VIVIR LA REALEZA UNIVERSAL CON SENTIDO Lc 23, 35-43

VIVIR LA REALEZA UNIVERSAL CON SENTIDO
Lc 23, 35-43

Luis Fernando Castro
 TEÓLOGO PUJ
Para algunos llega a parecer obvio que sí nos referimos a hablar sobre el sentido social de la realeza o de los gobernantes en los distintos estados y naciones en el mundo, nos enfocamos en elementos como el poder, la riqueza, el honor, la condición de aquel que es rey y ejerce una soberanía, un dominio en cierto territorio. Pero, al preguntarnos sobre el sentido y la intención de una persona como Jesús al aceptar ser llamado "rey" (cuarto evangelio), el estilo de vida que encontramos es opuesto a las formas establecidas por las distintas sociedades antiguas y actuales. Su reino de justicia y de derecho va acompañado por la fraternidad, el amor, la entrega incondicional de la vida, la capacidad y desarrollo de servicio, la solidaridad ilimitada hacia los demás y el obsequio celestial de dar sentido al sufrimiento. A la luz de la Palabra de Dios encontramos algunos elementos que son clave para vivir en nuestra existencia la Realeza Universal con sentido, ejerciendo nuestra libertad al servicio y progreso de los demás, sufriendo los avatares de nuestras distintas esferas con sentido y generando vida sin límites. Veamos:
1. La Realeza Universal provoca burlas sociales (vv. 35-39): Nos puede parecer curioso que Jesús sea proclamado rey del universo en una situación distinta a las formas que conocemos en nuestra sociedad. Coronar a un rey era un acto de gran solemnidad en el que los súbditos desfilaban frente a él para expresarle su reconocimiento y felicitación, exaltando sus virtudes. Pero, en el caso de Jesús, las condiciones están marcadas por el trato dado a un malhechor y el ultraje de quienes están a su lado, luchando contra el sufrimiento, por la burla y la mofa, por el dolor y el sufrimiento, por una inscripción incomprensible sobre la cruz en el que se decía:... este es el rey de los judíos... y la muerte. Una esfera dramática, oscura y trágica que busca destruir y ridiculizar con sarcasmo porque si bien se reconoce a Jesús como Rey o como Cristo, la aceptación está señalada por un acto irónico que dependerá de un nuevo acto milagroso, capaz de eliminar el dolor y el sufrimiento personal y social, cambiando así, su destino de cruz. Los insultos y las burlas ofrecidos por los magistrados, los soldados y el malhechor son sólo la muestra de la indiferencia, la impotencia y el sufrimiento que es ocasionado por los distintos sistemas sociales y políticos que esclavizan, explotan y oprimen, pero también por la incomprensión de una nueva forma de reinar, caracterizada por no salvarse a sí mismo, sino salvar a todos, dando la vida para que todos tengan libertad y vida en todo momento de la existencia. No aceptar las características de la realeza universal provoca que en las situaciones de sufrimiento e incomprensión de la vida actuemos con irrespeto, burla y mofa, respondiendo con violencia, agresión y vandalismo, señalando y atacando a los que se encuentran cerca y lejos de nosotros, buscando culpables, usando palabras y acciones hirientes sin que esto calcule los resultados, que en su generalidad son nefastos para las distintas relaciones humanas. Otros, ante la impotencia, el dolor y el sufrimiento crean una imagen pesimista marcada por el fingimiento, la apariencia, el egoísmo, la autosuficiencia en las decisiones y soluciones de su vida, se pierde el sentido del carácter y la capacidad para superar las dificultades, lo inesperado y las adversidades, no se es feliz y no quiere que nadie lo sea, imposibilitando tener mejores ambientes y más sanos. Usar el sufrimiento como justificación para lastimar y dañar a los demás no es recomendable porque nos esclaviza, nos victimiza, nos estanca en una realidad negativa y, por consiguiente, nos impide crecer y ver con claridad la victoria. 

2. Buscar dar sentido a nuestra Realeza Universal (vv. 40-42): Mientras algunos actúan de manera violenta, agresiva cimentados por el dolor y sufrimiento, otros reconocen en una auténtica humildad que no es por la fuerza, el poder como la justicia, la libertad y la vida se hacen y se desarrollan. Los tres crucificados están experimentando algo común que es universal para todos los seres humanos, el dolor y el sufrimiento y la inminente muerte, pero su reacción ante esto es distinta. El primer malhechor continua la actitud de los magistrados y los soldados. Estando tan cerca de la salvación, no aprovechó la oportunidad. No basta con estar cerca de Jesús. El segundo decide tomar una actitud diferente basada en el "temor de Dios", buscando dar alivio a su dolor y sufrimiento en la realeza de Jesús que es perdón, amor y misericordia, reconociendo que su condenación es justa por los hechos que ha efectuado...nos lo hemos merecido por nuestros hechos...es decir, que lo que se ha sembrado en el pasado por las decisiones y acciones que se han tomado ahora se cosecha, se recoge los resultados. Además, se convierte en un eco del procurador romano que repetía... ¿Qué mal ha hecho éste? Ningún motivo de muerte he encontrado en él (cf. Lc 23, 22). Estas actitudes nos dejan ver los contrastes que suelen ocurrir en nuestra existencia, mientras un malhechor crucificado comprendiendo a otro crucificado, reconoce a Jesús como Mesías-Rey, queriendo asumir ese camino de vida afirma...Jesús acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino... y, en este mismo sector las autoridades militares y de gobierno declaran inocente a Jesús, por otro lado las autoridades religiosas judías insistían en condenarlo, reclamando su muerte como un criminal, usando como herramienta la burla, la mofa de su mesianismo (vv. 35). De esta manera, la actitud del segundo malhechor muestra sensibilidad y mayor solidaridad frente a los momentos adversos y límites de la vida. Sin embargo, algunos estarán pensando y se lleguen a preguntar ¿cómo es posible que si no hago nada malo tenga que pasar por el tormentoso dolor, el sufrimiento y la muerte? ¿Por qué si estoy en el camino de la vida, sumergido en el proyecto de Dios, ayudando a los demás a progresar y a caminar hacia sus metas y sus sueños, tenga que sufrir y morir? ¿Será que vivir la realeza universal tiene sentido?

3. La Realeza Universal con Sentido (vv. 43): Muchos pasan su vida buscando la felicidad como un objetivo humano sin enfocarse en darle sentido, es decir sin un propósito vital que le de forma a lo que somos y a lo que hacemos, motivándonos a levantarnos para construir y mejorar en todos los aspectos de nuestra vida. El Maestro, aún en su condición de crucificado no deja de darnos una lección de vida, responde al malhechor que le ha reconocido...yo te aseguro hoy estarás conmigo en el paraíso...Las tres partes de esta consigna, son importantes en medio de las burlas, la mofa, y la incomprensión por la manera nueva de vivir una realeza Universal con sentido. La primera..."yo te aseguro"...supera toda expectativa porque muestra que Él Reina en las inteligencias y voluntades de los seres humanos, inspirándonos a vivir una vida en la que ejercemos nuestra libertad, sirviendo y amando hasta el final, viviendo el reino de la vida con sentido. La segunda parte es el "Hoy" como un obsequio celestial que no tiene en su orden un aspecto de futuro, sino de presente actual y constante. El Hoy es lo que tenemos, es el primer día de la salvación, de la vida y de la esperanza. Es hoy cuando se nos abren las puertas y la posibilidad para comenzar un nuevo tiempo, un nuevo horizonte que culminará en el paraíso, en la reconciliación, en la transformación de nuevas relaciones. Después aparecerá una expresión bellísima: "Estarás conmigo", esto es, la cita con Dios no se celebra en el argumento de la muerte, sino en el don de la vida, y en lo esencial de la felicidad, estar en comunión (cielo) y en el gozo pleno con Dios, lo cual asegura la victoria y el triunfo de su reinado. Estar con Dios es comenzar hoy una nueva relación con él, con los demás y consigo mismo. Una relación eterna que es más fuerte que el dolor, el sufrimiento y la muerte. La vida no termina con la muerte. Dar, entonces sentido a nuestra realeza universal es asumir un estilo de vida de redención, donde el inocente toma el lugar del condenado, así como el sufrimiento de Jesús en la cruz lo mostró para nuestra redención. Con esta esperanza divina y eterna, cuyo comienzo ya brilla en el trono de la Cruz, podemos comprender que el dolor, el sufrimiento y la muerte, no tienen la última palabra, son sencillamente oportunidades para que nosotros las convirtamos en bendición solidaria para los demás, como Jesús lo hizo acogiendo al malhechor, provocando verdaderos encuentros que generen mejores relaciones humanas, facilitando ambientes más saludables y constructivos para el bien común de todos.
                              Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia

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