SALIR MEJOR DE LO QUE ENTRAMOS Mc 1, 12-15

SALIR MEJOR DE LO QUE ENTRAMOS
Mc 1, 12-15
Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

Todos los momentos de nuestra vida, aun lo que nos parecen complejos y difíciles, impregnados de oscuridad, de dolor y sufrimiento son propicios para preparar un nuevo proyecto de vida con la finalidad de entrar en un dinamismo comprometido y responsable de solidaridad, de amor y de servicio que nos facilita avanzar y crecer efectivamente en todos los aspectos de nuestra vida. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús es empujado por el Espíritu al desierto donde permaneció cuarenta días, siendo tentado por Satanás como un tiempo de preparación para gestar y anunciar la Buena Nueva de Dios. Veamos: 

1. Una vida sin crisis y sin dificultades parece que no se puede llamar vida. Las crisis aunque no son nuestro tema favorito y agradable son necesarias para comenzar, para evaluar y para madurar en nuestra existencia. Éstas son como un arco iris en el cielo (cf. Gn 9, 13) que se convierte en una nueva oportunidad para volver a empezar, construyendo una nueva vida. Jesús después de haber sido bautizado, es empujado por el Espíritu al desierto donde permanece cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Es posible que a nadie le guste estar pasando crisis, dificultades y conflictos en su vida, sin embargo, son pausas necesarias e inevitables para evaluar, para revisar y dar un nuevo comienzo hacia una nueva vida que sea mejor de lo que ya estamos viviendo y experimentando. Jesús es empujado (es sacado de la seguridad, de su espacio de su entorno vital) por el Espíritu al desierto para ser llevado a otro lugar, a otro camino y a otro tiempo: preparar la misión. El desierto como la crisis no esta en clave de destrucción, sino de decisión y de misión y, aunque aquellos son duros por las condiciones que ofrecen facilitan un camino de crecimiento y de madurez, donde se aprende a vivir de lo que es más importante y esencial (cf. Salmo 25(24), 4), logrando salir mejor de lo que entramos, venciendo y no sucumbiendo en todo lo que impide avanzar...tentado por Satanás... con la compañía y la presencia del Espíritu (vv. 12) que no deja de alentarnos para continuar avanzando con perseverancia. Por tanto, hemos de pasar momentos difíciles, complejos e inexplicables, pero es el mismo Espíritu que nos empuja al desierto, no para que nos abandonemos a nuestras propias fuerzas, sino para que fortalecidos en el Espíritu, venzamos las crisis, las tentaciones, los obstáculos que suelen surgir constantemente con libertad, pasión, sinceridad y paz, logrando salir mejor con una perspectiva hacia una realidad nueva impregnada de servicio, de amor y de solidaridad que abre y apuesta por puertas saludables de relación personal y comunitaria.

2.  Vencer los obstáculos, las crisis y las tentaciones abre la posibilidad de dar comienzo a una nueva vida, donde es posible percibir, incluso al desierto como un paraíso, una realidad en el que las relaciones son distintas y mejoradas. Jesús no está solo en el desierto, está con el Espíritu y entre los animales del campo y los ángeles que le servían (vv. 13b). Parece muy curioso que los animales del campo aparezcan en el desierto, pues no es su hábitat normal, sin embargo está imagen tiene que decirnos algo más sorprendente y asombroso porque muestra el comienzo de una nueva creación, de una nueva relación en el que es posible también volver a la comunión con el Padre: ...y los ángeles le servían. Dar comienzo a un nuevo estilo de vida desde lo que somos y desde lo que tenemos, venciendo las crisis, las tentaciones y los obstáculos, muestra la capacidad de lo que estamos hechos, logrando cosas grandes, mejores y constructivas que nos reconcilia con nosotros mismos, con los demás y con quien nos ha creado: conduce rectamente a los humildes y a los pobres, enseña tu sendero (Salmo 25(24), 9). 

3. Salir mejor de lo que entramos nos remite a una experiencia de vida distinta, una vida que construye lazos de vida, de esperanza y de servicio. Jesús después del desierto marchó hacia Galilea para dar inicio a su ministerio, predicando el Reinado de Dios, llamando a la conversión y a creer en la Buena Nueva (vv. 14-15). Afrontar nuestra vida con valentía dentro de los momentos de dificultad y realización de nuestro proyecto es saber configurar de un modo adecuado las dos situaciones, sin que una supere a la otra. Todos los momentos de nuestra vida son propicios para incorporarlo en nuestro crecimiento y camino de vida de una manera responsable y generosa que contribuya al servicio transformador de los demás, pues no es posible decir que amamos, sin tomar la iniciativa de buscar el encuentro con el otro. De provocar instantes de oración sin ser conducidos al servicio responsable. Por tanto, salir mejor de las crisis, de los obstáculos y de las tentaciones permanentes es  renacer (cf. 1Pe 3, 21b) haciendo un cambio de ruta (convertíos) para estar en sintonía con Dios, optando por vivir un ejercicio responsable y generoso de la misión. 
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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