BASE PARA TRANSFORMAR: CONVERSIÓN Y CREER Mc 1, 14-20
BASE PARA TRANSFORMAR: CONVERSIÓN Y CREER
Mc 1, 14-20
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Algunos se pueden estar preguntando si existen opciones nuevas o posibilidades para avanzar y continuar hacia adelante. La respuesta es un poco obvia porque al querer avanzar se hace necesario tomar una opción que seguramente traerá nuevas experiencias, pero también abre la posibilidad de entrar un nuevo dinamismo de vida en el que se entra en una nueva relación con Dios, con los demás y consigo mismo y, esto exige audacia, desacomodación, dar comienzo a un nuevo estilo de vida. Una relación que da la fuerza y el empuje para actuar, incluso en contracorriente con la responsabilidad de comunicar buenas noticias, de ser bendición para muchos, trayendo libertad y vida para todos. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús comienza su ministerio con el llamado a la conversión y a creer en la Buena Nueva, convocando a su vez a sus primeros discípulos, proponiéndoles un nuevo dinamismo de vida: ser pescadores de hombres. Veamos:
1. Un elemento interesante para poder avanzar y crecer en nuestra experiencia de vida es la actitud de renovar nuestros pensamientos, haciendo un cambio de ruta en nuestra mente. Jesús, después de que Juan el Bautista ha sido llevado a la prisión, marcha hacia Galilea para comenzar a desarrollar su ministerio. Para esto, proclama la Buena Nueva de Dios, llamando a la conversión y a creer en la Buena Nueva del Reino de Dios que está presente (vv. 15). Un reinado que no es otra cosa que un Dios actuando de manera prodigiosa y sorprendente en el interior de cada persona para que ésta sea libre y feliz. De esta manera, podemos encontrar dos elementos: el primero, es saber aprovechar los momentos cruciales, como una oportunidad para avanzar y para proclamar buenas nuevas, proclamar tiempos nuevos que exigen acciones nuevas. A Jesús no le asustó que hayan entregado a Juan, sino que marcha a Galilea proclamando la Buena Nueva (vv. 14), llamando a un cambio de pensar, de mentalidad (metanoia) sobre la acción de Dios en cada uno de nosotros. Saber leer los momentos y las situaciones que nos rodean facilitará que nos evitemos encerrar o huir de nuevas alternativas u oportunidades que nos impulsarán a dar pasos nuevos, saliendo del pesimismo o de aquellas cosas que nos impedirían superar lo negativo, pues el Reino de Dios está obrando, está cerca, está próximo a nosotros (vv. 15). La base para poder transformar nuestra vida parte de una conversión, de un modo de ver distinto el actuar de un Dios que quiere lo mejor para nosotros. Por eso, el grito de la conversión, es un grito para hacer un cambio de ruta en el que es no posible continuar haciendo el mismo camino de siempre, sino, que es necesario tener una nueva visión de Dios, de los otros e incluso de nosotros mismos, percibiendo la vida de una manera diferente donde la presencia de Dios actúa maravillosamente a través de nuestras acciones, transformando realidades y relaciones.
2. Pero, en este camino no basta solamente con realizar un cambio de ruta y de pensar para actuar de un modo distinto. Es necesario también creer en la Buena Nueva, que no es otra cosa que entrar en un dinamismo nuevo que transforma y que supera lo que nos acomoda o que nos provoca rutina o seguridad. Creer es un acto de confianza que nos obliga, de cierta manera a correr riesgos que tal vez no nos habíamos imaginado: salir de actividades y hábitos cotidianos, dejar relaciones (vv. 17-20), pero que ciertamente nos facilitará encontrarnos con nuevas experiencias que nos disponen a no quedarnos acomodados, sino que nos propone contribuir para transformar realidades: ...os haré llegar a ser pescadores de hombres...(vv. 17) y para hacer un camino que sin interesar tanto los avances y los posibles retrocesos, sí, nos impulsa a realizar tareas como un aporte para el crecimiento personal y también para el de lo demás.
3. Por eso, después de haber llamado a la conversión, Jesús da comienzo a la constitución de una comunidad con el fin de que aquellos elegidos asuman con responsabilidad la acción de Dios, que es el Reino de Dios actuando y lo anuncien a otras personas (vv. 17) para que éstas entren a gozar también de este nuevo estilo de vida, de comunión y de proyecto con Dios. Esto nos hace pensar que el llamado no es cuestión meramente para ver y actuar individualmente, sino para conformar una comunidad, una familia más allá de los lazos y de las relaciones cercanas...y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él (vv. 20). Una propuesta que no es caracterizada por un privilegio o porque nos lleguemos a considerar que somos los mejores. Jesús no le propone a sus discípulos un programa cerrado, centrado en ideas, sino en un hacer camino con audacia, con desprendimiento, lo cual implica o exige mejorar lo que se ya se ha hecho, dejando actuar a Dios para bien propio y también con responsabilidad para los demás, logrando ser un canal de vida, de bendición, de libertad para muchas personas. Por tanto, conversión y creer son acciones base fundamental para transformar, para ver la vida de un modo distinto y, lo más importante para entrar en el camino y en la experiencia de Jesús que nos aventura a estar siempre con él: Venid conmigo (vv. 17).
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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