levantar la vida poniendo la mirada generosa y solidaria en los demás (cf. 2Cor 8, 7-9.13-15) para que sostenidos en el camino de fe avancemos en todos los aspectos de nuestra vida. Para esto, es importante disfrutar de los pequeños y de los grandes detalles de la vida, de la belleza de lo cotidiano sin perder la capacidad de asombro y de regocijo, incluso en los peores momentos: Quedaron fuera de sí, llenos de estupor (vv, 42b). Por tanto, levantar la vida como camino de fe es abrir nuevos caminos de vida en medio de los apretujones y de las situaciones adversas y de crisis, centrados en el servicio generoso y decido por los demás: y les dijo que le dieran a ella de comer (vv. 43), logrando vencer los distintos obstáculos para alcanzar una mejor calidad de vida, siendo testigos del poder misericordioso de Dios en los momentos cotidianos y ordinarios de nuestra experiencia de vida.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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