SUMERGIDOS EN LA INMERSIÓN DE CRISTO Mc 1, 6-11 EL Bautismo de Jesús

SUMERGIDOS EN LA INMERSIÓN DE CRISTO
Mc 1, 6-11
EL Bautismo de Jesús
Luis Fernando Castro
TEÓLOGO PUJ 

Tomar conciencia de nuestra vida y la manera cómo la recorremos cada día es importante porque en este recorrido nos encontramos con momentos de alegría, de gozo, momentos de constante búsqueda, pero asimismo momentos que se convierten en un reto por superar, pues algunos parecen hacernos retroceder. Un recorrido que para algunos puede ser solamente, una "aventura" caracterizada por la toma de decisiones ineludibles, por tener instantes de dudas que llegan a ser más estimulantes que las pocas certezas que logremos, poseídas por el deseo de la seguridad y la acción rutinaria y poco profunda y, por la elaboración de cuestionamientos, de preguntas que nos impulsan a aprender y a conocer algo más de lo que ya hemos construido. Todo esto hace parte de un recorrido, de construir camino, de crecer y de avanzar hacia el objetivo de contribuir a una sociedad nueva u obtener una nueva vida despierta como propuesta para toda la humanidad. A la Luz de la Palabra de Dios, Juan Bautista, testigo, bautiza con agua, prepara el camino del bautismo de Jesús, quien bautizará con Espíritu Santo. Veamos: 

1. Cada persona ha de hacer su propio camino, su recorrido por la existencia de su propia vida. Nadie más puede recorrerlo sin interesar si hay o existe alguien más grande que nosotros. Eso es actuar desarrollando la grandeza de la humildad. Cada uno de nosotros, somos responsables de la construcción y de la experiencia de la vida y. en efecto, tenemos nuestro estilo y nuestro propio ritmo. Nada se puede forzar para que sea diferente. En el recorrido de la vida o en el camino contributivo para la misión es posible encontrarnos con situaciones inevitables que necesitamos superar. Situaciones diferentes que nos desbordan, pero lo importante es continuar caminando, sin detenernos o querer pretender hacer una estación para guardar alguna seguridad, creando un estilo de vida montado en meros cumplimientos sin alcanzar el contenido propio y significativo para nuestra vida. Caminar es avanzar y, esto puede ser el mejor modo para preparar el camino del Señor. Juan Bautista desde esta perspectiva tiene clara su misión: anunciar a Jesús, quien es más fuerte que él..., a quien no es digno de desatarle la correa de sus sandalias... y quien bautizará con Espíritu Santo (vv. 7-8). Más aún, tiene ahora la misión de bautizar a Jesús en las orillas del Jordán (vv. 10). 

2. Para algunas personas la vida puede ser solamente un camino sin ningún contenido, sin alguna meta, ni mucho menos con un desarrollo de misión o de proyecto que contribuya para sí mismo y para la dignidad de los demás; para otros llega a ser insignificante o indiferente la vida mientras se esté ocupando de seguir unas reglas o unas normas rutinarias. Entre tanto, otros poco valoran las capacidades que se tienen para poder lograr llevar buen termino el camino de su vida porque piensan que lo importante está solamente en los demás, sucumbiendo en un estilo de vida con baja autoestima y poca valoración de sí mismo. Esta manera de entender o de asumir la vida genera en muchas ocasiones un tipo de existencia sin sentido y hasta aburrida, sin deseo de sí mismo, de Dios y de generar creatividad, pasión para contagiar a otros de vida. Elaborar nuestro propio camino, como propuesta, como vía para vivir de un modo constructivo y con sentido (cf. Is 42, 1-4.6-7) es recorrer un camino con los ojos puestos en el amor de Dios, en su escucha y en el llevar a cabo con responsabilidad lo que nos corresponde caminando para la misión, el aporte integral para los demás. Esto es hacer que los cielos se rasguen, se abran para todos y se instaure la justicia.

3. Lo que da sentido entonces a nuestra vida no es tanto la clase social, el trabajo profesional que desarrollemos, el privilegio que tenemos de cuánto ganamos y vivimos, los recursos que podemos usar para caminar hacia el desarrollo de la misión. Lo que da sentido es sumergirnos en el "líquido" de la vida para que con responsabilidad sirvamos permanentemente a fin de que otros también crezcan y avancen en su vida, y así podamos construir y transformar la vida juntos. Esto es lo que el cielo reconoce en Jesús, su solidaridad con sus hermanos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco...(vv. 11). Bautizar, entonces es sumergirse en Cristo, hacer una inmersión profunda en las aguas de la vida, del amor y del Espíritu. Todos como personas, podemos lograr un impacto profundo y transformador sobre las personas que nos rodean, sólo basta que podamos aceptar nuestra condición de bautizados (sumergidos en Cristo), de sentirnos "hijos predilectos", amados, únicos e irremplazables con capacidades vivas que entregamos para que forjando un camino nuevo con acciones concretas y específicas construyamos constantemente y cada día la misión confiada; nos entreguemos y nos desgastemos por mantener un servicio constante para bien de muchas personas (cf. Hch 10, 34-38), forjando lazos de vida y de fraternidad.

4. El camino para la misión cuenta con el respaldo del Padre: se oyó un voz que venía de los cielos (vv. 11), pero también con la presencia del Espíritu Santo que "anida" en nosotros: vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu Santo en forma de paloma, bajaba a él (vv. 10). Podemos entender que uno es el bautizado, pero tres son los que se hacen presentes en el bautismo: El Espíritu que "hace nido", que santifica, el Padre que reconoce su paternidad y desborda todo su amor por su Hijo, y el Hijo que recibe su amor y la fuerza, el dinamismo para caminar y llevar a buen termino la misión en bien de los hijos del Padre. Así, que no importa si no le hemos encontrado sentido a nuestra vida a lo que hacemos o a lo que estamos desarrollando. No interesa si hemos pasado desapercibidos por la vida porque no hemos podido estar a la altura de otros o porque algunos nos han hecho sentir que no valemos la pena. Nuestra vida, nuestra aventura, nuestro camino, tiene un sentido porque tenemos y contamos con el respaldo de Dios, como hijos amados, para transformar, para avanzar y para contribuir sin medida, dando mejores y mayores frutos (cf. Mc 4, 20) y, que como bautizados en el Espíritu Santo, fluyen como aguas del mismo Jordán en nuestro constante caminar hacia la meta que queremos y anhelamos alcanzar.

5. Confirmar cada día de nuestra existencia que tenemos un Dios que por su amor nos hace valer, dándonos alas para levantar nuestra mirada y, así ponernos en camino hacia un nuevo estilo de vida que nos apasiona y nos responsabiliza por hacer el bien (cf. Hch 10, 38) es muestra de caminar para la misión, poniendo nuestra vida al servicio de los demás, cuya acción y proyecto es para la promoción de la justicia y de la Verdad como transparencia del Amor del Padre que se complace en sus hijos porque nos ama y porque somos amados sin ninguna reserva. La voz  de Dios es magnifica (cf. Salmo 28, 1-4.9-10) porque se comparte y se comunica para todas las gentes trasmitiendo su amor y su paz. No es extraño, entonces que en los momentos de crisis sintamos la necesidad de vivir guiados y sostenidos por el poder del Espíritu, acogiendo su amor y queriendo adoptar un nuevo estilo de vida que nos facilite avanzar y crecer integralmente, escuchando la voz de un Padre que nos dice constantemente cuánto nos ama.

6. Son muchas las maneras que Dios usa para encontrarse con todos los seres humanos y, por eso es importante renovar nuestra forma de pensar, de hablar y de vivir nuestra existencia. Dejarnos "anidar" por el Espíritu Santo nos facilitará que nosotros mostremos y revelemos un nuevo rostro, un cielo abierto (vv. 10) que no es sólo para unos, sino para todos. Jesús es la morada del Espíritu, el hijo amado presente donde el Padre se complace y siente gozo. Jesús es el Siervo escogido por Dios y lamentablemente rechazado por los seres humanos. Pero, está gracia nos incluye a nosotros también porque a través de Jesús nos sentimos amados como verdaderos hijos y, nosotros podemos afirmar desde lo más profundo de nuestro corazón que él es nuestro Padre por el Espíritu Santo que nos anida, que ha sido derramado como un río de agua viva (cf. Rm 8, 15ss) para que nosotros actuando como verdaderos hijos del Padre facilitemos caminos de bendición, de solidaridad y de amor para muchas personas. 

7. En resumen, todos como seres humanos tenemos acceso a la presencia y comunión con Dios a través del cuerpo de Jesús, cuerpo bendito y dador de vida que ha nacido no sólo en un pesebre, sino que ha caminado hasta el encuentro de la cruz. Jesús se ha sumergido no sólo en la aguas del Jordán, asimismo lo ha hecho en la humanidad de una manera solidaria para que los hombres y las mujeres que nos movemos entre la vida y la muerte, el fracaso y el triunfo, entre el duro desierto y la tierra prometida logremos llevar a cabo también nuestra misión. Él (Jesús) lo hace para que todos seamos considerados hijos amados donde el Padre puede gozarse y complacerse en cada uno de nosotros. De esta manera, el bautismo es una manera cómo Dios nos mira como hijos predilectos, prefiriéndonos sin reservas, amándonos hasta el extremo. Por eso, el bautismo no puede ser considerado solamente un evento que marca el inicio de nuestra vida, sino que debe ser nuestra vida, sumergidos en la inmersión, en la entrega y en la profundidad del proyecto maravilloso y sorprendente de Cristo hasta el final y, asimismo, la dinámica de nuestra propia vida sea vivir permanentemente por el Espíritu Santo, sintiéndonos anidados y amados por Él, logrando crecer y avanzar en plenitud en todos los aspectos de nuestra existencia. Esta es la esperanza que nos hace caminar hacia la vida plena donde recibimos el abrazo definitivo de un Padre que nos ama inigualablemente sin límites y sin reserva alguna para todo nuestro bien.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)