EL CIELO, UN FESTEJO DE ADORAR Y BENDECIR Lc 24, 46-53 Domingo de la Ascensión del Señor (Ciclo C)
EL CIELO, UN FESTEJO DE ADORAR Y BENDECIR
Lc 24, 46-53
Domingo de la Ascensión del Señor (Ciclo C)
Todo retorno a nuestro lugar de origen después de haber pasado un tiempo con las personas que amamos y compartimos muchas o algunas experiencias no siempre es fácil de asumir. Muchas veces se tiende a idealizar o soñar con el regreso; sin embargo, si lo vemos desde lejos todo nos puede parecer muy bonito y maravilloso porque pensamos en recibir algo mucho más grande y perfecto cuando volvemos que nos ayudará a crecer, dejando atrás algunas cosas para abrirnos a unas nuevas oportunidades de vida. Pero, cuando llega el momento de volver las despedidas y el desprendimiento son tan duras que llegamos a desear no tener que partir y soltar lo que creíamos que era para nosotros siempre. Eso que habíamos añorado durante mucho tiempo, ahora nos damos cuenta que parecía más bien un sueño porque al tener que retornar no siempre tenemos la mejor disposición; aunque sea mucho más grande que lo anterior. Por lo general, el retorno que hacemos al lugar donde salimos lo hacemos de forma solitaria en el que es posible afrontar algunos tropiezos que al final y bien manejados nos facilitarán ascender en todos los aspectos de nuestra vida, aprendiendo incluso a valorar lo que extrañamos y a ver lo que nuestros esfuerzos valen para alcanzar los objetivos. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús en un ambiente de despedida y de gran solemnidad en el evento de su exaltación al cielo, expresa algunas palabras, gestos y recomendaciones a sus discípulos para que permaneciendo firmes éstos en la esperanza, avancen hacia la plenitud de su vida: la entrega del kerigma misionero, La Promesa del Padre, la exaltación de Jesús al cielo con manos extendidas, bendiciendo y el gozo de la comunidad que volviendo a Jerusalén bendice constantemente a Dios con mucha alegría. Veamos:
1. Muchas personas que arriesgan en su existencia la vida pueden llegar a destacarse entre otras y muchas personas porque sobresalen en lo que realizan con esfuerzo y con mucho esmero. Estas personas por lo general miran al cielo, pero con los pies bien firmes en la tierra. No dejan que el aire les rose su vida, sino que están siempre dispuestas a continuar hacia adelante con valentía, confiando en el respaldo maravilloso de Dios que no abandona, que está siempre presente y aunque exaltado en el cielo sigue en comunión cercana en el transcurrir del mundo. Jesús resucitado, antes de ser llevado al cielo (vv. 51) entrega a sus discípulos el kerigma misionero (vv. 46-48) para que con esta palabra sorprendente transforme a muchas personas y a muchas comunidades. Es decir, la fuerza de la muerte y de la resurrección de Jesús ahora se siente dentro de cada persona como semilla poderosa y sorprendente, sembrada por el resucitado para todas las naciones del mundo: Vosotros sois testigos de estas cosas (vv. 48). La muerte y la resurrección de Jesús hacen parte del proyecto de Dios...así está escrito... (vv. 46) y, ahora al momento de terminar su ministerio junto a sus discípulos lo retoma para que su palabra se predique para conversión y perdón de todos los pecados en todas las naciones (vv. 47). Jesús inscribe su propia historia personal dentro de la amplia historia de la salvación.
2. La resurrección y la muerte de Jesús está dentro del plan de Dios, y por eso, los discípulos ahora pueden comprender toda la obra salvífica de Dios en todo momento de la vida, su pasado, su presente y su futuro. Pero este gran acontecimiento no sólo acoge la historia de Jesús, también inscribe la historia de la comunidad: y se predicará en su nombre la conversión... (vv. 47). La comunidad está también en el plan de Dios. Por eso, teniendo apertura al Dios del amor y de la misericordia, colmados y dotados de este regalo de Dios asumimos con responsabilidad y perseverancia el itinerario de nuestra vida, saliendo siempre victoriosos con la confianza de saber que no estamos solos, mostrando que el buen Dios sigue contando con nosotros para continuar su obra, confiando que a él le pertenecemos (cf. Hch 1, 11) y con él podemos atraer a muchas personas a la comunión con Dios, generando una fraternidad con la capacidad de dar una nueva dirección a toda la humanidad donde esta se introduce en el mundo de lo divino.
3. De esta manera y por el dinamismo del Espíritu (cf. Hch 1, 9), él sigue gobernando, operando y dando fuerza a toda nuestra vida para que podamos hacer constantemente algo grandioso (cf. Hch 1,8) con la posibilidad de responder como testigos de su causa: serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8c), superando obstáculos, avanzando y creciendo en todos los aspectos y en todas las direcciones (cf. Ef. 1, 17-23), siendo mucho mejor como personas en todos los sentidos. Entonces, dotados y disponibles por la Palabra del Resucitado podemos estar cercanos a la gente, creando lazos de fraternidad y solidaridad con la finalidad de continuar abriendo caminos que nos faciliten ascender, llenando el universo de "cielo" en todo lo que hacemos sin ninguna excusa o limitación para que contribuyendo integralmente a muchas personas mejoremos en nuestra calidad de vida, realizándonos y viviendo mucho mejor, experimentando constantemente a un Dios- Padre que se da a todos sin ninguna medida (Cf. Ef. 1, 17-20).
4. La clave para comprender de una manera profunda estos acontecimientos parte de la cruz y la resurrección, la Pascua: ...El Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día (vv. 46). Las palabras de Jesús anuncia cómo fuimos salvados, cómo el abrazo del crucificado llega a todas las personas para llenarnos juntos a Él. Esto es el sentido de la pascua, un crucificado que ha resucitado, él no se ha quedado en la cruz ni en la muerte. Por eso, es importante la conversión porque nos permite no sólo mirar y contemplar la obra de Dios y su plan, también nos abre el corazón para descubrir que nuestra vida es diferente, es mucho más bella de lo que podemos imaginar, seguros de recibir el perdón divino para lograr avanzar en nuestro camino, superando los obstáculos y las situaciones que nos impedían navegar. El perdón de los pecado es la frescura de un corazón que se renueva porque se hace conciencia de un Dios vivo que está presente como un continúo amanecer. De ahí que el proyecto de Dios tiene un gran alcance. No es solamente para unos o para algunos que estaban cerca a Él, ahora es para todo ser humano. Un movimiento centrífugo que sale de Jerusalén para todas las partes del mundo. Y, estas palabras se conocen como el Kerigma misionero: vosotros sois testigos de estas cosas (vv. 48).
5. Cada momento de nuestra vida es una oportunidad para poner en práctica todo aquello que hemos podido aprender. Jesús de llamarlos testigos, les promete a sus discípulos enviar la promesa del Padre (vv. 49), el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 4; 2, 33). Los misioneros no están solos para predicar y para anunciar el kerigma, ellos van con el poder de lo Alto. El mismo Espíritu que revistió y capacitó a Jesús para la misión, también reviste y capacita a la comunidad. La misión tiene la fuente y la raíz en el proyecto de Dios. El amor a Dios y el amor a las personas son signos por los cuales nos conocerán que somos discípulos de Jesús; sin embargo, no siempre tenemos la misma constancia ni tampoco la disponibilidad para llevar a cabo la misión. Muchas veces olvidamos sus palabras, herimos a muchas personas con nuestras acciones, por eso, necesitamos ser revestidos del poder que viene de lo alto (vv. 49b) para que no estemos luchando solos, sino que con la ayuda del Espíritu Santo podamos regresar a Él, estemos siempre al lado de Dios y contribuyamos de manera generosa en la misión con autoridad.
6. Esta autoridad nos facilita predicar en nombre de Jesús, él como rey, dotados de Espíritu Santo; pero hay algo más, la promesa del Padre que en realidad es el cumplimiento del Padre, el Espíritu Santo nos fortalecerá para que con valentía podamos anunciar el kerigma misionero dando testimonio de Jesús en todo tiempo y espacio, sin restricciones ni limitación. La Promesa del Padre, entonces en el camino de la vida nos unirá más a Él para que podamos llevar a cabo y de manera adecuada la misión. De esta manera, la pedagogía que usa Jesús para sus discípulos sigue siendo maravillosa porque su ausencia será la forma como podemos ascender, creciendo en madurez. Jesús nos deja la impronta del Espíritu para que permaneciendo en Él pensemos en otros tiempos, en algo más grande sin dejar de pensar en los demás (cf. Hch 1, 11) haciendo de nuestra realidad la presencia del mismo cielo. Ascender no es abandonar ni olvidar, sino estar presente de otra manera, envuelto en el mundo de lo divino, viviendo y actuando de una forma distinta.
7. Con mucha frecuencia pensamos que el cielo se encuentra por encima del firmamento o está más allá de la muerte. Esto sería evadirnos de la responsabilidad y de la oportunidad de poner en práctica todo lo enseñado por Dios (cf. Hch 1, 11). Pero, si miramos el cielo desde otra óptica podemos darnos cuenta que en nosotros está oculto como un poder que nos envuelve sin límites. Somos este cielo donde todos estamos invitados a continuar la tarea iniciada por el Maestro, llevando la Buena Noticia por todo el mundo con la fuerza del Espíritu Santo, aún desde nuestras flaquezas y debilidades. Comprendemos, entonces que el cielo no está allá arriba en lo alto, sino que está donde está Dios, el cual lo descubrimos en nuestra vida, en nosotros mismos (cf. 1Cor 6, 19-20) y en todo lo que podamos realizar haciendo bien a la humanidad. Jesús sube al cielo y bendice a su comunidad (vv. 51). La bendición por parte de Jesús es dada para toda la humanidad, no se limite tiene alcance para todos los seres humanos. Una bendición que no es dada solamente por algunos, es también ofrecida por todo aquel que conduce por el camino de la vida y de la existencia buscando dar y compartir lo mejor para que todos pueda recobrar la confianza y la esperanza. Por eso, esta bendición es inagotable porque no se acaba, permanece para siempre en medio de una sociedad en situaciones y circunstancias muchas veces adversas; viene y se derrama sobre todo aquel que se encuentra azotado y golpeado por los distintos sucesos de la vida. La bendición no es una condenación como tampoco es un señalamiento, lo cual nos hace entender que la bendición nos genera vida porque abraza a muchas personas para hacer mucho bien, creando una enorme esperanza en todo el mundo. La bendición de Jesús a sus discípulos antes de subir al cielo será el gesto que ahora nos animará a lo largo de este caminar constante hacia el regreso del Padre, fuente de la vida, sosteniendo todos nuestros esfuerzos, luchas y trabajos, generando vida y dando buenos frutos.
8. Revestirnos entonces del poder que viene de lo alto es disfrutar plenamente del amor y de la vida que Jesús Resucitado nos ha regalado, pues venimos de Dios y regresamos a Él para vivir mucho mejor. Este el camino de la esperanza que todos tenemos al recibir el poder del Espíritu Santo y acoger la bendición permanente de Dios. De esta forma ascender no es abandonar o dejar este mundo, sino estar presente de otra manera sin olvidar lo que somos y de dónde venimos. Esto nos hace tomar conciencia también de nuestra realidad para que no dejemos de trabajar por la transformación de nuestra vida, haciendo de la tierra el cielo. Es aquí donde entonces toma sentido la resurrección y la ascensión, dejándonos atraer y sorprender por Jesús para que nuestra realidad y nuestra vida la vivamos plena, gozosa y alegre con creatividad y crecimiento responsable a favor de muchas personas en sintonía con la Promesa del Padre (cf. Salmo 46, 2-9) que nos da aliento, que nos anima para ir buscando siempre caminos nuevos que nos ayuda a reproducir su acción amorosa y transformante en el mundo.
9. Todo ser humano puede hacer que las cosas sucedan porque siempre está deseando lo que le hace falta y, por eso llega a ser lo que se propone y desea. Jesús antes de separarse de sus discípulos (vv. 51) realiza dos acciones: los saca cerca a Betania y alzando sus manos los bendice (vv. 50). Las reacciones de sus discípulos no se hicieron tampoco esperar, ellos también realizan algunos gestos: se postraron ante él, volvieron a Jerusalén con gran gozo y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios (vv. 52-53), como lo hacía la profetisa Ana (cf. Lc 2, 37). Con estos gestos de sacar y de bendecir, Jesús resucitado sintetiza todo lo que ha hecho por sus discípulos y por toda la humanidad. Sacar (ascender) tiene que ver con la acción de Dios permanente a favor del pueblo que camina, el cual no se queda instalado ni quieto, sino que busca siempre avanzar, poniéndose en la tarea de crecer con responsabilidad, haciendo mucho bien.
10. La ascensión de Jesús no es abandono, su ausencia no es lejana, ni tampoco es un irse lejos, pues él se ha quedado con nosotros para bendecirnos, abarcando todo el mundo y toda la historia. Jesús al llegar al Padre no sólo estará con quien es la fuente de la vida, sino además estará cerca a cada persona, pues el lugar donde habita Dios es el cielo. Y el cielo no está ni arriba ni abajo, está en el corazón del ser humano y, por ascender es ver como nosotros como seres humanos no nos acabamos en nuestro cuerpo, sino que va más allá de las limitaciones, las heridas y las situaciones adversas e inevitables de nuestra existencia. Ascender es mucho más fuerte que nosotros mismos porque se hace cielo. Una fuerza que nos mantiene enfocados con la mirada siempre hacia lo alto. Esto es el anhelo de un corazón que desea cielo, de tener una vida mucho más luminosa. Jesús sentado en nosotros es la gran bendición que no se agota, que se convierte en un estallido no sólo de esperanza y de alegría, también de antojo permanente por vivir el cielo.
11. Por su parte los discípulos después de postrarse ante Jesús mostrando su adoración, su amor y reverencia, haciéndose una sola carne con él, deciden no volver a sus casas, sino volver a Jerusalén donde esperan el don del Padre en un ambiente no de tristeza ni de nostalgia, como una forma de referirse a tener ahora dedicación total a la obra comenzada por el Maestro, fundamentados en la oración, en la alabanza, fuerza de la creación y del reconocimiento de las grandes acciones de misericordia y de poder de Dios: estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios (v. 53); pero también como un acto de agradecimiento, de alegría que los conducirá a dar comienzo a la misión, de ser testigos hasta los confines de la tierra. Es decir, mientras Jesús sube al cielo, la comunidad en el templo lo bendice, un movimiento ascendente donde ahora no hay excusa alguna para elevar el reconocimiento de la obra salvífica de Dios. Todo esto se hace en un ambiente de alegría y de alabanza porque su Maestro, el Maestro ha sido exaltado, no se ha ido de todo, se ha quedado presente entre nosotros para continuar su obra a través de cada uno, parte de una gran familia para bien de muchas personas.
12. En resumen, venir de Dios y regresar a Él para vivir mucho mejor es hacer un camino de vida donde podemos reconocer el amor y la misericordia de Dios y, al mismo tiempo es posible hacer que las cosas sucedan, haciendo mucho bien a muchas personas, participando del gozo y de la alegría que contempla la presencia constante del resucitado entre y con nosotros, pues la obra de Jesús glorificado continúa en nuestra vida a través de nuestra dedicación, esfuerzo y testimonio, animados por la promesa del Padre para hacer bajar todas sus bendiciones sin medida, no sólo hacia nosotros, sino también hacia muchas personas que él mismo ama. Dios es el gran protagonista de este proyecto de realización humana, esta es la buena noticia que debe irradiar nuestros rostros, creando una fiesta de adoración y bendición en el que reconocemos el proyecto maravilloso de Dios; pero a su vez, acogemos las bendiciones que nos alegran y nos apunta siempre hacia lo alto de nuestra vida para levantarnos y animarnos por tener la esperanza de un mundo reconciliado y siempre mejor.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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