DINAMISMO CRECIENTE DEL AMOR Jn 15, 9-17

DINAMISMO CRECIENTE DEL AMOR
Jn 15, 9-17
Florecita-LuisFer:
Doce años construyendo Amor

Tal vez no hemos preguntado en el algún momento cómo crecer en el amor. Amar es una acción, fruto del amor recibido, éste es el fundamento para permanecer para habitar donde se ama. Sentirnos amados nos facilita amar sin medida, aún cuando las personas cercanas, como nuestros padres, superiores e incluso nuestra propia familia, hayan fracasado o no hayan correspondido en el intento de amarnos. Amar de una forma creativa y creciente nos facilita relacionarnos mucho mejor con los demás porque nos permite acompañar, cuidar y servir desde las condiciones reales y propias que vivimos, dando  constantemente frutos de vida y de alegría. Este amor sabe convertir los momentos difíciles y de tristeza en una oportunidad para continuar hacia adelante, avanzando hacia las metas que nos hemos propuesto. Es decir, que amar sin medida se convierte en una pasión que nos plenifica, dándole sentido a nuestra vida, pero a su vez se convierte en una pasión por generar vida, capaz de trascender y de construir amistades más allá de cualquier frontera u obstáculo de la propia vida. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús muestra a sus discípulos el dinamismo creciente del amor, donde él como imagen visible del amor muestra el amor de un Padre que sabe llegar hasta las últimas consecuencias. Veamos: 

1. En el dinamismo de amar sin medida nos encontramos de un modo sorprendente, que esta acción no está encerrada al tamaño de nuestro pensar o de nuestro deseo de actuar, como tampoco nos genera solamente entusiasmo, sino que actúa de una manera progresiva y creciente. El fundamento y la base sólida de este amor es saber recibir el amor para sentirme amado. Jesús comienza diciendo en esta maravillosa página de vida: como el Padre me amó yo también los he amado a ustedes (vv. 9a). Con estas palabras el Maestro nos está mostrando el secreto y origen de su vida y de su misión: Sentirse Amado por el Padre, quien es la fuente de la vida y del Amor (cf. 1Jn 4, 10). Todo amor auténtico procede de Dios porque Dios es amor (cf. 1Jn 4,7b), él ha tomado la iniciativa de amarnos. Por eso, el amor que vemos en la persona de Jesús, es el amor de un Padre que sabe llegar lejos por amor a nosotros. Un amor entregado, un amor decidido, una amor que genera vida. No es un amor distinto. El amor de Jesús que con alegría ofrece a sus discípulos es el mismo amor del Padre. Un amor extremo y desbordado no sólo para su Hijo, también para todos sus hijos, hermanos de Jesús. De este modo, sentirnos amados por el Padre es la base solida, es la primera puerta de entrada que nos inserta a crecer en este dinamismo, no sólo para amarnos a nosotros mismos y sentirnos cómo Dios nos ama y nos acepta tal y como somos, sino también para amar a los demás. Cuando nos sentimos amados, cuando nos respetamos porque hemos sabido recibir el amor del Padre, podemos también amar y dar manifestaciones de respeto, de servicio y de amor a las otras personas. El amor desbordado del Padre no es una acción abstracta y lejos de nuestra realidad y de nuestra condición humana, es una acción que nos exige actuar según la voluntad amorosa del Padre que es la fuente de este amor sin medida. Por eso, dejarnos amar por el amor del Padre es clave para avanzar y crecer en el dinamismo del amor, pues cuánto mas nos amemos y nos perdonemos podremos vivir de un modo mejor nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, en especial con aquellas relaciones donde hemos sido inconstantes e irresponsables con nuestro modo de proceder, causando inmenso dolor, dejando secuelas que denota una relación movida más por el sentimiento y la emoción que por el compromiso y la responsabilidad de construir verdaderos lazos de amistad y de vida fundamentados en el dinamismo creciente y constructivo del amor.

2. El amor no tiene ambigüedades porque quien se ama, ama sin medida y con libertad. El amor genera vida, el amor promueve, el amor impulsa a crecer. Un amor que sabe dialogar porque sabe escuchar y sabe proponer. No hay excusas ni pruebas, no hay manipulaciones ni chantajes. Es un amor que se entrega y se da sin medida sin exigencias ni condiciones. Nada retiene para generar más vida. Quien se siente amado por el Padre, permanece en el amor, amando con el sabor de la alegría (vv. 11). Este es el mandato de Jesús que resume todos los demás mandatos:...que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por su amigos (vv. 12-13). Un amor recíproco porque sabe recibir el amor para honrar y promover el amor hacia los demás. Un amor que se hace servicio sin interesar las negaciones, las traiciones, las enemistades y las distancias que muchas veces se crean en medio de las relaciones humanas. Responder al primer amor es dar respuesta a la fraternidad y al amor incondicional prolongado hacia las demás personas, pues... quien no ama no ha conocido a Dios porque Dios es Amor (1Jn 4,8). Así que amar es un dinamismo que se construye día a día junto a otros sin exclusión ni discriminación alguna (cf. Hch 10, 25-48), fruto del amor que hemos recibido de Dios para dar fruto (vv. 16) poniendo nuestra propia vida al servicio de los demás, con la capacidad de arrastrar con generosidad a quien se deja abrazar por este inmenso amor para poder continuar avanzando, dando lo mejor para quien nos ha entregado lo mejor (vv. 9), llevándonos a niveles grandiosos de vida y de amor generoso (cf. 1Jn 4,10).

3. Permanecer amándonos y amando sin medida se convierte en un dinamismo creciente del amor que  trae resultados sorprendentes: la alegría de amar y de sentirnos amados (vv. 11). La alegría es la respuesta al color inmenso del amor (cf. Salmo 97, 1-4). Un amor recíproco que se alegra porque ama y porque se siente amado. Pero, muchas veces el amor carece de la alegría porque sencillamente no es amor o porque el amor no es correspondido. Un amor fundado en el amor del Padre es un amor que se caracteriza por dar el fruto de la alegría porque muestra un corazón sano, libre y fortalecido. La alegría de amar no depende de las situaciones y de las circunstancias inevitables de nuestra vida. Un amor que se recibe para crecer sabe convertir los momentos de tristeza en una oportunidad para continuar creciendo en el amor, construyendo nuevas tareas que dan pie para avanzar hacia los objetivos que nos hemos propuesto. Por tanto, el dinamismo creciente del amor, nos permite darnos cuenta como estamos participando estrechamente del amor trinitario para que manifestando este amor con valentía permanezcamos firmes en nuestros procesos de vida, realizando nuevos proyectos, impulsados a invertir con gestos de generosidad y de servicio en nuestras distintas relaciones humanas, superando cualquier distinción para convertirnos en una posibilidad creciente y constante del amor, logrando ser bendición abundante para todos.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)