EL CAMINO PARA LA MISIÓN Mc 1, 7-11

EL CAMINO PARA LA MISIÓN
Mc 1, 7-11
Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

Hay una gran importancia en tomar conciencia de nuestra vida y la manera cómo la recorremos cada día, pues en este recorrido nos encontramos con momentos de alegría, de gozo, momentos de constante búsqueda, pero también momentos que se convierten en un reto por superar y, que en algunos parecen hacernos retroceder. Un recorrido que para algunos puede ser solamente, una "aventura" caracterizada por la toma de decisiones ineludibles, por tener instantes de dudas que llegan a ser más estimulantes que las pocas certezas que logremos, poseídas por el deseo de la seguridad y la acción rutinaria y poco profunda y, por la elaboración de cuestionamientos, de preguntas que nos impulsan a aprender y a conocer algo más de lo que ya hemos construido. Todo esto hace parte de un recorrido, de construir camino, de crecer y de avanzar hacia el objetivo de contribuir a una sociedad nueva u obtener una nueva vida despierta como propuesta para toda la humanidad. A la Luz de la Palabra de Dios, Juan Bautista quien bautiza con agua, prepara el camino del bautismo de Jesús, quien bautizará con Espíritu Santo. Veamos: 

1. Cada persona ha de hacer su propio camino, su recorrido por la existencia de su propia vida. Nadie más puede recorrerlo sin interesar si hay o existe alguien más grande que nosotros. Eso es actuar desarrollando la grandeza de la humildad. De esta manera, cada uno de nosotros, somos responsables de la construcción y de la experiencia de la vida y. en efecto, tenemos nuestro estilo y nuestro propio ritmo. Nada se puede forzar para que sea diferente. En el recorrido de la vida o en el camino contributivo para la misión es posible encontrarnos con situaciones inevitables que se necesitan superar. Situaciones diferentes que se desbordan, pero lo importante es continuar caminando, sin detenerse o querer pretender hacer una estación para guardar alguna seguridad creando un estilo de vida montado en meros cumplimientos sin alcanzar el contenido propio y significativo para nuestra vida. Caminar es avanzar y, esto puede ser el mejor modo para preparar el camino del Señor. Juan Bautista desde esta perspectiva tiene clara su misión: anunciar a Jesús, quien es más fuerte que él..., a quien no es digno de desatarle la correa de sus sandalias... y quien bautizará con Espíritu Santo (vv. 7-8). Más aún, tiene ahora la misión de bautizar a Jesús en las orillas del Jordán (vv. 10). Para algunas personas la vida puede ser solamente un camino sin ningún contenido, sin alguna meta, ni mucho menos con un desarrollo de misión o de proyecto que contribuya para sí mismo y para la dignidad de los demás; para otros llega a ser insignificante o indiferente la vida mientras se esté ocupando de seguir unas reglas o unas normas rutinarias. Entre tanto, otros poco valoran las capacidades que se tienen para poder lograr llevar buen termino el camino de su vida porque piensan que lo importante está solamente en los demás, sucumbiendo en un estilo de vida con baja autoestima y poca valoración de sí mismo. Esta manera de entender o de asumir la vida genera en muchas ocasiones un tipo de existencia sin sentido y hasta aburrida, sin deseo de sí mismo, de Dios y de generar creatividad, pasión para contagiar a otros de vida. Por tanto, elaborar nuestro propio camino, como propuesta, como vía para vivir de un modo constructivo y con sentido es recorrer un camino con los ojos puestos en el amor de Dios, en su escucha y en el llevar a cabo con responsabilidad lo que nos corresponde caminando para la misión, el aporte integral para los demás. Esto es hacer que los cielos se rasguen, se abran para todos.

2. Lo que da sentido entonces a nuestra vida no es tanto la clase social, el trabajo profesional que desarrollemos, el privilegio que tenemos de cuánto ganamos y vivimos, los recursos que podemos usar para caminar hacia el desarrollo de la misión. Lo que da sentido es sumergirnos en el "líquido" de la vida para que con responsabilidad sirvamos permanentemente a fin de que otros también crezcan y avancen en su vida. Esto es lo que el cielo reconoce en Jesús, su solidaridad con sus hermanos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco...(vv. 11). Todos como personas, podemos lograr un impacto profundo y transformador sobre las personas que nos rodean, sólo basta que podamos aceptar nuestra condición de bautizados (sumergidos en Cristo), de sentirnos "hijos predilectos", únicos e irremplazables con capacidades vivas que entregamos para que forjando un camino nuevo con acciones concretas y específicas construyamos constantemente y cada día la misión confiada.

3. El camino para la misión cuenta con el respaldo del Padre: se oyó un voz que venía de los cielos (vv. 11), pero también con la presencia del Espíritu Santo que "anida" en nosotros: vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu Santo en forma de paloma, bajaba a él (vv. 10). De esta manera, podemos entender que uno es el bautizado, pero tres son los que se hacen presentes en el bautismo: El Espíritu que "hace nido", que santifica, el Padre que reconoce su paternidad y desborda todo su amor por su Hijo, y el Hijo que recibe su amor y la fuerza, el dinamismo para caminar y llevar a buen termino la misión en bien de los hijos del Padre. Así, que no importa si no le hemos encontrado sentido a nuestra vida a lo que hacemos o a lo que estamos desarrollando. No interesa si hemos pasado desapercibidos por la vida porque no hemos podido estar a la altura de otros o porque algunos nos han hecho sentir que no valemos la pena. Nuestra vida, nuestra aventura, nuestro camino, tiene un sentido porque tenemos y contamos con el respaldo de Dios, como hijos amados, para transformar, para avanzar y para contribuir sin medida, dando mejores y mayores frutos (cf. Mc 4, 20) que como bautizados en el Espíritu Santo, fluyen como aguas del mismo Jordán en nuestro constante caminar hacia la meta que queremos y anhelamos alcanzar. Por tanto, confirmar cada día de nuestra existencia que tenemos un Dios que por su amor nos hace valer, dándonos alas para levantar nuestra mirada y, así ponernos en camino hacia un nuevo estilo de vida que nos apasiona y nos responsabiliza por hacer el bien (cf. Hch 10, 38) es muestra de caminar para la misión, poniendo nuestra vida al servicio de los demás, cuya acción y proyecto es para la promoción de la justicia y de la Verdad como transparencia del Amor del Padre que se complace en sus hijos.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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